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The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

martes, 27 de enero de 2015

Adicto a Ti - Capítulo 19


Capítulo 19:

Miré a Abril y luego miré a Mary que esperaba una respuesta de mi parte.
—Vamos Fernández, dile —me insistió Abril.
—Espera un segundo Mary —le dije a la rubia y tomé el brazo de Abril para jalarla hacia mí y chocar su boca contra la mía.
Mis ojos estaban abiertos, al igual que los de ella, pero al iniciar un movimiento sobre sus labios mis ojos se cerraron, otra vez. ¿Por qué? No lo sé. No solía hacerlo.
Ella no hacía nada, ni siquiera movía los labios. Hasta que casi la obligué a hacerlo, cuando con cuidado mordí su labio inferior. Entonces sentí esa deseada respuesta. Sonreí sobre su boca, para luego volver a ser serio en aquel beso. Subí mi mano que estaba en su brazo a su nuca, para acercarla un poco más. Ella apoyó sus dos manos sobre mi pecho, era como si intentara alejarse, pero algo en ella se lo impedía. Rocé la punta de mi lengua con la de ella. Obteniendo más sabor de su dulce boca. Finalicé volviendo a morder levemente su labio, para luego alejarme despacio. Abrí mis ojos para mirarla. Sus ojos se abrieron despacio e intentó hablar, pero las palabras no salieron de su boca. Giré para mirar a Mary. La rubia estaba tan roja como un tomate, y parecía que su quijada iba a tocar el suelo.
—Yo… —dijo Abril.
—Mary, si eres tan amable ¿podrías dejar de irritar a mi Anne? La pones de mal humor y eso me pone de mal humor a mí. Porque después me cuesta un poco más llegar a la habitación, ¿me entiendes?
Hizo un sonido indignado y salió rápidamente de allí. Abril se giró a verme.
— ¿Por qué hiciste eso? —me preguntó algo agitada. La miré y sonreí levemente.
—Ya te la he sacado de encima, cariño —dije.
Pestañeó varias veces de forma nerviosa y sacó su mirada de mí.
—No era lo que estaba pensando, pero al parecer funcionó…por ahora —dijo ella. Con decisión fijo su mirada en la mía —Que sea la última vez Fernández.
—De ninguna manera, cuando te moleste avísame Anne. Yo vendré a besarte las veces que sea necesario —le sonreí.
—Eres tan infantil —me acusó y salió de allí chocando un poco con Blas y Carlos—Lo siento.
Los chicos miraron como se fue, y luego volvieron su vista a mí.
— ¿Desde cuándo están ahí? —les pregunté.
—Desde que colocaste tu mano en su nuca para acercarla más a ti —contestó Carlos.
—Bien, estas bien Dani —dijo Blas mientras ambos se acercaban a mí.
Los miré consecutivamente.
—La… la tengo comiendo de la palma de mi mano. Pronto la tendré en la cama, pero por ahora me conformo manejándola de este modo —dije algo nervioso.
Ambos sonrieron cómplices.
—Creo que a nuestro pequeño saltamontes le está costando un poco aceptar que Abril le gusta más de lo que él cree —dijo Carlos.
—Estas en lo correcto mi querido Sombrerito, me parece que no lo está queriendo ver —agregó Blas.
—Vamos muchachos, ¿Acaso no me conocen? —les dije mientras comenzaba a caminar para salir del salón. Ellos caminaron detrás de mí —Yo solo la quiero para una noche, y punto.
—Creo que tendríamos que grabarte la próxima vez que la beses. Tú nunca besaste así a ninguna, te lo puedo asegurar —me dijo el castaño. Lo miré un poco asustado. Él solo estaba jugando conmigo, yo siempre beso a todas de la misma manera. Aunque, debo admitir que mis ojos se cierran cuando la beso…
—Puras tonterías—aseguré un tanto nervioso —Tal vez sea porque ella si sabe besar.
—O porque realmente te gusta besarla —dijo Blas.
—Ya cállense, y dejen de decir patrañas—les dije firme.
Ambos rieron y entramos en la cafetería del lugar. Divisé a Abril sentada con la chica de los anteojitos.
—Miren, se hizo amiga de la chica de los libros —dijo Blas.
—Diablos —musitó Carlos.
— ¿Qué sucede? —le preguntó Cantó. Sonreí, era hora de vengarme.
— ¿No te ha dicho? —le dije a Blas. Marco me miró asesinamente —Le gusta la genio.
— ¿Qué? —preguntó Blas con una sonrisa de diversión en el rostro.
— ¡Que no me gusta! —gritó él.
—Te encanta Carlos, admítelo.
—No hasta que admitas que Abril te trae loquito —me dijo.
Lo miré fijo por unos cuantos segundos. Le estaba por decir algo, pero mi celular comenzó a sonar.
—Aguarden, señoritas —les dije y me alejé. Miré la pantalla y era mi padre —Greoff.
—Dani, siento no haberte llamado antes, pero no tuve tiempo —me dijo.
— ¿Qué sucede? —le pregunté.
—Tú prima, está yendo hacia la Universidad.
— ¿Qué? —pregunté sin poder creerlo —¿Por qué María viene aquí?
—Ideas locas de tu tía Annie —dijo algo exasperado.
—Pero… pero… ¿Acaso no había otra Universidad para que fuera?
—No lo sé, solo controla que no haga líos. Ya sabes cómo es…
—Si, si lo sé —dije y suspiré —Es una diminuta bomba de tiempo.
—Contrólala Dani, no quiero problemas por ella…
—Tranquilo, la mantendré vigilada —le aseguré y colgué.
Volví a donde estaban mis amigos. Ambos miraron mi cara de exasperación.
—¿Qué pasó? —me preguntó Blas.
—Una pesadilla viene hacia aquí, tengan cuidado. Miren a su alrededor, ella es la creación de Dios y el diablo. Más del diablo diría yo…
— ¿De qué estás hablando Blas? —dijo extrañado el afro.
— ¡Tontín! —escuché su voz detrás de mí y me paralicé.
—De ella —les dije a mis amigos y me giré a verla.
Con una sonrisa de oreja a oreja se acercó a mí y me abrazó.
—¿Cómo estás tanto tiempo, primo? —me preguntó.
—Hola María, ¿Cómo estás? —le pregunté.
—Cansada por el viaje, enojada porque mis padres me obligaron a venir a está estúpida Universidad, y contenta de ver a mi primo favorito —dijo sin dejar de sonreír.
De verdad me daba miedo.
Se parecía un poco a mí, pero sus cabellos eran un castaño muy oscuro. Que caían sobre sus hombros en ondas sueltas. Y sus ojos eran, color pardo una mezcla entre café-verde-amarillo, con otro brillo. Su piel ligeramente tostada.
—Muchachos ella es mi prima María Fernández. María, ellos son Carlos Marco…
—Es un gusto María —le dijo el castaño.
—El gusto es mío Carlos—dijo ella y luego miró a Blas.
—Y él es Blas Cantó —lo presenté.
Blas no articulaba palabra alguna. Solo miraba fijamente a María, como si fuera algo que jamás hubiera visto en su vida.
—Oye, ¿Qué le sucede? —me preguntó mi prima por lo bajo. Me encogí de hombros.
— ¡No es cierto! —escuchamos como alguien decía detrás de nosotros.
María se giró a verla rápidamente. Sus ojos se abrieron como platos y su boca casi toco el suelo del asombro.
— ¡No puede ser! —habló sin dejar de mirarla.
Las miré consecutivamente. Abril se encontraba frente a mi prima con la misma cara de asombro que ella.
—¿Eres María,María Fernández? —preguntó Abril atónita.
—Ajá —dijo asintiendo mi castaña prima —¿Y tú eres Abril, Abril Anne Brooks?
—La misma que viste y calza, señorita ‘no pienso comprometerme con alguien hasta que me salgan arrugas en los dedos pequeños de los pies’ —le dijo divertida. Se acercaron para un amistoso abrazo. Miré a mis amigos y los encontré con la misma cara de confusión que yo. María se alejó para mirarla y sonreír.
—No puedo creer que seas tú, señorita ‘lo único que necesitas en la vida es un cono de helado, una buena película y asunto arreglado’ —habló con rapidez —Te juro que si no creyera que las casualidades son puras palabrerías, pensaría que esto es una casualidad.
—Lo mismo digo —dijo Abril.
—Perdón, perdón que interrumpa, señorita ‘no sé que de los dedos del pie’ y señorita ‘helado y películas’ pero, ¿Pueden explicarme que pasa? —les pregunté.
—¿Conoces a Fernández? —le preguntó Abril a María
—Es mi primo —le respondió ella.
—Mentira —dijo sin poder creerlo Abril.
—Lo juro, mismo apallido —afirmó la castaña.
—No, no te creo.
—En serio te digo, ¿Tú lo conoces? —le preguntó ella.
—Sí, y por desgracia —me echó una despectiva mirada. Sonreí, estaba indignada por lo del beso.
Pero yo se que le encantó.
Abril giró la cabeza y miró hacia la mesa en donde estaba la chica de anteojitos.
— ¡Emma! ¡Ven! —la llamó.
La chica castaña de ojos verdes se acercó a nosotros con la cabeza baja y con timidez. La miré bien, no puedo creer que ella le haya dicho todas esas cosas a Carlos. Lo miré de reojo y vi su cara de frustración.
—Emma, ella es María una vieja amiga —se la presentó.
—Un gusto —le dijo Maria amable.
— ¿Una vieja amiga? —pregunté y las miré —¿De dónde se conocen?
Ambas se miraron entre si y unas grandes y blancas sonrisas se dibujaron en sus rostros.
—De las mejores vacaciones de nuestras vidas —dijeron al unísono.
Estallaron en risas. Las miré más confundido aun.
—Aun no puedo creer que estés aquí, hace como 2 años que no sé nada de ti —dijo María.
—Lo sé, lo sé. Me mudé perdí tu número… un desastre —le contó
—Pero, ¿Qué haces aquí? —preguntó la castañá, mientras comenzaban a caminar alejándose de nosotros. Emma se unió a ellas.
—Mi padre me metió obligada a esta estúpida Universidad formativa —exasperó Abril.
—Los míos también —dijo María.
—Oigan, ¿pueden contarme de donde se conocen? —les pregunté.
—Luego —sentenciaron las dos al unísono alzando un dedo hacia mí, pero sin dejar de mirarse entre ellas.
Giré la cabeza para mirar a mis amigos. La cara de Carlos era una mezcla de confusión y diversión. Mientras que la cara de Blas era una mezcla de confusión y asombro. Volví mi mirada hacia donde se habían ido y las tres estaban sentadas en una mesa.
—No puedo creer que se conozcan —dije sin dejar de mirarlas.
—Yo creo que las tres podrían perfectamente destruir al mundo —agregó Marco.
—Yo creo que tu prima es la cosa más hermosa que vi en mi vida —habló con tono bobo Blas. Lo miré con ceño fruncido.
—Oh, dios. ¿Te gusta María? —le pregunté. Blas me miró.
—Es muy bella, Fernández —me dijo.
—Amigo mío, esa chica que ves ahí es el diablo en persona…
— ¿Por qué dices eso? —preguntó el afro.
— María Fernández, puede llegar a ser peor que nosotros tres juntos. Ella es fría, calculadora y especialmente es una enredadora —les dije.
—No puedo creer que estés hablando así de tu prima —dijo Blas sin dejar de mirarla —Es más, yo diría que parece un ángel.
—Si, lo parece. Pero hay un largo camino para que lo sea. Hazme caso, María no es mujer para ti.
Ella es… muy especial.
— ¿Por qué?
—Tiene la facilidad absoluta de volverte loco, usarte a su antojo y luego dejarte sin haber recibido nada a cambio ¿me entiendes, verdad? Lo juro amigo…. Tengo conocidos que han salido con ella, y quedaron fóbicos —dije.
—Pero si Blas ya es fóbico a las relaciones formales, al igual que tú —dijo Carlos.
—No fóbico a las relaciones, fóbicos a las mujeres…
—Oh, eso es terrible.
—¿Lo ves Blas? Mejor busca otro objetivo. Además de que es una chica a la cual le gustan los problemas, no sé cómo es que es amiga de Abril.
—Claro no, ‘tu’ Anne es perfecta —dijo Blas.
—Si lo es, en lo que me concierne a mí, lo es —contesté.
—Pero tal vez no conozcamos bien a la señorita María Anne Brooks Riccie —habló Carlos —Algo deben esconder ese par de ojos avellanas.



Hola amores!!!!
Espero que os haya gustado el nuevo capítulo!!! Y SIENTO MUCHO HABER TARDADO TANTO EN SUBIR pero la UNI no me deja mucho tiempo libre y estoy con los examenes finales... Espero que podais perdonarme.
Espero vuestros comentarios y votos. 

Besos, María.