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The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Adicto a Ti - Capítulo 50


Capítulo 50



Lo miré fijo por unos cuantos segundos… no puedo entender como alguien así puede ser mi padre. Cómo mi madre pudo amar a esta basura. 


—Ya no más, Greoff — le dije. Él sonrió de costado y se acomodó mejor en su silla.
— Creo que va a ser mejor que pienses en el bien de tu madre. — me habló. 


Ahora yo sonreí de la misma manera torcida y perversa que él.


— Ya no puedes hacerle daño — le aseguré. Su sonrisa se desvaneció lentamente.
— Dime — dijo mientras se ponía de pie – ¿Qué te llevó a tu madre? – no contesté y solo me dediqué a mirarlo fijamente — Sé que esa jovencita con la que estás últimamente consiguió el número de tu madre…
— No es ninguna tonta… ya sé que intentaste manipularla ayer, no te funcionó ¿verdad? – reí levemente — Ella no es como las demás. Ya no tienes poder sobre mí. Se terminó.


Se puso de pie y salió de atrás de su escritorio. Se acercó a la biblioteca y comenzó a mirar los libros que allí estaban. Él podía llegar a ser tan cínico, tan frío… tan distante. Luego de que mamá se fue, aprendí que lo único que podía recibir de Greoff Fernández eran órdenes y amenazas. Se giró a verme y volvió a sonreír.
— Voy a demostrarte que puedo ser generoso, Dani – dijo y volvió la mirada a los libros – Tienes un poco de tiempo para jugar a ‘la casita’ con la ramera de tu madre…
— Bastardo – lo interrumpí — Ella no es una ramera.
— No me interrumpas hijo, sabes que no me gusta – respiré profundamente tratando de no perder el control – Como te decía, tienes un tiempo para jugar a ‘la casita’ con tu madre y divertirte con esa muchachita.
— Sabes que ya no es cuestión de tiempo… se terminó, Greoff, ya no más amenazas estúpidas y ese tipo de cosas — dije. Volvió su vista a mí, se notaba que ya estaba perdiendo la paciencia.
— ¿Sabes? Sé a qué jardín va Hope – me paralicé y mi cuerpo se tensó – Es una niña muy linda, se parece a tu madre. Le gustan mucho los dulces, ella me lo ha dicho.
— Basura — musité por lo bajo.
— Por eso mismo hijo, piénsalo bien... no me molesta que estés con la hija de Brooks, una pequeña diversión no te viene mal... pero lo mejor va a ser que dejes de la loca idea de estar cerca de tu madre y de ese infeliz – sonreí ante la forma en que llamó a Phill. 


Reí divertido y él me miró con furia. 


— Padre, padre, padre — dije calmando mi risa — No sé si has visto a tu alrededor últimamente pero, sino, aquí tienes una noticia: YA NO ME CONTROLAS, NI CONTROLARÁS.
— No estés tan seguro de eso — dijo apretando los dientes.
— Puedes meterte tus amenazas en donde más se te acomoden — le dije con una sonrisa.
— Puedo hacerlo mucho mejor, hijo, te sorprenderías.
— ¿Sabes? — dije sin dejar de sonreír — He visto cómo está mamá... y debo decirte que alejarla de ti ha sido lo mejor que has podido hacer en este mundo. Así que, sin rencores... papi, todo está bien.
 Phill le ha dado todo lo que tú jamás pudiste darle en la vida – lo vi ponerse rojo del coraje, y eso me llenó de satisfacción – Cuidado, papá, creo que estas a punto de tener una embolia. Cuídate, ¿sí?... ya estás anciano, no debes pasar corajes.

Quise echarme a reír ante su notorio enojo, pero traté de controlarme… pero es que juro que se me hace imposible. Este infeliz tiene que pagarme una y cada una de las que me ha hecho. 

— Ten cuidado, hijo mío — me dijo con toda la calma posible, mientras me miraba fijamente. Mi mandíbula se tensó — Mide tus palabras… no querrás que algo le pase a tu nueva dama de compañía ¿o sí? 


Y esa fue la gota que rebalsó el vaso, rápidamente me acerqué a él tomándolo de la camisa para acercarlo a mí. 


— Escúchame bien, maldito infeliz — le hablé entre dientes sin dejar de sostenerlo por la camisa. Sus ojos se clavaron en los míos — Dejaré de lado el motivo de tener tu maldita sangre si le tocas un cabello a Abril... no voy a dudar en acabar contigo.
— Te importa de verdad — susurró como si acabara de descubrir lo mejor de su vida.
— Entendiste, ¿verdad? No juegues conmigo, Greoff… ya no tengo 9 años. Y lo único que siento por ti es desprecio, así que mejor no me busques — lo solté bruscamente y salí de aquel despacho antes de acabara con la poca paciencia que me quedaba. 


Cuando estuve afuera de la casa, pateé lo primero que estuvo delante de mí. El bote terminó en medio de la calle con toda la basura esparcida. 


Intenté calmarme, pero se me estaba haciendo imposible. De verdad, pero de verdad si a él se le ocurre hacerle algo a Abril, lo mataré. Solté un suspiró y decidí calmarme del todo. Comencé a caminar y luego de unos cuantos minutos llegué a mi casa, necesitaba dormir un poco, pensar, despejarme. Abrí la puerta y al instante mi prima salió de la habitación. 


— ¡Hola! — dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Se acercó a abrazarme, al instante se alejó de mí y me miró bien — Oye, ¿Qué te pasa? ¿Acaso vas a decirme que arruinaste todo con Abril y pelearon? — no pude evitar sonreír.
— No, no peleé con Abril — dije en un suspiro.
— ¿Entonces? ¿Por qué esa cara horrible? — preguntó. Le estaba por decir algo, pero me interrumpió con un pequeño gritito – Quiero que me cuentes, quiero saberlo todo… todo ¿Qué pasó con Abril? ¿Por qué durmieron juntos? ¿Cómo te sientes? ¿Estás enfermo? ¿Sabes lo que haces verdad? — volví a reír.
— Sí, sé lo que hago… todo está bien. Anoche me di cuenta de que todos tenían razón, yo estoy loco por Abril , la quiero… no puedo evitarlo. 


María llevó sus manos a su pecho y puso su mejor cara de tonta emocionada, apretó los labios como si evitara llorar y luego volvió a gritar. Me alejé un poco de ella.


— Ay, muero, te juro por Dios que me muero aquí mismo. No puedo creerlo, esto es increíble. Al fin, primito – dijo y apretó mis mejillas.
— Ya, ya — dije alejándome de su molesto agarre.
— Te quiero, primo — me volvió a abrazar. Sonreí y le respondí el gesto.
— Yo también te quiero, tonta — le dije. Se alejó de mí y soltó un suspiro. La miré bien, percatándome de que estaba bastante arreglada — ¿Vas a salir? — ella se sonrojó instantáneamente y ahí supe que ella saldría con Blas — Ooooh, vas a salir con Blas.
— Bueno yo… él me invitó al… cine y bueno, creo que ya es hora de… de hacerle un poco de caso. El pobre ya me estaba… dando pena — habló nerviosa.
— Mentira, tonta — dije divertido y la empujé levemente — Te mueres por él, admítelo.
— Bueno sí, me gusta — dijo haciendo un leve puchero y mirando al suelo — Así que… no me esperes hoy, no vendré.
— Está bien… al fin podré dormir en mi cama — golpeó levemente mi brazo — Ya, sólo bromeo. Me voy a bañar y a dormir un rato…
- Está bien, tontín, adiós – dijo y besó mi mejilla.


Me dirigí a mi habitación y me tiré en la cama. Tomé mi celular y busqué su número. Sonó una… sonó otra.


— ¿Cómo te fue con tu padre? – preguntó al atender.
— Primero que nada, “hola, cariño, ¿Cómo estás? Te extraño” – dije y escuché su risa.
— Hola, cariño, ¿Cómo estás? Te extraño — me dijo.


Sonreí y me senté en la cama para buscar un poco de ropa ya que iba a entrar a bañarme.


— Bien ¿y a ti, cariño? — pregunté.
— Bien, acabo de salir de con mi madre… ahora voy a lo de papá.
— ¿Vas a tardar mucho? Quiero verte.
— Quizás no podremos vernos hoy, Dani — detuve mi búsqueda de ropa y me paré bien.
— ¿Por qué no? — dije como un niño al que no quieren comprarle un juguete nuevo.
— Porque papá hará una cena y seguro quiere que me quede…
— Abril, no me hagas esto — supliqué.
— Pareces un niño — dijo divertida.
— Está bien, déjame solo… no te necesito — colgué y me dispuse a buscar la ropa.


Mi celular comenzó a sonar y sonreí al ver que era ella. Esperé unos segundos antes de atender.


— ¿Por qué me cortas? ¿Acaso de verdad eres un niño? — preguntó enojada. Sonreí.
— No me extrañas, es eso — dije.
— Tonto, eres un tonto… te comportas como un tonto. ¡Claro que te extraño! ¿Acaso crees que no me muero de ganas de besarte en este preciso momento? – sonreí como un bobo mientras entraba al baño.
— ¿Quieres besarme? — pregunté.
— Claro que quiero besarte — susurró.
— Yo quiero hacerte otras cosas — dije con voz profunda.
— Dani — se quejó divertida.
— Entonces, ¿no vas a venir? — dije esperanzado con que me dijera que si iba a venir.
— Hagamos una cosa, apenas salga de ahí te llamo y vemos si vamos al cine y tomar algo ¿quieres? Así de paso hablamos de tu padre…
— No, no quiero hablar de él — aseguré.
— Vamos, cariño, te hará bien — sonreí levemente.
— Está bien, llámame, por favor — dije.
— Te llamo, adiós — dijo y colgó.


Tuve que haberle dicho que la quería… pero ¿si es muy rápido? No, no es rápido, es sincero y real… cuando la vea se lo digo. Me duché y luego me puse mi pantalón de dormir para tirarme boca abajo en mi cama, estoy tan cansado, necesito dormir un poco. Mis ojos comenzaron a cerrarse de a poco, hasta que todo estuvo totalmente oscuro…



Una sensación dulce recorrió mi espalda, era algo así como una suave caricia… pero de labios. Me moví un poco para alejar el escalofrío que me atravesó. La caricia o beso, no estoy seguro, volvió a repetirse, pero esta vez más arriba. Seguro estoy soñando y solo debo seguir durmiendo. Comenzó a ser más repetitivo y más dulce que antes. 

— Hueles a frutas… eres tan hermoso — escuché su voz.


Me senté rápidamente en la cama y me giré a verla. Seguro que yo estoy soñando y en cualquier momento voy a despertar para estar solo.


—¿Cómo entraste? — le pregunté mientras la miraba bien, para ver si era real.


Sonrió y levantó su mano mostrándome las llaves.


— Se las robé a María — me dijo. Sonreí bobamente.
— ¿Tú me estabas besando la espalda? — pregunté.
— Ajá — dijo asintiendo — Y hueles tan lindo…
— ¿Qué pasó con la cena de tu padre? — le dije intentando averiguar si era un sueño o no.
— Te mentí — dijo mordiendo sus labios — Quería darte una sorpresa… parece que funcionó ¿Qué te pasa? ¿Por qué tienes esa cara?
— Porque creo que estoy soñando – dije.
— No, no estás soñando, Dani — dijo divertida y levantó su mano para acariciar mi mejilla.


Cerré los ojos ante el contacto de su piel.


— Ven aquí — dije y la tomé de la nuca para acercarla a mis labios.


Su boca se movió sobre la mía de manera apasionada, mientras colocaba sus brazos alrededor de mi cuello y se acercaba más a mí. La tomé de la cintura y la subí sobre mí. Su ropa comenzó a estorbarme cuando sentí la terrible necesidad de sentir su piel contra la mía. Nuestras lenguas se mezclaron y ella gimió levemente enterrando sus manos en mis rulos. Subí una de mis manos hasta los primeros botones de su blusa.


— No, no, no, hoy no. — dijo agitada alejándose de mi boca.
— Sí, por Dios — musité y volví a besarla.
— No, Dani, no vamos a hacer eso en donde yo comienzo arriba y termino abajo, mañana tengo que ir a lo de mi madre. Además de que Rose viene por la mañana y qué... qué espanto que nos vea — dijo cuando se volvió a alejar.
— Tu prudencia solo me excita más, amor — le dije con una leve sonrisa.


Sus ojos se abrieron bien y me miró como si acabara de decir algo que no entendió.


— ¿Cómo dijiste? — preguntó. 


Sonreí y la acerqué un poco más a mí, rozando sus labios.


— Que te niegues solo hace que te desee mucho más — susurré.
— No, lo otro — musitó. Sonreí para mi mismo… ella quería escucharlo de nuevo.
— ¿Qué cosa, Anne? — pregunté haciéndome el tonto.
— Me dijiste ‘amor’ — dijo con un brillo especial en los ojos.
— ¿Yo? No, yo nunca dije eso…


El brillo que adquirieron sus ojos se desvaneció como el humo en el aire. Miró hacia otro lado y se bajó de mí lentamente.


— Bueno… escuché mal — dijo sin mirarme.
— Sí, tal vez sí — dije asintiendo.


Las ganas de echarme a reír me invadieron, pero me contuve. Abril se puso de puso de pie y la miré, esperando que me mirara.


— Voy a buscar algo de comer — sentenció con tono frío.


Antes de que pudiera caminar la tomé de la mano y la jalé hacia mí, para luego girar y que quedara debajo de mí.


— Sí, te dije amor… dije que tu prudencia me excita más, amor. Mucho más — dije sin dejar de mirarla fijo a los ojos.






Hola amores!!!

Aquí tenéis un nuevo capítulo!! Espero que os haya gustado y espero vuestros comentarios.

Gracias por leer.

Besos, María.




martes, 13 de septiembre de 2016

Adicto a Ti - Capítulo 49


Capítulo 49


— Sé perfectamente en dónde estás metido, y tienes exactamente dos horas para estar en mi casa. Y te quiero solo… deja a tu ‘acompañante’ en donde se te plazca, pero no vengas con ella. ¿Entendiste? — me dijo. 

Me tensé al instante de escuchar su maldita voz. ¿Cómo demonios se había enterado de que yo estaba aquí? ¿Acaso el infeliz estaba siguiéndome o algo por el estilo? 

— Mal nacido — musité.
— Y más te vale que me hagas caso o ya verás — dijo y colgó. 


Apreté con fuerza el celular que estaba mi mano. Cerré los ojos y traté de estar calmado, pero se me estaba haciendo imposible. Sentí una suave mano apoyarse en mi hombro, me giré a verla, y era ella, Abril. — ¿Qué sucede? — me preguntó preocupada. Solté un suspiro y acaricie su mejilla.
— Debemos irnos — dije y bajé mi mano para acariciar sus labios.
— ¿Por qué? — dijo confundida.
— No puedo explicártelo ahora, solo sé que debemos irnos, cariño — me acerqué a ella y la besé cortamente. 


Volvimos los pasos hacia donde estaban mi madre y Phill. Ambos me miraron con cara de preocupación. 


— Lo siento, mamá, pero tenemos que irnos — le dije. Ella se acercó a mí y me acarició el rostro.
— Tu padre, ¿verdad? — susurró por lo bajo. La miré fijo a los ojos.
— Él sabe donde estoy — le contesté. Ella sonrió levemente, se acercó más a mí y me abrazó.
— Él ya no puede hacerme nada, Dani... que sus tontas amenazas ya no te controlen, cualquier cosa que él te diga es mentira. Greoff perdió control sobre mí hace exactamente un año — me calmó ella y con cuidado la alejé de mí para mirarla a los ojos.
— Entonces ¿ya no… no hay peligro? — pregunté con algo de duda.
— No, ya no hay peligro. Pero sé como es, así que ve… y hazle saber que ya no le tienes miedo, pero por favor no pierdas el control, Danu, es tu padre — me pidió. 


Asentí y besó mi mejilla, para luego alejarse completamente.


— Más tarde, cuando todo esté arreglado voy a llamarte — le dije a mi madre.
— Esperaré ese llamado ansiosamente, hijo — dijo ella.


Los tres nos acompañaron hasta la puerta. Hope no tenía esa sonrisa que tenía cuando llegamos.


— ¿Qué pasa, enana? — le pregunté agachándome hasta quedar a su altura.
— Yo no quiero que se vayan — me dijo sin dejar de mirar al suelo. Levanté su rostro con una mano e hice que me mirara.
— Prometo que nos veremos otra vez. Eres mi hermanita y prometo que voy a cumplir bien mi rol de hermano mayor – le dije. Ella me sonrió y luego miró a Abril.
— Tú también cumplirás bien tu rol de cuñada ¿verdad? — le dijo. Abril la miró asombrada.
— ¿Qué es eso de rol de cuñada, Hope Marie? — la regañó mi madre — ¿De dónde has sacado eso?
— Lo vi en una telenovela, en casa de la abuela Patsy — se defendió ella. Todos reímos divertidos y salimos fuera de la casa. Caminamos hasta el auto de Abril y nos giramos a verlos.
— Prometo, mamá, que esto pronto va a acabar — le dije. Ella me sonrió.
— Lo sé, mi amor, cuídense. Adiós, Abril, y gracias por traerme de nuevo a mi bebé — le dijo a Abril. Ésta sonrió.
— Gracias a usted, por haberlo traído al mundo — le dijo ella, entonces la miré algo sorprendido. Ella me miró y al instante se dio cuenta de que eso le salió sin permiso de la boca, se sonrojó de sobremanera y apartó la vista de mí.
— Adiós, muchachos — nos dijo Phill. Me acerqué a él y lo abracé.
— Por favor, cuídalas — le susurré.
— Tranquilo, las cuidaré. Tú cuídate y cuida a Abril, es una muchacha increíble — me dijo al oído. Asentí y me alejé de él.
— Adiós — se despidió Abril de todos antes de subirse al auto. Miré una última vez a mi hermana y a mi madre y sonreí. La pequeña Hope agitó su mano y eso me lleno de alegría.
— Cuídate, enana, y no comas muchos dulces… te van a hacer mal — le dije.
— Está bien, hermanito — me dijo sonriente.
— “Hermanito” — susurré divertido y me subí al auto.


Abril arrancó y comenzamos a andar. Giré mi cabeza para ver como sus pequeñas figuras volvían a entrar a la casa. Soltando un leve suspiró volví mi vista al frente. Miré a Abril y ella aún seguía sonrojada. Sonreí.


— Así que… le estas agradecida porque me trajo a este mundo — dije en tono divertido. Ella se sonrojó más aun.
— Bueno… sí, porque si no lo hubiese hecho…
— No te hubiese conocido, no me hubieses conocido… no sería completa y tontamente feliz en este momento — le dije. 


Ella mi miró y detuvo el auto. La miré extrañado, entonces se acercó a mí y me besó desesperadamente. Gruñí por lo bajo ante aquella excitante manera de besar. Giré hacia ella y la tomé de la cintura, para con un simple movimiento subirla sobre mí. 


— No, Dani… — susurró agitada sobre mi boca.
— No hables — le dije y volví a reclamar sus labios.


Mis manos se volvieron un poco traviesas y se metieron debajo de su blusa, para acariciar su suave piel. Gimió levemente, haciéndome saber que deseaba eso tanto como yo.


— No, no, estamos en un auto, Dani… ya para… no… espera… diablos.


Hice oídos sordos a sus peticiones y la tomé de las caderas para acercarla más a mí. El dolor que se había producido en mi ingle, fue provocado por ella. Entonces lo iba a pagar, dándome lo que yo quería en este auto, si es preciso. 


Tomó mi rostro con sus manos y logró alejarme de su boca. Me miró fijamente a los ojos. Sonreí mostrándole una agitada sonrisa. 


— ¿Por qué no me escuchas? — me preguntó.
— ¿Por qué no me besas? — le pregunté. 


Levanté mi mano y la tomé de la nuca para acercarla rápidamente a mí. Al parecer toda su cordura saltó del auto, porque sus manos pasaron a mi nuca y me acercaron más a ella. Coloqué mis brazos alrededor de su cintura, abrazándola más a mí. Cómo necesitaba estar cerca de ella, cómo me gustaba estar así de cerca. 


Un celular comenzó a sonar, ella se alejó agitada de mí e intentó volver al asiento de al lado, pero la detuve y la volví a besar. El celular dejó de sonar, pero al instante comenzó a hacerlo de nuevo. Ella se volvió a alejar y, esta vez, se escapó de mí. De manera agitada se sentó de nuevo en su asiento. Metí la mano en mi bolsillo y saqué mi celular, era Phill.


— ¿Phill? — dije extrañado al atender.
— Oye, ¿están bien? — me preguntó.
— Sí, ¿Por qué? — le dije.
— Porque el auto está detenido ahí justo en la salida, pensamos que se les había quedado o algo, ¿necesitan ayuda? — dijo. No pude reprimir una risa, y miré a Abril.
— No, Phill, tranquilo, estamos bien. Ya nos vamos, sólo nos detuvimos unos segundos porque… — miré a Abril y ésta me miró para luego ponerse roja — Porque estábamos viendo a dónde ir ahora.
— Bueno, entonces no pasó nada — dijo Phill con tono divertido — Tu madre dice que por favor, cuando termines de hablar con Greoff, la llames.
— Dile que lo haré sin falta — dije y luego colgué. 


Abril colocó sus manos sobre el volante y comenzó a manejar de nuevo. Sonreí sin que me viera, y luego dirigí mi mirada a ella. 


— ¿En dónde nos habíamos quedado, cariño? — le pregunté y estiré uno de mis brazos para tocarla, ella al instante se salió.
— No me toques, pervertido — dijo sin dejar de mirar al frente.
— ¿Pervertido yo? — dije.
— Sí, el más pervertido del mundo. ¿Cómo… cómo se te ocurre hacerme una cosa así?
— Discúlpame por ser un pervertido, pero en este caso la culpa la tienes tú, ¿Quién diablos te mandó a ser tan deseable? 


Ella sonrió por lo bajo, pero aún así no me miró. Guardé silencio, mientras que nos íbamos alejando más de aquel campo y salíamos por la ruta para llegar a la cuidad. 


— ¿Por qué tuvimos que volver? — me preguntó. La miré y solté un suspiro.
— Mi padre… sabe donde estoy. Entonces ahora voy a ir a decirle que todo se terminó y que sus amenazas se las puede meter en donde no le da el sol — dije bastante contento por aquella idea.
— Voy contigo — afirmó.
— No, cariño — le dije y me miró — Fue muy claro conmigo cuando me dijo que fuera solo.
— Dani, eres demasiado impulsivo a veces… tal vez te descontroles y… a pesar de todo es tu padre — me dijo con preocupación.
— Tranquila, cariño — susurré y tomé una de sus manos, haciendo que me mirara — No voy a hacerle nada al infeliz.
— ¿Me lo prometes?
— Te lo prometo — le dije y besé la palma de su mano. 


Más rápido de lo que esperé Abril se detuvo frente a la gran mansión de Greoff Fernández. Solté un suspiró y la miré. 


— ¿Estás seguro de que no quieres que me quede contigo? — me preguntó. Sonreí por lo bajo.
— Cariño, todo va a estar bien — le dije. Suspiró y me miró a los ojos.
— Está bien, te dejo aquí. Yo tengo que ir a ver a Gina y luego a mi padre… sino después se ponen insoportables — dijo. Acaricié su mejilla.
— Ve tranquila, saluda a Gin de mi parte… y dile que tal vez considere el volver a trabajar los sábados — dije divertido. Ella me miró desaprobadamente — ¿Qué? ¿Acaso no te gustaría?
— No, no me gustaría — dijo. La miré sorprendido.
— ¿Por qué? — dije.
— Porque no quiero verte babeando por las flacuchas esas que tiene mi madre como modelos —dijo celosa.
— Por la única que he estado babeando últimamente es por ti, cariño — me acerqué a ella y la besé despacio para luego alejarme — En la noche te llamo… quizás podemos salir a comer algo o al cine y luego…
— Y luego nada — me interrumpió.
— Pero mañana no tenemos Universidad — dije al instante.
— No me importa… ¿tú crees que a mí me gusta estar así todo el tiempo? — preguntó. La miré fijo, y asentí levemente con la cabeza — Ya bájate… y, por favor, no hagas locuras, Dani, prométeme que no vas a ponerte loco.
— Juro, cariño, que no voy a hacer nada malo — le dije. Ella sonrió y me besó cortamente — No, uno así de cortito no, ¿Sabes cuantas horas estaremos alejados? Yo necesito un beso más largo para no desesperarme…


Mordió su labio y se acercó de nuevo a mí. Su boca se movió suave sobre la mía, mandando sensaciones que nunca había sentido sobre mi cuerpo. Se alejó despacio pero se mantuvo cerca. 


— Ahora sí, ya puedes irte — susurró.
— Te juro que no tengo ganas de hacerlo — le confesé. Sonrió y se alejó completamente de mí.
— Vamos, cariño, ve, tu padre te está esperando — me dijo.
— Esta bien, adiós — la besé otra vez y me bajé del auto. 


Cerré la puerta y la miré. Me sonrió de manera dulce y luego arrancó para dejarme allí parado mirando como se alejaba. 


Solté un suspiro y giré para enfrentar la casa de Greoff Fernández… 


Aquel hombre que era mi padre, aquel hombre que me dio la vida, pero al mismo tiempo aquel hombre que hizo de la mitad de mi vida un infierno. No solo la mía, sino que la de mi madre también.
Ese hombre que solo podía tener odio de mi parte, vergüenza, decepción. Yo no podía sentir otras cosas por él, nada de nada. Respirando profundamente comencé a caminar hacia la puerta, toqué el timbre y esperé a que alguien me abriera. 


— Buenos días, mi niño Daniel — me saludó Greta cuando abrió la puerta. Ella era la encargada de limpiar la mansión.
— ¿Qué tal, Greti? — le dije y besé tiernamente su mejilla.
— Bien, mi niño — me dijo y me miró con algo de preocupación — Su padre lo espera en el despacho…
— Gracias — dije y entré del todo para empezar a caminar hasta el despacho. Hacía ya tres años que había dejado esta casa, nunca me había gustado vivir aquí. Por el simple hecho de que siempre me recordaba el sufrimiento de mamá. Me acerqué a la puerta del despacho…
— Pasa — escuché su voz. 


Abrí y él estaba sentado en aquella inmaculada silla. Su mirada estaba fija en unos cuantos papeles que tenía en las manos. Levantó su vista hacia mí y una sonrisa hipócrita se dibujó en su rostro. 


— Me alegro que hayas venido, hijo… por el bien de los quieres.






Hola amores!!

Aquí tenéis un nuevo capítulo!!

Espero que os haya gustado!! Gracias por leer y espero que comentéis.

Besos, María.



lunes, 5 de septiembre de 2016

Adicto a Ti - Capítulo 48



Capítulo 48



La miré fijo a los ojos y sentí una pequeña presión en mi pecho.

— Creo que sí — le dije.
— ¿Crees? — dijo confundida.
— Mamá, la verdad es que nunca me pasó algo así. Yo…
— Eres un don Juan – me acusó con indignación.
— Sí, puede ser…
— ¿Con cuantas mujeres has estado? — me preguntó.
—Mamá, ¿no crees que…?
— Contéstame, Dani — sentenció con firmeza.


Sonreí ante su enojo. Siempre quise que mi madre me regañara.


— No lo sé – contesté.
— ¿Cómo que no lo sabes?
— No, no lo sé. Nunca me puse a contarlas.
— Oh, eres un desconsiderado, mujeriego. No puedo creerlo…
— Mami, ya no me regañes. Sabes que solo tú me interesas — le dije poniendo mi mejor cara de niño bueno. Ella me miró bien y sus ojos se humedecieron. Sonrió y volvió a abrazarme.
— Aún consigues comprarme — dijo sin soltarme. Se alejó y me miró – Pero creo que eso ahora no es así… porque he visto cómo la miras.
—Ella no solo es hermosa por fuera, también lo es por dentro — le conté.
— Sí, se nota y mucho.
— Te extrañe tanto – le dije.
— Y yo a ti, bebé — me dijo y se puso de pie entregándome su mano — Vamos a fuera.


Tomé su mano y caminamos hasta la parte trasera de la casa. Salimos y detuvimos nuestros pasos al ver cómo Abril y Hope reían y jugaban con las muñecas.


Sentí un cosquilleo en mi estómago. Ella era tan bella, y tan dulce. Ambas se giraron a vernos. Hope se puso de pie y corrió hasta nosotros.


— Tu novia es muy linda, hermanito – me dijo sonriente.
— ¿Qué es eso de ‘hermanito’, enana? Aquí la hermanita eres tú — le dije.
— No, yo soy toda una mujer. Sino pregúntale a mamá, ya me maquillo — dijo y colocó sus dos pequeñas manos sobre su cintura parándose coquetamente.
— ¿Y acaso tú permites que se maquille? – le dije a mi madre.
— Oh, no me digas que vas a ponerte igual de insoportable que Phill con ese tema. Ella es una niña y a todas las niñas les gusta maquillarse y jugar a ser grandes – me dijo mi madre.


Abril se acercó a nosotros. La miré y tuve muchas ganas de besarla, pero no podía hacerlo delante de mi hermana y mi madre.


— Estábamos divirtiéndonos un poco — nos dijo Abril mientras le sonreía a Hope.


Mi madre se acercó a ella y la abrazó. Un tanto confundida, Abril le devolvió el gesto.


— Muchas gracias, Abril… Daniel me contó que tú conseguiste el número. De verdad no sé cómo voy a hacer para agradecerte esto — le dijo y se alejó de ella.
— Primero que nada, Feliz cumpleaños, señora Smith – dijo ella.
— Ya no me digas señora. Dime Anne, linda. Nada de formalidades conmigo, al fin y al cabo eres la chica que me devolvió a mi hijo.
— ¡Oigan, vamos a comer! — nos llamó Phill.


Mi madre y mi hermana comenzaron a caminar hacia él, Abril estaba por caminar también pero la tomé del brazo y la jalé hacia mí para mirarla a los ojos.


— Gracias — le dije. Ella me miró bien.
— ¿Por qué? – preguntó.
— Por darme el segundo mejor día de mi vida.
— ¿El segundo? ¿Cuál fue el primero?
— El día en que te conocí — contesté y me acerqué a ella para besarla levemente en los labios.


La besé despacio, dulcemente, en cámara lenta. Me olvidé completamente en donde estábamos. Parecía que nada estaba a nuestro alrededor. Su nariz acariciaba la mía, con cada leve movimiento que hacían nuestras bocas.


No había nada más en el mundo que yo quisiera en este momento que estar besándola. Era una sensación hermosa. Su boca tenía un sabor único, dulce, adictivo… embriagante. Su pequeña mano se apoyó en mi rostro, mimándome dulcemente.


— Si ella no fuera tu novia, no la besarías en los labios — escuchamos la pequeña y suave voz de Hope. Ambos nos alejamos rápidamente para mirarla bien.


Mi pequeña hermana tenía una sonrisa pícara en los labios. Sus manitas estaban apoyadas sobre su cintura y se movía levemente para un lado y para otro.


— Lo que pasa, enana, es que aún eres muy pequeña como para entender ciertas cosas — le dije mientras me acercaba a ella y la alzaba en brazos.


Ella me miró y sonrió para luego mirar a Abril.


— ¿Es un buen novio? — le preguntó. Abril sonrió levemente y comenzamos a caminar hacia donde estaban mi madre y Phill.
— Por ahora no lo llamo novio — le dijo ella — Pero por ahora es un buen amigo.
— Pero si es tu amigo, ¿Por qué te besa?
— Porque me gusta besarla — le contesté yo.
— Dani — me regañó Abril.
— Entonces, si mi amigo Billy quiere besarme porque le gusta ¿lo dejo? — preguntó.
— ¿Qué? ¡No, claro que no! ¡Tú no debes dejar que ningún mocoso atrevido te bese! Y si eso sucede tendré que ponerme violento — le dije algo nervioso.
— Oh, Dani, no puedes decirle eso a tu hermana — me dijo Abril y tomó en brazos a Hope. La pequeña castaña la miró fijo a los ojos mientras caminábamos — ¿Quién es ese tal Billy? — le preguntó.
— Vamos juntos al jardín — le contó ella — Y él es mi amigo… y siempre jugamos juntos a la familia y él siempre es mi esposo. Tenemos una hija que se llama Kitty y una mascota llamada Otto.
— ¿Te besó? — preguntó Abril. Me tensé un poco.
— Solo cuando se despide de mí porque se va a trabajar, me da un beso en mi mejilla. ¿Eso es un beso de novios?
— Pero qué mocoso desubicado. Creo que tendré que hablar muy seriamente con tu padre, jovencita — le dije y caminé un poco más rápido.
— Dani, ven aquí — me llamó Abril, haciendo que mi paso se detuviera. Ellas me alcanzaron y me miraron — Tú no vas a decirle nada a Phill, porque tienes que ser un buen hermano y guardarle los secretos a tu hermana…
— ¿Los hermanos guardan secretos? – preguntó Hope.
— Es su deber – le contestó Abril.
— Sí, pero no cuando un mocoso desubicado trata de propasarse con tu hermanita. ¡Tiene cinco años, por Dios! — solté exasperado. 


Llegamos a la mesa y mi madre y Phill se giraron a vernos un poco extrañados.


— ¿Sucede algo? — preguntó Phill.
— Sí, sucede que…
— Sucede que estábamos hablando un poco de el jardín con Hope ¿no es así, Dani? — me preguntó interrumpiéndome.
— Sí, es así – dije con tono bajo.
— Bueno, ya siéntense a comer… que, sino, se enfría — habló mamá. 


Nos sentamos a la mesa y Phill se acercó a nosotros con una bandeja. 


— Mamá, casi me olvido… Abril es vegetariana — le dije al mirar la bandeja que Phill traía, de seguro era carne. Mi madre miró a Abril.
— ¿En serio? — le preguntó.
— Bueno, en realidad es algo que hace poco que estoy implementando. Exactamente dos años. Estoy intentando limpiar mi organismo — le contó ella.
— Es asombroso, porque yo también lo soy — le dijo ella. 


Me sorprendí al recordar aquello. Juro que me había olvidado completamente de que mamá también era vegetariana. 


— No puedo creerlo — dijo Abril y me miró – Nunca me dijiste que tu madre era vegetariana.
— Lo que pasa es que lo había olvidado – dije yo, un tanto sorprendido aún.
— Bueno, eso no es problema. Tenemos comida para las vegetarianas en esta casa — dijo Phill, y sonreí – Pero nosotros comeremos carne, ¿no es así, Dani?
— Por supuesto que sí, Phill — le respondí.
— Carnívoros – dijeron mi madre y Abril al mismo tiempo. 


Todos reímos divertidos y comenzamos a comer. Mi madre y Abril hablaban como si se conocieran de todo la vida. Ellas tenían tantas cosas en común. El amor por la naturaleza, por las fotografías. Esa manera de ver la vida como el mejor regalo del mundo, esas ganas de vivir. 


Y sobre todo esa entereza y dedicación que las hacía verse indestructibles. 


— Son hermosas, ¿verdad? – me habló Phill sentándose frente a mí, mientras dirigía su mirada a ellas, que aun seguían hablando con Hope junto a ellas.
— Tienen tantas cosas en común… juro que no me había dado cuenta de eso – le dije y lo miré.
— Son mujeres increíbles. No puedo creer que hayas encontrado a una chica así…
— Fue por casualidad… o el destino — dije asintiendo.
— ¿Dónde la conociste? – preguntó.
— En la Universidad… cuando volví de mi suspensión…
— ¿Te suspendieron? – me interrumpió. Reí por lo bajo.
— Sí – dije en un susurro — Me metí a los jardines del campus en mi moto, y destruí patrimonio del establecimiento.
— Oh, eres increíble — dijo divertido — ¿Y cómo le hiciste para enamorarla? Parece ser una chica muy aplicada, como tu madre…
— Debo decir que fue ella la que me enamoró a mí. Yo no tenía ninguna intención de enamorarme, y mucho menos de una mujer así. Te aseguro que me enloqueció — le conté.
— Pero ¿no estás contento de haberla conocido? — me dijo. Entonces volví mi vista a ellas, y la mirada de Abril se cruzó con la mía. Me sonrió levemente y sonrojándose un poco quitó su vista de la mía. Sonriendo volví mi mirada a Phill.
— Soy la persona más feliz del mundo, de eso puedes estar seguro, papá — le dije. 


Él me miró bien. Se sentó erguidamente y me miró fijo, sonreí.


— Lo siento, pero ¿Qué has dicho? — me preguntó.
— Te dije papá, Phill… ¿acaso ya estas sordo? — le pregunté divertido. Él negó atónito con la cabeza, haciendo que yo riera — Eres como un padre para mí… no tendré tu sangre, pero te aseguro que eres más padre para mí que Greoff.
— Daniel, yo…
— Sé todo lo que has hecho por mi madre. Sé cuánto la amas, cuánto la has cuidado. Y mira, por Dios — dije y miré hacia Hope — Me has dado una hermana que, de paso sea dicho, creo que tendrás que poner un poco más lo límites con esa enana.
— Yo también te quiero como a un hijo — me dijo y lo miré — Y recuerdo que así lo sentí aquel día que te ayudé a venir al mundo.
— Entonces ya no se hable más, padre, porque creo que nos estamos poniendo un poco sentimentales — dije y él rió.
— ¿De qué hablan? — preguntó mi madre mientras ella, Abril y Hope se acercaban a nosotros. Las miré.
— Cosa de hombres — le contesté.
— Esa respuesta machista tuya — dijo Abril revoleando los ojos.


Entonces la tomé de la cintura y la senté sobre mi regazo. Me miró bien y me hizo un gesto de ‘¿Qué estás haciendo?’ 


— Estábamos poniéndonos sentimentales — le dije mirándola a los ojos.
— ¿Sentimentales? — preguntó mi madre.
— Le dije que lo quería como a un padre y él me dijo que me quería como a un hijo… ya sabes esas cosas que son cursis y que salen sin sentido — dije con desenfado.
— Awwwww, son tan tiernos — dijo mi madre y besó cortamente a Phill. 


Miré a Abril y ella me sonrió divertida, le guiñé un ojo y quise besarla, pero se alejó discretamente poniéndose de pie.


— ¿A qué hora cortamos el pastel? — preguntó mi Anne.
— Un pastel que hizo Hope — habló Phill.
— Enana, ¿tú hiciste un pastel? — le pregunté. Ella me miró y asintió efusivamente.
— Sí, yo solita… bueno en realidad papi me ayudó, pero él es horrible cocinando, es como si yo lo hubiese hecho solita — dijo con una pequeña sonrisa autosuficiente.


¡Diablos, esta criatura es una exacta copia de mí, pero en miniatura!


Todos reímos y Phill alzó en brazos a Hope.


Mi celular comenzó a sonar, lo miré y me alejé de ellos para contestar. La llamada aparecía como privada.


— ¿Hola? — atendí.





Hola amores!!

Aquí está el nuevo capítulo, espero que os haya gustado!!

Gracias por leer y comentar.

Besos, María.


domingo, 28 de agosto de 2016

Adicto a Ti - Capítulo 47


Capítulo 47


La miré fijo y pensé un poco en eso. Ya no más salidas nocturnas a cada rato, ya no más coqueteos con alguna chica. Ya no más libertad de mirar y opinar sobre algún trasero…

Pero a mí ya no me interesaba hacer eso, yo solo quiero estar con ella. Dormir con ella, estar a su lado, opinar sobre su trasero y coquetear con ella.

— Solo quiero estar contigo — le dije. 

Ella sonrió y se acercó a mí para besarme impulsivamente. Se alejó y comenzó a subir las escaleras hacia su cuarto. 


— Apúrate que tenemos que irnos — me dijo.
—Tú eres la que se tiene que apurar — dije y me acerqué a la cocina para comer un poco de la fruta que ella había cortado. 


Luego de unos cuantos minutos ella bajó las escaleras y se acercó a la cocina. Estaba arreglada y maquillada. La miré embobado.


— ¿Qué sucede? — me preguntó.
— Que eres hermosa — dije. Ella se sonrojó levemente y tomó una fruta.
— ¿Vamos?
— Vamos, cariño — dije y tomé mi abrigo para salir con ella de su departamento. 


Bajamos hasta la cochera y nos subimos a su auto. Nos colocamos los cinturones de seguridad y Abril arrancó para prender marcha no sé muy bien a donde.


— ¿Estás nervioso? — me preguntó. Me giré a verla.
— Un poco — dije con una media sonrisa — No sé qué voy a decirle…
— Solo tienes que decirle lo que sientes en el corazón – dijo ella sin dejar de mirar al frente. 


Estiré mi mano y acaricié su mejilla. Me miró de reojo y sonrió. 


— ¿Sabes dónde es? – le dije.
— Queda cerca del campo de mi abuelo – contestó.
— ¿No te conté, verdad? Tengo una hermana — dije. Ella se giró a verme sorprendida.
— ¿Qué? — dijo sorprendida.
— Sí, en la carta que me mandó mi madre… me contó que tengo una hermana de 5 años llamada Hope, ¿puedes creerlo?
— Es maravilloso… yo siempre quise tener hermanos, pero no los tuve. Mis padres no rehicieron sus vidas luego de separarse.
— ¿Crees que aún se aman? — le pregunté. Ella sonrió levemente.
— Sí — dijo asintiendo — Solo que son tan orgullosos, que ninguno lo va a admitir. Pero ¿Quién te dice que en cualquier momento me dicen que están juntos de nuevo?


Seguimos hablando de algunas cosas más y pusimos un poco de música, mientras que de a poco íbamos saliendo de la ruidosa cuidad. A medida que nos acercábamos más a donde estaba mi madre, mis nervios aumentaban. ¿Qué tengo que decirle? ¿Qué debo hacer? ¿Cómo va a reaccionar? ¿Mi hermana me querrá? Todas esas preguntas cruzaban mi cabeza.


Abril dobló para entrar en una cerca y comenzar a andar por un camino de tierra. Luego de unos cinco minutos divisamos desde lo lejos una casa. Afuera de la casa había dos autos y una camioneta. La casa era grande y a lo lejos tenía una pequeña caballeriza. El auto se detuvo justo frente a la casa. 

Abril se giró a verme y tomó mi mano. La miré a los ojos. 

— Todo va a estar bien… y yo voy a estar contigo – me dijo.


Entonces me incliné hacia ella y la besé fugazmente. Me alejé y me quedé cerca de su rostro.


— Muchas gracias cariño, de verdad muchas gracias – le susurré.
— No, tonto, no me agradezcas — dijo y tomó mi rostro con sus manos para depositar un pequeño beso en mis labios — Ahora vamos.


Nos bajamos y el aire limpio y puro del campo invadió mis pulmones. Aquel lugar era increíble. Los árboles eran enormes y el pasto era tan verde que al mirarlo te molestaba a los ojos. Me acerqué a Abril y tomé su mano para comenzar a caminar hacia la puerta de aquella gran casa blanca y azul.
Nos paramos frente a la puerta y Abril apoyó su dedo en el timbre. El timbre sonó y esperamos a que alguien nos abriera. Mi corazón latía desesperado, en cualquier momento se me iba a salir del pecho. Apreté ligeramente la mano de Abril, provocando que ella sonriera por lo bajo.


— No traje un regalo y es su cumpleaños — recordé algo nervioso.
— Dani, no creo que tu madre tenga mejor regalo que verte a ti — me dijo.


Escuchamos el sonido de unas llaves, y unos segundos después la puerta se abrió. La miré fijo, ella se quedó quieta mirándome como si yo fuera irreal. 


— ¿Daniel? — pronunció mi nombre levemente.
— Mamá — dije apenas audible. Entonces llevó una de sus manos a su boca y la tapó para luego soltar un sollozo y acercarse rápidamente a mí para abrazarme. Pensé que nunca más iba a volver a sentir un abrazo de ella. Desde que ella se había ido, algunas veces por las noches recordaba la sensación de su abrazo. Juro que me sentía como cuando era un niño y ella me abrazaba para reconfortarme o simplemente porque quería hacerlo. Aunque ahora yo era más alto y grande que ella… la sensación era la misma.


Se alejó de mí y tomó mi rostro con sus manos. Su cara estaba empapada en lágrimas. Miré su rostro, buscándole alguna diferencia. Pero ella estaba exactamente igual que siempre, aunque sus ojos se veían un poco más claros que antes. Tenía el pelo más corto y se veía pequeña. 


— No puedo creer que seas tú, hijo mío — me habló al fin — Estás tan grande Daniel… mírate.


Se alejó de mí y me miró de los pies a la cabeza, rió entre lágrimas. 


—Yo no puedo creer que te tenga al frente de nuevo — le dije. 


Se acercó de nuevo a mí y me volvió a abrazar. Luego se alejó y miró a Abril, que se había quedado completamente quieta y callada. Mirando un poco hacia otro lado, Abril secó una pequeña lágrima que había soltado.


— Tú debes ser Abril — le habló mi madre. Mi Anne la miró y sonrió.
— Sí, señora, soy yo — le dijo.
— Pero ya no se queden allí parados, entren — nos dijo y nos dio el paso a la enorme casa.


Tomé la mano de Abril y ambos entramos detrás de ella, miramos sorprendidos el lugar. Aquella casa era aun mucho más bella por dentro de lo que se veía por fuera. Mi madre se giró a vernos y con una sonrisa miró nuestras manos unidas. 


— ¡Phill! ¡Llegaron! — habló asomándose por un puerta que daba a la parte de atrás de la casa. 


Al instante un hombre alto de ojos miel entró, con una niña de la mano. Me observaron bien, en especial ella. 


— No puedo creer que sea él — dijo la grave voz de Phill.
— Yo no puedo creer que tengas algunas canas Phill — dije algo divertido. Él sonrió y se acercó a mí para abrazarme contento. Palmeó mi espalda y yo también lo hice. Se alejó de mí y me miró sin dejar de sonreír — Ella es Abril…
— Mucho gusto – dijo 
Abril.
— El gusto es mío – le dijo él.
— Papi, ¿Quiénes son ellos? — preguntó la pequeña voz detrás de nosotros. 


Los tres nos giramos a verla. Mi madre se acercó a ella y tomó de su mano para acercarla al círculo. La observé bien, era tan parecida a mí… dios mío. Puedo jurar que es una versión femenina de mí. 

Aunque ella es más delicada y parece tan frágil. Dos largas y castañas trenzas caían al costado de su pequeño y pecoso rostro. Sus ojos eran enormes y de color verde esmeralda. 

Con cuidado me acerqué a ella y me agaché para quedar a su altura.


— Soy Dani — me presenté y estiré mi mano para que ella la tomara. Miró mi mano y luego me miró a la cara.
— ¿Dani? ¿Mi hermano Dani? — dijo con algo de sorpresa.
— Así es, Hope, soy tu hermano —le dije. 


Esperé a que ella me dijera algo, pero solo me miraba fijo. Tal vez… no le caiga bien la idea de que yo sea su hermano… tal vez no me quiera. Miró mi mano y luego se acercó despacio a mí para abrazarme. Sus pequeños brazos rodearon mi cuello y su pequeña cabeza se apoyó en mi hombro. Con un poco de confusión le respondí el gesto. 


Era una extraña sensación. Una hermana, sangre de mi sangre. Jamás pensé que se podía querer a alguien sin haber tenido ningún tipo de contacto alguna vez. Cuando leí la carta de mi madre y me contó sobre ella, juro que empecé a quererla. Al fin tengo a quien celar de babosos adolescentes… 


— Mamá siempre me habló de ti, pero estás diferente que en las fotos — me dijo y se alejó para mirarme.
— Hope, yo te dije que ese era tu hermano de niño. Ahora él es un hombre – le habló mamá. 


Mi pequeña hermana miró a Abril y luego me miró a mí. Sonrió mostrándome que le faltaba un diente.


— ¿Ella es tu novia? — me preguntó.
— Mmm, no pequeña. Soy su amiga. — le contestó Abril rápidamente. 


La miré y sonreí por lo bajo. ‘Sí, cariño, eres mi amiga. Pero con derecho a todo’ 


— ¿Abril quieres jugar conmigo a las barbies? — le preguntó.
— Hope, no creo que ella…
— Tranquila, señora Smith, encantada juego con ella. Además creo que usted y Dani tienen mucho de que hablar – le dijo.
— Ella tiene razón, vamos afuera — dijo Phill y vimos cómo los tres salían al jardín.


Mi madre se sentó en una silla y me hizo un gesto para que me sentara frente a ella. Me senté y al instante ella tomó mis manos. Sus manos… sus manos siempre me arropaban a la noche antes de dormir. Luego de que ella ya no estaba, nadie lo hacía. Solo Rose cuando venía los fines de semana…


— Eres tan hermoso y no lo digo solo por ser tu madre.
— ¿Dónde has estado todo este tiempo? — le pregunté.
— En Londres — contestó y suspiró — Tu padre por poco y me obliga a dejar el país… Tuve que hacerlo, hijo, sino él iba a hacerte daño.
— Es un… — aseguré.
— Tranquilo, mi vida, con odio hacia él no ganas nada.
— ¿Cómo puedes pedirme que no lo odie? Mamá, él… él simplemente es un completo extraño para mí. Nunca se ha comportado como un padre. Siempre fue manipulador y hasta frío conmigo. Simplemente yo creo que él me odia.
— Voy a contarte una cosa, hijo — me dijo y se acercó más a mí — Tu padre siempre fue así… una persona posesiva, celosa y manipuladora. Pero yo me enamoré de él, lo amé más que a nada en este mundo. Todo era perfecto, hasta el día en que le dije que estaba embarazada de ti.
— ¿Qué? — dije algo confundido.
— Dani, cuando yo le dije a tu padre que íbamos a ser papas él cambio drásticamente. No me acompañaba a las ecografías, él no estaba pendiente de mí. Y ahí fue cuando conocí a Phill… él trabaja en el hospital al que yo iba a atenderme, y un día yo estaba realmente mal porque a tu padre parecía no importarle nada de ti o de mí. 
Phill se ofreció a acompañarme aquel día y ahí fue cuando supe que serías un varón — me dijo con una pequeña sonrisa en los labios — Es día fui a contarle a Greoff que serías un niño, y la cosa empeoró. Él simplemente no era el mismo… estaba violento, no le importaba mi salud. Y entonces entendí que era. Él tenía celos de ti Dani.
— No… no creo que haya sido eso — dije haciendo todo lo posible por entender lo que ella me contaba. Mis ojos estaban algo húmedos.
— Sí, hijo, tu padre estaba celoso de ti. Él no concebía la idea de otra persona en mi vida además de él. Y cuando le dije que serías un varón la cosa fue peor. Cuando naciste él no quiso entrar a la sala… ¿Sabes quién estaba conmigo? — preguntó. La miré a los ojos.
— ¿Phill? – pregunté.
— Sí — susurró y unas cuantas lágrimas cayeron de sus ojos – Phill era… o mejor dicho aún lo es… partero. Y él fue el que te trajo. Eras tan pequeño y rubio, que parecías de mentira. Te pusieron en mi pecho y dejaste de llorar. Tus ojos se abrieron y me pareció que me mirabas… nunca pensé que podía amarte tanto.
— ¿Luego que pasó? — dije con un nudo en la garganta.
— Tu padre decidió entrar y se acercó a nosotros para mirarte. Pensé que cuando te viera algo se iba a despertar dentro de él, pero no fue así. Él simplemente se dedicó a mirarte fijamente por unos cuantos minutos. Y luego se fue…
— ¿Y ahora sigues pensando que no debo odiarlo? – le dije mirándola fijamente a los ojos.
— Lo único que puedo decirte es que eres el regalo más grande que la vida me ha dado. Y tu padre
también fue participe en ello.
— ¿Sabes cómo logré contactarte? — le dije. Ella negó con la cabeza — Abril consiguió tu número… Y ya no quiero hablar de Greoff. Feliz cumpleaños, mamá.


Ella sonrió y me abrazó. Luego de unos segundos se alejó para tomar mi rostro con sus manos.


— Verte aquí es el regalo más grande que me pudieron dar hoy — me dijo contenta — Creo que tendré que darle las gracias a Abril — sonreí levemente — ¿De dónde se conocen?
— Vamos juntos a la Universidad y ella… ha llegado a mi vida hace un mes. Puedo asegurarte que la ha cambiado completamente — le conté medio bobo.
— ¿Son novios? – preguntó.
— No precisamente… estamos en algo, comenzando recién.
— Es maravillo, pensé que nunca viviría el momento en que me trajeras a ‘tu chica’ a casa.
¿Estás enamorado?






Hola amores!!

Aquí tenéis un nuevo capítulo!! Espero que os haya gustado y que comentéis.

Gracias por leer.

Besos, María.


domingo, 21 de agosto de 2016

Adicto a Ti - Capítulo 46


Capítulo 46

Ella colgó el teléfono y se quedó parada dándome la espalda. Esperé a que girara pero no lo hizo. Me senté en la cama.

—Oye, ¿Por qué no me miras? —le pregunté. Lentamente se giró a verme, con los brazos sobre su pecho… cubriéndose – Oh, ¿ahora te dio la vergüenza?
— No seas tonto… claro que tengo vergüenza… no es algo que haga siempre —me dijo. 
— Eres la criatura más hermosa que vi en mi vida.
— Mentira — me contradijo.
— ¿Quieres que te lo demuestre? —le pregunté. Ella rió y se acercó a la cama, para acercarse a mí y depositar un dulce beso sobre mis labios.
— No, porque sé exactamente qué clase de demostración está pasando por tu perversa mente en estos momentos… ahora debemos levantarnos y bañarnos, y…
— ¿Bañarnos juntos? — la detuve. Ella arqueó una ceja y se puso de pie.
— No, claro que no — me dijo.
— ¿Por qué no? — pregunté como un niño pequeño.
— Porque no – contestó – Es tarde Dani… por tu culpa ya no fuimos a la Universidad…
— ¿Por mi culpa? Disculpa cariño, pero eras tú la que no quería parar anoche.


Hizo un gesto de indignación.


— ¡Claro que quería parar!
— ¿Segura? – dije con tono seductor.
— Bueno, en realidad… no. Pero ese no es el tema ahora, lo que importa ahora es que tú te bañas en este baño y yo voy al de abajo – me dijo.
— No, no, no espera – dije y me puse de pie. 


Ella tapó sus ojos rápidamente y giró dándome la espalda. 


— ¡Cúbrete! — gritó. No pude evitar soltar una sonora carcajada.
— Mmm, me parece que de verdad el día te vuelve timidona — dije mientras me acercaba más a ella.
— ¡No te me acerques! — me advirtió. Sonreí y me acerqué más hasta tener su espalda contra mi pecho. Ella se paró erguidamente
— ¿Por qué?
— Dani… no seas atrevido — susurró un tanto agitada.
— ¿Vas a dejar que me bañe contigo? – le pregunté y acerqué mi boca a su nuca, para comenzar a besarla tiernamente.
— N… no — dijo con un poco de dificultad.
— Por favor — rogué y coloqué mis manos en su cintura para acercarla más a mí.
— No y es mi última palabra, Daniel — dijo firmé y se alejó para comenzar a bajar las escaleras.
— ¡Esta bien! Tú te lo pierdes — le dije y me volví a acostar en la cama pesadamente.
— ¡Levántate y entra a ese baño! ¿Me escuchaste? — me habló desde abajo.
— No, no quiero — dije como un niño de 5 años.
— Será mejor que lo hagas cariño — me dijo y sonreí ante su forma burlona de llamarme así.
— ¿Qué pasa si no lo hago?
— Sufrirás las consecuencias…
— ¿Y cuáles son las consecuencias?
— No voy a besarte más, por el resto del día – me dijo. 


Rápidamente me levanté de la cama y busqué mis cosas, para entrar a bañarme. No quería semejante castigo solo por no hacer lo que me decía.


— Está bien, está bien… ya entro — dije y obedientemente entré a ducharme.


Me di una refrescante ducha y salí cambiado. Bajé las escaleras y me dirigí hacia la cocina. Detuve mis pasos al verla allí parada, preparando el desayuno, envuelta en una salida de baño. Su pelo estaba mojado, y caía pesadamente a ambos lados de sus hombros. 


Ella levantó la mirada y me miró. Una sonrisa se curvó en su perfecta boca, haciendo que me diera cuenta de algo. Siempre que ella me sonreía de esa manera, mi corazón se aceleraba. 


— Pensé que la ducha te había tragado — me dijo — Por poco y subo a buscarte…
— ¿Y porque no lo hiciste? Así tenía una buena excusa para meterte conmigo debajo de aquella tibia y relajante agua — le dije.
— Por eso mismo no subí… sabía que eras capaz de eso — dijo y volvió a mirar hacia lo que estaba haciendo.
— ¿Qué cocinas? — pregunté.
— Estoy cortando fruta… así comes un poco de fruta — dijo sin dejar de cortar. 


De repente recordé que día era hoy. ¡El cumpleaños de mi madre! Comencé a buscar en los bolsillos de mi pantalón mi celular, y lo encontré.


— Cariño, ¿puedo usar tu teléfono? — le dije.
— Claro que sí — dijo ella. 


Tomé el teléfono y me alejé un poco de la cocina, para sentarme en la mesa que estaba en medio de la sala. Le puse tonó y miré el número que ayer me había dado mi padre. Respiré profundamente y comencé a marcar. 


Mi corazón latía desesperado… juro que tenía miedo. 


Llevé el teléfono a mi oído y esperé a que sonara. 


—El número solicitado no corresponde a un cliente en servicio. El número solicitado no corresponde a un cliente en servicio. El número solicitado no corresponde a un…


— ¡Demonios! —rugí y colgué. 


El maldito bastardo me había engañado. Aquel no era el número de mi madre. ¿Cómo pude ser tan estúpido y creer que de verdad él iba a dármelo? Sentí como unas pequeñas manos se apoyaban en mis hombros y luego bajaban hacia mi pecho. Cerré mis ojos y sentí como ella apoyaba su mentón sobre mi hombro izquierdo. Sus manos acariciaron mi pecho en forma de consuelo…


— Tengo algo para ti — me susurró al oído. 


Abriendo los ojos, giré mi cabeza para mirarla. Alejó su mano derecha de mi pecho y me la mostró. Un pequeño papel estaba entre sus dedos. Lo tomé y la miré extrañado. 


— ¿Qué es esto? — le pregunté.
— Ábrelo — dijo ella y se alejó de mí para sentarse sobre mi regazo. 


Acomodándola bien sobre mí, miré extrañado el pequeño papel que me había dado. La miré a los ojos y luego decidí abrirlo. 


Anne Smith 555-7193


Mis ojos se abrieron como platos al ver el nombre de mi madre en aquel papel y debajo un número.
Más que extrañado volví a mirarla. 


— ¿Qué… qué es esto? — le dije confundido. Ella me sonrió y acaricio mi rostro.
— Es el número del celular de tu madre — me dijo.
— ¿Qué? — dije sin poder creerlo. 


Ella asintió con la cabeza, sin dejar de acariciar mi mejilla. 


— Vamos, llámala — dijo mientras tomaba el teléfono. 


Pero entonces la detuve, agarrando su mano suavemente con la mía. Me miró fijo a los ojos, y me hizo sentir en el aire. 


— ¿Cómo lo hiciste? — le pregunté.
— No pude evitar escucharte ayer… bueno en realidad me acerque a escuchar. Lo siento si soy metida pero… tenía que hacerlo. Además después de lo que tu padre me dijo… con más razón aún.
— ¿Qué te dijo mi padre?
— Mmm, no tiene importancia…
— Dímelo, cariño – le pedí.
— Me dijo que hiciera que odiaras a tu madre… que dejes de pensar en ella y en querer llamarla y encontrarla — me dijo — Perdona si digo esto, pero tu padre es un imbécil.


Sonreí divertido y capture sus labios en un tierno beso. Sus labios se movieron suaves sobre los míos. Se alejó despacio y me miró. 


— No puedo creer que lo hayas conseguido — dije y volví a mirar el papel — ¿Cómo fue?
— En un momento, en el que estabas con tu padre en la oficina, la secretaría se fue a no sé dónde y me acerqué a su escritorio, me puse a revolver sus cosas hasta que encontré el nombre tu madre…
— ¿Cómo sabías el nombre de mi madre? — le pregunté.
— Angie, una vez me la nombró — dijo haciendo un gesto con los hombros — Entonces anoté su nombre y unos datos más. Ayer por la tarde comencé a averiguar sobre ella. Hasta que encontré un número que había, pero que era de Londres. Luego llamé y me atendió una mujer… le pregunté por ella y me dio este número.
— ¿Está segura que es ella? — le pregunté.
— Sí, por todo lo que me dijo la mujer, si es ella… así que por favor llámala – dijo y levantó el teléfono hasta mi rostro. Suspiré y lo tomé.


Comencé a marcar el número y coloqué el tubo en mi oreja. Comenzó a sonar y sentí como mi corazón se aceleraba más que antes. Abril aún estaba sentada sobre mí, por lo que coloqué uno de mis brazos alrededor de su cintura y la apreté un poco. 


— ¿Hola? — escuché su voz y me paralicé. Pensé que nunca más en mi vida iba a volver a escuchar su dulce voz — ¿Hola? — volvió a decir. 


Intenté hablar pero las palabras no salían de mi garganta. Era como si me hubiese olvidado de cómo hablar. 


— Vamos Dani, dile algo — me dijo Abril.
— ¿Dani? – preguntó sin poder creerlo. Las palabras se atoraron más en mi garganta — ¿Dani hijo, eres tú?


Abril me quitó el teléfono y lo llevó a su oreja.


— ¿Señora Smith? — le preguntó y sonrió — ¿Qué tal? Mi nombre es Abril y… estoy aquí con su hijo Dani — guardó silencio y me miró con una pequeña sonrisa — Sí es él… ¿Están aquí? ¿Dónde? Oh sí, lo conozco — dijo asintiendo —– Está bien, dentro de un rato estamos por ahí… adiós — dijo y colgó.
— ¿Está aquí? — le pregunté. Ella sonrió mostrándome todos sus dientes.
— Llegó hace unos meses de Londres… se está quedando en un campo, que está a una hora de aquí. Nos espera allí — me dijo.
— No es cierto – dije mientras una pequeña sonrisa se curvaba en mis labios.
— Sí lo es… tenemos que ir para allá ahora mismo — dijo y se puso de pie. 


Un poco atontado me puse de pie. Ella se giró a verme.


— ¿Qué pasa? — preguntó.
— Que eres lo mejor que se pudo haber cruzado en mi camino – le dije y rápidamente me acerqué a ella para abrazarla. 


Sus pequeños brazos se levantaron y me apretaron más cerca de ella. 


¿Cómo tuve el valor de siquiera negar lo mucho que ella vale, lo mucho que significa para mí?


Cualquier otra, se hubiese dejado manejar por mi padre… Pero no ella, ella no se iba a dejar manejar jamás por nadie. Y eso era lo que más me gustaba.


Despacio se alejó de mí y se puso en puntas de pie para besar cortamente mis labios.


— Vamos, debemos ir ya — me dijo e intentó alejarse.


Pero entonces la tomé de la cintura y la apegué a mí. Me miró con algo de sorpresa.


— Esperé toda mi vida por esto… no pasa nada si espero unos minutos más — le dije y me acerqué más a ella para besarla. 


Su boca se abrió despacio para mí. Nunca había experimentado algo así. Nunca me había gustado tanto besar a alguien. No solo se podía encontrar placer en un beso… hasta ahora no era consciente de eso.


No sé cuanto tiempo estuvimos as
í, besándonos suavemente. Recorriendo cada centímetro de su delicada boca.

— Ya… deja de besarme así — susurró sin separar sus labios de los míos.
— No puedes pedirme eso — le dije por lo bajo. 


Sus pequeños brazos se colocaron alrededor de mis hombros, mientras ella se ponía en puntas de pie, para llegar mejor hacia mí. Mis brazos la rodearon por la cintura, abrazándola casi asfixiantemente. 


Se alejó despacio y acaricio mi nariz con la suya.


Abrí mis ojos y junté nuestras frentes. Ella sonrió levemente y mordió su labio.


— ¿Realmente esto está pasando? — me preguntó.
— No lo sé… tal vez yo este soñando…
— O tal vez yo este soñando. 


Levanté mi mano y acomodé un poco su cabello, para luego bajar mis dedos por su mejilla, y llegar hasta su boca. La acaricie despacio, con cuidado. Como si fuera algo que realmente pudiera romperse.


— Abril — le dije.
— ¿Qué? — preguntó.
— ¿Qué somos ahora? — pregunté. Ella sonrió y se alejó completamente de mí.
— Estamos comenzando… podríamos llamarlo ‘Amigos con derecho’.
— Pero sin derecho a estar con otra persona…


Sus ojos brillaron de manera especial. 


— ¿Me estas queriendo decir que serás solo para mí? — dijo algo sorprendida




Hola amores!!!

Siento haceros esperar pero aquí estoy con un nuevo capítulo!!

Muero de amor con Abril y Dani. Espero que os haya gustado tanto como a mí. Y espero vuestros comentarios.

Gracias por leer.

Beso, María.