Páginas

The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

martes, 25 de febrero de 2014

Story of my life - Capítulo 29


Capítulo 29:



Después de aquella nueva interrupción por parte de Matt, Álvaro y María no habían tenido la oportunidad de estar a solas de nuevo. Cada vez que se cruzaban, alguien aparecía allí. 

María tenía tantas ganas de agarrar a White y secuestrar a Álvaro. Alejarse de todo y de todos. Pero sabía que aquello no estaba bien. Álvaro aun estaba con Evangelina. Y ella había ‘terminado’ con Ashton por teléfono. Sabía que tendría que hablar con él personalmente para aclarar del todo las cosas. Pero ahora realmente no le preocupaba. Solo quería encontrar un momento para poder hablar con Álvaro y arreglarlo todo. Más que arreglarlo la palabra era aclararlo. Simplemente sonreía como una tonta cada vez que recordaba sus besos. Jamás la habían hecho sentir tan… idiota. 


Se sobresaltó un poco cuando alguien entró a la sala. Se giró a ver y sonrió al reconocerlo.


—Papa, me asustaste —le dijo. 
—Lo siento, hija, no era mi intención —se disculpó él y se acercó a ella para sentarse a su lado. 


María lo abrazó, apoyando la cabeza en su hombro. Sam sonrió levemente. Sabía que María quería preguntarle algo. Siempre que lo abrazaba de aquella forma, lo hacía. 


—Papi —lo llamó.
—¿Qué sucede, cielo?
—¿Crees que esta bien sentir algo por una persona a la que conoces hace mucho tiempo, pero por motivos dejaste de ver por un par de años y ahora volviste a ver?
—¿Estás hablando de Álvaro? —dijo él. 


María se incorporó rápidamente y lo miró nerviosa.


—Mmm… no, no hablo de Álvaro —dijo torpemente. 
—María, si estás hablando de Álvaro – dijo divertido. Ella pestañeó seguidamente, sintiéndose descubierta —Y no, no esta mal que sientas cosas por él. Es más… me agrada que sientas cosas por él.
—¿No te opondrías? —inquirió con inseguridad. Sam rió levemente.
—No soy Robert Montoya. Y para mi nada es más importante que tu felicidad. Pero ¿y Ashton? 
—Terminé con él… —Sam frunció el ceño.
—¿En que momento?
—En realidad solo le dije que no quería volver a verlo. 
—Bueno, eso puede tomarse como algo no claro, mi vida. Deberías solucionar bien eso. Pero si sientes cosas por Álvaro, sigue adelante y juégate por él. 
—Gracias, papi —sonrió ella y besó su mejilla.
—María…
—¿Si? —dijo ella y lo miró.
—¿Qué opinarías si te digo que… quiero casarme?


Los ojos de la morena se abrieron de par en par.


—¿Qué? —fue lo único que salió de sus labios. Sam sonrió nervioso.
—Sé que es algo que no te esperabas escuchar, hija, pero creo que… necesito casarme con alguien que siempre ha estado en mi corazón.
—¿Marta? —dijo ella rápidamente.
—¿Por qué crees que es Marta?
—Solo limítate a responderme, Sam —lo retó. Él agachó la cabeza.
—Si, es Marta.
—¿Ya le pediste que se casara contigo? —quiso saber.
—Se lo pedí como 5 veces… pero ella siempre dice que no.
—¿Por qué? —preguntó.
—Porque cree que lo hago por lastima…
—¿Qué pasó entre Marta y tú, papa? —era algo que siempre le había querido preguntar. Pero jamás había encontrado el momento.
—Éramos jóvenes y nos enamoramos. Fue a primera vista. Ella tenía 15 años cuando su padre entró a trabajar aquí. Y yo era un tonto soñador y me enamoré de ella. Mantuvimos nuestro amor en secreto. Hasta que un día tu abuelo dijo que debía marcharme a la cuidad, buscar una esposa y formar una familia —suspiró —Me fui. Fui un cobarde y no le dije a tu abuelo que amaba a la hija del capataz. Luego conocí a tu madre… amé a tu madre, María, mucho. Pero jamás llegó a ser lo que sentía por Marta. Cuando volví al campo, ella estaba embarazada de Álvaro, pero el padre jamás se hizo responsable. Y luego llegaste tú y jamás volvimos a hablar de nuestros sentimientos.
—Papá… —murmuró ella y se acercó a abrazarlo —Me parece hermoso que quieras casarte con tu primer amor, papito.
—¿No te opondrías? —preguntó de la misma forma que ella. María rió y se alejó de él.
—No, claro que no.


Sam sonrió y besó su frente. Luego con un poco de dificultad se puso de pie.


—Me voy a recostar un rato, hija, me duele un poco la cabeza…
—Está bien —asintió ella y lo vio desaparecer. 


Lo que acababa de escuchar de su padre la había dejado completamente pasmada. Siempre había intuido que su padre sentía un sentimiento especial por Marta, pero jamás pensó que era tan intenso. 


Y al parecer la historia volvía a repetirse. ¿Debería hacerle caso a su padre y jugarse por Álvaro? ¿O dejar que las cosas siguieran su curso?


Se puso de pie, iba a averiguar bien que era lo que Álvaro Gango le hacía sentir.






Hola amores!!!

Siento haber tardado en subir un nuevo capítulo pero entre los examenes finales, y preparar los carnavales, pues no he tenido mucho tiempo.

Espero que os haya gustado el nuevo capítulo!!! Y como siempre espero vuestros comentarios con lo que os a parecido.

Gracias por leer.

Besos, María.

PD: Aun podeis seguir comentando en el aviso, porque aun tardare bastante en decidir quien sera la protagonista, asi que, si alguna no ha comentado y le gustaria salir, puede dejar su comentario en la entrada que pone AVISO.

martes, 18 de febrero de 2014

Story of my life - Capítulo 28


Capítulo 28:



María solo supo que en ese mismo momento quiso que la tierra se la tragara. ¿Cómo demonios él se había enterado de aquello? Seguramente había sido el chismoso de Matt. Ella iba a matarlo si descubría que había sido él.

—¿Por qué no me lo dijiste, María? —le preguntó él.


Ella miró a su alrededor, percatándose de que estaban completamente solos en aquella sala. Simplemente ya no podía seguir haciendo la tonta. 


—No creí que fuera necesario —dijo ella volviendo la vista a él. Sintió esas lindas cosquillas en el estomago —Tú estabas con fiebre ese día, no sabías lo que hacías. Además que estás con Evangelina, no creí que quisieras lastimarla…
—¿Qué sentiste? —preguntó interrumpiéndola.
—¿Qué sentí? —dijo nerviosa. Álvaro asintió —Mmm… yo sentí que… que… no creo que debamos hablar de esto, Álvaro. Mejor me voy.


Intentó alejarse, pero entonces Álvaro la detuvo, la giró hacia él y entonces unió sus bocas. 


Los ojos de ella estaban bien abiertos a causa de la sorpresa. Sentir de nuevo los labios de Álvaro sobre los suyos simplemente era una sensación sorpresiva. Desde que él la había besado la otra noche no había hecho otra cosa que soñar con él y ese beso. Sus ojos comenzaron a cerrarse y ella comenzó a responder a sus demandas. 


Álvaro la abrazó por la cintura y la acercó más a él. No podía creer que simplemente la estaba besando. No sabía de donde había sacado el valor. Pero sabía que era lo correcto. Era lo correcto por como su corazón latía. Era correcto por las cosas que ella le hacía sentir. Era correcto por la forma en la que ella levantó los brazos y rodeó su cuello. Aquello era lo correcto. Besarla era tan hermoso, como en su supuesto sueño que en realidad no era sueño. Su boca tenía el mismo sabor que él creía imaginar, era dulce y delicado. ¡Por dios! Un simple beso no podía hacerlo sentir así de imbécil. 


Entonces María rompió el beso pero no se alejó, ni lo soltó. Álvaro abrió los ojos para mirarla. Ella aun los tenía cerrados.


—Esto no está bien, Álvaro —musitó agitada.
—Lo sé… —asintió —Un simple peón que siente cosas por la hija del jefe, que solo piensa en besarla todo el día, no está nada bien…


Entonces ella lo miró. ¿Acaso él creía que eso era lo que no estaba bien? ¿Cuándo iba a entender él que eso a ella no le importaba ni en lo más mínimo? Álvaro era el hombre más maravilloso del mundo. No importaba si él era un peón y ella la hija del jefe. Eran personas, iguales, humanas. Sentían y al parecer lo mismo. 


—Eres un idiota, Álvaro —le aseguró y entonces lo besó de nuevo.


Esta vez el beso se volvió más apasionado. Simplemente no podían evitar sentirse desesperados el uno por el otro. 


Álvaro casi gruñó cuando ella mordió levemente su labio inferior. Entonces sus lenguas se encontraron.
 María se aferró a él necesitada de más y de un poco de aire. Pero simplemente no podía soltarlo. 

Él separó sus bocas y miró agitado a su alrededor.

—Estamos en un lugar muy visible…
—Lo sé —asintió ella. Lo besó cortamente. Álvaro rió embobado. Ella copió su acción.
—No puedo creer que esto este pasando —murmuró divertido.
—Eres un idiota por creer que a mi me importa que seas el cuidador del campo de mi padre. Eres mucho más que eso para mí…
—¿En serio? —sonrió.
—Si —dijo por lo bajo entonces se puso en puntas de pie y acarició su nariz con la suya —Estoy algo confundida por todo esto, Álvaro. Pero lo que siento por ti es… único.
—María—susurró cerrando los ojos al sentir sus labios tan cerca de nuevo.
—¡Me muero muerto! —exclamó él y ambos se alejaron al instante. Matt bajó corriendo las escaleras y se paró frente a ellos.
—Mattie —dijo ella apretando los dientes —¿Qué haces aquí?
—Sin querer pasé por aquí y escuché así como sonidos de gente besándose y me asomé y ustedes dos se estaban dando terriblemente…


María se puso más que colorada mientras que Álvaro se rascó la nuca mientras soltaba una pequeña risita nerviosa.


—No,… creo que viste mal —dijo Álvaro. Matt arqueó una ceja.
—Si tú no le estabas metiendo la lengua hasta la garganta a mi mejor amiga entonces yo soy Madonna.








Hola amores!!!

He vuelto!! Espero que os haya gustado el nuevo capítulo y como siempre espero vuestros comentarios de lo que os ha parecido.

Quiero deciros que por fin he ACABADO los exámenes lo que significa que PRONTO HABRÁ NUEVOS CAPÍTULOS DE TODAS LAS NOVELAS ¿con ganas de que escriba nuevos? ( se incluye un amor de verano, ya que he decido seguir un poco más hasta acabarla definitivamente).

Gracias por leer, sois unos amores!!

Besos, María.

sábado, 15 de febrero de 2014

Story of my life - Capítulo 27


Capítulo 27:



Álvaro suspiró y se sentó lentamente en su cama. Levantó la mirada para observarla. Ella tenía cara de enojada, preocupada, enojada de nuevo. Era hora de que él le aclarara un poco la situación en la que se encontraba su corazón en ese momento. No quería seguir mintiéndole y mucho menos hacerla sufrir.

—¿Quieres sentarte? —le dijo. Evangelina, se sentó frente a él sin decir nada —¿Por qué entraste así a la habitación de la señorita María?
—¿Ahora es señorita María? —le preguntó ella —Creo que no tienes derecho en recriminarme nada, Álvaro. Yo soy la ofendida aquí… ¿Qué diablos hacías en su cuarto?
—Ella solo me estaba cuidando…
—Para eso estoy yo, Álvaro.
—¿Y dónde estabas entonces? —quiso saber.
—Tu madre me echó como un perro anoche…
—¿Qué? —preguntó sin poder creerlo.
—Si, no sé que le sucede. Pero desde que esa estirada está aquí tu madre ya no es la misma. Antes por lo menos me trataba bien.
—Creo que estás exagerando, Evangelina.
—No son exageraciones, Álvaro —aseguró —Todo ha cambiado desde que ella está aquí. Y no me gusta la manera en la que te mira…
—Evangelina, voy a ser franco contigo —le dijo. Ella se tensó —Estoy confundido. Y necesito que nos tomemos un tiempo.
—¿Un tiempo? —inquirió ella.
—Sé que está pasando de la nada, Evangelina —asintió él —Pero no quiero seguir mintiéndote.
—No quiero escucharte —dijo ella y se puso de pie —Debes estar solo asombrado por ella, nada más. 

¿Acaso crees que la hija de un importante empresario se fijaría en un simple peón como tú? Eso solo pasa en las novelas, Álvaro …
—No se trata de eso, Evangelina —dijo él sin mirarla. 


Sabía que él no tenía muchas cosas para ofrecerle a María. Sabía que no era su mejor opción. Pero no podía simplemente ignorar a su corazón. 


—¿Entonces que es? —quiso saber ella. Él no le contesto —Mi amor, voy a irme a casa y mañana volveré para que veas que solo estás… cometiendo un error.
—Pero…


Ella se acercó a él y lo besó en los labios, impidiéndole hablar. Se alejó de él y salió de la habitación. Álvaro suspiró y se dejó caer en la cama, su mirada quedó clavada en el techo. Aquello no podía ser peor. No podía. 


Tal vez Evangelina tenía razón y aquello que le estaba sucediendo era algo completamente pasajero. Solo una ilusión. Pero entonces recordó la sensación de ella arrodillada frente a él, le había traído el desayuno y lo había estado cuidando. Aun no tenía del todo claro como era que fue a parar a su cuarto. Pero la sensación de saber que ella había estado con él toda la noche le llenó el corazón. 


Volvió a suspirar y sonrió. Ojala todo fuera más fácil. Ojala solo pudiera decirle todo lo que le pasaba y lo que ella le hacía sentir. Si eso pasaba todo iba a ser mucho más fácil. Pero por ahora no podía…



Cuatro días pasaron rápidamente y la mejoría de Álvaro era cada vez más notoria. Lo que también era notorio era el cambio de María. Si, era como siempre. PeroÁlvaro intuía que había algo más. Ella simplemente estaba bastante rara y él no lograba encontrar el motivo. Y lo más extraño de todo era el constante sueño que él tenía. Siempre era el mismo. Él entraba a su cuarto, le decía varias cosas y luego la besaba. Siempre se despertaba a mitad del beso, con el corazón acelerado y algo agitado. 


Lo raro de ese sueño era lo real que él lo sentía. Era como si de verdad hubiese pasado y simplemente estaba guardado en su cabeza. 


Las cosas con Evangelina estaban… no sabía como decirlo. Ella evadía constantemente todo lo que él le quería decir. Simplemente no podía más con eso.


—¿En qué piensas, tonto? —le preguntó Alex
 acercándose a él. 

Ya era tarde, el sol se estaba ocultando. El calor del verano era devastador cerca del medio día. Por eso mismo Álvaro había decidido esperar hasta que el sol bajara para salir a trabajar un poco. 

Aun no tenía el permiso médico para hacerlo del todo. Pero de a poco se iba sintiendo mejor, así que creía que ya no era necesario esperar.


—En nada, ¿Por qué? —quiso saber mientras acariciaba el lomo de White.
—Porque tienes cara de idiota, ¿estás pensando en María?
—Es: señorita María, para ti, confianzudo —le dijo mirándolo amenazantemente.
Alex rió quedamente.
—Oye, no me dijiste que le diste una paliza a Federico Montoya el otro día, ¿Por qué?
—¿Por qué debería decírtelo? —le preguntó sin mirarlo.
—Dicen varios peones que su ojo derecho quedó completamente negro —rió divertido y palmeó la espalda de Álvaro —Te juro que me hubiese gustado verte, dándole su merecido. ¿Por qué le pegaste?
—Se había propasado con María —le contó.
—Es muy cómico como cambia tu mirada cuando dices: Maía…


Álvaro lo miró sobre su hombro. 


—¿Qué es lo que quieres? —quiso saber —¿Por qué estás molestándome?
—Iba a contarte algo de la ‘señorita’, pero ahora no sé si hacerlo.


Álvaro lo miró curioso.


—¿Qué cosa? —inquirió. Alex sonrió.
—Ooooh, te atrapé, primo. Te mueres por saber.
—Y si te haces el interesante claro que voy a querer saberlo. Ahora anda, dime ¿Qué pasó?
—Bien, te lo diré por qué soy un buen primo y no me hago rogar —sonrió. Álvaro lo apuró a que hablara —Tranquilo, te lo diré. Estaba pasando por la cocina cuando escuché a dos personas hablando. Esas dos personas eran Matt y María. Hablaban casi por lo bajo, pero logré escucharlos perfectamente.
—¿Y de qué hablaban? —preguntó ansioso.
—Bien, ellos…



Inicio de la conversación entre Matt y María escuchada por Alex:


—¿Hasta cuando piensas guardártelo, María? —le preguntó Matt.

Ella se giró a verlo con un vaso de jugo en la mano. 


—No se lo diré, Matt —le dijo ella.
—¿Por qué no? Tienes que decírselo. Él tiene todo el derecho del mundo de saberlo.
—Por dios, Mattie, fue solo un beso. nada más… él no lo recuerda. Mejor para ambos… él tiene una novia. Y creo que la ama.
—Si, por eso te besó y te dijo que estabas metida en su cabeza todo el día, ¿cierto? No ama realmente a esa muchacha.
—¿Y tú que sabes? ¿Eres Dios acaso? —preguntó.
—¿Entonces dime por qué llamaste a Ashton y lo mandaste al demonio? —dijo.
—Porque me atendió Mindy, la muy perra estaba en su departamento —rió entre divertida y decepcionada —Solo por eso…
—Y también porque sientes cosas por el bombón campestre.
—¿Y qué quieres que haga? ¿Qué vaya corriendo hacia él, me le tire encima y le diga: Álvaro, me besaste la otra noche que estabas Ardiendo en fiebre y desde entonces no puedo sacarte de mi corazón? Eso es demasiado irreal, Matt. Demasiado novelesco.
—Pues deberías, deberías decirle eso…



Fin de la conversación entre Matt y María, escuchada por Alex.


Álvaro se quedó quieto en su lugar, procesando todo lo que Alex le acababa de decir. Entonces dejó las cosas del caballo a un lado y salió de allí rápidamente, dejando a su primo completamente atónito. 


Podría decirse que comenzó a correr hacia la casa. Ella le debía muchas explicaciones. Principalmente la del beso. ¿Por qué no le había dicho la verdad? Casi sonrió. No era un sueño constante. De verdad había pasado. La había besado. 


Llegó a la casa y entró.


—María—la llamó mientras entraba a la cocina. No había nadie allí. Salió y entonces la divisó bajando las escaleras. Ella sonrió algo nerviosa.
—Hola —lo saludó.
—Tenemos que hablar —le dijo. Ella se tensó.
—¿Hablar? —inquirió.
—Si, hablar —asintió mientras se acercaba a ella.
—¿De qué? —quiso saber. Su corazón había comenzado a latir precipitosamente apenas lo había visto. Y ahora que él tenía aquella mirada ansiosa aun más.
—De nuestro beso —dijo. Ella abrió la boca pero la cerró al instante.
—Yo… no… no sé de qué estás hablando, Álvaro —murmuró nerviosa.
—Si que lo sabes —aseguró y dio un paso más, teniéndola completamente cerca. Sus miradas fijas —Sabes perfectamente que te besé la otra noche…






Hola amores!!!

Espero que os haya gustado el nuevo capítulo, y espero como siempre vuestros comentarios de lo que os ha parecido.

Gracias por leer.

Besos, María.

martes, 11 de febrero de 2014

Story of my life - Capítulo 26


Capítulo 26:



Cada parte su cuerpo se quejaba. Se sentía tan cansado. Pero extrañamente se sentía bien. Bastante bien. No tenía ganas de abrir los ojos. Pero sabía, o algo le decía, que no estaba en la cama de su habitación. Su cama no era así de cómoda y no tenía aquel agradable perfume de mujer. Respiró profundamente, y entonces abrió los ojos. 

Se sentó rápidamente en la cama al observar en que habitación estaba. ¿Cómo demonios había ido a parar al cuarto de María? Miró a su alrededor buscándola. Al parecer ella no estaba allí. Se destapó y se puso de pie. Un leve dolor de cabeza lo invadió así que se volvió a sentar. Lo último que recordaba era que estaba en el auto del señor López, con la cabeza apoyada en las piernas de la morena. Pero después de eso su mente estaba completamente en blanco. Se miró a si mismo y vio que no llevaba remera. Miró la venda que cubría su hombro derecho y siseó un poco cuando la apretó ligeramente.


La puerta del cuarto se abrió y ella ingresó con una bandeja. Le sonrió al verlo despierto. Álvaro frunció el ceño levemente.


—¿Cómo te sientes? —le preguntó amable mientras se acercaba a él y apoyaba la bandeja con el desayuno sobre la mesita de noche. 
—Bi… bien —logró decir —Algo confundido.
—¿Algo confundido? —inquirió ella divertida. 


Tenía ganas de acercarse a él y besarlo. Pero se aguantó las ganas. Quería que fuera él el que lo hiciera. Se había despertado hacia una hora y al verlo dormir tan tranquilo había decidido ir a prepararle el desayuno y avisarle a Marta en dónde estaba su hijo. 


—Si —dijo Álvaro y se rascó la nuca —Verás… no tengo ni la menor idea de cómo es que estoy en tu habitación…


María lo miró bien y dejó la tostada que había agarrado de nuevo en el plato.


—¿Qué? —preguntó. Álvaro volvió a rascarse la nuca.
—Lo último que recuerdo es que estábamos en un auto, viniendo hacia aquí. Después de eso mi mente parece estar… vacía. 


Ella procesó cada palabra que él acababa de decir. ¿No recordaba nada? ¿NADA? Se sintió terriblemente decepcionada. Pero entonces recordó que él había ido a verla cuando Ardía en fiebre. Simplemente estaba delirando. Miró hacia la bandeja sintiéndose una completa imbécil. ¿Y ahora que iba a hacer? ¿Decirle que él la había ido a buscar a su cuarto, le había dicho cuanto lo había hecho sufrir y luego la había besado de aquella manera tan tierna? No, simplemente no podía. 


—Bien —habló y volvió a mirarlo —¿Vas a desayunar?


Él la miró fijo. Había algo raro en ella. De repente había cambiado su aura. Su linda sonrisa había desaparecido y parecía preocupada.


—¿Cómo llegué aquí, María? —quiso saber.


Pudo notar el repentino nerviosismo en ella. 

—Yo… dije que te trajeran aquí porque era más cómodo para tu hombro y esas cosas…
—Ah, ¿si?
—Sisisisi —dijo rápidamente y tomó una tostada para llenarla de mantequilla y dársela. Él la tomó y le dio un pequeño mordisco —Ya estás mejor, ¿verdad?
—Al parecer si —le sonrió —Me duele un poco el maldito hombro.


Ella lo miró con ternura.


—De verdad muchas gracias por haberme protegido, Álvaro …
—Para eso estoy, enana —le aseguró. Ella sonrió con los labios sellados. 


Entonces Álvaro se encontró levantando la mano y acariciando su mejilla. Recordó que antes de que la maldita serpiente lo mordiera él iba a besarla. ¿Se hubiese atrevido a hacerlo realmente? Estaba seguro de que si. Pero entonces tuvo la sensación de que había algo raro entre ellos. No podía explicarlo, no entendía.

 
La puerta de la habitación de María se abrió de golpe y ella entró furiosa.


—¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó histérica al ver a María arrodillada frente a Álvaro y a él acariciando el rostro de la morena. 


María se puso de pie mientras ponía los ojos en blanco. ¿Por qué tenía que llegar ella a arruinarle la vida? Matt entró agitado a la habitación.


—Juro… juro que intenté detenerla. Pero es tan rápida como parece…


María se aguantó la risa mientras Evangelina lo miraba mal. La castaña volvió la vista a Álvaro.


—Estoy esperando una respuesta, Álvaro Gango—le exigió.


Álvaro suspiró y se puso lentamente de pie. Miró a María y le dio la tostada que había empezado a comer. Se acercó a ella y besó su frente.


—Muchas gracias —le murmuró antes de alejarse. Se giró a ver a su novia. Era hora de que tuvieran una seria charla —Vamos abajo, evangelina. Tenemos mucho de que hablar…


La castaña miró asesinamente a la morena antes de salir del cuarto. Álvaro salió detrás de ella y cerró la puerta dejando a Matt adentro. El rubio miró a su mejor amiga.


—Dime que te besó.


María se sentó lentamente en la cama.


—Si, me besó —le dijo. 


La mandíbula de Matt casi tocó el suelo y se acercó rápidamente a ella para sentarse a su lado.


—¡¿Y COMO FUE?! —le preguntó emocionado. María suspiró.
—Hermoso —dijo simplemente.
—Me muero muerto…
—Pero él no lo recuerda…
—¿Qué? —la cara del rubio cambio radicalmente. María lo miró a los ojos.
—Fue anoche, cuando vino a buscarme —le contó —Estaba delirando en fiebre. Y ahora cuando despertó me dijo que… lo último que se acordaba era que estábamos en un auto.
—Eso no puede ser posible, María —dijo algo angustiado. 


La morena bajó la mirada desilusionada.


—No lo recuerda, Matt, no lo recuerda.



Sara se asomó por la puerta del establo y lo vio allí, peinando a uno de los caballos. Sintió su corazón latir con fuerza. 


—Alex —lo llamó. 


Él giró rápidamente a verla.


—Princesa —dijo algo sorprendido y dejó todo lo que estaba haciendo para acercarse a ella. Cuando llegó a su lado la abrazó —Es tan lindo verte por aquí.
—Te echaba de menos —le confesó ella.


Él se alejó y la miró.


—Lo mismo digo…
—¿Cómo sigue, Álvaro? —le preguntó. 
—¿Cómo sabes que está mal? —dijo sorprendido.
—Oh, Alex, las noticias malas vuelan por aquí —dijo divertida —Además de que ayer Alex golpeó a Federico.
—¿Qué hizo que? 
—Estás más tonto de lo normal, Alex—le aseguró. El rubio se sonrojó ligeramente. Maldita sea, parecía imbécil—Lo golpeó… lo dejó casi en cama.
—¿Por qué?
—No lo sé bien —le contó ella —Pero creo que fue por María.
—María—murmuró pensativo. Sacudió la cabeza —Esos dos van a terminar más que juntos, yo lo se.
—¿Crees que Álvaro va a dejar a evangelina? —quiso saber.


Alex se acercó un poco más a ella y acomodó un mechón de su cabello detrás de su oreja. La miró bobamente.


—Puede que si. Ya casi ni la puede ver… Es tan exasperante.


Sara tembló ante aquel tonto gesto de parte del rubio. Recordó que la última vez que lo había visto casi la había besado. 


—¿Crees que ella lo ama de verdad? —preguntó como para seguir hablando de algo.


Alex se encogió de hombros y luego acarició su mejilla.


—No lo sé. Pero ¿sabes que cosa si sé?
—¿Qué?
—Que nos quedó algo pendiente el otro día.


El corazón de la castaña latió más rápido. Sus mejillas se sonrojaron al instante y sus piernas temblaron al escuchar la suave risita de él.


—¿Qué cosa? —se atrevió a preguntarle.


Él suspiro y miró a su alrededor para percatarse de que nadie los estaba mirando. Volvió la vista a ella.


—Nuestro beso —murmuró y se inclinó un poco para chocar por primera vez con los suaves labios de su princesa.






Hola amores!!!

Espero que os haya gustado el nuevo capítulo!!

Espero como siempre vuestros comentarios de lo que os ha parecido.

Gracias por leer.

Besos, María.

domingo, 9 de febrero de 2014

Story of my life - Capítulo 25


Capítulo 25:



Marta entró al cuarto de su hijo y encontró a Evie sentada en una de las sillas, mirando una revista de moda que seguramente Matt había dejado tirada por allí. La castaña la miró al instante y se puso de pie para acercarse a Álvaro y fingir preocupación. Marta resopló, ella ya conocía aquel teatro. Lo peor de todo era que se había quedado todo el día en la casa, no dejando a su hijo descansar realmente. Por suerte ya había venido por ella.

—Tu padre está esperándote en la puerta —le dijo.Evie la volvió a mirar.
—Dile que voy a quedarme a dormir aquí.
—No —dijo Marta —Vas a irte ahora, evangelina.
—¿Qué te pasa, Marta? —le preguntó —¿Por qué me tratas así?
—Niña, estoy cansada. Ha sido un largo día y quiero ser yo la que cuide de mi hijo. Tú vete a tu casa y mañana puedes volver a verlo.
—Pero…
—Sin peros, Evangelina. Vamos. 


Evangelina se puso de pie y salió de allí sin siquiera despedirse de Álvaro. Marta negó con la cabeza y miró a su hijo una vez más antes de cerrar la puerta y dejarlo solo. 


—María —murmuró Álvaro entre medio despierto y medio dormido. 


Levemente abrió los ojos, pero los volvió a cerrar al sentirse tan cansado. Comenzaba a despertarse y la sensación de que un millón de caballos le pasaron por encima lo invadió. Le dolía todo el cuerpo, principalmente el hombro derecho. 

Respiró profundamente y se destapó un poco. Estaba sudado, pero sentía un molesto frío calándose hasta los huesos. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en su cuarto. 


Pero ¿Dónde estaba María? ¿Por qué no estaba allí con él? Él la quería a su lado, quería ver su bello rostro. Verla sonreír, escucharla hablar, sentirla respirar. Simplemente la quería frente a él. Si, necesitaba verla, necesitaba buscarla y tenerla cerca. 


¿Qué podía pasar? Absolutamente nada. Desde que ella había llegado solo había hecho estragos con él, y ahora él tenía que cobrarse aquello. Si, claro que si.


Se puso lentamente de pie. Todo dio vueltas a su alrededor. Sonrió estúpidamente, se sentía como un borracho. En ese momento se sentía perfectamente bien como para ir hasta el cuarto de María López y cantarle las 40 de una vez…


María suspiró mientras salía del baño luego de una merecida ducha. Había estado todo el día con Matt, recorriendo el campo, haciendo cosas de mujeres, mirando películas y comiendo las ricas comidas de Marta. No había ido a ver a Álvaro porque sabía que la indeseable aquella seguía pegada a él como la garrapata asquerosa que era. Apretó los dientes al pensar en ella y que en ese momento estaba con él. 


Terminó de vestirse en el baño, se puso se camisón de dormir. Tomó una toalla y comenzó a secarse el cabello. Abrió la puerta y salió hacia su habitación.


Su corazón se sobresaltó cuando levantó la mirada y él estaba allí parado. Lo observó bien. Y él sonrió bobamente al verla. María sintió una linda presión en el estomago al verlo sin remera… era tan… masculino.
 Una gran venda blanca cubría todo su hombro derecho. Recordó el dolor que vio en sus ojos cuando la serpiente lo había mordido. No quería volver a ver dolor en su linda mirada.

—¿ Álvaro ? —inquirió confundida. 

Otra estúpida sonrisa se formó en el rostro de él. Ella se aguantó las ganas de reír. Se veía realmente gracioso. Dejó su toalla a un costado y se acercó a él.


—Hola, enanita —la saludó algo tonto. Ella arrugó la nariz, divertida.
—No deberías estar aquí, Álvaro —le dijo dulce —El doctor dijo que tenías que hacer reposo.
—¿Quién es ese doctor que cree saber todo, eh? —preguntó —Yo no necesito hacer eso… necesito decirte algo.


María se acercó un poco más y tocó su frente. Se sorprendió al sentir lo caliente que estaba su piel. Ardía en fiebre. 


— Álvaro, estás ardiendo en fiebre —dijo preocupada.
—María—murmuró él y entonces tomó su rostro con ambas manos.


Ella se vio apresada por aquel toque que se le había vuelto tan familiar en tan pocos días. 


—Vamos, Álvaro, voy a llevarte a tu cuarto…


Intentó salir de su agarre pero no pudo. Él unió sus frentes, y ella se quedó totalmente hipnotizada por aquellos ojos mieles. 


—¿Por qué estás todo el día metida en mi cabeza? —le preguntó. María se estremeció ante el calor de su aliento rozándole la boca. Tenía aquella mirada tan fija en la suya, que se le hizo imposible respirar —¿No estás cansada de estar allí? —ella se mordió el labio inferior. Él solo estaba delirando. Debía llevarlo a su habitación.
— Álvaro —le habló —Debes ir a la cama. Deja que te lleve…
—¿Sabes todo lo que sufrí el día que te fuiste? —quiso saber él. Maríase quedó callada. Quería llevarlo a su habitación, pero también quería escucharlo —Tenía 13 años, y fue el dolor más… extraño y fuerte que sentí en mi vida. ¿Cómo es aquello posible? Era solo un estúpido niño que se había enamorado de la hija de su jefe. Y ese día lloré, lloré luego de que te llevaron. Y supuestamente yo era el niño que nunca lloraba —se sentía bien consigo mismo. Tenerla así de cerca era tan maravilloso como estar diciéndole todo eso. Se sentía libre, no le importaba lo que podría pasar después. Solo tenerla así —Y esperé que volvieras, María. Pero no lo hiciste —un nudo se formó en la garganta de ella y se agarró a las manos de él, que sostenían su rostro —Así que simplemente… te olvidé.
—Yo…
—Y ahora vuelves como si nada y llenas mi vida de confusión y peligro —siguió hablando como si nada importara —¿Con qué derecho, María? ¿Con qué derecho llegas aquí y pones mi mundo al revés? ¿Con qué derecho haces latir mi corazón tan rápido?


Los ojos de la morena se poblaron de lágrimas. Levantó un poco el rostro y acarició la nariz de él con la suya. 


—Yo jamás quise hacerte daño, jamás —murmuró y sus ojos se cerraron. Era tan maravilloso tenerlo tan cerca —Perdóname, Álvaro … por favor, tienes que…


Se vio interrumpida por un par de labios que tomaron los suyos, acallándola completamente. Todo a su alrededor pasó a ser nada, en comparación a las cosas que su corazón estaba sintiendo. Sus labios comenzaron a moverse suavemente sobre los de ella. El corazón de María dio un vuelco. La boca de Álvaro tenía el sabor más maravilloso que ella había probado en su vida. Era tan terrenal y masculino. Estaba segura de que jamás iba a poder olvidarlo. Se dejó llevar por él, por su boca, por su sabor. Se encontró apretando las manos de él sobre su rostro, en un silencioso pedido de que no la dejara. 


¿Cuándo fue la última vez que alguien la había besado de aquella manera? Ella no lo sabía. Y si alguna vez había pasado no lo recordaba. En ese momento no podía pensar en nada más que no fuera aquel beso. 


Le respondió de la misma manera dulce y delicada, recorriendo cada centímetro de su boca, dejándole conocer un poco más. 


Entonces él comenzó a alejarse de ella, otorgándole pequeños y suaves besos. María no podía abrir los ojos, no quería perder la sensación que se mantenía en sus bocas. 


Él volvió a unir sus frentes. Su respiración agitada le enfrió los labios húmedos. 


—Besarte era algo tan necesario —murmuró él agitado —Tan necesario como respirar.


María solo asintió con los ojos cerrados. Se sentía tan… no podía explicarlo. No podía entenderlo. ¿Y qué iba a hacer ella ahora con todo aquello?
— Álvaro …
—Era necesario, María

.
Ella abrió los ojos para mirarlo y él aun no los abría. Entonces ella sonrió. 


—¿Quieres acostarte a dormir aquí, en mi cuarto? —le preguntó.
—¿Crees que sea correcto? —quiso saber él y entonces abrió los ojos para mirarla.
—No deberías estar aquí, eso no es correcto.
—Entonces, ¿Qué hago? ¿Te vuelvo a besar?
—No puedes —musitó ella. Álvaro sonrió.
—¿Por qué? —murmuró en el mismo tono que ella.
—Porque estás ardiendo en fiebre y tienes que descansar. 


De repente la soltó y ella se sintió tan dejada que casi se lo reprochó. Él giró y sin dudarlo se tiró en la cama que estaba frente a sus ojos. 


—Tengo frío —le contó. María se acercó a él.
—Eso es porque tienes fiebre —le aseguró mientras abría las sábanas y lo tapada. Álvaro se acurrucó bien y se acomodó en la almohada.
—¿Vas a dormir conmigo? —le preguntó con los ojos cerrados.
—Tal vez…
—Mejor si lo haces.
—¿Por qué? —preguntó ella.
—Porque cuando me despierte también voy a besarte. Y te necesito cerca para eso.









Hola amores!!!

Espero que os haya gustado el nuevo capítulo y espero como siempre vuestros comentarios!!

Gracias por leer.

Besos, María.

sábado, 8 de febrero de 2014

Story of my life - Capítulo 24


Capítulo 24:



Él la miró fijo a los ojos. Sabía que a ella le impresionaba la sangre. Y no quería hacerla pasar por aquello. Pero vio la firmeza en sus ojos y sabía que no iba a aceptar que él se negara. 

—Está bien —suspiró y se apoyó contra una pequeña montaña de paja. 
—¿Vas a decirme cuando tengo que detenerme? —le preguntó con miedo.
—Si —asintió algo débil. Comenzaba a sentirse mareado y lugar de la mordida le ardía como mil demonios.


Ella respiró profundamente y se arrodilló a su lado. Contó mentalmente hasta diez para calmarse. Ella solo tenía que succionar y escupir, nada más. Se inclinó sobre su hombro y sus labios hicieron el primer contacto con la sangre de la herida. El sabor metálico le tocó la lengua. Ella retuvo una arcada y posicionó sus labios bien. Comenzó con la succión. Cuando un poco de sangre llenó su boca, se alejó y escupió. Tosió un poco y volvió a acercarse a él.


—María —murmuró Álvaro —No tienes que hacer esto…


Ella volvió a escupir.


—Cierra la boca —le pidió —Claro que tengo que hacerlo.


Volvió a repetir la acción una y otra vez. De vez en cuando observaba a Álvaro y él mantenía sus ojos cerrados y una leve mueca de dolor. Su boca estaba repleta de aquel extraño y algo salado sabor. Tenía ganas de vomitar, pero se las aguantó. Escupió una última vez y lo miró.


—¿Debo seguir, Álvaro? —le preguntó preocupada.


Por así decirlo ya se le había ido un poco el asco. Pero no quería dejarlo sin sangre.


—Solo una vez más —musitó él.


Ella asintió y repitió la acción por última vez. Luego se puso de pie y fue por un poco de agua para enjuagarse la boca. Rápidamente volvió a su lado y le acercó la botella a los labios. Él estaba con los ojos cerrados y abrió la boca levemente para recibir el líquido. Se ahogó un poco y comenzó a toser. María dejó la botella a un lado y tomó su rostro. Álvaro abrió los ojos para mirarla. Había tanta preocupación en sus ojos.


—¿Estás bien? —le preguntó. Él sonrió débilmente.
—Gracias —murmuró. Ella lo acarició y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—No, lindo, gracias a ti. Esa mordida debió ser mía, no tuya.
—Enana, te dije que no iba a dejar que nada te pasara.


Volvió a cerrar los ojos al sentirse tan cansado.


—Ya vienen por nosotros, ¿si? —le volvió a acariciar el rostro. Él hizo el esfuerzo de mirarla. Pero realmente comenzaba a sentirse mal. Pero por suerte María había actuado rápido y estaba seguro de que su cuerpo ya no tenía tanto del veneno que la serpiente le había proporcionado. Pero un poco del veneno que ya había actuado en su cuerpo, estaba haciendo efecto. De repente comenzó a sentir que su estomago se contraía y un terrible mareo lo atacó. Cerró los ojos fuertemente para soportar el malestar.


María se puso de pie y buscó su celular. Ellos ya debían estar allí por ellos. Entonces escuchó el sonido de un auto y salió para ver. Su padre y Alex bajaban del auto. Ella corrió hacia ellos.


—¡Gracias a dios que ya están aquí! Álvaro no está bien —sus lágrimas se hicieron más presentes. Estaba tan asustada —Lo mordió una serpiente.
—¿Qué? —preguntó Alex espantado y corrió hacia el establo en busca de su primo.


Ingresó y lo vio acostado contra una pared de paja. Se acercó rápidamente a él. Álvaro abrió los ojos para mirarlo.


—Alex…
—Shhh, tranquilo —le dijo él y se acercó a un mas. Vio los dos agujeritos profundos que estaban sobre su hombro —Vamos, hermano, salgamos de aquí…


Colocó un brazo debajo del hombro sano y lo paró. Álvaro sentía las piernas pesadas y dormidas, pero hizo todo el esfuerzo para caminar.


—María ha… ha sacado el veneno.
—Bien —asintió Alex—Ahora solo tenemos que desinfectar eso y que te vea el doctor…


Sam ingresó al establo y se acercó a ellos.


—Por dios, hijo —dijo preocupado —¿Cómo fue que pasó?
—Iba a morderme a mi —dijo María entrando —Pero Álvaro lo impidió y lo mordió a él.


Álvaro la miró y vio en sus ojos las lágrimas que luchaban por salir.


—No llores, por favor —susurró.


Y entonces la primera lágrima cayó por su mejilla.


—Tranquila, María —le dijo Sam — Álvaro va a estar bien…


Ella asintió y entre los tres lo llevaron hacia el auto. María se sentó atrás y Alex metió a Álvaro a su lado. El chico de ojos miel no podía mantenerse sentado así que lentamente fue acostándose hasta apoyar la cabeza sobre el regazo de María. Ella acarició sus cabellos. Él abrió los ojos y la miró. Ambos sintieron como el auto comenzaba a ponerse en marcha.


—No quiero que llores —le dijo con voz débil.
—Lo siento —murmuró ella —Pero no puedo evitarlo —se le aguaron los ojos —Todo es mi culpa.
—No, no —susurró —No digas eso…


Ella volvió a acariciarlo. Se le hacía tan familiar tocarlo. Darle consuelo de aquella manera tan simple. Él volvió a cerrar los ojos. Solo quería dormir.


—¡No le dimos las gracias al señor Mcadams! —dijo María recordándolo. Sam la miró a través del espejo retrovisor.
—Tranquila, cariño, luego se las das —le dijo.
—¡Y nuestras cosas quedaron ahí! —exclamó.
—Yo vendré por ellas luego —le aseguró Alex—Tranquila.


Ella asintió y volvió la vista a Álvaro. Al parecer se había quedado dormido, se inclinó un poco para escuchar si respiraba. Si, su respiración estaba allí. Estaba tan preocupada por él, tan asustada. El auto se detuvo frente a la casa y Alex se bajó rápidamente.


— Álvaro —lo llamó María. Él ni se movió — Álvaro, ya llegamos.


Está vez abrió un poco los ojos. Eso la calmó bastante. Él le sonrió como un bobo y ella no pudo evitar reírse.


—Eres tan linda —le dijo. Las mejillas de María se sonrojaron al instante. Tragó saliva y le acarició el pelo.
—Tú también lo eres —le aseguró.


La puerta del auto se abrió y Alex sacó a Álvaro con una facilidad terrible. María salió del otro lado y todos entraron a la casa. Marta se acercó a ellos y miró horrorizada a su hijo.


—¿Qué le pasó, dios mío? —preguntó.
—Lo mordió una cascabel —le dijo Alex. Marta se cubrió la boca espantada y se acercó a su hijo para tocarle el rostro.
—Llévalo al cuarto, Alex —le pidió a su sobrino —Voy a llamar al doctor…
—No hace falta, Marta—dijo Sam —Ya lo llamé yo y esta en camino.
—Gracias —dijo ella.


Llevaron a Álvaro a su cuarto y lo acostaron en la cama. Alex se encargó de limpiarle la herida. María estaba parada fuera de la habitación. Mattie llegó corriendo hacia donde ella estaba.


—Sweetness, ¿Qué pasó? —le preguntó y la abrazó.


Al instante ella se echó a llorar en los brazos de su mejor amigo. Se sentía tan culpable por todo lo que estaba pasando. El doctor llegó y Marta lo llevó hasta la habitación. María y Matt observaron como él ingresaba y sacaba a todo el mundo de allí adentro. Ella soltó un suspiro y miró a Matt.


—A Álvaro lo picó una serpiente.
—Oh my god —dijo sin poder creerlo —Eso es horrible.
—Me muero si le pasa algo, Matt, me muero —aseguró ella.


Él volvió a abrazarla y le acarició la espalda.


—Nada va a pasarle a tu galán, darling —le aseguró —Él es fuerte.


Ella solo asintió y se quedó junto a él. No iba a irse de esa puerta hasta que el doctor saliera. Luego de unos interminables minutos al fin salió. Todos se acercaron a él.


—¿Cómo está mi hijo? —le preguntó Marta.
—Él esta bien —sonrió el doctor —Solo tiene mareos, pero es normal… tiene un poco de veneno, pero la gran parte ha sido extraída a tiempo. La persona que lo hizo, lo hizo muy bien.


Todos miraron a María. La morena no supo que decir y solo pudo sonreír nerviosamente.


—¿Puedo pasar a verlo? —preguntó la morena.
—En este momento esta sedado y le dejé un par de medicamentos que tiene que tomar por una semana. Lo más probable es que levante fiebre en estas primeras 48 horas. Pero si puede entrar a verlo.


María iba a entrar pero se giró a mirar a Marta.


—¿No quieres entrar tú, Marta? —le preguntó. La mujer le sonrió dulcemente.
—No, cielo, ve tú.
—¿Segura? —inquirió.
—No hay nada mejor para Álvaro, que su dulce María—le dijo.






Hola amores!!!


Espero que les haya gustado el nuevo capítulo!! Gracias por leer y espero vuestros comentarios!!

Besos, María.

jueves, 6 de febrero de 2014

Story of my life - Capítulo 23


Capítulo 23:



El silencio que había allí adentro los dejaba escuchar con perfecta claridad los sonidos de la lluvia y el viento.

Entre ellos ya no había tensión, solo un poco de confusión. Álvaro sintió como el cuerpo de María se relajaba contra él, y supo que estaba por quedarse dormida.

—¿Vamos a dormir? —le preguntó.

Ella solo asintió. Se pusieron de pie y Álvaro arregló un poco el improvisado colchón que había armado. Le dio el paso y ella se acostó. La tapó con una de las sábanas y se sentó en el suelo, a su lado. 


María lo miró extrañada. No esperaba que él se sentara allí, sino que se acostara a su lado. El colchón era amplio y ambos entraban perfectamente. 


— Álvaro, ¿acaso vas a dormir allí sentado? 


Él la miró algo sorprendido por su pregunta. No tenía ningún problema en dormir así, no le resultaba incomodo. 


—Si, ¿Por qué?
—Ven aquí, Álvaro —le dijo y abrió las sábanas indicándole el lugar —Entramos los dos… no quiero que duermas sentado.


Estaba sorprendido, si. No esperaba que ella le dijera aquello. Sintió cosquillas en la panza, pero sacudió la cabeza.


—Yo… no creo que sea correcto.


María sonrió.


—Hablas como un anciano, Gango—le aseguró —Cuando éramos niños dormíamos hasta en el suelo del establo juntos…


‘Pero ya no somos niños’ —pensó él.


—Lo sé —le dijo —Pero yo aquí estoy bien. No quiero que duermas incomoda.
—¿Puedes dejar de tratarme como a una princesa? No lo soy. Conozco los dolores, las incomodidades, etc. No soy de cristal, Álvaro. No me rompo. Ni me quejo.
—Pero le temes a las tormentas…
—Eso le puede pasar a cualquiera. Desde a la princesa Carolina de Mónaco, hasta a un pobre hombre que duerme en la calle.
—No me refería a que no eres fuerte o capaz, María —le sonrió —Solo… aagh, nada. 


Se puso de pie y se acostó a su lado. María sonrió abiertamente sin que él la viera. Estaba segura de que aquello era solo una tonta excusa. 


—¿A quién iba a abrazar si no era a ti cuando haya un rayo? —le preguntó.


Álvaro suspiró, se acomodó mejor y abrió sus brazos para ella. En ese momento un trueno llegó y María lo abrazó más rápido de lo que se tarda en dar un respiro. Una estúpida sonrisa se le escapó, ella lo hacía sentirse así. Su corazón latió rápido cuando ella apoyó la cabeza en su pecho.


—Hasta mañana, súper Álvaro —le dijo. Él sonrió aun más.
—Hasta mañana, enana bonita.


Él comenzó a despertarse, por el suave canto de un pájaro. Abrió un ojo para encontrarse en un lugar que no era su habitación. Miró a su alrededor y reparó que estaba en un viejo establo. La luz del sol entraba implacable por la ventana. Entonces se despertó del todo y recordó por qué y con quien estaba allí. Bajó la mirada hacia el suave peso que descansaba contra su pecho. Su corazón comenzó a latir rápido al tener su bello rostro tan cerca. ¿Cómo podía ser tan hermosa? ¿Cómo podía hacer latir su corazón de aquella forma?


Debería estar sintiendo rencor por ella, por haberle roto el corazón siendo solo un niño. Pero extrañamente no podía sentir aquello por ella. Y lo que sentía lo confundía, lo abrumaba. Se encontró levantando la mano y corriendo el cabello negro que caía sobre su frente. Lo llevó detrás de su pequeña oreja, en una caricia silenciosa. Ella se movió un poco, pero no despertó. Se concentró en mirar cada facción de ella, cada línea de expresión. Estaba complemente relajada, una pequeña sonrisa parecía tirar de las comisuras de sus labios. Sus pestañas se arqueaban elegantes e imponentes en aquellos ojos suavemente cerrados. Con cuidado acarició aquella parte de su rostro, luego bajó por su nariz, siguió bajando hasta descansar el pulgar contra su labio inferior. Estaba húmedo y algo tibio. Hizo una pequeña presión separándolo del otro labio y entonces un suave suspiro escapó de la boca de ella. Al instante el dejó de tocarla. 


María se removió de nuevo y esta vez sus ojos se abrieron lentamente. Lo miró algo confundida con los ojos entrecerrados, pero luego de unos segundos le regaló una linda sonrisa. 


—Buenos días —lo saludó con la voz algo rasposa.
—Buen día, enana —dijo él algo nervioso. Ella volvió a cerrar los ojos sin dejar de sonreír. Se acomodó para seguir durmiendo —Oye, no sigas durmiendo. Debemos levantarnos, hay un sol radiante.
—Nooo —se quejó —Un ratito más.
—María —rió él —Si nos vamos ahora vas a poder dormir más cómoda en tu cama.
—Dormir contra ti también es muy cómodo. 


Entonces abrió los ojos para mirarlo. A Álvaro se le cortó la respiración, realmente estaban cerca, a escasos centímetros. 


María se olvidó de cómo respirar. Todo su cuerpo fue consciente de la cercanía de él, del calor y protección que le brindaba. Ahora que lo tenía así de cerca podía apreciar perfectamente el color miel de sus ojos. Pequeñas motas de un color Amarillo se esparcían por su perfecto iris y sus pupilas negras se agrandaban cada vez un poco más. Ella se mordió el labio inferior mientras sin intención bajaba la mirada a la boca masculina. ¿Era normal las ganas terribles que tenía de besarlo? No, no lo era. Encima se veía demasiado bien con aquella expresión de recién levantado, algo despeinado y mirándola de manera tierna.


‘Al diablo con todo’ —pensó Álvaro. Él tenía que besarla, quería hacerlo. 


Acercó su rostro un poco más al de ella. Solo para ver si se alejaba. María no se alejó, sino que también se acercó un poco. Cerraron los ojos y se acercaron otro poco. Sus labios rozaron los de ella. Fue una pequeña caricia que hizo estragos en él. Se alejó un poco para observarla. Ella tenía los ojos cerrados y los labios levemente separados para él. Sonrió bobamente y volvió a acercarse.


Pero se detuvo al escuchar aquel peligroso sonido. Lentamente abrió los ojos para observar lo que justo había detrás de María. Se paralizó al ver que era nada más y nada menos que una maldita serpiente cascabel, y agitaba su cola, enojada.


—¿ Álvaro ? —inquirió ella y abrió los ojos para mirarlo.
—No te muevas —murmuró él.
—Pero, ¿Qué sucede? —quiso saber.
—Tú solo quédate quieta —le ordenó.


La cascabel seguía agitando su cola con furia. Álvaro sabía que si María hacía algún movimiento la serpiente iba a atacar. Pero tenía que sacarla de allí.


— Álvaro, ¿Qué pasa? —dijo ella. No entendía nada. Él iba a besarla, pero de repente no lo había hecho.
—Voy a moverte hacia mi lado, María. Hay una serpiente detrás de ti…


Ella se tensó al instante. 


—¿Una… serpiente? —inquirió nerviosa.
—Tranquila, no voy a dejar que nada te pase —le aseguró. Ella solo pudo asentir. El miedo recorría cada parte de su ser —Voy a contar hasta tres, bonita, y te voy a pasar para este lado ¿Si? —volvió a asentir. Ni siquiera se animaba a hablar —Uno… dos… tres…


La alzó rápidamente de una manera tan natural y fácil que María pensó que no pesaba ni un gramo. La rodó hacia su lado y entonces él sintió un fuerte pinchazo en su hombro derecho. Siseó por lo bajo.


—¡ Álvaro ! —exclamó María y observó como la serpiente se alejaba a toda prisa de ellos. Se acercó a él y vio como la remera comenzaba a llenarse de sangre justo en su hombro —Oh por dios, Álvaro …


Simplemente le desgarró la remera para ver mejor la herida.


—María —dijo él algo agitado —Ve a buscar un poco de ayuda.
—¡No voy a dejarte aquí solo! —dijo nerviosa —Debe haber algo que yo pueda hacer en este momento…
—Necesito que alguien extraiga el veneno —dijo apretando los dientes. El dolor comenzaba a ser insoportable. Sentía como el veneno comenzaba a correr por su sangre —Y no quiero que tú lo hagas…
—¡Claro que voy a hacerlo! —chilló y tomó su rostro —Dime que tengo que hacer.
—No, María, no…
—¡Dímelo! —le exigió. Él suspiró, ella podía ser muy terca.
—Tienes… tienes que extraer el veneno, succionando la herida y escupiendo toda la sangre que saques de allí.


A María se le revolvió el estomago. Jamás había sido una persona muy tolerante a la sangre. No sabía como era que todavía no se había desmayado al ver la sangre de Álvaro. Pero iba a hacerlo. 


—Voy a hacerlo, Álvaro —le contó —Voy a hacerlo.






Hola amores!!!

Espero que os haya gustado el nuevo capítulo y como siempre espero vuestros comentarios de lo que os ha parecido.

Una vez más gracias por leer.

Besos, María.

PD: leer el aviso de la novela por favor!! os dejo el link aqui: http://loquevamasalladelaimaginacionstoryalv.blogspot.com.es/2014/02/aviso.html