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The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

miércoles, 23 de julio de 2014

Adicto a Ti - Capítulo 7


Capítulo 7:

Guardé silencio mientras los tres caminábamos detrás del director. Ella caminaba en el medio de ambos, pero se encontraba más cerca de mí, como sabiendo que estaba protegida. Levanté mi mano y toqué mi labio, había un pequeño corte justo en la comisura derecha. Pero él no estaba para nada limpio. Su nariz sangraba, y cuando mañana despierte tendrá un lindo moretón en el ojo. Mal nacido, se merece mucho más que eso.

Llegamos a la oficina, nos hizo sentarnos y se sentó frente a nosotros.

—¿Y bien? ¿Quién va comenzar? —habló el director.


Gango estaba por hablar.


—Yo —dijo la castaña. Solo me limité a mirarla de costado.—La escucho.—Resulta que el señor Gango se puso un poco violento. Y Dani solo… quiso defenderme.—¿Violento? —preguntó el director.—¡No seas cínica! —la atacó Gango.—¡Cállate IDIOTA! —le advertí.—!FERNÁNDEZ! chicos, tranquilos —dijo elevando un poco su grave voz —A pesar de como hayan sido las cosas, saben bien que no hay que utilizar la violencia.—Eso dígaselo a él —le dije.—No voy a suspenderlos, no creo que esto sea tan… necesario. Pero otro problema Payne, y será el último que acepte de su parte.—Pierda el cuidado —dije despreocupado.


Se puso de pie y nos despachó de la oficina. Miré con furia a Gango, y este también lo hizo.


—Abril, necesito que hablemos —le dijo él.


Ella rió sarcásticamente.


—Pff...Vete al demonio —le dijo y comenzó a caminar.


Sonreí y le hice un gesto con los hombros al estúpido y fui tras ella. La alcancé y se giró a verme.


—Vamos a la enfermería —sentenció.—No, ¿para que? No hace falta, esto se cura solo.—No seas terco y vamos.


Revoleé los ojos e hice lo que ella quería. Se sentó frente a mí, cuando llegamos al lugar, y tomó el botiquín que se encontraba a un lado. Sacó un poco de algodón y lo mojó con alcohol. Con cuidado se acercó más a mí y apoyó el mismo cerca de la comisura derecha de mi labio. Busqué su mirada con los ojos, pero ella estaba demasiado concentrada en la pequeña herida. Tomé su mentón e hice que me mirara.


—No tenías que hacer eso —me habló apenas coloqué mi mirada sobre la suya.—No tolero a los idiotas que utilizan su fuerza sobre las mujeres —le contesté.—Igual, no debiste. ¿Qué pasaba si te suspendían?—No te preocupes, cariño —dije y sonreí —Se que quieres verme todos los días, pero…¡Auch!


Apoyó con un poco más de fuerza el algodón en mi herida.


—Mejor cierra la boca —afirmó y siguió curándome.


Dirigí mi mirada a uno de sus brazos, y la marca del agarre de esa bestia estaba sobre su sensible piel.


—¡Es un animal! —rugí y tomé su brazo con cuidado.—Auch, auch, oye duele —susurró.—¡Voy a matarlo! —dije apretando los dientes, mientras el deseo de furia me invadía.—Tranquilo —me calmó —Yo también le di lo suyo, ¿no crees?


Reí por lo bajo. Con mis dedos acaricie el color rojizo de las marcas en su piel. Una idea cruzó mi cabeza para poder besarla. Tenía demasiadas ganas de besarla. Aplastar su boca con la mía, hasta sentir el delicado roce de su lengua.


—Me arde —musité.


Frunció el ceño y alejó el algodón para soplar levemente. Su fresco aliento calmaba el insignificante ardor del corte, pero avivaba el deseo que yo tenía hacia ella. Su mirada estaba clavada en mi boca y seguía soplando levemente. Miré bien su rostro… y con cuidado me acerqué un poco más. Un molesto sonido hizo que se alejara de mí. Era un celular. Lo tomó y miró frustrada la pantalla.


—Gina —dijo al atender. Revoleó los ojos —Mamá —dijo y reí por lo bajo —¿Ya te fue con el chisme? Es un tarado, él se lo busco. Estoy cansada de sus amenazas, y de tus presiones también —le afirmó. Al parecer esa preciosa tiene más problemas de los que aparenta —¿Tengo que hacerlo? ¿Por qué me odias? —preguntó y soltó un agobiado suspiro —Esta bien, veré como hago para llegar, ya no tengo chofer. Luego te cuento, adiós.


Colgó y me miró.


—¿Tu madre?—Aja —dijo y se puso de pie —Mi padre la llamó para decirle todo lo que le dije. Pero en parte mi madre disfruta de ello.


Me puse de pie y salimos de la enfermería.


—¿Por qué?—Mis padres se separaron cuando yo tenía 9 años. Desde entonces soy un motín de guerra, y se disputan mi amor, mi odio y todo lo que pueda sentir hacia ellos. Es muy frustrante —aseguró.—Lo imagino —dije.—Y ahora quiere que cuando salga, vaya a casa en busca de unas cosas y que se las lleve a la oficina —dijo y suspiró levemente —Y ya no tengo chofer.—¿Gangp es ese chofer?—Exacto.—Yo puedo llevarte —le dije luego de unos segundos de silencio. Se giró a verme sorprendida.—¿De verdad? —preguntó.—Si, pero si después aceptas…—Más te vale no decir nada desubicado.


Reí por lo bajo.


—Parece que tu mente es bastante maquinadora —dije divertido —Iba a decir que si aceptas una invitación para el viernes en la noche.—¿Una cita? —dijo con duda.—Algo así —dije y la miré —¿Aceptas?—Depende, tengo que ver mi agenda tan ocupada-rio ante su comentario- . Además de que no imagino cual es el concepto que tienes de cita.—Ya lo veraz cariño, ya lo veraz.


Luego del almuerzo, las horas en la Universidad se me hicieron eternas. No quería estar más en este maldito infierno. Pero todo sea por su bien… El timbre sonó y al fin terminó mi calvario.


Me puse de pie y tomé mi mochila para ser casi el primero en salir. Sentí una mano apoyarse en mi hombro. Giré y Blas me miró con una pequeña sonrisa. Giré para el otro lado y Carlos también lo hacía.


—¿Qué les sucede? —pregunté sin dejar de caminar.—¿A dónde vas tan energético? —me preguntó Cantó.—A salir de este agujero —contesté.


Divisé a Abril saliendo de uno de los salones. Grite su nombre y giró la cabeza paramirarme. Rápidamente se acercó a nosotros.


—Apúrate, necesito llegar ya —dijo ella. Sonreí por lo bajo.—Está bien, ve yendo afuera —dije.—Adiós muchachos, los veo mañana —los saludó con una dulce sonrisa.


Ambos vieron como ella se alejaba hacia la salida. Se giraron a verme. 


—¿A dónde quiere ir? —preguntó Carlos.—¿A dónde crees? —le pregunté sonriendo.—¿Vas a decirme que ya…?—¿Qué ya que? —dije.—¿Qué ya te las estas llevando a la cama? —dijo Blas.—Eso ya lo verán sucias —les dije y me alejé de ellos para salir hacia fuera.


La encontré hablando por teléfono, me miró e hizo una seña para que me acercara a ella. Así lo hice.


—Bueno papá, ya está. Luego hablamos. Adiós —le dijo y colgó.—¿Papi? —pregunte.—No estoy para bromas —sentenció —¿Dónde está tu auto?—¿Mi auto, tengo casi 2 años que me lo quitaron —dije.—¿En qué me vas a llevar? —preguntó.—Cariño, delante de tus ojos está la cosa más hermosa en la que podrías viajar —le dije. Giró la cabeza y sus intensos ojos se abrieron de par en par.—¿Una moto? —dijo sin poder creerlo.—Si cariño, ella es mi bella Betty Boop —dije orgulloso de aquella bella moto.


Se giró a verme y enfrenté su mirada.


—No voy a subirme a una moto — sentenció.


Reí por lo bajo y nos acercamos a la moto. Busqué las llaves y me subí en ella para prenderla. Miré de costado a Abril.


—Vamos —le dije.—¡No, no voy a subirme a una moto! No me gustan las motos, les tengo terror. Además que ni siquiera tienes un casco —me dijo algo nerviosa —Voy a tomar un taxi.—Prometo que voy a ir despacio —dije.


Detuvo su paso y me miró dudosa. Seguramente su cabeza estaba debatiendo en aceptar o salir corriendo para ir en busca de un taxi. 


—No, no, no. Muchas gracias igual. Pero me da miedo ir ahí atrás. Imagina si me caigo—dijosin dejar de mirar la moto. Revoleé los ojos y me estiré un poco para tomarla de la cintura y acercarla a la moto —Oye, ¿Qué haces?—Te subo —le dije.


La senté delante de mí.


—No… no me parece correcto esto y…—Átate el pelo, por favor —le dije.


Soltó un pequeño suspiró y buscó dentro de su bolso una liga. Se ató el pelo hacia un costado. Su oreja derecha quedó al descubierto para mí.


—Listo —dijo.—Ahora voy a pedirte por favor que te acomodes bien. Y que pongas tus manos ahí —le dije y le señalé el pequeño agarra manos que estaba delante de ella.


Se sentó rígidamente derecha. Sonreí y me acerqué más a ella para pegar su espalda a mi pecho.


La sentí saltar levemente.


—¿Hace falta que te pegues tanto a mi?—¿Quieres caerte? —pregunté.—No —dijo.—Entonces, si —contesté. Mi boca quedó perfectamente al lado de su oído. Su exquisito perfume entró por mis fosas nasales y rápidamente llenó mis pulmones —Ahora dime, a donde tenemos que ir —susurré mis palabras, ya que la tenía cerca.


Vi como la piel de su nuca se erizaba. Y sonreí al saber que podía provocar eso ella con solo hablarle bajito y profundo. 


Bajé mi mirada a la posición de sus piernas alrededor de la moto. Ojala yo fuera esa moto, y ella estuviera así encima de mí. Sus manos sobre mi pecho, mientras se movía sensualmente sobre mí.


Tragué saliva ante el pensamiento, era algo que no podía evitar y me estaba torturando.


—Primero a mi casa, tengo buscar las cosas allí. Pero después no hace falta que me lleves a lo de mi madre, puedo tomarme un taxi —dijo.—Tranquila, no tengo nada mejor que hacer —dije, me puse los anteojos y arranqué lo máximo que se podía.


Ella se tenso, agarrándose más fuerte del agarra manos. Me dijo la dirección y asentí al conocer las calles. Quedaba bastante cerca de la oficina de papá. Trate de no ir tan rápido, ella iba a volverse loca si lo hacía.


—¿Estas bien? —le pregunté. Ella giró su cabeza y me miró de costado. Sonrió levemente.—En el mejor momento de mi vida —dijo irónica. Sonreí por lo bajo.—¿Quieres manejar?—No —contestó rápidamente. Reí divertido y tomé sus manos, cuando estábamos parados en el semáforo —¡No Dani, no quiero!—Shhh, tranquila cariño. No voy a soltarte. Solo quiero que sientas la adrenalina.—Suficiente adrenalina tengo aquí adelante.—Vamos, prometo que será divertido —le dije. Me miró de nuevo.—Si me viera mi abuela creo que le daría un infarto —dijo con algo de preocupación.


Reí por lo bajo. Puso sus manos en las manijas. Las miré bien, sus manos eran pequeñas y sus dedos delgados. Sus uñas bien formadas y pintadas de negro, algunos de sus dedos tenían anillos. Puse mis manos sobre las de ella cubriéndolas completamente.


—¿Y ahora qué? —preguntó ella nerviosa.—Y ahora, déjame a mí, cariño.




Hola amores!!

Espero que os haya gustado el nuevo capítulo y espero vuestros comentarios. Gracias por leer.

Besos, María

martes, 22 de julio de 2014

Adicto a Ti - Capítulo 6



Capítulo 6:

Dejé escapar el humo de mi boca, estaba exasperado de todo. Miré a mi alrededor. Estaba solo, sentado bajo el viejo árbol del jardín de la Universidad. El recuerdo de mi madre aun no salía de mi cabeza, desde ayer que no se va.

—Te juro que voy a matarla si no haces lo que te digo. A tu madre se la tengo jurada…

Sus palabras llenaron mi cabeza. Él era un cobarde, un canalla. ¡Y maldita sea! Me tenía agarrado de las pelotas. Sacudí mi cabeza para tratar de pensar en otra cosa y volví a absorber el humo de mi cigarrillo. Esta vez me había ausentado de la clase de contaduría. Blas y Carlos habían decidido quedarse ya que les gustaba la profesora. Una mujer de unos 30 años que estaba como quería. Pero juro que hoy no tenía ganas de babearme como esos dos. Miré mi reloj mientras apagaba el tabaco contra el césped. 

Faltaban 15 minutos para que la hora terminara y el receso del almuerzo comenzara. Tenía hambre…

— ¡Ya no se qué es lo que quieres, papá! —escuché como hablaba nerviosa. Me incliné y la vi parada a unos metros hablando por teléfono — ¡Vine a la maldita Universidad que querías! ¡Estoy haciendo las malditas cosas que quieres que haga! ¡¿Qué más quieres?! —Preguntó histérica — ¡Sabes donde puedes meterte el dinero! ¿Verdad? ¡Vete al demonio! —le gritó y colgó. Tiró el celular con fuerza hacia mi dirección.

Antes de que me viera volví a mi posición normal. Tomé el pequeño aparatito que, a pesar de la fuerza con la que fue arrojado, no sufrió ningún daño.

Me puse de pie y salí detrás del árbol. Ella me miró sorprendida. Me acerqué y estiré mi mano para entregarle su teléfono.

— ¿Qué haces aquí? —me preguntó y tomó su celular.
—Fumaba y me escapaba de la clase de contaduría —le dije.

Una silenciosa lágrima cayó por su mejilla. Rápidamente levantó su mano y la secó para no mostrar debilidad delante de mí.

Tomé su mentón con mi mano e hice que me mirara. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, que no estaban dispuestas a salir.

— ¿Y tú? —le pregunté.
—Lo mismo... menos fumar, no fumo —dijo rápidamente.
—Perdona si soy metido, pero ¿Con quién discutías? —pregunté.

Ya sabía que estaba discutiendo con su padre, pero quería escucharla.

—Con mi padre —dijo en un susurró —Pero no tiene importancia, ya está.
— ¿Te estaba amenazando con que iba a desheredarte, si no haces lo que él quiere? —le pregunté.

Sus ojos se clavaron en los míos. Aun sostenía su mentón con mi mano.

—Si —musitó apenas —Siempre es lo mismo.
—Te entiendo, a mí también me pasa —le dije.

Que buena forma de llegar a ella, para así poder ir más allá de un simple beso. Una parte de mí rió por dentro al sentirse ganador de unos 400 dólares. Que mejor que comprender sus problemas, sus vivencias y luego curar sus angustias con mis habilidades.

Sentí como se alejaba de mi agarre y me concentré en mirarla.

— ¿No tienes demasiadas faltas, como para estar aquí? —me preguntó.
—No me preocupo por ello, cuando haya un examen estudio —dije y comencé a caminar a su lado.
—Que fácil que es la vida para ti —dijo y miró la pantalla de su teléfono para cerciorarse de que no tenía ningún daño a causa de la caída.
—No diría fácil, trato de no hacerla complicada —le contesté.
—Ojala yo pudiera pensar igual que tú.
—Pensamos muy parecido, cariño.

Me miró de costado entregándome una mirada asesina ante mi forma de decirle. Sonreí de costado y enfrenté su despectiva mirada.

—No me llames cariño.
— ¿Por qué?
—Porque me haces sentir como las chicas con las que seguramente sales.
—Podrías ser una de ellas…
—No, gracias —dijo divertidamente sarcástica —Jamás me metería contigo.
— ¿Ah no? Dime las razones.
— ¿Hace falta? —preguntó. Asentí con cabeza —Veamos…. De lejos se nota que eres un Don Juan, creo que no tenemos la misma visión del mundo. Tampoco creo que compartamos gustos musicales, por lo que escuche. Y tampoco algún interés social. Eres blanco, yo soy negro. Tú eres un sí, yo soy un no. Hasta podría decirte que tú eres calor y yo soy frío.
—Mmm, me ves caliente.
—No en el sentido que estas pensando —dijo y soltó una leve risa.
—Así que dirías que somos totalmente opuestos.
—Exacto.
—Por algo dicen que los opuestos se atraen. Si pasara algo entre nosotros, se que el mundo estallaría.
—Ay, y ahora sales con tu parte poética. Eres tan predecible. Con razón tienes a todas esas bobas a tus pies. Un par de palabras bonitas, y la noche asegurada ¿No es cierto?
¡Diablos! Va a costarme esta chica. Pero no estoy dispuesto a perder 400 dólares.
—De algo hay que vivir —me disculpé.
—Eso es cierto. —dijo embozando una sonrisa.
— ¿Ves? —le dije. Se giró a verme —No todas son diferencias entre nosotros.
—Puede ser, pero no interesa. Aunque fueras igual a mí, no me metería contigo.
— ¿Qué es Gango para ti? —la pregunta salió sin permiso de mi garganta.
— ¿Álvaro? —dijo mirándome. Asentí. Mi repentino interés por saber me tomó totalmente por sorpresa —Es mi ex.
—Diablos… —susurré.
— ¿Por qué? —me preguntó.

Llegamos a la cafetería. Aun faltaban 5 minutos para que todo el mundo saliera a almorzar. Ella se acercó a la mujer de la cafetería y con una leve sonrisa le pidió una manzana. La tomó y nos sentamos en una de las mesas.

— ¿Y porque es tu ex?
—Larga historia —dijo simplemente.
— ¿Aún lo amas?
—Nunca lo ame —le dio un fresco mordisco a su manzana. Me hizo desear ser aquella fruta.
— ¿Ah no?
—No —dijo algo pensativa —Sí lo quise mucho, y aún lo quiero. Pero lo que se dice amor, no.
— ¿Por qué terminaron?

Me miró divertida y volvió a morder su manzana. Estiró su brazo para colocar el fruto prohibido frente a mi boca.

Lo miré y luego la miré a ella. Abrí mi boca y mordí. Buena forma de jugar a 'A ver quien seduce más de los dos'

—Larga historia —volvió a decirme.

El timbre sonó y en menos de un minuto todo el mundo estaba allí.

— ¿No vas a contarme? —le pregunté.
— ¿Para qué quieres saber? —dijo mientras terminaba de tragar un pedazo de manzana. Relamió sus labios para juntar el jugo del mismo. Y de verdad deseé ser ese jugo.
— ¿Y porque no puedo saberlo? —contesté con otra pregunta. Ella sonrió suspicazmente.
—Porque no es de tu incumbencia.

Blas y Carlos se acercaron a nosotros, sentándose cada uno en una silla.

—Muero de hambre —habló Carlos.
— ¿Quieren que vaya por algo para comer? —preguntó amable Abril. Blas le sonrió tiernamente.
— ¿Serías tan amable? —dijo Cantó.
—Claro que sí —respondió ella y fue en busca del almuerzo.

Giré mi cabeza para observar a Blas.

— ¿Qué te sucede? —le pregunté asustado —Me parece que de verdad te gusta.
—No —dijo divertido —No voy a negarte que está muy preciosa, pero juro que la veo como a una hermana. Es así como muy tierna, no es mi tipo…
— ¿Qué estaban haciendo? —me preguntó Carlos.
—Hablábamos —dije simplemente.
— ¿De qué?
—De la vida —mentí.

Si ellos se enteraban de que Gango era el ex de Abril, no pararían de refregarme que él, seguramente, ya se la ha llevado a la cama.

Ella llegó con la bandeja, con tres hamburguesas. La colocó en el medio.

—Gracias Abril —dijo Carlos y tomó una con la mano.
— ¿Y para ti? —le pregunté al ver que no había más comida en el plato.
—No como carne —sentenció. Sonreí divertido.
—¡Abril! —escuchamos como la llamaban.

Los cuatro nos giramos a ver y era Gango quien lo hacía.

—Ahora vuelvo —dijo y se dirigió hacia él.

Volví mi mirada a los muchachos.

— ¿Sabes de donde se conocen? —preguntó Carlos.
—No tengo ni la más pálida idea —volví a mentir. 

Blas miró con preocupación en la dirección en la que se había dirigido la morena — ¿Qué sucede? —le pregunté.
—Mira —me dijo.

Giré mi cabeza y él la estaba sujetando con fuerza de uno de sus brazos, parecía que estaban discutiendo pues ella intentaba soltarse mientras le decía cosas nerviosamente. Vimos como Gango recibía una cachetada de su parte, giró para verla luego del golpe y la tomó de ambos brazos… Infeliz.

Me puse de pie y rápidamente me acerque a ellos.

—Será mejor que la sueltes Gango—le hablé. Se giró a verme. Ella me miró algo
sorprendida.
—Esto no es asunto tuyo Fernández. Esto es entre ella y yo —me dijo, conteniendo lo más que podía su enojo.
—Pues me parece que necesitas aprender a tratar a una dama —dije y miré el agarre que él estaba ejerciendo en sus brazos. Iba a quedarle la marca si no la soltaba.
—Yo la trato como se me da la gana.

Varios recuerdos vinieron a mi cabeza.

<FLASHBACK>
— ¡Suéltame Greoff!
— ¡Cállate! ¡Eres una ramera!
—Me estas lastimando, ¡Suéltame! Dani puede escuchar…
— ¡Que escuche! Así de una buena vez se hace hombre.
— ¡Apenas tiene 9 años! ¡Suéltame!
— ¡Esto va a enseñarte que aquí mando yo!
<FIN DEL FLASHBACK>

— ¡Suéltala! —dije elevando la voz. Aquella escena atormentaba mis pensamientos.
Bruscamente la soltó.
— ¿Qué vas a hacer si no la suelto? ¿Eh?

Apreté mis labios y uno de mis puños se cerró. Miré su rostro y la viva imagen de mi padre apareció ante mí. Hice lo que tenía ganas de hacer desde ayer en la noche. 

Dejé que todo el peso de mi cuerpo cayera sobre él en forma de golpe sobre su cara. Gango cayó al suelo.

—No, no —dijo nerviosa ella parándose frente a mí, mientras él se ponía de pie.

El muy animal iba a ser capaz de tirarse sobre mí con ella en el medio, así que con cuidado la corrí hacia un costado.

Gango se abalanzó sobre mí y comenzamos a pelear. Todo el mundo se concentró alrededor nuestro. Podía sentir el odio corriendo por mis venas, no soportaba esa situación. Nunca pude soportarlo…

— ¡Sepárenlos! —escuché la voz afligida de Abril.

Sentí el agarre de alguien que me alejaba de aquel animal.

— ¡Suéltame Carlos! —grité e intenté soltarme —¡Voy a acabar con él!
— ¡Eso está por verse! —siguió desafiándome él mientras uno de sus amigos lo atajaba.

Otra vez intenté soltarme, pero… sentí unas pequeñas manos apoyarse en mi pecho. Bajé la mirada y ella estaba frente a mí. Su intensa mirada logró calmarme un poco. Mi pecho se elevaba agitado, mi rabia era incontenible.

—Tranquilo… —susurró.
— ¡¿Qué sucede aquí?! —preguntó el director abriendo paso entre la gente para llegar a nosotros. Nos miró consecutivamente a Gango y a mí —Otra vez tú Fernández.



Hola amores!!
Espero que os haya gustado el capítulo y espero vuestros comentarios de lo que os parece. Gracias por leer.
Besos, María

sábado, 19 de julio de 2014

Adicto a Ti - Capítulo 5


Capítulo 5:

—Imagino que tienes una buena razón para despertarme tan temprano —dije adormilado y rabioso por el sueño robado por mi amigo.
— ¡Si que la tengo! ¡Es martes y tienes que llegar a todas las clases! —respondió Blas recordándome mis deberes.
— ¡Ya estaba despierto! —mentí.
—Si, lo que tú digas Fernández—dijo Blas. Lo escuché subirse a su auto —Recuerda que tenemos clase con la Sra. D, así que saca tu trasero de la cama y muévete. Tienes exactamente 20 minutos. Pasaré por tu casa, más vale que te vea sobre tu moto con unas enormes gafas negras para que tapes la resaca que debes tener y dirigiéndote hacia la institución a la que tú, con tanto cariño, llamas el purgatorio en la tierra.
—Prácticamente ya estoy en la moto —respondí huraño.
—Por lo menos péinate y arréglate un poco —me dijo como si fuera un niño. Sonreí por lo bajo.
—Me urge acostumbrarme a estas horas de entrada —respondí mientras sacaba ropa del armario y entraba al baño —Por cierto Blas…
— ¿Si? —dijo él.
—Gracias —dije.
—No es nada hermano —respondió.
Corte el teléfono y terminé de vestirme. Salí del baño y entré en la cocina para tomarme rápidamente un café. Reí por lo bajo al pensar que Blas ahora debía estar intentando despertar a Carlos.
Terminé el café y tomé mis cosas. Salí de la casa y me acerqué a mi linda moto. La única mujer que nunca me reprochaba nada.
A lo lejos vi el auto de Blas y sin seguir dando vueltas prendí mi moto y seguí su auto hacia la institución. Pronto llegamos.
—Blas ¿Acaso nunca te cansas de ser tan responsable? —preguntó Carlos recargándose en el coche de Cantó en el lugar habitual donde nos reuníamos antes de entrar a clases, con una nota de admiración hacia su amigo.
De alguna forma había logrado que se levantara de la cama para llegar temprano y además había llegado a una cafetería y había traído cafés para los tres.
El aludido solo se encogió de hombros.
—Solamente trato de asegurarme de que mis futuros socios no sean unos completos y verdaderos inútiles —dijo quitándole importancia y mirando distraídamente hacia otro lado para evitar las miradas de gratitud de nosotros.
—De todos modos un día de estos te lo retribuiremos —dije mientras sorbía un poco de café y miraba hacia otro lugar al igual que Blas en un intento por que la situación no se volviese más sentimental de lo que ya estaba.
— ¡Eso es un hecho! —afirmó Carlos mientras le daba un golpecito afectuoso a Blas. Ciertamente Carlos era el más afectuoso de los tres, Blas el responsable… y eso me deja a mí el lugar de….Sí, S el patán del grupo. Esa conclusión me hizo sonreír — ¿Ves? ¡Hasta Dani esta sonriendo! Somos tan afortunados al tenerte Blas—dijo y le dio otro golpecito esta vez uno más fuerte provocando que Blas derramara un poco de su café.
— ¡Genial! ¡Está hirviendo Carlos! —dijo cambiando la taza de mano y secándose la otra en la ropa de Carlos.
—Lo siento —dijo resignado a que valía más dejar que se secara en él.
—Mira quien viene ahí —dijo Blas mientras prendía un cigarrillo y hacia que Carlos sostuviera su café — ¿No fumas hoy? —me preguntó sorprendido.
—Esta mañana me es más urgente tomarme este café para despabilarme un poco —dije.
En ese momento el auto al que había llamado mi atención y la de Blas estacionó al lado de mi moto, justo enfrente de donde estábamos nosotros reunidos.
De ahí se bajo primero Gango, el cual fue al otro lado del auto y le abrió la puerta a… Abril.
Esta bajó con cuidado y tomando su bolso, le entregó una amable sonrisa a su compañero y se dispuso a caminar dentro de la Universidad.
— ¡Buenos días Abril! —le habló Carlos.
Ella dirigió su mirada a nosotros. Sonrió levemente.
—Buenos días —saludó ella haciendo que Gango me dirigiera una mirada recelosa, para luego llamar la atención de ella con alguna conversación insulsa y vacía.
—Está bien creo que ya me despabile, dame un cigarrillo —le pedí a Carlos.
—Te lo terminas en el camino, ya es hora —me urgió Cantó, mientras se adelantaba unos pasos de nosotros —Vamos, arrastren sus dormidos culos hasta el aula.
— ¿Qué le pasa a este que siempre está demasiado despierto para mi gusto por las mañanas? —me dijo en un susurro Carlos.
— ¡Escuche eso Marco! ¡Muévete!
—Amigo, lo que tú necesitas es relajarte —refutó Carlos.
Blas solo lo ignoró, no se pondría a discutir con Lou cuando podía empujarlo hacia el salón.
— ¡Otra vez tarde Cantó, Fernández y Marco! —exclamó la maestra.
—Y si no fuera por Blas no habríamos llegado, y si no fuera por Carlos no hubiésemos llegado tarde, si tan solo no se hubiera puesto a discutir con Blas justo antes de entrar —me quejé en un murmullo.
— ¡Fernández! ¿Qué es lo que tanto dice? —Preguntó la Sra. D.
—Esta mañana luce especialmente hermosa profe, ¿Acaso se cortó el pelo?
—Siéntese Fernández—me ordenó con recelo.
Tomé asiento atrás de Brooks, al poco tiempo la clase me aburrió y tiré de su pelo levemente, pero ella me ignoró, solo lo acomodó hacia un lado. Volví a tirar de un mechón y me ignoró otra vez. Lo volví a hacer…
—Vuelve a jalar de mi pelo y te enterrare la nariz en el cerebro —me amenazó en un susurro.
—Me gustaría que lo intentaras —le contesté.
— ¿Qué es lo que quieres de mi? —preguntó fastidiada.
—Si te digo tal vez no quieras volver a hablarme.
—Eres un sucio.
—Un día nos podríamos bañar juntos —le dije.
—Imbécil —respondió y volvió su atención a la profesora.
Agh ella no estaba para cooperar con la diversión. Decidí escuchar música distraídamente, mientras la maestra hablaba.
Hoy no estaba de humor para oírla hablar. Mi padre ya me había enseñado lo que ella estaba enseñando a la clase. En el verano me obligó a trabajar para él en su firma de abogados.
Aborrecí tanto el trabajar, así como ser el hijo del jefe.
Marilyn Manson siempre me ayudaba a pasar el día sin maltratar a nadie… o ¿era al revés?
—Fernández… Fernández… ¡FERNÁNDEZ! —me llamó.
Ya la había oído pero decidí continuar con mi cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados.
—Creí que necesitabas espacio, cariño —le dije sin moverme.
— ¡No me digas cariño! —exclamó más fuerte de lo que era necesario, incluso si yo estaba usando los audífonos en ese momento.
Me sacó el de la oreja derecha y tuve que abrir los ojos, estaba parada aun lado de mí y ya todos habían desalojado la sala supongo que me concentré demasiado en la música.
—Estas muy sensible este día, dime ¿necesitas que vaya a la farmacia por ti? —la vi ponerse roja pero de coraje.
Me sorprendió que no le saliera humo de las orejas.
—Estaré bien en cuanto tenga tus ojos entre mis dedos —dijo amenazadoramente.
—Vaya si que eres dulce —dije fingiendo demencia —Halagas mis ojos.
—Hablo literalmente —dijo con una sonrisa maléfica.
—Oh, lo siento cariño pero este par me ha conseguido varias citas con una sola mirada. Me temo que no los puedes tener —hice una pausa dramática mientras le mostraba una amplia sonrisa y la escudriñaba de arriba a abajo —Pero se me ocurre otra cosa de mí que podrías tener entre tus dedos —me abofeteó con fuerza — ¿Supongo que ahora es cuando digo auch? —tomó sus cosas y se dirigió a la puerta.
—Abril —la llamé antes de que saliera —No veo por qué habría de molestarte tocar cabello…. —hice una pausa y puse una expresión divertida — ¿O no será que pensaste que hablaba de…?
— ¡Yo no pensé nada! —me interrumpió nerviosa.
—Si, eso creí —dije mientras la miraba acusadoramente.
Ella solo pudo encogerse de hombros y ponerse roja. Salió de allí dejándome solo. Me puse de pie y decidí salir también. Quedaban unos 5 minutos antes de que empezara la siguiente clase, y necesitaba fumar un cigarrillo.
Salí del salón y comencé a caminar por el pasillo. La chica que sería la conquista de esta semana se acercó mirando para todos lados a mí. Tal vez se estaba percatando de que Mary no la viera o algo por el estilo.
—Hola bonito —dijo con una pequeña sonrisa.
Sonreí fingidamente. Como me irritaban las chicas como ella. Siempre se la pasaban hablando de lo mismo. Nunca podías tener una conversación normal y larga con ellas. Aunque en la mayoría de los casos no me interesa conversar con ellas.
Volvió a mirar para sus costados y cuando se percató de que nadie nos veía se acercó a mi boca y comenzó a besarme. Mis ojos estaban bien abiertos ante esto, no me esperaba que fuera tan… demostrativa.
No cerré los ojos, no me gustaba cerrar los ojos cuando las besaba. Revoleé los ojos, esperando a que de una buena vez terminara.
No era muy buena besadora... Al fin se alejó de mí. Sonreí sin separar los labios.
— ¿Y eso? —le pregunté.
—Un pequeño adelanto —dijo.
Escuché una risa muy chistosa desde lo lejos. Me incliné un poco hacia mi derecha y allí estaba ella, riendo divertida con Carlos y Blas.
Carlos estaba haciendo unas caras divertidas mientras Blas envolvía a Abril por el costado de su cintura y la sostenía cerca de él. Torcí la cabeza y miré sin entender. Volví mi vista a la chica frente a mí… Agh, me molesta cuando no recuerdo sus nombres.
—Lo siento….
—Kate —dijo algo sorprendida.
—Si, lo sé —le dije como para que no se sintiera muy usada —Nos vemos luego, Kate.
—Está bien lindo —dijo y se quiso acercar de nuevo a mi boca, pero fui más rápido que ella y bese su frente.
Me alejé de ella y comencé a caminar hacia los dos payasos de circo y la dueña del mismo. Al instante en que Blas me vio, soltó a Abril y ambos dejaron de hacer caras. Abril los miró sin entender y se giró a verme.
—Dios… —susurró fastidiada —Bueno chicos, gracias por las risas. Pero ya me voy…
Quiso alejarse, pero rápidamente la tomé suavemente de la cintura y la jalé hacia mí.
— ¿A dónde vas hermosa? —le dije mirándola fijamente a los ojos.
— ¡Suéltame Fernández! —dijo y comenzó a forcejear para salirse de mi agarre.
— ¿Cuál era el chiste? —pregunté a mis dos amigos.
— ¡Suéltame! —volvió a intentar.
— ¿No escuchaste lo que te dijo? —preguntó él detrás nuestro.
Sin soltarla me giré a verlo.
—Gango —dije y sonreí.
—Suéltala Fernández, te lo advierto.
—Harry, tranquilo —dijo ella y con un movimiento más se soltó de mi brazo —Es solo un niño.
— ¿Vamos? —dijo él.
—Vamos —afirmó ella y sonriéndole a Carlos y a Blas se alejó de nosotros.
—La hiciste buena, Dani. Ya casi la tenia —dijo Cantó.
— ¿Ya casi la tenías? —Dije y me giré a verlo —Ya te lo dije, esa es mía.
—Hagamos una cosa —habló Carlos —Blas y yo te damos 400 dólares si logras llevártela a la cama.
—Oye —se quejó Blas.
—Tiene que ser la conquista de esta semana —dijo Carlos.
—Pero ya tengo una —aseguré.
—Vamos Fernández, ¿Acaso eres un gallina? —se burló Blas.
—Si llegamos al lunes que viene y aun no te has estado con ella. Tú nos das 200 dólares a cada uno de nosotros —dijo muy seguro de que eso iba a suceder.
— ¿Aceptas? —preguntó Cantó.
—Está bien sucias —les hablé y sonreí maliciosamente —Vayan preparando ese dinero, porque esa preciosura de Abril estará mañana mismo entre mis sábanas.






Hola amores!!

Espero que os haya gustado el capítulo y espero vuestros comentarios de lo que os ha parecido.

Gracias una vez más por leer.

Besos, María.

lunes, 14 de julio de 2014

Adicto a Ti - Capítulo 4


Capítulo 4:
 
 
¿Qué sucede? —preguntó Carlos mientras íbamos al estacionamiento.

Habíamos tenido un día largo, por lo menos yo.

Después del taller de música no había vuelto a tener oportunidad de hablar con la nueva, así que lo dejé pasar y me reuní con los chicos.

En el camino quedé con la chica de esta semana. Al parecer la nueva será la de la siguiente semana, para mi suerte todavía hay chicas que no le temen a Mary y sus amenazas.

—Nada —afirmé desconcertado por su pregunta — ¿Por qué lo dices?
—Tienes cara de estar concentrado y molesto por algo —aseguró Blas mientras dejaba salir el humo del cigarro.

Solté una sonora carcajada.

—Es solo que Mary me revienta —mentí. El recuerdo de mi madre me había estado persiguiendo desde la clase de baile con Abril —No sé cómo pude ser capaz de relacionarme con ella —dije.

En ese momentoMary pasó por el estacionamiento, se volteó y a pesar de todo me saludó agitando su mano derecha. Y en ese preciso instante una brisa sopló levantándole la falda.

—Esta bien, tengo una breve noción del porque —terminé aceptando al ver sus piernas.
—Me das asco, amigo —dijo Carlos —Tú no discriminas a ninguna —me acusó y yo absorbí un poco de mi cigarro.
—Es la envidia la que te hace hablar —le afirmé.
—No —intervino Blas—Esta vez tengo que estar de acuerdo con Carlos, no conoces de límites, Dani. Uno de estos días alguien te dará una lección —dijo como abuelito.

Yo solo revoleé los ojos y lo dejé pasar.

—Pero mientras tanto, soy feliz con mis conquistas —repuse con una sonrisa de autosuficiencia.
— ¿En verdad lo eres? —preguntó Carlos con cara de preocupación y alzando una ceja.
—Por supuesto —afirmé — ¿Acaso tú no lo eres? —le devolví la pregunta.

Él solo se encogió de hombros.

—Ciertamente, me gustaría estabilizarme un poco —confesó y yo no pude más que quedarme callado.
—Es cierto —le siguió Blas —Esto ya empieza a aburrirme —confesó encogiéndose de hombros. Trague saliva
— ¿Bromean cierto? —dije con temor a perder a mis amigos, y ellos solamente soltaron una sonrisita maquiavélica —¡Son unos idiotas! —les dije.
-¡Debiste haber visto tu cara! —exclamó Carlos
 en medio de una sonora carcajada.

Pero mi mirada se distrajo al ver a mi nueva compañera cruzando el estacionamiento.
La miré bien, ella se subió a un auto plateado del cual no pude ver el conductor. Pero no tardé en reconocer el carro.

Tan seguro como que el cielo es azul estoy seguro que ese auto es de Álvaro Gango. El tipo que cursa la carrera de arquitectura.

—Mejor aun deberías ver tu cara de ahora —demandó Cantó —Te has puesto morado, deberías respirar con más naturalidad. Te recomiendo el yoga —solo gruñí.
— ¿No te gusta que se te adelanten, no? —dijo Carlos mirando el auto que yo miraba.
—No —gruñí una vez más sintiéndome descubierto por mis amigos. Luego absorbí un poco más del cigarrillo y lo arrojé. Me monté en la moto —Pero igual tengo a muchas otras esperando.
— ¡Así se habla! —exclamó Blas contento.
—Me agradas cuando eres así de optimista —declaró Carlos.

Ellos también subieron a sus vehículos y salimos del estacionamiento.

Esta noche decidimos salir al bar de siempre. Aunque Blas se puso renuente al principio por el hecho de que mañana teníamos clases.

Eran cerca de las 11:36 p.m. yo aun quería tomarme unos tragos más y seguir jugando al pool con Carlos, pero la sensatez de Blas estaba por mandarnos a casa en cualquier momento.

El ambiente cargado del lugar, el metal fuerte sonando por alguna de las bocinas que servían de aspecto decadente, y los hombres rudos, que se habían hecho así a base de golpes y desilusiones de la vida. El lugar lleno de humo de cigarrillo y la mesera suficientemente guapa pero demasiado inteligente como para tomar en serio a alguno de los patanes que frecuentamos este bar…

¡Aaagh este definitivamente era mi hogar!

Estábamos en medio de un partido de pool los chicos y yo cuando de la nada aparece Gango seguido por el chico… Mmm, La Fuente creo que se apellida.

Universidad pequeña infierno grande.

Parecía como si hubiesen sido sacados de una lavadora, demasiado acicalados como para encajar en un lugar como este y sin embargo trataban de actuar con naturalidad en un ambiente completamente ajeno a ellos… eran más falsos que una obra escolar de niños de preescolar.

— ¿Una competencia? —preguntó Gango.

¿Cómo lo conozco? Ya lo dije, Universidad pequeña… infierno grande. Le sonreí.

—Por supuesto, solo di cuanto deseas perder —dije.
—Mil dólares —soltó rápidamente.
— ¿Seguro que sabes jugar al pool? —le pregunté con sarcasmo.
—Deja de jugar y elige un compañero —pidió.
—Jugaré con Marco —dije y mi amigo dio un paso al frente.
—David—dijo él y su amigo salió de entre la gente con un trago entre las manos.

Al parecer estaba sorprendido de verse envuelto en esta pequeña partida pero al mismo tiempo satisfecho… emocionado por la competencia.

—Al parecer hace mucho que no jugabas —se burló Gango.

Ellos estaban jugando mejor de lo que pensé. Al final solo me quedó llegar a dos conclusiones:

¿O ellos son demasiado buenos o nosotros estamos distraídos esta noche?
Me quedó con lo segundo.

— ¿Quieres hacer algo de vandalismo con sus autos, esta noche? —me preguntó Carlos en un susurro sin que nadie excepto Blas se percatara. Sonreí por lo bajo.
—Ganaré esta partida —dije autosuficiente a Carlos.

Me tocaba a mí, era el último tiro, el decisivo para ganar. Un ángulo difícil, necesito darle 4 veces a la mesa para que la bola blanca vaya en la dirección correcta para meter la última en el hoyo. Difícil… pero no imposible.

Golpeé la bola y por ese mínimo de tiempo en el que la bola recorría la mesa, recé por que la hubiese golpeado con el taco, con la suficiente fuerza como para que hiciera todo el recorrido.

Golpe uno… [conté mentalmente mientras que todos observaban absortos la bola y su recorrido casi maratónico]

Golpe dos… [por favor no te detengas]

Golpe tres….

Golpe cuatro, golpeó la bola y esta entró. [ganamos]

Si bien no me puse a brincar, si los irrité con mi actitud autosuficiente

— ¿Decían? —pregunté con sorna y Carlos estiró la mano para recibir el dinero.

David los coloco con ira en su mano. Carlos se iba a dejar ir contra él, pero lo tranquílese poniendo mi mano en su hombro mientras Gango y yo nos mirábamos casi retándonos con la mirada.

— ¿Qué haces en este bar Gango? —lo cuestioné.

Tenía toda la noche reteniendo esa pregunta en mi mente.

— ¿Acaso no puedo salir a divertirme? —dijo.

Sonreí levemente, en verdad era extraño.

— ¿A un bar? —dije mientras levantaba una ceja.

Un tipo, unos metros atrás, buscaba problemas con algún incauto que había hecho algo que lo molestase.

De seguro era Hook, un chico un poco más mayor que nosotros. Tan grande como un muro y tan duro como el asfalto, 23 años de vandalismo, más bien de destrucción masiva. Luego se escuchó cómo se quebró una botella…

Hook se la había quebrado en la cabeza al otro muchacho. Mejor demostración de que este no era lugar para ellos no podría haber conseguido.

—Tú estás aquí ¿no? —dijo un poco intimidado.
— ¡Hey Hook! —le hablé y este me escuchó al otro lado del lugar.

Soltó al chico, el cual sangraba a chorros y alguien más lo auxilió, mientras Hook caminaba intimidante hacia nosotros.

Se paró a un lado de mí y volteó a ver despectivamente a Gango. Saludó a Blas y a Carlos amigablemente como siempre era con nosotros.

— ¿En qué te puedo ayudar, Dani? —dijo con servicial vehemencia y mirando con toda su ira hacia Gango y su amigo… La Fuente, creo.
—En realidad, quería pedirte que llevaras a tu… 'amigo' fuera para arreglar sus asuntos. Ya sabes, estas poniendo a 'los nuevos' un poco nerviosos —miró con los ojos entrecerrados y casi arrojando llamas por ellos a esos dos.

Ellos solamente se quedaron quietos, inmóviles como estatuas.

Como si tuvieran enfrente a un toro salvaje y ellos solo tuvieran la manta roja y no la espada en la mano.

—Nosotros ya nos vamos —dijo Gango mirándome a mí —Solo quería verte en tu… ambiente
—dijo y se volteó. Caminó hacia la puerta.
—Hook —solamente dije y este se paró frente a ellos impidiéndole el paso.
Gango se giro a verme — ¿A qué has venido exactamente? —le pregunté.
—Ya te lo dije, a verte.
—¿Acaso te gusto? —dije lascivo y con sorna.

Todos a nuestro alrededor rieron haciendo que Fernández se pusiera un poco rojo.

—Te vi caminando con Abril… solo quería conocerte un poco más.
— ¿Y tú que eres de ella? —pregunté más interesado de lo que en verdad debería estar.
—Un… muy cercano amigo —dijo y me sonrió. Lo mire fijo, desafiante.
—Bueno, un muy cercano amigo, mejor te vas antes que decida que necesitas dormir en un hospital para que aprendas a no meterte en mis asuntos —lo amenacé.
—No me malinterpretes —respondió —Tú no me interesas en lo más mínimo, es Abril por quien estoy aquí.
— ¿Acaso ella te mandó? —le dije. Soltó una leve risa.
—No, ella está muy ocupada como pensar en ti…
— ¿Eso crees? —le pregunté burlón.

Su mirada cambio notablemente.

— ¿A qué te refieres? —me dijo.
—Nada, nada —dije haciéndome el interesante —¿Y qué es lo que piensas después de esta noche? —pregunté burlón.
—No eres su tipo —respondió secamente y se fue.
— ¿Lo seguimos? —preguntó Hook.
—A sus motos —respondí.
—Un delito más y el juez revoca la sentencia, Dani —dijo Blas como la voz de mi conciencia.
—Lo sé… pero no haremos nada. Un susto nunca le ha hecho mal a nadie —dije inocente.
—Mejor te quedas, vamos te invito yo —insistió y Carlos, pidió las cervezas.
—Blas tiene razón Dani, si deseas pelear sabes que tendrás que hacer que él de el primer golpe.

Blas lo miró con los ojos envenenados.

—Me uno a la masacre solo si prometes que te cuidaras la espalda y no harás estupideces surgidas solo por el impulso —acotó Cantó.

Rechine los dientes.

— ¿Qué pasa Blas? —preguntó Hook —¿Ahora le temes a la policía?
—No bromees—le dije fastidiado y él se volvió a sus asuntos — ¿Y ahora? ¿Qué
demonios haremos? —dije enfadado y aún enojado por la inoportuna visita de aquel tipo después de algunas cervezas.
—Relájate hermano… solo es un imbécil.

Carlos palmeó mi hombro mientras tomaba un poco más de cerveza. Tomé mi vaso y también tomé.

— ¿De dónde conocerá a Abril? —la pregunta salió sola de mi garganta.
—Quizás sean amigos de la infancia —habló Blas.
—Lo que sea, ese tipo es un idiota —dije.
—Si, y su amiguito La Fuente, también —agregó Carlos.
—Aun estamos a tiempo de ir tras ellos —me dijo Hook, tentándome más de lo que realmente debía.

Tenía demasiadas ganas de ir tras ellos y enseñarles lo que es bueno.

—Ya Hook, deja de tentarlo —le pidió Carlos.
—Eres un aburrido —le dijo a Carlos.
—Es temprano aún… solo será un poco de diversión —insistí.

Mi amigo negó con la cabeza.

—Es lunes, hay que volver.
 
 
 
 
 
 
Hola amores!!!
 
Espero que os haya gustado y espero vuestros comentarios. Gracias por leer.
 
Besos, María.