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The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

martes, 25 de marzo de 2014

Story of my life - Capítulo 36


Capítulo 36:




Ella se despertó sintiéndose completamente renovada, una nueva persona… Su cerebro aun estaba medio dormido, así que todavía no entendía bien el motivo. Entonces se movió un poco para sentir un poco de piel caliente debajo de su cuerpo. 

Abrió un ojo y miró hacia arriba. Aquel rostro era el de un ángel. El ángel más hermoso que ella había visto en su vida. Levantó un poco la cabeza hasta apoyar el mentón en aquel perfecto pecho masculino. 


Los leves rayos de sol que entraban por la ventana bañaban suavemente el rostro que ella estaba observando. Y sus pestañas brillaban, al igual que sus cabellos… mostrando un suave tono dorado. Un tono celestial. Sonrió y recordó cada caricia, cada beso, cada palabra que habían compartido hasta caer en un hermoso sueño, juntos. 


Intentó levantarse, pero no pudo. Había un pequeño peso sobre su cadera que se lo estaba impidiendo. Miró y vio el brazo de Álvaro que la sostenía cerca de él de manera posesiva. Volvió la vista a su rostro y aquellos hermosos ojos mieles la estaban mirando. 


—Pareces un ángel —habló él con la voz ronca. María se mordió el labio inferior y luego escondió el rostro contra él.
—Y tú eres la cosa más hermosa que he visto en mi vida al despertar —murmuró ella contra su pecho. Álvaro sonrió y soltó el aire acumulado en sus pulmones. 


Se incorporó un poco y tiró de ella, hasta que su rostro estuvo frente al suyo. María mantenía la mirada baja.


—Mírame —ordenó él.
—No puedo —dijo ella. Álvaro frunció el ceño.
—¿Por qué? —quiso saber él… ¿Acaso estaba arrepentida de lo que había pasado entre ellos? Su cuerpo se tensó ante aquella idea. Tal vez ella simplemente no había sentido lo mismo que él, y ahora quería… huir.
—Porque si te miro voy a morirme de amor…


Sus músculos se relajaron bajo el suave peso femenino. Tenerla así, desnuda, contra su cuerpo era irreal. Sentir con cada célula de su cuerpo a la mujer que amaba era inexplicable. 


—Vamos, mi amor, mírame —le pidió. 


María levantó la mirada bajo sus espesas pestañas, hasta encontrarse con el perfecto iris color miel. Y si, acababa de morirse de amor. 


—Gracias —susurró ella. 


Él arqueó una ceja interrogativamente.


—¿Por qué? —preguntó y marcó el contorno de su cuello con un dedo. María se estremeció y cerró los ojos suavemente.
—Por hacer galopar mi corazón como si fuera un… caballo salvaje. 


Él alzó un poco más la cabeza y capturó sus labios, para luego recostarse con ella y girar sobre el pequeño colchón, atrapándola debajo de él. María gimió suavemente dentro de su boca. Y aquello fue un incentivo.
La morena rodeó sus fuertes hombros, acercándolo más a ella. Pero entonces el relinche de un caballo los hizo alejarse. Álvaro se incorporó un poco para mirar por la ventana y observar a White allí acercándose al lago para tomar agua. Suspiró, era hora de volver a la realidad. Volvió a mirar a María.


—Debemos volver…


Ella hizo un leve puchero.


—Nooo…
—Si —asintió él divertido y se puso de pie para comenzar a vestirse. Él, más que ella, tenía ganas de quedarse allí durante toda la vida junto a ella. Pero era consciente de que tenía un trabajo y varias cosas para supervisar y arreglar. Vio que María no hacia ningún esfuerzo por ponerse de pie —Vamos, arriba.
—No quiero —dijo cruzándose de brazos.
—María, tengo que trabajar…
—Al demonio con tu trabajo —aseguró. Él soltó una estrepitosa carcajada. Ella simplemente parecía una niña peleando por un dulce.
—Vamos, mi amor… Recuerda que tu padre necesita cuidados y que prometiste hacerte cargo de los negocios.


Ella se puso rápidamente de pie y comenzó a vestirse también. Él sonrió y la miró divertido.


—Tienes razón, soy una irresponsable —aseguró ella mientras comenzaba a ponerse el vestido.


Álvaro terminó de acomodarse y se acercó a ella para abrazarla por detrás. 


—Jamás podré olvidarme de esto, María —le susurró al oído para luego besarle el costado del cuello. Ella suspiró gustosamente y se recostó contra su pecho, sujetándose de los brazos que rodeaban su cintura.
—Ni yo… —aseguró. 


Giró entre sus brazos para mirarlo bien de frente y divisó su camisa entreabierta. Intentó abotonarla pero descubrió que le faltaban varios botones. Lo miró divertida. El se encogió de hombros.


—Bien… anoche cuando me forzabas a entrar desnudo al lago…
—¡Yo no te forcé! —intentó sonar ofendida pero no pudo. Se estaba aguantando las ganas de reír.
— …sin querer arranqué algunos botones de mi linda camisa. Era la mejor que tenía, y ahora simplemente no sirve —bajó la mirada como un niño triste. María sonrió y le dio un beso en medio del pecho, haciendo que él respirara profundamente.
—Te ves condenadamente bien con la camisa a medio abotonar —dijo pícara.
—María… —advirtió él. 


Ella rió y se alejó de él para acercarse a la puerta.


—Vamos, aburrido, llévame a casa… —abrió la puerta y luego se giró a verlo —Por no haberte quedado aquí conmigo. Vas a pensar todo el día en lo que podríamos haber hecho.


Salió de allí dejando a Álvaro con la boca levemente abierta. Entonces él reaccionó y maldijo por lo bajo. Sabía que ella tenía razón.





Hola amores!!

Siento la tardanza, espero que os haya gustado el nuevo capítulo. Os recuerdo lo de la entrada del aviso para poder participar en la proxima novela. También os recuerdo que solo quedan 5 capítulos de esta.

Gracias por leer.

Besos, María.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Story of my life - Capítulo 35


Capítulo 35:



Contiene escenas subidas de tono, si lees estas bajo tu responsabilidad, yo ya he avisado.

María sonrió al ver que él no hacía nada. Solo estaba allí, flotando, mirándola como si se tratara de una loca. Al parecer tendría que hacer algo más para hacerlo reaccionar de una buena vez. Entonces se acercó a la orilla y salió del agua, siempre dándole la espalda. Escuché una suave maldición por parte de él y se mordió los labios. Se acercó a su ropa y comenzó a vestirse. Cuando ya iba por el vestido, lo miró sobre su hombro. Él estaba en el mismo lugar. Realmente él estaba teniendo una guerra en su interior. Ella terminó de vestirse y se giró del todo a verlo.

—Ya que has planeado algo… vamos a hacer lo que preparaste —le dijo y entonces se dirigió hacia la pequeña casita.


Álvaro observó como ella se alejaba de allí e ingresaba a la pequeña casita. Bien, pensó, todo estaba saliendo perfectamente bien. Si, claro. Él se estaba comportando verdaderamente como un niño odita que no sabía como reaccionar. Pero haber escuchado aquel ‘te amo’ de sus labios, lo había dejado completamente sin pensamientos, sin habla, sin reacción. Lo que si había reaccionado a ella había sido su cuerpo. Maldita sea, en situaciones así odiaba ser hombre y tener algo que demostraba completamente su excitación. Haber visto su cuerpo desnudo de espaldas, no lo había ayudado mucho a concentrarse. 
María López comenzaba a jugar con fuego y él sabía que ambos iban a quemarse. 

Suspirando nadó hacia la orilla y salió para vestirse rápidamente. Cuando se colocó la camisa, se dio cuenta de que no podía abotonarla, así que la dejó así nomás. Sacudió un poco la cabeza, para secar su cabeza y respiró profundamente antes de caminar hacia la casita. Bajó la mirada a su entrepierna, aun no se había calmado.


—Compórtate, compañero —le pidió —Si te mantienes a la raya, va a ser mejor…


Se detuvo frente a la puerta y suspiró antes de entrar. Divisó que ella estaba parada mirando la parte de la pequeña cocina. Se giró a verlo y le entregó una dulce sonrisa.


—Esto es realmente hermoso, Álvaro —le dijo.
—Me alegro que te guste…
—Veamos que hay para cenar —ella se acercó a una cesta y comenzó a sacar la comida. Él solo la observaba. Entonces puso todo sobre la mesa y se sentó —¿No te sientas?


Él asintió y se sentó en la silla que estaba pegada a la de ella. María lo miró fijo a los ojos, haciendo que él se sintiera más intimidado. Pero ¿Qué diablos pasaba con él? Allí estaba la mujer de su vida y lo único que podía hacer era comportarse como un completo imbécil.


Entonces ya no lo dudó. Nada ganaba con seguir con ese estúpido jueguito de quedarse callado y haciendo nada. Se acercó en una respiración a ella y tomó su boca con la suya. María gimió suavemente contra sus labios. Álvaro la tomó de la nuca, acercándola más a su beso. Ella levantó los brazos y rodeó su fuerte cuello, para no caerse. Cada parte de ella temblaba con aquel hermoso sentimiento que latía en su corazón.


—Te amo —murmuró él soltando su boca levemente para comenzar a besar su mentón. Los ojos de ellas seguían completamente cerrados, entregándose a cada sensación. 


Álvaro bajó sus labios hacia su garganta. Encontró aquel punto en donde su pulso latía desenfrenado y la lamió suavemente. Un escalofrío caló hasta los huesos de la morena. Pequeñas gotas de agua caían cerca del escote de su vestido, desde el cabello húmedo de él, erizándole la piel. 


Álvaro volvió los besos hasta su rostro. Besó sus ojos, uno por uno, con suma delicadeza. Bajó a su nariz, luego besó sus mejillas y cuando ella esperó que volviera a su boca. Él se puso de pie. Ella abrió los ojos para mirarlo algo extrañada. Él estiró su mano y se la entregó. María no lo dudó y la tomó. Álvaro la puso de pie, en un solo tirón y la pegó a él, volviendo a capturar su boca. Ahora ya no era un beso suave. Era un beso cargado de pasión y deseo. Un beso que le hizo temblar hasta el alma. Sus lenguas se mezclaron y a ella le costó respirar. Pero no podía detenerse, tampoco quería que él lo hiciera.


Sus manos se apoyaron sobre su pecho. Gracias a que la camisa estaba abierta pudo sentir el ardiente calor de su piel. Le cosquilleó el estomago con una irreverente expectación. Sabía que iban a hacer el amor. Pero no estaba lista para los sentimientos que se despertaban en su interior. Y se sintió asustada. Sintió miedo de no ser lo que él esperaba.


—Eres todo lo que siempre he soñado —dijo él como si acabara de leer sus pensamientos. María levantó un poco la mirada para encontrarse con su profunda mirada —Eres eso y mucho más…

—¿Crees que esto funcione? —preguntó.

Necesitaba saber si él creía que aquello no era algo pasajero. Álvaro levantó la mano y acarició su rostro. Volvió a besar la punta de su nariz. 


—Apostaría mi alma a que si…
—Te amo…
—Te amo.


Volvieron a besarse. Álvaro posó sus manos en la delicada espalda de María, y buscó el cierre de su vestido. Lo bajó delicadamente. Llevó la boca a su hombro derecho y lo besó delicadamente. María hundió los dedos en sus cabellos. El pequeño bretel del vestido cayó hacia un costado y Álvaro se encargó del otro. La prenda cayó al suelo delicadamente. Ella tenía los ojos cerrados, sintiendo que así sentía todo más intensamente. 


Entonces él la levantó en brazos, instintivamente María colocó los brazos alrededor de su cuello y lo miró a los ojos. 


Caminó con ella en silencio hasta llegar a un costado de la pequeña casita en donde se encontraba una cama, en la que apenas entraba una persona. María la miró y luego volvió la vista a él. Iban a estar más que pegados en ese lugar. Acercó su rostro al de él y acarició su masculina mejilla con la nariz. Respiró profundamente para llenarse el cuerpo de su aroma. 


Álvaro la tendió delicadamente en la cama, que hizo un pequeño crujido ante el nuevo peso que llevaba encima. Ella simplemente lo observó allí parado. Él se quitó la camisa y se inclinó sobre ella volviendo a besarla.


María comenzó a recostarse, llevándolo junto a ella. Álvaro se posicionó cuan largo sobre el delicado cuerpo de la morena. Pero trasladó todo su peso a su brazo derecho, para no llegar a aplastarla. El brasear de ella le mojó el pecho y entonces sin dudarlo, se alejó un poco y se lo quitó. Ella contuvo el aliento, y sintió que un suave calor le cubría aquella parte de su anatomía y corría rápidamente hacia sus mejillas. ¿Ahora sentía vergüenza? Luego de haberse comportado tan descaradamente hacia unos cuantos minutos, no se atrevía a mirarlo a los ojos. Sintió que Álvaro le levanta la barbilla con el canto de su mano. 


—No volverás a irte, ¿verdad? —le preguntó.
—No… —murmuró ella. 


Él volvió a besarla, tomando hasta la última gota de dulzura de sus labios. Y María sabía, sabía que jamás iba a poder dejarlo. Él estaba metido debajo de su piel, en su corazón. 


El resto de las ropas que ambos llevaban terminaron silenciosamente en el suelo. Sus corazones latían al mismo ritmo, diciéndose todo sin decir nada.


Entonces María rodeó aquellas fuertes caderas y Álvaro entró en ella, sin dejar de mirarla a los ojos. Ella se aferró a sus hombros y un suave gemido se le escapó de los labios. Notó que él estaba tenso, ¿creía que podía hacerle daño?


—¿Te provoco dolor? —preguntó él en un gruñido. Lo que más odiaba era saber que podía lastimarla... de la forma que fuera.
—Se siente hermoso —murmuró ella y lo alentó a que se moviera un poco más. Era la gloria, su cuerpo tan pesado encima de ella, su piel tan caliente, sus músculos duros y fluidos —Más, Álvaro. No voy a romperme. No puedes hacerme daño…


Entonces él se enterró en ella, María gimió su nombre y arqueó su cuerpo hacia el suyo. Elemental como respirar, era tenerlo en su interior. Jamás había sentido nada como aquello. Y era simplemente suyo. 


Cuando comenzó a moverse desenfrenadamente, sus labios encontraron los de ella y metió la lengua en su boca, tuvo el fugaz pensamiento de que nada en su vida volvería a ser lo mismo, jamás.


Y luego perdió su cuerpo, que se disparó por encima del borde, para caer en una lluvia de estrellas. Como si estuviera a cierta distancia oyó a Álvaro rugir y convulsionar, sacudiéndose una vez, y luego otra y otra más y muchas otras veces más.


Él se dejó caer sobre ella pesadamente, y María lo acunó con sus brazos, para luego besarle la frente que estaba a su alcance. Permanecieron unidos, entrelazados y sus respiraciones continuaron siendo agitadas durante un largo rato.


Álvaro levantó la cabeza y la miró a los ojos. Se sentía el hombre más afortunado del mundo. Nada podía salirle mal. 


—María… ¿qué vamos a hacer respecto al futuro?
—Construirlo… juntos.


Él sonrió y la besó cortamente antes de volver a apoyar la cabeza en su pecho y escuchar los latidos de su corazón. 


—Es muy novelesco esto de la hija del jefe y el peón de la estancia…


Ella rió entrecortadamente y acarició su espalda. 


—Simplemente es nuestra historia.








Hola amores!!!

Espero que os haya gustado el nuevo capítulo y espero como siempre vuestros comentarios. Tengo que deciros que quedan muy pocos capítulos para terminar la novela asi que aprovecharla y disfrutarla al máximo. También os recuerdo lo de la entrada que pone AVISO por si alguna quiere participar en mi próxima novela que suba, allí tiene toda la información.

Gracias por leer.

Besos, María.

sábado, 15 de marzo de 2014

Story of my life - Capítulo 34


Capítulo 34:




María caminó con cuidado, acercándose a White, que estaba allí parado… como esperando algo. Llegó hasta él y le acarició el hocico. 

—Hola, muchacho —le dijo de manera tierna —¿Tú eres lo que me estaba esperando?


White meneó la cabeza y resopló en respuesta. Ella sonrió y entonces divisó la nota que colgaba en el bozal del animal. La tomó sin dudarlo.


Para volver a ver a Álvaro, tienes que subirte a White y dejar que te lleve… él sabe el camino. Mejor que vayas sola, puedo hacerle algo al ‘papacito de telenovela’ si vienes acompañada… firma, Teddy.


Sonrió y se guardó la nota en el pequeño bolsillo que tenía su vestido de verano. Se había puesto algo cómodo luego de que Álvaro se había ido a hablar con Evangelina. Y había encontrado entre sus cosas un fresco vestido rosa pálido que en él tenía florcitas de variedades de colores. 


Se subió a White y el corcel blanco comenzó a andar apenas ella se acomodó. María se sorprendió un poco, pero lo dejó andar tranquilo. Levantó la cabeza para mirar el cielo. Estaba completamente despejado y las estrellas parecían interminables. Era perfecto. Era una agradable noche de verano. No hacia calor, tampoco frío. No había viento, pero si una suave brisa que casi pasaba desapercibida. 


Entonces White comenzó a andar más rápido y a adentrarse en el bosque. María tomó las riendas e intentó detenerlo, pero el caballo no lo hizo. ¿Hacia donde la estaba llevando? Comenzó a preocuparse. No le gustaba la oscuridad que había en aquel lugar. Y sabía que había un par de animales salvajes por allí. El corazón comenzó a latirle con nervios. Pero entonces recordó la carta… White sabía a dónde la estaba llevando. Solo tenía que confiar en él y en… ¿Teddy el asesino?


Sonrió y negó con la cabeza. Aquello si que había sido una gran ocurrencia. Romántico, pero a la vez divertido. Conocía una nueva faceta de Álvaro. Al parecer se le daban bien las ideas… Pensó en las veces que Evangelina pudo haber recibido ese tipo de atenciones. El estomago se le encogió de celos. No, él ya no estaba más con ella. Lo presentía. 


White empezó a andar más rápido y María se aferró con él con fuerza. Al parecer se estaban acercando a su destino. El caballo salió de entre los árboles para meterse a lo que ella sin duda llamó: pequeña porción de paraíso. 


Su boca se abrió sin poder creerlo. ¿Cómo era posible que casi se había olvidado de aquel lugar? White se detuvo y ella se bajó. El sonido de la cascada llegó a sus oídos y giró para apreciar el espectáculo que había frente a sus ojos. El pequeño lago estaba completamente iluminado por aquella enorme luna blanca, que parecía estar más cerca de ella de lo normal. Respiró profundamente y el suave olor a agua pura, noche calma y libertad le entró a los pulmones. Cerrando los ojos se dejó llevar por los sonidos de la naturaleza. Había tanta paz allí, se sentía tan bien. Pero entonces recordó que por allí tenía que estar su príncipe. Abrió los ojos de golpe y miró a sus costados, buscándolo. 


—¿Buscas a alguien? —preguntó él. 


María se sobresaltó un poco y giró rápidamente para encontrarlo allí. Su corazón había sufrido un gran susto por su causa, pero aun así le sonrió.


—Me asustaste —le comentó. Él sonrió y se encogió de hombros.
—Lo siento, no quise hacerlo —aseguró. 


María miró a su alrededor una vez más y luego volvió la vista a él. Se veía tan… hermoso. Y la luz de la luna jugaba con el brillo de sus bellos ojos. Llevaba puestos unos vaqueros desgastados y una de sus siempre camisas sin mangas… los botones llegaban hasta la mitad de su pecho. Dejándole ver un poco de aquella bronceada piel. Quería tocarlo… se mordió la mejilla por dentro de la boca. Tenía que controlarse un poco. 


—¿Estás bien? —quiso saber ella —Temía por tu vida… ese Teddy parece ser muy malo.
—Y lo es —asintió Álvaro poniendo su mejor cara de preocupación. Se le estaba haciendo imposible concentrarse y seguir el juego al pie de la letra. Simplemente porque ella no podía verse más hermosa y encantadora. Solo quería besarla hasta que el dolieran los labios y no pudiera respirar —Está completamente loco. Cree que tú eres suya y me odia porque dice que nos vio… besándonos un par de veces —ella se sonrojó un poco —Yo intenté decirle que no era nada serio… —María alzó las cejas —Por ahora… Además creo que esta loco, porque de verdad hace mucho tiempo que está esperándote.
—¿Cómo? —preguntó ella.


Como quitándole importancia a la situación Álvaro frunció el ceño y dio un paso hacia ella, quedando un poco más cerca. Levantó su mano y acomodó unos mechones de su largo cabello detrás de su oreja.


—Verás… compré ese oso un año después de que te fuiste. Como pensé que ibas a volver ese verano, creí que iba a gustarte. Pero no volviste así que Teddy estuvo encerrado en un viejo baúl hasta hoy…


María sintió una presión en el pecho. Así que ese era el motivo por el cual Teddy estaba completamente loco.


—Lo siento —murmuró.
—No, nonono, mi amor —sonrió él y la tomó del mentón —No te disculpes. Mejor tarde que nunca, ¿verdad?


Ella asintió levemente. Se mordió los labios para no sonreír como una imbécil a causa de que su corazón latía acelerado porque él la llamaba ‘amor’. Sonaba tan bien en sus labios. 


Entonces se alejó de él para caminar a su alrededor y seguir observando aquel maravilloso lugar. Álvaro se acercó a White y le dio la orden de ir junto a Estrella y Apolo, pero volver por la mañana. El caballo se fue de allí, dejándolos completamente solos. 




Giró para ver en donde estaba su princesa. Y allí estaba, miraba todo como si jamás hubiese visto algo igual. Se le llenó el corazón de amor por ella. Si, era amor… mucho amor. 


— Álvaro —dijo ella sin dejar de mirar hacia todos lados.
—¿Qué? —le preguntó él mientras se acercaba.
—¿Por dónde bajaste hoy cuando te dije que me siguieras? —le preguntó. Él frunció el ceño. No esperaba que dijera eso. Se encogió de hombros.
—Descubrí que la casa tiene un atajo hacia abajo —le contó. Ella se giró a verlo.
—¿De verdad? —dijo sorprendida —Después vas a mostrármelo, ¿verdad?
—Si eso te hace feliz, claro que si…


Ella lo miró de manera tierna y como si de una niña se tratara bajó su mirada para mirarlo con timidez. Él sonrió bobamente.


—Este era nuestro lugar secreto, ¿no? —inquirió aun tímida.
—Así es… aquí nos escondíamos de los retos de nuestros padres. Y pasábamos tardes enteras jugando en el laguito y corriendo, saltando, etc.


Ella miró el agua.


—¿Nos metemos? —dijo y sonrió contenta.
—¿Te parece? —dijo él confundido —No tengo un traje de baño y creo que tú tampoco trajiste uno…
—Por favor —dijo ella y comenzó a quitarse los zapatos —Si yo me meto en ropa interior, es como si me metiera con una bikini…


Álvaro se tensó y sin dudarlo giró para no mirarla. No quería mirar como se quitaba el vestido, no. Escuchó el sonido de un cierre y se lo imaginó perfectamente. Su cabeza tuvo la intención de girar, pero se mantuvo firme. Luego escuchó una pequeña risita y después el sonido del agua. Giró al instante y vio su pequeño vestido Rosa tirado cerca de la orilla, junto a sus zapatos. Miró hacia el lago y ella justo asomaba la cabeza.


—María, ¿estás loca? —le preguntó divertido.
—¡Vamos, Gango, ven aquí! El agua está deliciosa…
—No lo sé…
—¿Quieres que salga a buscarte? —inquirió.
—No —se apresuró él a decirle —Pero no mires…
—¡Ay, Álvaro, por el amor de Dios! ¿Me estás hablando en serio? —él simplemente asintió. María negó con la cabeza —Bien, no voy a mirar…


Giró en el agua, dándole la espalda. Álvaro suspiró y comenzó a quitarse la camisa rápidamente. Podría decirse que casi rompió los botones para poder hacerlo rápido y dejar de parecer un idiota. Arrojó la prenda a un costado y fue hacia sus pantalones, pero entonces se detuvo y recordó aquello. ¡Maldita sea!


—María —la llamó.
—¿Qué? —le preguntó ella sin girarse.
—No puedo hacerlo —le dijo.
—¿Puedo girar? —quiso saber.
—Si, puedes girar —asintió. 




Ella giró con toda la intención del mundo de decirle algo, pero las palabras no salieron de su boca. Él simplemente parecía una especie de dios griego allí parado, observándola. 


Sin duda alguna ese hombre era perfecto en todos los sentidos. Aquellos firmes músculos surcaban todo su torso, demostrándole que era un verdadero hombre de campo. Era perfecto con aquella camisa y era aun más perfecto sin ella. Como amaba a ese hombre…


—¿Ahora cual es tu excusa para no entrar? —preguntó. Él se rascó la nuca.
—Bueno, verás yo no… —dejó de hablar. 


Se sentía demasiado nervioso. ¿Cómo diablos había olvidado ponerse aquello? La verdad era que él casi nunca usaba ropa interior, simplemente le era incomoda a la hora de montar o trabajar. 


—¿Qué? —insistió ella.
—No llevo ropa interior —susurró. 


María frunció el ceño ya que no lo había escuchado y se acercó más a la orilla.


—Habla más alto, no te escuché…
—No llevo ropa interior —volvió a decir entre dientes.
—¿Qué? —preguntó de nuevo —Por Dios, Álvaro, habla bien de una vez…
—¡No llevo nada debajo del pantalón! —exclamó nervioso.


La morena lo miró sin poder creerlo. Entonces estalló en risas, sin poder evitarlo. Álvaro la miró severamente. Aquello no tenía nada de gracioso. 


— Álvaro —dijo entre risas —¿Por qué no llevas ropa interior?
—No me parece cómodo —dijo él simplemente —Y ya deja de reírte, no es chistoso…
—Si lo es —aseguró y luego de unos segundos más, se calmó —Ya, ya no me río más de ti, ¿de acuerdo? Pero tengo la solución perfecta a todo esto…
—¿Cuál? —quiso saber él.
—No veo en dónde este lo malo de nadar… desnudos.


Ella lo vio tragar pesadamente. Se aguantó una sonrisa. No sabía de dónde es que se estaba comportando tan descaradamente. Pero con Álvaro se sentía completamente libre de hacer lo que su corazón e impulsos le decían. 


Entonces sin decir nada, se desabrochó el sostén debajo del agua y lo lanzó hacia dónde estaba su vestido. Luego estiró una mano hacia abajo y se quitó las bragas, la arrojó fuera también. 


Álvaro observó como cada prenda caía sobre su vestido y luego volvió la vista hacia ella. Si, él la había traído a ese lugar para confesarle completamente todo su amor y cenar algo dentro de la pequeña casita, que al parecer ella aun no había observado. Dentro de la casita había comida y velas esperándolos. Pero allí estaba ella, cambiando todos sus planes. Simplemente tentándolo a llegar al borde del abismo.


—Date la vuelta —le ordenó. Ella sonrió y giró para dejarle su ‘privacidad’ 


Álvaro se desabrochó los pantalones rápidamente y se los quitó de un tirón. La suave brisa de la noche le bajó como un escalofrío por la espalda. Sin quitar la mirada de María, fijándose de que no lo viera, tiró toda su ropa junta hacia un costado. 


Se acercó rápidamente a la orilla y se tiró de cabeza. El agua realmente envolvió su cuerpo, y fue de una manera agradable. 


La temperatura simplemente era perfecta. Nadó hacia la superficie y sacudió la cabeza para poder mirar a su alrededor. Y allí a unos dos metros estaba ella mirándolo con una leve sonrisa en el rostro. El corazón se le aceleró. 



—¿Ya se te fue la vergüenza? —quiso saber ella.
—Esto no es lo que había planeado —aseguró él.
—¿Habías planeado algo? —inquirió algo sorprendida. 


Álvaro asintió y nadó hacia más al centro. Alejándose un poco de María. Quería tenerla lejos para contarle cuales habían sido sus ‘planes’


—Si, planeé todo —comenzó a hablar —Primero, lo de Teddy… claro que obtuve un poco de la ayuda de Matt. La carta la hice yo y el nombre Teddy, también se lo puse yo. Es el único nombre que conozco para un oso de peluche. No me molesta si quieres cambiárselo. Luego le di las instrucciones a White y me pasé toda la tarde arreglando la pequeña casita que está detrás de ti…


María giró y entonces la vio. La vieja casita de hadas, o así ella la llamaba cuando era una niña. Observó que un par de tenues luces iluminaban su interior. Volvió la vista hacia Álvaro.


—Intenté hacer una especie de cena… pero soy muy malo para la cocina. Así que le robé algo a mamá. 

Supuestamente ahora tendríamos que estar allí dentro comiendo algo a la luz de la velas. Pero como siempre cambias todos mis planes y ahora estamos desnudos en el agua…
—Te amo, Álvaro —le dijo ella sin dejar de mirarlo bobamente. El corazón de Álvaro se detuvo y por poco y dejó de respirar —Te amo y quiero besarte en este mismo momento…









Hola amores!!! 

Espero que os haya gustado el nuevo capítulo y espero como siempre vuestros comentarios.

Gracias por leer.

Besos, María.

viernes, 14 de marzo de 2014

Story of my life - Capítulo 33


Capítulo 33:



Álvaro se sentó lentamente frente a una nerviosa Evangelina. Sabía que en cualquier momento iba a explotar, pero se estaba controlando bastante. La miró fijo a los ojos.

—¿Y bien? —inquirió ella nerviosa.
—Evangelina, lo siento…
—¡Lo sientes! —exclamó —¿Es lo único que vas a decir?
—Traté de decírtelo miles de veces, Evangelina. Pero siempre evitaste el tema…
—¡Aaaah, y por eso ahora soy la cornuda más grande de todo el condado! —casi gritó.
—Te voy a pedir por favor que no grites —dijo él —Lamento que esto tenga que ser así, Evangelina… Pero estoy enamorado de María.
—¿Acaso no te das cuenta de que ella va a cansarse de ti, Álvaro? —le preguntó reteniendo un par de lágrimas —No eres nada para esa mujer. Eres poca cosa. Un simple peón. ¿Acaso vas a vivir de ella dentro de par de años? O mejor dicho, ¿Acaso vas a aceptar irte a la cuidad detrás de ella? Porque ella no va a quedarse en este mugroso lugar para siempre…


Él se puso a pensar en aquello. Sacudió la cabeza. En ese momento aquello era lo que menos importaba. Fueran como fueran las cosas, él ya no podía seguir con Evangelina. 


—No sé lo que va a pasar, evie —dijo mirándola fijamente a los ojos —Pero lo nuestro se terminó. Ya no puedo seguir mintiéndote.
—Bien —aseguró ella mientras se ponía de pie —Espero que no te arrepientas. Yo no estaré esperándote cuando ella te de una patada…
—Evangelina…


Ella salió de allí rápidamente. Álvaro dejó la cabeza entre sus manos, mientras maldecía por lo bajo. Si, había hecho muchas cosas mal. Pero sabía que eran muy necesarias. Soltó un suspiro y se puso de pie. Por ahí dentro de unos días podría hablar perfectamente bien con evangelina, y quedar como amigos. A pesar de muchas cosas, la apreciaba. 


Se puso de pie y se acercó al refrigerador, para buscar un poco de agua. Se sirvió en un vaso y se sentó a tomarlo. Comenzó a pensar. Ahora María y él eran completamente libres para poder expresar lo que sentían.


Sonrió levemente y luego apretó los labios. ¿Qué iba a hacer ahora? Podía buscarla y llevársela a algún lugar. Entonces lo recordó. ¡Podía llevarla al valle! 


Miró la hora y apenas eran las 5 de la tarde. Aun tenía tiempo. Si… al fin iban a poder estar solos y tranquilos.


Estaba por salir de la cocina cuando la puerta se abrió y Alex entró. Álvaro alzó ambas cejas al ver el rostro alegre del rubio.


—¿Qué pasó? —le preguntó.
—Sacamos al carilindo ese de aquí y… le pregunté a Sara si quería ser mi novia…
—¿Y qué te dijo ella?
—Me dijo que… no


Álvaro se sorprendió. ¿Ella le había dicho que no a Alex ¿Luego de todo lo que habían pasado, ella le había dicho que NO?


—¿Te dijo que no? —preguntó sin poder creerlo.
—¡Mentira! —rió Alex, haciendo que Álvaro frunciera el ceño —¡Me dijo que si! ¡Maldita sea, tengo novia! 


Álvari soltó un suspiro y sonrió. Su primo parecía un niño. Tenía aquella idiota mirada y los ojos le brillaban. 


Se preguntó si él mismo se veía así cada vez que estaba cerca de María.

—Me alegro por ustedes, Alex —le dijo —Solo espero que esto no traiga tantos problemas…
—Es un secreto —aseguró el rubio —Y lo mantendremos así… es mucho más… ¿intenso?
—Bueno, Alex, ahora te dejo, tengo que ir a hacer unas cosas…
—Vi como tú y María se besaban, ¿algo que quieras compartir con tu primito?
—No en este momento —sonrió y salió de allí antes de que cam lo llenara de preguntas. Escuchó que lo llamaba, pero no le prestó atención. De verdad quería ir a hacer un par de arreglos. Quería estar a solas con la morena. 


Salió de la casa para ir hacia las caballerizas. Preparó a White y se subió a él para salir de allí a toda marcha. Una gran sonrisa se curvó en su rostro, se le había ocurrido una gran idea. Primero iría al pequeño valle a arreglar todo y luego volvería a terminar de armar su plan maestro.



María entró a la cocina y suspiró, él no estaba allí tampoco. Hacía como más de dos horas que lo estaba buscando por todos lados. Pero no lo había encontrado. Por ahí se había ido con … con Evangelina. Apretó los dientes. Los malditos celos la invadieron al pensar que él podía estar con ella. No podía tolerarlo. Sacudió la cabeza. Él y ella no eran nada para que sintiera esas cosas, pero… no podía evitarlo. Su corazón se contraía de solo pensar que Álvaro podía estar abrazando a evangelina en este momento.


Volvió a salir de la cocina y se encontró con Mattie. Este tenía una pícara sonrisa en el rostro. Ella lo miró entrecerrando los ojos. Cuando Matt tenía aquella cara, era porque algo sabía. Se acercó a él.


—¿Qué me estás ocultando? —le preguntó. Mattie apretó los labios.
—¿Yo? —inquirió y miró a su alrededor —Nada, sweetness.
—Mentiroso —lo acusó —Conozco perfectamente esa cara… algo sabes. Dímelo.
—Puedes averiguarlo por ti misma —sonrió —Fíjate en tu habitación.


María miró hacia las escaleras y luego volvió la vista hacia Matt. No sabía si subir corriendo o quedarse allí hasta que él le dijera que sabía.


—¿Tiene que ver con Álvaro? —le preguntó. Él se encogió de hombros.
—No lo sé —aseguró —Solo sé que hace horas que no lo veo, ¿le habrá pasado algo malo?


Luego de esas palabras, María salió corriendo de allí y subió las escaleras. Entró a su habitación y la puerta se cerró con algo de fuerza detrás de ella. Se quedó quieta al ver que en medio de su cama había un enorme oso de peluche que tenía una rosa al lado y un sobre encima de su barriga. Miró a su alrededor y no había nadie allí. Se acercó a la cama y tomó el sobre. Lo abrió con cuidado y sacó el papel que tenía dentro:

Hola, me presento, soy Teddy, un lindo oso de peluche, que hace mucho tiempo esta esperándote. Ahora estás aquí, así que… ya se terminó mi espera. Pero he observado que has estado mucho con ese tal… Álvaro. Por eso mismo me deshice de él, y no volverás a verlo A menos que vayas afuera y sigas las instrucciones. Hay alguien muy cercano a ti y muy blanco, esperándote. Si quieres volver a ver con vida al imbécil ese, mejor has lo que te digo. Con amor, Teddy.


PD: Lleva la rosa que esta a mi lado, sino mató a Álvaro. 


Ella dejó la carta a un costado y lentamente giró la cabeza para mirar al oso. Entonces comenzó a reírse. Agarró la rosa y la acercó a su nariz. Tenía aquel suave aroma a tarde y sol, combinado con su propia esencia. 


Se puso de pie y agarró al oso de peluche que era casi tan grande como ella. Lo abrazó y besó su nariz. Luego lo dejó sobre la cama y salió de su habitación para bajar corriendo las escaleras. Matt estaba sentado mirando la tele.


—¿Y encontraste algo? —le preguntó.
—Si —asintió ella sin dejar de sonreír —Pero ahora tengo que irme. La vida de una persona depende enteramente de mí.
—Si, ya lo creo —dijo divertido.


María besó la mejilla de su mejor amigo.


—Te amo, eres la mejor amiga que una persona podría tener.


Matt hizo un gesto de: ‘no exageres’, con la mano. Pero ella vio las pequeñas lágrimas que había en sus ojos.


—Ya, vete, porque voy a ponerme a llorar como niña de 5 años. Estoy sensible y tú me dices esas cosas… ¡vete ya! No creo que quieras que Teddy mate a su bombón campestre.
—Nooo —exclamó divertida —Ni por asomo.


Salió de allí y Mattie suspiro. Sabía que esta noche, María no iba a volver para dormir.







Hola amores!! Espero que os haya gustado el nuevo capítulo!!

Espero vuestros comentarios como siempre y gracias a tod@s por leer.

Besos, María.

domingo, 9 de marzo de 2014

Story of my life - Capítulo 32


Capítulo 32:



María fue la primera en entrar, pero se detuvo al ver que Álvaro no la seguía. Se giró a verlo.

—¿Por qué no vienes? —le preguntó.
—Yo… ¿quieres que entre? —dijo inseguro.
—Claro que si, Álvaro, te necesito aquí… conmigo.


Él sonrió e ingresó. Mattie también entró junto a ellos y cerró la puerta con cuidado. María se acercó rápidamente a la cama al ver a su padre con los ojos levemente abiertos.


—Por Dios, papá… me asustaste tanto —le dijo ella y se acercó a él para abrazarlo. Sam sonrió levemente.


La puerta de la habitación se abrió y Marta ingresó como un rayo. Corrió hacia la cama y se sentó del otro lado.


—Dios santo, estás bien —lloró y también lo abrazó. 


María sonrió y se puso de pie. Miró a Álvaro y este se encogió de hombros. Mientras Marta abrazaba y lloraba sobre Sam, ellos dos y Mattie se acercaron al doctor.


—¿Qué es lo que tiene, doctor? —preguntó Álvaro.
—No es para alarmarnos —les dijo primero —Pero si para tomar precauciones. Sam sufre de presión alta… por eso últimamente ha estado teniendo dolores de cabeza, mareos y falta de aire, como me lo ha mencionado…


María miró a su padre.


—¿Por qué no me dijiste nada? —le preguntó enojada. Sam se sentó en la cama, con la ayuda de Marta.
—No quería preocuparte, hija…
—Eres un… inconsciente —le aseguró —Pero ya voy a hablar seriamente contigo… prosiga doctor.
—Esto de la presión se puede deber o mejor dicho… se debe a una serie de situaciones de nervios y preocupaciones.
—¿Qué más me has estado ocultando, Sam López? —dijo la morena sin poder creerlo.
—Ya niña María —dijo Marta —No lo retes más…


María suspiró y volvió la vista al frente.


—¿Qué es lo que tenemos que hacer? —le dijo al doctor.
—Debe descansar, relajarse, estar en cama, dar paseos tranquilos… Eso si, ya nada de sal en las comidas. Y no más negocios por un tiempo.
—Doctor… —murmuró Sam. Todos lo miraron —Usted no me puede pedir dejar mis negocios. Todo se va a venir abajo…
—Yo voy a hacerme cargo de ellos —sentenció María.
—Pero hija, estás son tus vacaciones…
—También las tuyas, papá. Yo puedo hacerlo, Mattie va a ayudarme y —miró a Álvaro y no pudo evitar sonreír — Álvaro también.
—Claro que si, señor —dijo él.
—Bien —suspiró Sam —Voy a tomarme las vacaciones… realmente.


Todos sonrieron. El doctor guardó sus cosas y caminó hacia la puerta. 


—Lo acompaño abajo, doctor —dijo Mattie. Ellos dos salieron de la habitación. María se giró a ver a su padre.
—Te vas a salvar de mi regañada, Sam López, solo porque no quiero que te vuelva a dar un ataque…
—María —sonrió él —Voy a estar bien, hija. Voy a hacer todo lo que me diga el doctor ¿si?
—Más te vale —miró la escena de Marta sentada a su lado. Ellos dos necesitan unos momentos a solas. Miró a Álvaro —¿Me acompañas a hacer una sopa para mi padre?
—Por supuesto —asintió él. 


Salieron con cuidado del cuarto. Y suspiraron a la vez cuando cerraron la puerta. Ahora estaban solos. Si, solos. El corazón de María se aceleró.
—¿María? —dijo Álvaro.
—¿Si? —preguntó ella.
—Voy a besarte…


Ella rió y comenzó a retroceder. Jugar un poco en aquel momento podía ser realmente relajante. 


—Solo… si logras alcanzarme, salvaje —aseguró y comenzó a correr. 


Corría tan rápido como podía. Pero entonces giró la cabeza y Álvaro no estaba detrás de ella. Frunció el ceño, ¿Por qué no la había seguido? ¿Acaso no había entendido el juego?


Llegó hacia las escaleras y las bajó sin dejar de mirar hacia atrás. Se sentía algo decepcionada. Él no la había seguido. Pero entonces chocó con algo y ahogó un grito… miró al frente y él estaba allí. ¿Cómo demonios lo había hecho? 


—Te atrapé —dijo tomándola de cintura. Ella miró hacia atrás y balbuceó tontamente.
—Pero… pero… ¿Cómo es que… estás aquí? ¡No me seguiste! —exclamó.
—Primero te beso, y luego te explico —sonrió él.


Bajó la cabeza y capturó sus labios. María cerró los ojos y abrió la boca, recibiendo su sabor. ¡Que descarada que estaba siendo! Besar así como si nada a un hombre que todavía tenía novia. Pero no le importaba, realmente no le importaba.


—¡¿QUE SIGNIFICA ESTO?! —chilló ella. 


Ellos se alejaron asustados y se giraron a verla.


—¡EVANGELINA! —dijo Álvaro. La castaña los miraba sin poder creerlo.
—Uups, creo que hoy mataremos dos pájaros… ¿de dos tiros? —inquirió ella en voz baja.
—¡Estoy esperando una respuesta! —gritó histérica. 


Álvaro tragó saliva. Ya era hora de dejar todas las cosas bien claras.






Hola amores!!!

Espero que os haya gustado el nuevo capítulo y como siempre espero vuestros comentarios.

Gracias por leer.

Besos, María.

PD: Os recuerdo que aun podeis comentar en la entrada de AVISO para poder ser la prota o una de las amigas de la prota.

jueves, 6 de marzo de 2014

Story of my life - Capítulo 31


Capítulo 31:



Llegaron corriendo al despacho de Sam e ingresaron para encontrar que Marta estaba arrodillada al lado de él y lo sostenía contra su pecho. Levantó la vista para mirarlos y vieron las lágrimas que corrían por sus mejillas. El corazón de María dejo de latir. Su padre no podía estar muerto, claro que no.

—¡Llamen al doctor Henry! —exclamó Álvaro y se acercó hasta ellos para alzar a Sam en brazos. 


Con una facilidad que sorprendió a la morena salió de allí y comenzó a subir las escaleras, como si su padre no pesara nada. Ella simplemente no podía reaccionar, estaba totalmente ida.


—¿Qué estas esperando? —le preguntó Mattie —¡Sube con ellos!


Asintió tontamente y subió corriendo detrás de los pasos de Álvaro. Llegó a la habitación de su padre y vio como Álvaro lo acomodaba sobre la cama. Se acercó hasta ellos.


—Papá —lo llamó y se arrodilló a su lado —Por favor, papito, despierta…


Sam no reaccionó. Entonces los ojos de María soltaron las lágrimas que había estado acumulando durante todo el camino. Su padre lo era todo para ella. Y si él… se iba ella… ella no iba a soportarlo. 


—Tranquila, María —le dijo Álvaro y acarició su hombro. Ella siguió con la mirada fija en su padre —Le tomé el pulso, está vivo… solo está inconsciente.


Ella se giró a verlo.


—Me muero si le pasa algo —dijo con la voz quebrada. 


Álvaro se arrodilló a su lado, la tomó del rostro y la acercó a él para acurrucarla contra su pecho. Ella se echó a llorar a conciencia y se apretó más contra él.


—Nada va a pasarle, te lo prometo…


Alguien entró al cuarto. Era Marta. Ellos la miraron y se pusieron de pie. Ella se acercó hasta la cama y se sentó al lado de Sam. Estaba pálida y el cuerpo le temblaba.


—Ya viene el médico —dijo apenas audible.
—Mamá, todo va a estar bien – la calmó él.


Ella simplemente asintió y miró a Sam. Había ido a buscarlo a su despacho para decirle que si… que se quería casar con él y compartir el resto de los años que le quedaban… juntos. Y lo había encontrado tirado en el suelo, inmóvil, con los ojos cerrados. Su mundo se había venido abajo. Ella simplemente iba a morir si al amor de su vida le pasaba algo… Él creía que ella ya no lo amaba, cosa que no era cierta. Lo miró y levantó su mano para acariciar su rostro. Siempre iba a amarlo, no importaba el daño, el dolor, los años… Sam López era la otra mitad de su alma. 


Mattie entró corriendo al cuarto, todos se giraron a verlo.


—Llegó el doctor —avisó.


María salió rápidamente de la habitación y vio al hombre bastante mayor que terminaba de subir con algo de dificultad las escaleras. Tardó un poco en reconocerlo, pero lo hizo. Ese era el doctor que los atendía a ellos cuando ella aun vivía allí. Por Dios ese hombre todavía estaba vivo… debía tener como más de 100 años.
Sacudió la cabeza y se acercó hasta él. 


—Por aquí está mi padre, doctor —le indicó. El hombre la miró sobre sus anteojos y asintió con la cabeza. 


La siguió en silencio en ingresó al cuarto. María iba a entrar, pero él la detuvo.

—Necesito estar solo —le dijo con voz rasposa. Ella asintió. Y se quedó parada en la puerta. Apoyó la frente contra esta, y suspiró. 


—Ven, Marta —dijo Mattie —Vamos abajo… voy a hacerte un té de tilo así te calmas un poco… Sami va a estar bien.
—Vamos, vamos —susurró ella. 


Álvaro vio como ellos dos desaparecían por las escaleras. Giró y observó a María apoyada contra la puerta, dándole la espalda. Se le encogió el corazón. Saber que ella estaba mal lo angustiaba. Se acercó un poco…


—Tengo miedo —escuchó que ella murmuraba.
—Ven aquí, María —le dijo. 


Ella giró para mirarlo. Y sin dudarlo dos veces casi corrió hacia él y se metió entre sus fuertes brazos. Aquel único aroma a campo, sol, hombre y algo dulce la invadió. Era el aroma de Álvaro. Aroma que la calmaba, que la abrumaba. 


Él la abrazó con firmeza, haciéndole escuchar los latidos rápidos de su corazón. 


—¿De verdad crees que él va a estar bien? —preguntó ella contra su pecho.
—Si, mi amor, va a estar bien…


Ella alejó su cabeza para mirarlo a la cara. Le había dicho mi amor. Miró fijo sus ojos. Se le fue la respiración del cuerpo. Su mirada era de un miel intenso, que la dejó sin habla. Entonces lo comprendió… ella amaba a Álvaro. No había otra explicación a lo que sentía. Levantó una de sus manos y acarició su mejilla. Él la miró de manera tierna. 


— Álvaro yo…
—¿María? 


Ella giró la cabeza y se paralizó al verlo allí. ¿Qué diablos hacía él ahí? Torpemente se alejó de Álvaro. 


—¿Ashton? ¿Qué haces aquí? —preguntó. Sintió como Álvaro se tensaba, e instintivamente se puso delante de él. No quería montar un espectáculo en ese momento. 


Ashton miró fijamente a Álvaro y luego volvió la mirada a María.


—Vine a buscarte para que arreglemos nuestra relación, cariño ¿Para que más voy a venir?
—Yo… —dijo ella nerviosa y miró a Álvaro —Este no es un buen momento, Ashton.
—¿Quién ese? —preguntó por Álvaro —¿Y por qué estabas abrazada a él?


Ella iba a contestar.


—Soy Álvaro Gango, capataz y encargado de la estancia…


Ashton miró a María y sonrió negando con la cabeza.


—María, dime que no has caído tan bajo de involucrarte con un simple peón solo por despecho…


Álvaro la miró algo sorprendido. ¿Él había dicho por despecho?


—Ya dije que este no es un buen momento, Ashton —dijo ella apretando los dientes.
—Cariño —sonrió él —Vine para que arreglemos nuestros problemas. Tú me amas, lo sé… y lo nuestro aun no esta terminado.
—No imbécil… —dijo él sin poder creerlo. Todos lo miraron —¿Qué haces aquí, imbécil?
—La que me faltaba —murmuró Ashton —No tenía ganas de toparme contigo, mariquita.
—María te dejó, estúpido, ¿Qué haces aquí?


Álvaro volvió a mirarla. ¿Lo había dejado? Una tonta sonrisa se dibujó en su rostro. Y aprovechó que el estirado ese no los estaba mirando para acercarse a su oído.


—¿Lo amas, María? —le preguntó en un susurro. Un escalofrío recorrió la espalda de la morena y giró la cabeza para mirarlo. Lo tenía tan cerca.
—N… no, no lo amo —murmuró. 


Él sonrió y recorrió su rostro con una boba mirada. Y no pudo evitarlo, cortó la distancia y la besó. María suspiró, olvidándose de todo lo que estaba a su alrededor y giró del todo para rodear el cuello de Álvaro y responderle el beso. 


—¡Hey! —exclamó Ashton. 


Ella reaccionó y se alejó del chico de ojos miel. Se aguantó una risa. ¡Dios santo! ¿Qué estaba mal con ella? su padre estaba adentro, con un médico y no sabía lo que tenía… y ella simplemente no podía sacarle las manos de encima a Álvaro y le importaba poco y nada que Ashton estuviera allí. 


—Ashton —dijo ella y sonrió. Escuchó que Álvaro se aguantaba la risa —Creo que te dije que no quería volver a verte…
—¡No puedes hacerme esto, María! —gritó él.
—¿No? —inquirió ella —Ya lo hice, idiota. Ahora encontré lo que estaba buscando, lo que me hacía falta – miró a Álvaro.
—¿Estás completamente loca? —preguntó Ashton sin poder creerlo —¡Es un peón, María ! Tu empleado…
—Es mucho más que eso para mí —dijo ella.
—Enana —la llamó Álvaro —¿Puedo encargarme de él?


Ashton retrocedió un paso para chocarse con alguien. Giró y miró algo ‘asustado’ a otro hombre que tenía tres hombres más detrás de él.


—Primo —dijo Alex sin dejar de sonreír —Nosotros podemos sacarlo por ti…
—¿Me harías ese favor? —sonrió divertido.
—Más que encantado…


Se acercaron a él y lo tomaron entre los tres. María simplemente observó como Ashton maldecía y gritaba cosas horribles sobre ella. Álvaro estuvo a punto de acercarse él pero ella colocó su mano frente a él.


—No vale la pena —le aseguró y lo miró a los ojos. 


La puerta de la habitación de Sam se abrió y el doctor se asomó. Todos se giraron a verlo.


—Pasen por favor… necesito hablar con ustedes.








Hola amores!!!

Espero que os haya gustado el nuevo capítulo y la verdad estoy un poco triste ya que no he recibido ningún comentario en el último capítulo asi que espero que comenteis y me dejeis vuestras opiniones de que es lo que os esta pareciendo, lo que creis que va pasar... lo que querais.

Gracias por leer.

Besos, María.

PD: tengo que comunicaros de que quedan 10 CAPITULOS PARA TERMINAR ESTA NOVELA, si lo se, son pocos pero se termina. Tambien os recuerdo que podeis seguir dejando quien no lo haya echo aun vuestros comentarios en la entrada del blog que pone AVISO para comentar y obtar por el puesto a protagonista de la proxima novela, cuyo protagonista es DANI.