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The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

domingo, 28 de agosto de 2016

Adicto a Ti - Capítulo 47


Capítulo 47


La miré fijo y pensé un poco en eso. Ya no más salidas nocturnas a cada rato, ya no más coqueteos con alguna chica. Ya no más libertad de mirar y opinar sobre algún trasero…

Pero a mí ya no me interesaba hacer eso, yo solo quiero estar con ella. Dormir con ella, estar a su lado, opinar sobre su trasero y coquetear con ella.

— Solo quiero estar contigo — le dije. 

Ella sonrió y se acercó a mí para besarme impulsivamente. Se alejó y comenzó a subir las escaleras hacia su cuarto. 


— Apúrate que tenemos que irnos — me dijo.
—Tú eres la que se tiene que apurar — dije y me acerqué a la cocina para comer un poco de la fruta que ella había cortado. 


Luego de unos cuantos minutos ella bajó las escaleras y se acercó a la cocina. Estaba arreglada y maquillada. La miré embobado.


— ¿Qué sucede? — me preguntó.
— Que eres hermosa — dije. Ella se sonrojó levemente y tomó una fruta.
— ¿Vamos?
— Vamos, cariño — dije y tomé mi abrigo para salir con ella de su departamento. 


Bajamos hasta la cochera y nos subimos a su auto. Nos colocamos los cinturones de seguridad y Abril arrancó para prender marcha no sé muy bien a donde.


— ¿Estás nervioso? — me preguntó. Me giré a verla.
— Un poco — dije con una media sonrisa — No sé qué voy a decirle…
— Solo tienes que decirle lo que sientes en el corazón – dijo ella sin dejar de mirar al frente. 


Estiré mi mano y acaricié su mejilla. Me miró de reojo y sonrió. 


— ¿Sabes dónde es? – le dije.
— Queda cerca del campo de mi abuelo – contestó.
— ¿No te conté, verdad? Tengo una hermana — dije. Ella se giró a verme sorprendida.
— ¿Qué? — dijo sorprendida.
— Sí, en la carta que me mandó mi madre… me contó que tengo una hermana de 5 años llamada Hope, ¿puedes creerlo?
— Es maravilloso… yo siempre quise tener hermanos, pero no los tuve. Mis padres no rehicieron sus vidas luego de separarse.
— ¿Crees que aún se aman? — le pregunté. Ella sonrió levemente.
— Sí — dijo asintiendo — Solo que son tan orgullosos, que ninguno lo va a admitir. Pero ¿Quién te dice que en cualquier momento me dicen que están juntos de nuevo?


Seguimos hablando de algunas cosas más y pusimos un poco de música, mientras que de a poco íbamos saliendo de la ruidosa cuidad. A medida que nos acercábamos más a donde estaba mi madre, mis nervios aumentaban. ¿Qué tengo que decirle? ¿Qué debo hacer? ¿Cómo va a reaccionar? ¿Mi hermana me querrá? Todas esas preguntas cruzaban mi cabeza.


Abril dobló para entrar en una cerca y comenzar a andar por un camino de tierra. Luego de unos cinco minutos divisamos desde lo lejos una casa. Afuera de la casa había dos autos y una camioneta. La casa era grande y a lo lejos tenía una pequeña caballeriza. El auto se detuvo justo frente a la casa. 

Abril se giró a verme y tomó mi mano. La miré a los ojos. 

— Todo va a estar bien… y yo voy a estar contigo – me dijo.


Entonces me incliné hacia ella y la besé fugazmente. Me alejé y me quedé cerca de su rostro.


— Muchas gracias cariño, de verdad muchas gracias – le susurré.
— No, tonto, no me agradezcas — dijo y tomó mi rostro con sus manos para depositar un pequeño beso en mis labios — Ahora vamos.


Nos bajamos y el aire limpio y puro del campo invadió mis pulmones. Aquel lugar era increíble. Los árboles eran enormes y el pasto era tan verde que al mirarlo te molestaba a los ojos. Me acerqué a Abril y tomé su mano para comenzar a caminar hacia la puerta de aquella gran casa blanca y azul.
Nos paramos frente a la puerta y Abril apoyó su dedo en el timbre. El timbre sonó y esperamos a que alguien nos abriera. Mi corazón latía desesperado, en cualquier momento se me iba a salir del pecho. Apreté ligeramente la mano de Abril, provocando que ella sonriera por lo bajo.


— No traje un regalo y es su cumpleaños — recordé algo nervioso.
— Dani, no creo que tu madre tenga mejor regalo que verte a ti — me dijo.


Escuchamos el sonido de unas llaves, y unos segundos después la puerta se abrió. La miré fijo, ella se quedó quieta mirándome como si yo fuera irreal. 


— ¿Daniel? — pronunció mi nombre levemente.
— Mamá — dije apenas audible. Entonces llevó una de sus manos a su boca y la tapó para luego soltar un sollozo y acercarse rápidamente a mí para abrazarme. Pensé que nunca más iba a volver a sentir un abrazo de ella. Desde que ella se había ido, algunas veces por las noches recordaba la sensación de su abrazo. Juro que me sentía como cuando era un niño y ella me abrazaba para reconfortarme o simplemente porque quería hacerlo. Aunque ahora yo era más alto y grande que ella… la sensación era la misma.


Se alejó de mí y tomó mi rostro con sus manos. Su cara estaba empapada en lágrimas. Miré su rostro, buscándole alguna diferencia. Pero ella estaba exactamente igual que siempre, aunque sus ojos se veían un poco más claros que antes. Tenía el pelo más corto y se veía pequeña. 


— No puedo creer que seas tú, hijo mío — me habló al fin — Estás tan grande Daniel… mírate.


Se alejó de mí y me miró de los pies a la cabeza, rió entre lágrimas. 


—Yo no puedo creer que te tenga al frente de nuevo — le dije. 


Se acercó de nuevo a mí y me volvió a abrazar. Luego se alejó y miró a Abril, que se había quedado completamente quieta y callada. Mirando un poco hacia otro lado, Abril secó una pequeña lágrima que había soltado.


— Tú debes ser Abril — le habló mi madre. Mi Anne la miró y sonrió.
— Sí, señora, soy yo — le dijo.
— Pero ya no se queden allí parados, entren — nos dijo y nos dio el paso a la enorme casa.


Tomé la mano de Abril y ambos entramos detrás de ella, miramos sorprendidos el lugar. Aquella casa era aun mucho más bella por dentro de lo que se veía por fuera. Mi madre se giró a vernos y con una sonrisa miró nuestras manos unidas. 


— ¡Phill! ¡Llegaron! — habló asomándose por un puerta que daba a la parte de atrás de la casa. 


Al instante un hombre alto de ojos miel entró, con una niña de la mano. Me observaron bien, en especial ella. 


— No puedo creer que sea él — dijo la grave voz de Phill.
— Yo no puedo creer que tengas algunas canas Phill — dije algo divertido. Él sonrió y se acercó a mí para abrazarme contento. Palmeó mi espalda y yo también lo hice. Se alejó de mí y me miró sin dejar de sonreír — Ella es Abril…
— Mucho gusto – dijo 
Abril.
— El gusto es mío – le dijo él.
— Papi, ¿Quiénes son ellos? — preguntó la pequeña voz detrás de nosotros. 


Los tres nos giramos a verla. Mi madre se acercó a ella y tomó de su mano para acercarla al círculo. La observé bien, era tan parecida a mí… dios mío. Puedo jurar que es una versión femenina de mí. 

Aunque ella es más delicada y parece tan frágil. Dos largas y castañas trenzas caían al costado de su pequeño y pecoso rostro. Sus ojos eran enormes y de color verde esmeralda. 

Con cuidado me acerqué a ella y me agaché para quedar a su altura.


— Soy Dani — me presenté y estiré mi mano para que ella la tomara. Miró mi mano y luego me miró a la cara.
— ¿Dani? ¿Mi hermano Dani? — dijo con algo de sorpresa.
— Así es, Hope, soy tu hermano —le dije. 


Esperé a que ella me dijera algo, pero solo me miraba fijo. Tal vez… no le caiga bien la idea de que yo sea su hermano… tal vez no me quiera. Miró mi mano y luego se acercó despacio a mí para abrazarme. Sus pequeños brazos rodearon mi cuello y su pequeña cabeza se apoyó en mi hombro. Con un poco de confusión le respondí el gesto. 


Era una extraña sensación. Una hermana, sangre de mi sangre. Jamás pensé que se podía querer a alguien sin haber tenido ningún tipo de contacto alguna vez. Cuando leí la carta de mi madre y me contó sobre ella, juro que empecé a quererla. Al fin tengo a quien celar de babosos adolescentes… 


— Mamá siempre me habló de ti, pero estás diferente que en las fotos — me dijo y se alejó para mirarme.
— Hope, yo te dije que ese era tu hermano de niño. Ahora él es un hombre – le habló mamá. 


Mi pequeña hermana miró a Abril y luego me miró a mí. Sonrió mostrándome que le faltaba un diente.


— ¿Ella es tu novia? — me preguntó.
— Mmm, no pequeña. Soy su amiga. — le contestó Abril rápidamente. 


La miré y sonreí por lo bajo. ‘Sí, cariño, eres mi amiga. Pero con derecho a todo’ 


— ¿Abril quieres jugar conmigo a las barbies? — le preguntó.
— Hope, no creo que ella…
— Tranquila, señora Smith, encantada juego con ella. Además creo que usted y Dani tienen mucho de que hablar – le dijo.
— Ella tiene razón, vamos afuera — dijo Phill y vimos cómo los tres salían al jardín.


Mi madre se sentó en una silla y me hizo un gesto para que me sentara frente a ella. Me senté y al instante ella tomó mis manos. Sus manos… sus manos siempre me arropaban a la noche antes de dormir. Luego de que ella ya no estaba, nadie lo hacía. Solo Rose cuando venía los fines de semana…


— Eres tan hermoso y no lo digo solo por ser tu madre.
— ¿Dónde has estado todo este tiempo? — le pregunté.
— En Londres — contestó y suspiró — Tu padre por poco y me obliga a dejar el país… Tuve que hacerlo, hijo, sino él iba a hacerte daño.
— Es un… — aseguré.
— Tranquilo, mi vida, con odio hacia él no ganas nada.
— ¿Cómo puedes pedirme que no lo odie? Mamá, él… él simplemente es un completo extraño para mí. Nunca se ha comportado como un padre. Siempre fue manipulador y hasta frío conmigo. Simplemente yo creo que él me odia.
— Voy a contarte una cosa, hijo — me dijo y se acercó más a mí — Tu padre siempre fue así… una persona posesiva, celosa y manipuladora. Pero yo me enamoré de él, lo amé más que a nada en este mundo. Todo era perfecto, hasta el día en que le dije que estaba embarazada de ti.
— ¿Qué? — dije algo confundido.
— Dani, cuando yo le dije a tu padre que íbamos a ser papas él cambio drásticamente. No me acompañaba a las ecografías, él no estaba pendiente de mí. Y ahí fue cuando conocí a Phill… él trabaja en el hospital al que yo iba a atenderme, y un día yo estaba realmente mal porque a tu padre parecía no importarle nada de ti o de mí. 
Phill se ofreció a acompañarme aquel día y ahí fue cuando supe que serías un varón — me dijo con una pequeña sonrisa en los labios — Es día fui a contarle a Greoff que serías un niño, y la cosa empeoró. Él simplemente no era el mismo… estaba violento, no le importaba mi salud. Y entonces entendí que era. Él tenía celos de ti Dani.
— No… no creo que haya sido eso — dije haciendo todo lo posible por entender lo que ella me contaba. Mis ojos estaban algo húmedos.
— Sí, hijo, tu padre estaba celoso de ti. Él no concebía la idea de otra persona en mi vida además de él. Y cuando le dije que serías un varón la cosa fue peor. Cuando naciste él no quiso entrar a la sala… ¿Sabes quién estaba conmigo? — preguntó. La miré a los ojos.
— ¿Phill? – pregunté.
— Sí — susurró y unas cuantas lágrimas cayeron de sus ojos – Phill era… o mejor dicho aún lo es… partero. Y él fue el que te trajo. Eras tan pequeño y rubio, que parecías de mentira. Te pusieron en mi pecho y dejaste de llorar. Tus ojos se abrieron y me pareció que me mirabas… nunca pensé que podía amarte tanto.
— ¿Luego que pasó? — dije con un nudo en la garganta.
— Tu padre decidió entrar y se acercó a nosotros para mirarte. Pensé que cuando te viera algo se iba a despertar dentro de él, pero no fue así. Él simplemente se dedicó a mirarte fijamente por unos cuantos minutos. Y luego se fue…
— ¿Y ahora sigues pensando que no debo odiarlo? – le dije mirándola fijamente a los ojos.
— Lo único que puedo decirte es que eres el regalo más grande que la vida me ha dado. Y tu padre
también fue participe en ello.
— ¿Sabes cómo logré contactarte? — le dije. Ella negó con la cabeza — Abril consiguió tu número… Y ya no quiero hablar de Greoff. Feliz cumpleaños, mamá.


Ella sonrió y me abrazó. Luego de unos segundos se alejó para tomar mi rostro con sus manos.


— Verte aquí es el regalo más grande que me pudieron dar hoy — me dijo contenta — Creo que tendré que darle las gracias a Abril — sonreí levemente — ¿De dónde se conocen?
— Vamos juntos a la Universidad y ella… ha llegado a mi vida hace un mes. Puedo asegurarte que la ha cambiado completamente — le conté medio bobo.
— ¿Son novios? – preguntó.
— No precisamente… estamos en algo, comenzando recién.
— Es maravillo, pensé que nunca viviría el momento en que me trajeras a ‘tu chica’ a casa.
¿Estás enamorado?






Hola amores!!

Aquí tenéis un nuevo capítulo!! Espero que os haya gustado y que comentéis.

Gracias por leer.

Besos, María.


domingo, 21 de agosto de 2016

Adicto a Ti - Capítulo 46


Capítulo 46

Ella colgó el teléfono y se quedó parada dándome la espalda. Esperé a que girara pero no lo hizo. Me senté en la cama.

—Oye, ¿Por qué no me miras? —le pregunté. Lentamente se giró a verme, con los brazos sobre su pecho… cubriéndose – Oh, ¿ahora te dio la vergüenza?
— No seas tonto… claro que tengo vergüenza… no es algo que haga siempre —me dijo. 
— Eres la criatura más hermosa que vi en mi vida.
— Mentira — me contradijo.
— ¿Quieres que te lo demuestre? —le pregunté. Ella rió y se acercó a la cama, para acercarse a mí y depositar un dulce beso sobre mis labios.
— No, porque sé exactamente qué clase de demostración está pasando por tu perversa mente en estos momentos… ahora debemos levantarnos y bañarnos, y…
— ¿Bañarnos juntos? — la detuve. Ella arqueó una ceja y se puso de pie.
— No, claro que no — me dijo.
— ¿Por qué no? — pregunté como un niño pequeño.
— Porque no – contestó – Es tarde Dani… por tu culpa ya no fuimos a la Universidad…
— ¿Por mi culpa? Disculpa cariño, pero eras tú la que no quería parar anoche.


Hizo un gesto de indignación.


— ¡Claro que quería parar!
— ¿Segura? – dije con tono seductor.
— Bueno, en realidad… no. Pero ese no es el tema ahora, lo que importa ahora es que tú te bañas en este baño y yo voy al de abajo – me dijo.
— No, no, no espera – dije y me puse de pie. 


Ella tapó sus ojos rápidamente y giró dándome la espalda. 


— ¡Cúbrete! — gritó. No pude evitar soltar una sonora carcajada.
— Mmm, me parece que de verdad el día te vuelve timidona — dije mientras me acercaba más a ella.
— ¡No te me acerques! — me advirtió. Sonreí y me acerqué más hasta tener su espalda contra mi pecho. Ella se paró erguidamente
— ¿Por qué?
— Dani… no seas atrevido — susurró un tanto agitada.
— ¿Vas a dejar que me bañe contigo? – le pregunté y acerqué mi boca a su nuca, para comenzar a besarla tiernamente.
— N… no — dijo con un poco de dificultad.
— Por favor — rogué y coloqué mis manos en su cintura para acercarla más a mí.
— No y es mi última palabra, Daniel — dijo firmé y se alejó para comenzar a bajar las escaleras.
— ¡Esta bien! Tú te lo pierdes — le dije y me volví a acostar en la cama pesadamente.
— ¡Levántate y entra a ese baño! ¿Me escuchaste? — me habló desde abajo.
— No, no quiero — dije como un niño de 5 años.
— Será mejor que lo hagas cariño — me dijo y sonreí ante su forma burlona de llamarme así.
— ¿Qué pasa si no lo hago?
— Sufrirás las consecuencias…
— ¿Y cuáles son las consecuencias?
— No voy a besarte más, por el resto del día – me dijo. 


Rápidamente me levanté de la cama y busqué mis cosas, para entrar a bañarme. No quería semejante castigo solo por no hacer lo que me decía.


— Está bien, está bien… ya entro — dije y obedientemente entré a ducharme.


Me di una refrescante ducha y salí cambiado. Bajé las escaleras y me dirigí hacia la cocina. Detuve mis pasos al verla allí parada, preparando el desayuno, envuelta en una salida de baño. Su pelo estaba mojado, y caía pesadamente a ambos lados de sus hombros. 


Ella levantó la mirada y me miró. Una sonrisa se curvó en su perfecta boca, haciendo que me diera cuenta de algo. Siempre que ella me sonreía de esa manera, mi corazón se aceleraba. 


— Pensé que la ducha te había tragado — me dijo — Por poco y subo a buscarte…
— ¿Y porque no lo hiciste? Así tenía una buena excusa para meterte conmigo debajo de aquella tibia y relajante agua — le dije.
— Por eso mismo no subí… sabía que eras capaz de eso — dijo y volvió a mirar hacia lo que estaba haciendo.
— ¿Qué cocinas? — pregunté.
— Estoy cortando fruta… así comes un poco de fruta — dijo sin dejar de cortar. 


De repente recordé que día era hoy. ¡El cumpleaños de mi madre! Comencé a buscar en los bolsillos de mi pantalón mi celular, y lo encontré.


— Cariño, ¿puedo usar tu teléfono? — le dije.
— Claro que sí — dijo ella. 


Tomé el teléfono y me alejé un poco de la cocina, para sentarme en la mesa que estaba en medio de la sala. Le puse tonó y miré el número que ayer me había dado mi padre. Respiré profundamente y comencé a marcar. 


Mi corazón latía desesperado… juro que tenía miedo. 


Llevé el teléfono a mi oído y esperé a que sonara. 


—El número solicitado no corresponde a un cliente en servicio. El número solicitado no corresponde a un cliente en servicio. El número solicitado no corresponde a un…


— ¡Demonios! —rugí y colgué. 


El maldito bastardo me había engañado. Aquel no era el número de mi madre. ¿Cómo pude ser tan estúpido y creer que de verdad él iba a dármelo? Sentí como unas pequeñas manos se apoyaban en mis hombros y luego bajaban hacia mi pecho. Cerré mis ojos y sentí como ella apoyaba su mentón sobre mi hombro izquierdo. Sus manos acariciaron mi pecho en forma de consuelo…


— Tengo algo para ti — me susurró al oído. 


Abriendo los ojos, giré mi cabeza para mirarla. Alejó su mano derecha de mi pecho y me la mostró. Un pequeño papel estaba entre sus dedos. Lo tomé y la miré extrañado. 


— ¿Qué es esto? — le pregunté.
— Ábrelo — dijo ella y se alejó de mí para sentarse sobre mi regazo. 


Acomodándola bien sobre mí, miré extrañado el pequeño papel que me había dado. La miré a los ojos y luego decidí abrirlo. 


Anne Smith 555-7193


Mis ojos se abrieron como platos al ver el nombre de mi madre en aquel papel y debajo un número.
Más que extrañado volví a mirarla. 


— ¿Qué… qué es esto? — le dije confundido. Ella me sonrió y acaricio mi rostro.
— Es el número del celular de tu madre — me dijo.
— ¿Qué? — dije sin poder creerlo. 


Ella asintió con la cabeza, sin dejar de acariciar mi mejilla. 


— Vamos, llámala — dijo mientras tomaba el teléfono. 


Pero entonces la detuve, agarrando su mano suavemente con la mía. Me miró fijo a los ojos, y me hizo sentir en el aire. 


— ¿Cómo lo hiciste? — le pregunté.
— No pude evitar escucharte ayer… bueno en realidad me acerque a escuchar. Lo siento si soy metida pero… tenía que hacerlo. Además después de lo que tu padre me dijo… con más razón aún.
— ¿Qué te dijo mi padre?
— Mmm, no tiene importancia…
— Dímelo, cariño – le pedí.
— Me dijo que hiciera que odiaras a tu madre… que dejes de pensar en ella y en querer llamarla y encontrarla — me dijo — Perdona si digo esto, pero tu padre es un imbécil.


Sonreí divertido y capture sus labios en un tierno beso. Sus labios se movieron suaves sobre los míos. Se alejó despacio y me miró. 


— No puedo creer que lo hayas conseguido — dije y volví a mirar el papel — ¿Cómo fue?
— En un momento, en el que estabas con tu padre en la oficina, la secretaría se fue a no sé dónde y me acerqué a su escritorio, me puse a revolver sus cosas hasta que encontré el nombre tu madre…
— ¿Cómo sabías el nombre de mi madre? — le pregunté.
— Angie, una vez me la nombró — dijo haciendo un gesto con los hombros — Entonces anoté su nombre y unos datos más. Ayer por la tarde comencé a averiguar sobre ella. Hasta que encontré un número que había, pero que era de Londres. Luego llamé y me atendió una mujer… le pregunté por ella y me dio este número.
— ¿Está segura que es ella? — le pregunté.
— Sí, por todo lo que me dijo la mujer, si es ella… así que por favor llámala – dijo y levantó el teléfono hasta mi rostro. Suspiré y lo tomé.


Comencé a marcar el número y coloqué el tubo en mi oreja. Comenzó a sonar y sentí como mi corazón se aceleraba más que antes. Abril aún estaba sentada sobre mí, por lo que coloqué uno de mis brazos alrededor de su cintura y la apreté un poco. 


— ¿Hola? — escuché su voz y me paralicé. Pensé que nunca más en mi vida iba a volver a escuchar su dulce voz — ¿Hola? — volvió a decir. 


Intenté hablar pero las palabras no salían de mi garganta. Era como si me hubiese olvidado de cómo hablar. 


— Vamos Dani, dile algo — me dijo Abril.
— ¿Dani? – preguntó sin poder creerlo. Las palabras se atoraron más en mi garganta — ¿Dani hijo, eres tú?


Abril me quitó el teléfono y lo llevó a su oreja.


— ¿Señora Smith? — le preguntó y sonrió — ¿Qué tal? Mi nombre es Abril y… estoy aquí con su hijo Dani — guardó silencio y me miró con una pequeña sonrisa — Sí es él… ¿Están aquí? ¿Dónde? Oh sí, lo conozco — dijo asintiendo —– Está bien, dentro de un rato estamos por ahí… adiós — dijo y colgó.
— ¿Está aquí? — le pregunté. Ella sonrió mostrándome todos sus dientes.
— Llegó hace unos meses de Londres… se está quedando en un campo, que está a una hora de aquí. Nos espera allí — me dijo.
— No es cierto – dije mientras una pequeña sonrisa se curvaba en mis labios.
— Sí lo es… tenemos que ir para allá ahora mismo — dijo y se puso de pie. 


Un poco atontado me puse de pie. Ella se giró a verme.


— ¿Qué pasa? — preguntó.
— Que eres lo mejor que se pudo haber cruzado en mi camino – le dije y rápidamente me acerqué a ella para abrazarla. 


Sus pequeños brazos se levantaron y me apretaron más cerca de ella. 


¿Cómo tuve el valor de siquiera negar lo mucho que ella vale, lo mucho que significa para mí?


Cualquier otra, se hubiese dejado manejar por mi padre… Pero no ella, ella no se iba a dejar manejar jamás por nadie. Y eso era lo que más me gustaba.


Despacio se alejó de mí y se puso en puntas de pie para besar cortamente mis labios.


— Vamos, debemos ir ya — me dijo e intentó alejarse.


Pero entonces la tomé de la cintura y la apegué a mí. Me miró con algo de sorpresa.


— Esperé toda mi vida por esto… no pasa nada si espero unos minutos más — le dije y me acerqué más a ella para besarla. 


Su boca se abrió despacio para mí. Nunca había experimentado algo así. Nunca me había gustado tanto besar a alguien. No solo se podía encontrar placer en un beso… hasta ahora no era consciente de eso.


No sé cuanto tiempo estuvimos as
í, besándonos suavemente. Recorriendo cada centímetro de su delicada boca.

— Ya… deja de besarme así — susurró sin separar sus labios de los míos.
— No puedes pedirme eso — le dije por lo bajo. 


Sus pequeños brazos se colocaron alrededor de mis hombros, mientras ella se ponía en puntas de pie, para llegar mejor hacia mí. Mis brazos la rodearon por la cintura, abrazándola casi asfixiantemente. 


Se alejó despacio y acaricio mi nariz con la suya.


Abrí mis ojos y junté nuestras frentes. Ella sonrió levemente y mordió su labio.


— ¿Realmente esto está pasando? — me preguntó.
— No lo sé… tal vez yo este soñando…
— O tal vez yo este soñando. 


Levanté mi mano y acomodé un poco su cabello, para luego bajar mis dedos por su mejilla, y llegar hasta su boca. La acaricie despacio, con cuidado. Como si fuera algo que realmente pudiera romperse.


— Abril — le dije.
— ¿Qué? — preguntó.
— ¿Qué somos ahora? — pregunté. Ella sonrió y se alejó completamente de mí.
— Estamos comenzando… podríamos llamarlo ‘Amigos con derecho’.
— Pero sin derecho a estar con otra persona…


Sus ojos brillaron de manera especial. 


— ¿Me estas queriendo decir que serás solo para mí? — dijo algo sorprendida




Hola amores!!!

Siento haceros esperar pero aquí estoy con un nuevo capítulo!!

Muero de amor con Abril y Dani. Espero que os haya gustado tanto como a mí. Y espero vuestros comentarios.

Gracias por leer.

Beso, María.


jueves, 11 de agosto de 2016

Adicto a Ti - Capítulo 45


Capítulo 45

ADVERTENCIA: contenido subido de tono, si lo lees es bajo vuestra responsabilidad, no me hago responsable.


Suaves gemidos escapaban de sus labios, que eran rápidamente acallados por los míos. Besé cada centímetro de su piel que estaba a mi alcance.

—Dani… —gimió mi nombre mientras sentía que poco a poco la iba llevando a su clímax. 

Mordisqueé sus labios y tironeé de ellos con suavidad, mientras me movía despacio la sostenía entre mis brazos. Ella entrelazó sus piernas con las mías y me mantuvo cerca. 

—Quiero que sepas una cosa —le hablé agitadamente. Sus ojos se clavaron en los míos. Me acerqué a ella y rocé su nariz con la mía —Yo quiero hacer el amor contigo… hoy, mañana… pasado mañana y por muchas, muchas noches más.


No sé cómo fue, pero ella giró sobre el colchón y quedó sobre mí. Gruñí fuertemente al sentirla así. Salvaje… agitada… completamente mía. Comenzó a moverse suave sobre mí y era tan placentero verla, que no pude contenerme. Me senté y capturé sus labios en un caliente beso.


—Y yo quiero que lo hagas —me dijo agitada y soltando apenas mi boca.


No se cuanto tiempo estuvimos así, y tampoco era que me importaba. 


Por mí iba a estar con ella toda la noche. Pero entonces sentí que tenía que liberarme. La tomé de las caderas y la empujé más cerca de mí. 


Ella boqueó y se aferró a mi cuello, mientras me mordía levemente el hombro. Luego de unos segundos gimió mi nombre al correrse en mis brazos. Me recosté con ella y giré atrapándola de nuevo.


Besándola otra vez, aceleré mis embates, buscando mi propia paz. Y cuando la encontré no cerré los ojos, solo bajé la mirada hacia ella. 


Abril respiraba trabajosamente, sus labios estaban rojos y un poco hinchados. Levantó su mirada para encontrarse con la mía. 


Me sonrió y levantó su mano para acariciar mi rostro. 


Entonces supe que no había nada que yo no hiciera por ella. Si ella quería, sería capaz de bajar al infierno y matar al mismo diablo, solo para hacerla sonreír. 


Maldije por lo bajo ante el pensamiento. Me estaba por apartar de ella, pero me tomó de la barbilla e hizo que la mirara. 


—No te atrevas a alejarte de mí —me ordenó y luego me besó ferozmente. 


Apenas podía respirar al sentirla con cada fibra de mí ser. Su pequeño y femenino cuerpo debajo del mío. Pero el calor de sus labios y el valor de su intrépida voluntad eran los que me calentaban.
El fuego de su pasión ardía a través de mí, haciéndome sentir vulnerable y al mismo tiempo fuerte y decidido. Soltó levemente mis labios, entonces la miré a los ojos y luego bajé sobre ella, para poder apoyar mi cabeza sobre su pecho. 


— ¿Escuchas la lluvia? —le pregunté.
—Sí —me contestó sin dejar de acariciar mis cabellos.
— ¿Sabes que escucho yo? —le dije.
— ¿Qué? —preguntó.
—Escucho tu corazón…
— ¿Y qué te dice mi corazón?
—Me dice: Más te vale Dani que te quedes, porque o sino te juro que te vas a arrepentir de haberme hecho latir como loca —le dije. 


Ella rió divertida, haciéndome levantar la cabeza para mirarla. 


— ¿Y qué dice el tuyo? —me preguntó.
— ¿Por qué no lo escuchas tú misma? —dije y giré en el colchón para que ella quedara sobre mi pecho. Se apoyó suavemente, colocando una su mano izquierda en el lado derecho de mi pecho. Con mi mano acaricie su espalda — ¿Y qué te dice?
—Me dice: Cariño, ¿Por qué no lo repetimos? Fue muuy interesante participar esta vez… aunque debo confesarte que la primera vez también participé —me dijo y levantó su cabeza para mirarme — ¿Eso es lo que está diciendo?
—Exactamente eso es lo que está diciendo —le contesté. 


Sonrió y se acercó a mí besando suavemente mis labios. Respiré profundamente y su perfume invadió mi cuerpo. Que agradable era oler a ella. 


Mordió mis labios traviesamente. Arqueé una de mis cejas y me alejé con cuidado.


— ¿Estás juguetona? —le pregunté.
—Solo cuando me provocan estarlo —me dijo y capturó mi boca de nuevo. 


Comencé a despertar por un extraño ruido que llegó a mis oídos. Somnoliento abrí un ojo y miré el techo. Esta no es mi casa… Entonces recordé todo y giré la cabeza para poder comprobarlo.
Sentí que mi corazón latía rápido al verla allí. Ella dormía profundamente boca abajo. Su largo cabello caía sobre su espalda. Me apoyé sobre mi codo y la miré fijo. Su rostro estaba relajado y sus labios parecían curvar una leve sonrisa. 


Bajé mi mirada por su cuerpo, que estaba debajo de las sabanas. Levanté mi mano y acaricie su mejilla. No puedo creer que de verdad me haya quedado, aunque después de hacer el amor casi toda la noche no podía irme. 


Bajé mi mano de su mejilla a su mentón, seguí bajando hasta encontrarme con las sabanas. Con cuidado comencé a bajarlas, para poder apreciar la hermosa y suave piel de su espalda. Cuando la sabana quedó justo sobre el final de su espalda, subí mi mano y la acaricie con cuidado. 


Su piel se erizó y ella se movió levemente. 


Pero yo quería ver más de ella. Volví a tomar las sabanas y seguí bajándolas, hasta retirarlas completamente de su cuerpo. Su pequeño y redondo trasero se veía suave. Sonriendo bajé mi mano por su espalda, hasta llegar a él y acariciarlo despacio…


— ¿Por qué estás tocándome el trasero? —su voz suave y adormilada llegó a mis oídos.


Levanté la cabeza y miré su rostro.


—Buenos días —la saludé.
—Pásame las sábanas, pervertido. Y deja de mirarme así —me dijo.
—Me parece que la más pervertida de los dos eres tú —le dije. 


Se sentó en la cama y tomó las sabanas para taparse. Volvió a acostarse boca arriba y giró la cabeza para mirarme. 


— ¿Te quedaste de verdad o estoy soñando? —me preguntó. 


Rápidamente me acerqué a ella y la besé con pasión. Llevé mi mano a su nuca y enterré mis dedos en sus cabellos. Su lengua acarició la mía y elevó sus manos para tocar mi rostro.


Entonces no pude evitarlo, me subí a su cuerpo, haciendo que gimiera levemente. Solté despacio sus labios. 


—No podía irme cariño —le contesté agitado.


Ella arqueó una ceja y subió y bajó sus manos por mi espalda. 


—Mmm, que excitante es despertar y encontrarte aquí…—dijo provocadoramente.
— ¿Recuerdas las barbaridades que me dijiste? —le pregunté.
— ¿Yo? —dijo haciéndose la desentendida —No querido… tú eras el que me decía cosas que ni siquiera me atrevo a repetir.
— ¿Cómo qué? Lo que…
—¡Dani! —me calló antes de que continuara.
—Vamos, te encantó que te dijera todas esas cosas mi pequeña y pervertida cajita de mentiras…
— ¿Quieres saber qué es lo que realmente me encantó, mi fogoso y lujurioso motoneero marilymansero?
—Mmm… fogoso y lujurioso, que bonitos adjetivos —le dije. Ella sonrió — ¿Qué fue lo que te encantó?
—Me encantó estar contigo y que te quedaras…
— ¿Qué me estás queriendo decir con eso? —pregunté alejándome un poco más de ella para mirarla bien a los ojos — ¿Acaso me estás queriendo decir que te gustaría intentarlo?
— ¿Tú lo intentarías? —me preguntó. La miré fijo a los ojoS y ya no lo dude.
—Claro que sí… porque eres la primera mujer con la que duermo, y eres la primera mujer con la que hago el amor… la primera que me vuelve loco… y me gusta tanto —le dije mientras me inclinaba hacia ella para tomar sus labios. 


Su boca me esperó dulce y cálida. Comencé a besarla más profundamente al sentir que el deseo volvía a brotar en mí. 


—Dani… cariño —dijo alejándose apenas de mí —Tenemos que levantarnos.
—No —susurré y la callé besándola de nuevo. 


Volvió a soltar mi boca y respiró profundamente.


—Daniel —me llamó en tono de advertencia.
—Vamos, Abril, no te resistas —le dije y comencé a bajar mis besos por su mentón. 


Al parecer ella perdió todo rastro de cordura, pues comenzó a dejarse y a no protestar por ello.
Seguí bajando mis besos por su cuello, mordisqueé esa delicada piel. Seguí bajando y besé sus pechos, ganándome un murmuro de placer. 


—Dani… no hagas esto… no, detente ya… dios. Debemos levantarnos, tenemos que ir a la Universidad —me dijo.
—Al diablo con la Universidad —dije y volví a subir por su cuello hasta su boca. La besé con ímpetu, con necesidad. Saboreando cada rincón de su boca —Pero si no quieres me alejo. Dime
Anne, dime que no me deseas y me alejo de ti…
—Te deseo Dani, no sabes cuánto —dijo. 


Le sonreí y volví a besarla. 


No había nada que me gustara tanto como besarla. Como lo dije varias veces ella tiene una forma muy particular de hacerlo. Sus manos bajaron por mi espalda y soltó mi boca haciendo que mis ojos se abrieran. La miré fijo. 


— ¿Qué sucede? —le pregunté.
—Nada… solo quería verte a los ojos —me dijo dulce. 


Entre unas tiernas y al mismo tiempo calientes caricias la temperatura de nuestros cuerpos y del lugar comenzó a subir. Jadeé al sentir sus labios en mi cuello y llegando a mí oreja. 


Con cuidado tomó el lóbulo con su boca y lo mordió despacio. 


Ella se sentó a horcajadas sobre mi abdomen y me miró pícaramente. Se inclinó hacia delante y comenzó a besar mi mentón, comenzó a bajar por mi pecho, cerrando y abriendo su boca sobre mi piel. Un celular comenzó a sonar. Ella levantó la cabeza y miró extrañada a nuestro alrededor.


La miré y tomé su rostro.


—No atiendas —le dije agitado.
—Puede ser importante —resopló.
—No hay nada más importante que tú y yo en este momento —dije y la jalé hacia mí para besarla. 


El celular dejó de sonar, y sonreí sobre sus labios. Nada ni nadie iba a parar este momento, ella no se iba a alejar de mí sin antes ser mía. Otra vez el maldito sonido invadió la casa. Abril se incorporó de mí y me miró divertida. Solté un frustrado gruñido. Ella se bajó de mí 
y giró sobre el colchón para agarrar el celular que se encontraba en la mesita de noche. 

— ¿Hola? —dijo al atender. Sin dejar de mirarla me acerqué a ella y comencé a besar su brazo.

Ella sonrió y mordió sus labios. Fui un poco más atrevido y subí mi boca por su hombro para luego bajar hasta su pecho — ¡Dani no hagas eso, es tu prima!
— ¿María? —dije sin poder creerlo. Tomé el celular de Abril y lo puse en alta voz.
— ¡Estás con Dani! ¿Cómo que estás con Dani? ¿Qué hace él ahí? —escuché como preguntaba sin poder creerlo.
—Primero quieres tirar a mi Anne a los brazos de otro y ahora arruinas un momento extremadamente caliente, ¿Qué más vas a hacer primita? —le pregunté.
— ¡Oh, eres un asqueroso! ¡No quería saber aquello! —se quejó.
—No seas malo con tu prima —la defendió mi Anne —¿ Qué pasó María?
— ¿Cómo que pasó? Por si no te has dado cuenta ya son más de las 11 de la mañana y tú aún no estás en la Universidad… pero ya entiendo porque —dijo la castaña.
—Me parece perfecto que lo entiendas… bueno adiós —dije e intenté colgar, pero Abril tomó el celular y se puso de pie dándome la espalda.
—Creo que ya no vale la pena ir por unas pocas horas —dijo ella y me miró de costado, aún mostrándome su cuerpo desnudo, solo de atrás.
— ¿Pasaron la noche juntos? —preguntó María.
—Una larga y lujuriosa noche —le dije fuerte para que me escuchara.
— ¡Pervertido! —me chilló mi prima. Abril tomó su ropa interior y se la colocó rápidamente.


Maldije para mis adentros al saber que la cosa ya se había acabado… por ahora. 


—María, más tarde te llamo ¿si? —dijo ella.
— ¿Vas a cambiarme por él? —le preguntó sin poder creerlo.
—No, no te estoy cambiando por tu primo…
—Sí, sí lo está haciendo —dije mientras me recostaba en la cama y colocaba mis brazos detrás de mi cabeza.
—Bueno, no importa —habló María y ambos escuchamos como reía levemente —Me alegro que se hayan dado cuenta de que tienen que estar juntos me alegro que lo hayan entendido de una vez, en vez de estar como perro y gato peleando y reclamándose cosas.
—En eso estoy completamente de acuerdo primita —le dije.





Hola amores!!!

Aquí estoy con un nuevo capítulo!!! Espero que os haya gustado. Espero poder subir otro esta semana si tengo tiempo.

Gracias por leer y espero vuestros comentarios de lo que os parece.

Besos, María.


jueves, 4 de agosto de 2016

Adicto a Ti - Capítulo 44


Capítulo 44


ADVERTENCIA: Capítulo subido de tono, no me hago responsable, si lo leen es vuestra decisión y es bajo vuestra responsabilidad.


—Por ahora no tengo ninguna intención de irme —le contesté. Ella suspiró levemente.

Se sirvió comida para ella y se sentó frente a mí. Vi como miraba con cierto asco la carne frente a su plato. Con el tenedor, corrió un pedazo y se dedico a pinchar la verdura. Reí por lo bajo y me miró.
 
— ¿Qué pasa? —preguntó. 

Pinché un pedazo de carne y estiré mi mano para acercarlo a su boca. Arrugó la nariz y me miró implorando que no lo hiciera.


—Debes comerlo, o me veo en la obligación de que comas otro tipo de carne.
—Dispuesta, estaría a hacerlo… —susurró, y clavó sus ojos en los míos —No me hagas comer eso, voy a ensuciar todo mi organismo. Hasta tal vez me agarre una patada al hígado por comer esto, después de tanto tiempo.
— ¿Qué te dijo el médico? —le recordé.
—Puedo sustituir eso por alimentos con fibra —dijo sin dejar de mirar asqueada la carne en mi tenedor —No me hagas comer eso.
—Abril, los humanos estamos para comer carne.
— ¿Si como un pedacito, ya no me harás comer más? —preguntó como una niña pequeña poniendo condiciones para comer sus verduras, en este caso… carne.
—Lo prometo —le afirmé. 


Respiró profundamente y abrió apenas su boca para acercar la carne. Cuando estuvo dentro se quitó el tenedor. Dio un pequeño mordisco y frunciendo aun más el ceño quito la carne de su boca. La mire bien.


—No puedo, no puedo —dijo apunto de llorar como si de verdad tuviera 5 años —Esta viscoso y… puajjj que asco. El solo hecho de pensar que un pobre animalito fue asesinado brutalmente para terminar en mi plato me repugna. No sabes lo mal que me sentí cuando tuve que cortar la carne en pequeños pedacitos…


Reí divertido y me miró entrecerrando los ojos. 


—Oh, eres increíble —dije sin dejar de reír.
—Lo siento señor ‘como carne porque soy un humano’ pero no puedo hacerlo. Simplemente no puedo.
—Está bien, está bien. Por lo menos come tus verduras.
—Sonaste como mi padre —dijo algo asustada. 


Volví a reír. Ella era divertida y tan única. Tan espontánea y natural. Tal vez yo podría estar pasando el peor momento de mi vida, pero estoy completamente seguro que ella sería capaz de sacarme una sonrisa. 


Comimos entre risas y unas cuantas intensas miradas. Mirarla era algo tan especial, juro que me daba paz. Terminamos y la ayudé a lavar todo. Se giró a verme.


— ¿Seguirá lloviendo? —dijo. 


Hice un gesto con los hombros. Entonces ella comenzó a caminar hacia un gran ventanal. Corrió las cortinas y vimos como la intensa lluvia caía pesadamente sobre la cuidad. 


—Sí, aún llueve —le dije acercándome a mirar un poco. Ella abrió una de las puertas del balcón.
—Amo el olor a lluvia —musitó con los ojos cerrados y respirando profundamente.
—Y yo amo el olor a ti —dije inconscientemente. Se giró a verme y pestañeó nerviosa.
— ¿Vemos una película? —me preguntó rápidamente.
— ¿Por qué no? —le dije asintiendo. 


Volvió a la cocina y tomó dos pequeños conos de helado del refrigerador. Me entregó uno y me dio una cuchara. 


—Ven, vamos a arriba —me dijo y comenzó a subir las escaleras a su cuarto. Otra vez los recuerdos de esa noche volvieron a mi mente. Hicieron sobresaltarme un poco, pensando como la tenía esa noche. Lentamente subí detrás de ella. Y cuando llegamos ambos nos quedamos quietos —Mmm, ponte cómodo —dijo algo nerviosa.


Asentí y me quité las zapatillas para sentarme en la gran cama. No podía evitar recordar aquello, se me hacía casi imposible.


—Amelie, película de origen franco-alemana, me dijeron que es muy buena —dijo ella y se acercó hasta el gran televisor que estaba frente a nosotros para ponerlo. 


Puso el DVD y luego se sentó en la cama. Se acercó más a mí, apoyando un costado suyo contra mi pecho. La miré y en un impulso me acerqué a ella, para besar su mejilla. Vi como sonreía sin dejar de mirar al televisor.


La película comenzó. Una voz en off comenzó a narrar la historia. Trate de concentrarme, pero mi vista se desviaba hacia el perfil de Abril, hacia su forma de comer helado, mientras concentradamente leía la traducción. 


Luego de un rato apoyó la cabeza en mi pecho. Yo solo me quedé así, mirando muy entretenido aquella interesante película y comiendo helado. Coloqué mi brazo alrededor de ella, y mi mano quedó descansando en su espalda.


“Sin ti, las emociones de hoy no serían más que la piel muerta de las emociones de ayer”
Esa frase quedó bastante metida en mi cabeza. 


Bostecé cuando la película terminó y el disco salió solo. Quise moverme, pero Abril no se levantó. Estiré un poco mi cabeza para mirarla y estaba dormida.


Sonreí levemente y con cuidado la solté. Abrí la cama, y la acomodé bien allí para taparla como a una niña. Me acerqué al televisor y lo apagué. 


Tomé mis zapatos para irme. 


Yo tenía que irme de allí, salir e irme para dejar de pensar un poco en todo lo que ella me produce cuando estamos juntos. Caminé hasta la escalera, pero mis pasos se detuvieron. Giré para mirarla y su pequeña figura sobresalía en aquella inmensa cama. 


—Rayos… —susurré y solté los zapatos para acercarme de nuevo a la cama. 


Abrí con cuidado las sabanas y frazadas, para con más cuidado acostarme a su lado. Cuando lo hice, giró sobre el colchón y apoyó su cabeza sobre mi pecho. Apoyándose dulcemente cerca de mí, colocando sus piernas debajo de las mías y haciendo que su perfume entrara impávidamente por mi nariz. La miré algo sorprendido. 


—Sabía que no ibas a irte —me habló en voz baja.
— ¿Estabas despierta? —pregunté.
—Sí —musitó y se abrazó más a mí —Y me alegro de que no te hayas ido.
—Abril…yo...
—Abrázame, no seas tonto… Hace frió —se quejó. 


Entonces con cuidado la abracé. 


—Abril —la llamé.
— ¿Qué?
— ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Claro.
— ¿Estas arrepentida de lo que pasó aquella noche? —le pregunté. 


No dijo nada, pensé que no iba a responderme. 


—No —dijo apenas audible, pero la escuche —No estoy arrepentida —levantó un poco su cabeza y besó el borde de mi mentón —Ahora duerme, ¿si?
—Abril —la volví a llamar.
— ¿Qué? —dijo ya frustrada de mí. Reí levemente.
—Déjame besarte —pedí.
— ¿Por qué quieres besarme? —me preguntó.
—Porque lo necesito —dije algo agitado.
— ¿Y por qué? —volvió a preguntar.
—No lo sé, maldita sea —solté exasperado —Solo sé que lo necesito, te necesito desesperadamente. 


Entonces, levantó su cabeza de mi pecho y me besó de esa manera suave que ella siempre utilizaba. Moví mi boca a ese ritmo tan especial y delicado. Sentí como una de sus manos se apoyaba suavemente en mi mejilla. La rodeé firmemente con mis dos brazos, mientras la acercaba implacablemente hacia mí. 


Se subió a horcajadas sobre mi abdomen, jadeé levemente al sentir el tibio contacto de sus manos debajo de mi remera. Se alejó apenas de mi boca y me miró agitada. 


—Déjame demostrarte que puedes llevar más cosas, además de las ganas, a la cama. Déjame demostrarte que no solo puede haber placer en esto —dijo mientras besaba mi rostro. Tragué sonoramente —En la cama puede haber muchas cosas Dani. Consuelo, culpa, alivio…
— Abril… —dije agitado.


Me besó callando mis palabras. 


—Puedes sentir miedo, alegría. Puedes sentir coraje… —se alejó de mi para clavar sus ojos en los míos —Dani… puedes sentir amor, eso que tanto temes y de lo que huyes despavorido, como si fuera lo más horrible del mundo. En una cama, las cosas son mucho mejor y más placenteras cuando hay sentimientos de por medio.
—Abril, yo…
— ¿Tú qué? —susurró, calló por un segundo y me miró —Déjame hacerte el amor.


La miré fijo a los ojos y recordé las palabras de Carlos..


—Soy todo tuyo cariño —le dije y ella sonrió para luego inclinarse hacia delante y tomar mis labios en un apasionado beso. 


Metí mis manos debajo de la blusa de pijama, la suave piel de su espalda estaba fría, mientras que mis manos estaban calientes. 


Sentí como todo su cuerpo de erizaba ante el contacto caliente de mi mano, sobre su piel. Su lengua se mezcló con la mía y sentí el sabor dulce y frío del helado. 


Con un simple movimiento giré sobre el colchón y la atrapé debajo de mí. Me alejé de su boca para mirarla a los ojos. Ella me sonrió dulcemente y acarició mi rostro.


—Ya dejemos las vueltas, Dani —me dijo.
— ¿Estás dispuesta a admitir que te mueres por mí? —le pregunté divertido. Mordió su labio inferior y me miró de manera caliente.
—Ya no puedo decirte que no —dijo y alzó la cabeza para rozar mi boca —Estoy loca por ti. 


Sentí un cosquilleó en mi estomagó.


Eran las estúpidas mariposas que Rose me había dicho que se sienten cuando uno está… está enamorado. 


—Yo también estoy loco por ti Abril, completa y perdidamente loco —admití y terminé de besarla. 


Sus manos bajaron hasta el borde de mi camisa y soltando apenas mis labios me la quitó por la cabeza. Arrojó la prenda hacia un costado, mientras sobre sus labios se curvaba una sonrisa. De una manera que me sorprendió hizo que giráramos y quedó sobre mí. Su suave mano acarició mi pecho y bajó por mi abdomen. 


Su suave mano acarició mi pecho y bajó por mi abdomen. 


Casi desesperado me senté y la besé posesivamente, provocando que un pequeño gemido escapara de su boca. Le quité la molesta blusa, que no me dejaba acariciarla con ansias. Volví a besar sus labios, para luego bajar a su cuello. Sus manos acariciaban mi espalda y nuca. 


Subiendo una de mis manos por su pequeña espalda, me llevé el broche de su sostén. Se alejó un poco de mí para mirarme a los ojos. 


Levante mi mano y la apoyé sobre su hombro. Sin quitar mi mirada de la suya, retiré con cuidado el bretel. Sus labios se apoyaron despacio sobre los míos, mientras mis manos terminaban de quitar el sostén de ella. Sus brazos se elevaron y rodearon mi cuello. Acercándola más a mí rodeé su cintura con mis brazos, mientras nuestras bocas se conocían un poco más. 


De una u otra forma, nos fuimos deshaciendo de cada prenda que nos cubría. Juro que no solo estaba totalmente excitado y desesperado, también estaba asustado y una parte de mí me decía que me alejara. Pero, ¿Cómo podía hacer algo así? ¿Cómo podía hacerlo si simplemente sé que la necesito más que a nada? 


Sus manos eran tan suaves y cálidas y me acariciaban tan dulcemente, que puedo jurar que su toqué me quemaba por dentro. Me encendía de una forma, que nunca había sentido. 


Con cuidado me recosté con ella y volví a girar para que quedara bajo mi cuerpo. Bajé mis besos por su cuello, y su pecho. Sus piernas me rodearon las caderas, encendiendo una hoguera en mi interior. 


—Sabes tan bien cariño —le murmuré cerca del oído. 


Gimió levemente, cuando con mis manos la acomodé mejor debajo de mí, tomándola de ambas piernas y haciendo que mi miembro se presionara levemente contra el suyo. Entonces alcé la cabeza para mirarla fijamente a la cara. Sus ojos, sus hermosos ojos estaban nublados por el placer, sus mejillas levemente enrojecidas. Ella era tan hermosa… y yo ya no podía hacer nada para negar lo que sentía.. Sus manos apretaron mis hombros, cuando la llené completamente. Bajé la cabeza y la besé con ternura, mientras empezaba a envestirla suavemente, con cuidado y hasta el fondo. Me abrazó dulcemente mientras nuestras bocas se fundían en un delicado beso.


¡Demonios, la tonta sensación de su cuerpo abrazando al mío no tiene descripción! La sensación de su pecho latiendo contra el mío. La sensación de su corazón latiendo bajo el mío. Su ritmo era hiperactivo y escandalizador, hizo que todo mi cuerpo temblara e hizo que me
diera cuenta de que mi corazón latía al mismo ritmo. O peor aún, mucho más.



Hola amores!!!

Nuevo capítulo!!!

Espero que os haya gustado y perdón por la tardanza. También espero vuestros comentarios.

Os aviso que ya no voy a subir tan de seguido, ya lo siento, pero tengo asignaturas pendientes para septiembre y tengo que estudiar. Como mínimo subiré un capítulo a la semana, si puedo subiré más.

Gracias por leer.


Besos, María.