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The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

miércoles, 10 de junio de 2015

Adicto a Ti - Capítulo 24


Capítulo 24:


Él negó divertido con la cabeza.
—Llévenselo a una celda individual, está demasiado joven como para meterlo con los grandes.
—Gracias sargento, es usted muy considerado.
—No me subestimes jovencito —me aclaró —Ahora llévenselo.
Me empujaron un poco hasta tirarme dentro de una celda que contenía una cama, y a un costado un baño.
Miré a mi alrededor y maldije por lo bajo. Otra vez caí en este agujero, y esta vez necesitaba de un milagro para poder salir de aquí. Me senté en la cama y trate de calmarme, poniéndome como loco no voy a lograr nada.
Las horas comenzaron a pasar, y se me hacían interminables. Me puse a pensar cuantos años eras lo que podía llegar a pasar en un lugar como este, y juro que llegué a desesperarme.
—Fernández, tienes vistas —me dijeron. Levanté la cabeza y vi como mis dos amigos se acercaban.
— ¿Qué hiciste Dani? —preguntó Carlos.
—Tenía que hacerlo —le dije.
—Pero ¿Acaso no te pusiste a pensar en las consecuencias? —dijo Blas. Los miré.
— ¡No, maldita sea! —rugí, y me puse de pie —¡Ese maldito infeliz me buscó, y me encontró!
—Ese no es el problema ahora Dani—me dijo Louis —El problema ahora es que tendrás un juicio y una sentencia. Gango, puede hundirte.
—Pues que lo haga, no me interesa…
—Ambos sabemos que si te importa Dani—dijo el castaño.
—Sí, tienes razón —dije soltando un suspiro.
—Nosotros haremos todo lo que podamos, no estás solo en esto. Debo decirte que tu prima esta como loca buscando un buen abogado. La condenada de verdad te quiere —me contó Blas.
—Mi primita, y yo que quería devolverla por donde vino —dije nostálgico.
—Y otra que está que trepa las paredes es… Abril.
     ¿Abril? —pregunté.
—Sí —asintió Blas—Le dijeron que habías golpeado a Gango, que él estaba en el hospital y tú que estabas preso, y lo primero que hizo fue preguntar por ti.
—Mi Anne… —musité.
Era por ella que yo estaba aquí adentro, pero juro que no estaba arrepentido. Y juro que todas las cosas que le dije a Gango, fueron cosas que me salieron del alma. Cosas que deseo, cosas que imagino. Abril Brooks está metida en mi cabeza de una forma que no puedo describir. La noche se me pasó lenta en aquel lugar. No pude dormir pensando en todo lo que podía pasar si no salía de aquí. De verdad tuve que haberme controlado… pero él, él me saco de quicio. Además, ¿Cómo logró saber todo eso? Alguien estuvo hablándole a aquel infeliz de mi vida. Al día siguiente los guardias me dieron de desayunar y me dieron la noticia de que tenía una visita.
Vi como ella entraba con cuidado y con algo de asco miraba a su alrededor.
— ¿Mary? ¿Qué haces aquí? —le pregunté. Ella se acercó más a la celda.
—No sabes lo preocupada que he estado por ti —me dijo ella.
—No hacía falta que vinieras Mary —dije mientras me ponía de pie.
—A pesar de que quieras darme celos con la odiosa de Brooks, yo estoy aquí… Y hablando de ella, ¿Dónde está? ¿No era que tenían algo?
—Sí, sí lo tienen teñida —escuché la voz de María. Ambos nos giramos a verla, no estaba sola. Abril venía a su lado —Vamos Mary, ellos tienen que hablar de sus cosas… o hacer cosas ¿me entiendes verdad?
—No vas a pedirme que me vaya por ella, ¿verdad? —me preguntó la rubia.
Miré a Abril y luego a María. Volví mi vista a María.
—Va a ser mejor que te vayas Mary, este no es lugar para ti —le dije lo más amable que pude.
—Eres un mal agradecido —me dijo indignada y comenzó a caminar.
—Sí, sí lo es —le dijo María mientras caminaba detrás de ella.
Fijé mi vista en Abril. Ella solo se acercó un poco más.
—Solo vine a decirte que ya tenemos la forma de sacarte de aquí —me habló distante.
—¿Estás segura? ¿O también viniste a la visita higiénica? Ya me toca…
—Ni siquiera cuando estas a punto de terminar preso por unos cuantos años dejas de ser idiota, ¿verdad?
—Sé que te preocupaste más por mí, que por Gango—le dije serio.
—No vine a hacer sociales contigo —sentenció. Al parecer de verdad estaba enojada —Para eso tienes a otras… solo vine para decirte que esta tarde será tu juicio y declararé a tu favor. Lo único que tienes que hacer es guardar silencio y confirmar todo lo que yo digo.
Comenzó a caminar, entonces me acerqué más a los barrotes.
— ¿Por qué lo haces? —le pregunté. Se giró a verme.
—Por tu prima —me respondió.
— ¿Estás completamente segura de eso? —le dije. Me miró —Por favor, acércate —le pedí. Me miró con duda y se acercó. Con cuidado tomé sus manos. Ella miró la unión de nuestras ellas y luego volvió la vista a mí —Muchas gracias.
— ¿Por qué? —me preguntó.
—Por querer ayudarme —respondí —Aunque sea por mi prima.
—Yo sé lo mucho que ella te quiere —dijo sin mirarme a los ojos.
Entonces con cuidado solté sus manos para tomar su rostro. Me miró sorprendida.
— ¿Qué haces? —preguntó nerviosa.
—Shh —le dije y despacio la acerqué más al pequeño espacio que había entre los barrotes.
Acaricié su mejilla —Déjame besarte —le rogué en un susurro.
—No —negó efusivamente mientras ponía las manos sobre las mías e intentaba alejarse.
—Por favor Abril, déjame hacerlo, te lo estoy rogando. Además es mi manera de pagarte lo que estás haciendo por mí —dije mientras mi mirada estaba clavaba en sus ojos.
—Yo no quiero nada de ti —aseguró.
— Abril, ¿Por qué me haces esto?
—Yo no te hago nada Dani, tú eres el que hace mal las cosas —dijo.
—Por favor, déjame hacerlo. Lo necesito —le pedí. Ella volvió a negar pero no se alejó, sus manos apretaron un poco más mías que estaban sujetando su bello rostro —Cierra los ojos...
—No… tú cierra los ojos —dijo ella.
—Siempre lo hago cuando te beso —le confesé.
Sonreí levemente, para luego acercarme más al tiempo que mis ojos se cerraban. No iba a ser violento, ni pasional en este beso... quería ser ¿tierno? Rocé sus suaves labios con cuidado, separándolos un poco.
—Creo que ayer fuiste muy claro cuando me dijiste que yo te hacía más mal que bien. Bueno, lo entendí, me quedó claro. Yo quise establecer una relación amistosa, pero al parecer eso no cuadra contigo. Y bueno así lo quieres así será —se alejó de mi agarre. La miré algo sorprendido
—Tú ahí y yo aquí…
—Abril…
—Ya me cansé de intentarlo Dani, eres… tan cínico, no lo comprendes. Yo no soy como Mary Bynes, y además pienso que acostarse con alguien que apenas conoces es… aborrecible.
— ¿Y si me conocieras más? —le pregunté.
—Tampoco —me dijo.
Suspiré levemente.
—Entonces, ¿así son las cosas? —dije.
— ¿Qué te parece si lo discutimos cuando salgas? —preguntó.
— ¿Por qué no ahora?
—Porque no se me da la gana, y no puedes hacer nada al respecto. Estas encerrado. —Me guiñó un ojo y comenzó a caminar para alejarse.
—LOCO, ¿SABES? ¡QUIERES VOLVERME LOCO! —le grité bien fuerte para que me escuchara. Suspiré y me acosté en aquella pequeña cama. Escuché que alguien corría hacia mi celda.
Levanté la cabeza y la miré.
—Lo siento, se me olvidó —dijo. Una caja cayó sobre mi cuerpo. La tomé y eran cigarrillos. Volví mi vista a ella. Sonrió levemente —Solo fuma, si ya has desayunado… Ahora si, adiós —se despidió y se fue.
Me senté en la cama y miré la caja entre mis manos. No la comprendo, ¡Me es imposible! Si ella solo fuera un poco más clara conmigo, yo no estaría tan confundido.
Las horas comenzaron a pasar, hasta que uno de los guardias entró y me dio un traje que me había mandado mi prima.
Faltaba media hora para que el juicio comenzara. Me cambie y me senté a esperar a que vinieran por mí.
—Vamos Fernández, ya es hora —me habló el sargento.
Me puse de pie y abrieron la celda.
— ¿Cree que salga sargento? —le pregunté.
Él sonrió por lo bajo y me hizo caminar un poco para entrar a una oficina.
—Pues la veo un poco difícil hijo, pero no imposible.
—Cualquier cosa, si llego a quedarme… le aseguró que vamos a llevarnos bien —dije algo divertido.
—Ya lo creo Fernández, ya lo creo —palmeó mi hombro.
Me pusieron las esposas, como si fuera un criminal de primera clase. Este país siempre está al revés, los verdaderos maleantes andan sueltos, mientras que la gente honesta y buena se pudre dentro de esas cárceles.
De verdad deseo con todo mi corazón salir de esto, y juro que voy a comportarme. Juro que no volveré a ser impulsivo.
Comenzaron a caminar conmigo y más rápido de lo que pensé llegamos al juzgado. Una puerta de madera se abrió y me empujaron levemente para que entrara.
Todo el mundo se puso de pie, ya que el juez a cargo de la causa entraba por la otra puerta. Divisé a mi prima y a Abril sentadas al lado de Mike, mi abogado. Mi fiel abogado. Quizás mi padre se haya apiadado y lo haya contactado.
Del otro lado, divisé a Gango, sentado al lado de su abogado. Sonreí para mis adentros al ver el estado en el que estaba. La felicidad que recorrió mi cuerpo fue muy gratificante. Eso significaba que yo no había pasado una noche dentro de esta cárcel en vano.
Sentados detrás estaban Carlos y Blas, los miré a ambos y los dos sonrieron contentos.
Algo me decía que yo ya estaba salvado.
—Comencemos —dijo el juez.
Me sentaron al lado de mi abogado y al instante mi prima me abrazó. No pude devolverle el gesto pues tenía las esposas en las manos
—El acusado, es el señor Daniel Fernández Delgado de 18 años de edad, por atentado físico al señor Álvaro García Gango, que es el demandante. Pido a los abogados que se acerquen al estrado…
Nuestros abogados se levantaron y se saludaron con una apretada de manos. Volvieron su vista al juez, dijeron algo en voz baja y Mike se volvió a sentar. Me quitaron las esposas.
— ¿Crees que salga? —le pregunté en voz baja.
—Si creen todo lo que dirá la señorita Brooks, lo más probable es que sí —me contestó.
— ¿Y qué es lo que va a decir? —dije intrigado.
—Ya lo veraz —dijo Mike con una leve sonrisa.
Giré mi cabeza para mirar a Abril. Su mirada se cruzó con la mía, pero al instante la apartó. Ella no solo es mi perdición, sino que ahora también le voy a deber la libertad.
¡Esto es increíble!
—Llamo a declarar al señor Álvaro García—habló su abogado.
Este se puso de pie, y un poco rengo se acercó al estrado. Se sentó y un hombre con un libro se acercó a él.
—Jura decir la verdad, y nada más que la verdad —dijo él hombre.
—Sí, juro —dijo Gango y apoyó la mano sobre el libro.
—Señor Gango, ¿Hace cuanto que conoce al señor Fernández? —le preguntó.
—De nombre hará un año —dijo él y me miró —Así como persona, un mes aproximadamente.
— ¿Tenían una buena relación?
—Ni buena ni mala, apenas trataba con él.
—Mal nacido —musité.
— ¿Qué pasó ayer por la tarde? —le preguntó su abogado.
—Yo estaba caminando por el jardín de la Universidad, entonces divisé a Dani… me acerque a él y lo saludé amablemente —dijo aquel infeliz —Entonces, comenzó a insultarme, a decirme cosas sobre... – se detuvo y miró a Abril – No importa... y luego me golpeó.
—¡Eso no fue así, infeliz! —rugí poniéndome de pie.
—Señor Fernández, le voy a pedir que guarde silencio —me advirtió el juez.
Soltando un gruñido me senté en mi lugar.
—¿Entonces usted asegura que el señor Fernández lo atacó sin motivo alguno? —le dijo el abogado.
—Sin ningún motivo —aseguró el perro desgraciado.


























































































sábado, 25 de abril de 2015

Adicto a Ti - Capítulo 23


Capítulo 23:


Ella me miró fijo por unos cuantos segundos. Pude ver la duda en su mirada. Ella no sabía que decirme, ella no sabía qué hacer. La puerta del depósito sonó con tres suaves golpes y se abrió. El hombre que estaba allí nos miró consecutivamente.
—Lo siento… no sabía que estaban ocupados—dijo él.
—No Carl, no pasa nada. Ya me voy —dijo ella y logró salir.
Miré a Carl, y él entendió mi mensaje. Salí rápidamente para buscar a Abril. No, ella no se me iba a escapar. Cuando la alcancé la tomé con cuidado del brazo y la giré a mí.
—Contéstame Abril—le dije.
—Oye ¿puedo decirte algo? Creo que tu prima necesita urgente un psicólogo.
— ¿Por qué? —le pregunté frunciendo el ceño.
— Ayer estaba hablando sola, me preocupa —dijo ella.
— No estaba hablando sola, estaba hablando conmigo. Y deja de dar vueltas, ahora contéstame lo que te pregunte.
Bajó la mirada y suspiró levemente.
—Creo que fui muy clara contigo —me dijo.
—Entonces ¿eso es un no? —le dije.
—Liam… ¿no crees que sería bueno, ser amigos? ¿no te gustaría que fuera tu amiga? —me preguntó.
—Amiga con derecho a cama —aseguré.
— ¡Dios, es imposible tratar contigo! —dijo irritada.
— ¿No lo entiendes? —le pregunté exasperado —No puedo ser tu amigo Abril, no puedo. Es todo o nada.
—Pero... ¿acaso las pasas mal estando conmigo así… como personas que tiene un vínculo solo afectivo... nada más? —preguntó. Movió la manos —Dani, ¡Por Dios! ¡A mí me encanta compartir tiempo contigo, eres insoportable a veces, pero eres divertido! No quiero arruinar eso.
Suspiré cansado y la miré fijo.
—Está bien, ¿quieres ser mi amiga? —le dije.
—Sí —dijo asintiendo con una leve sonrisa.
— ¿Podrás soportarlo? —le pregunté.
— ¿No crees que ya te soporté bastante? —dijo divertida.
—Podrías verme salir cada noche con una chica diferente ¿No te importaría?
Ella se encogió de hombros.
—Es tu vida, mientras seas feliz.
—Pero yo no podría soportar verte salir con el imbécil de Gango—dije entre dientes.
Esa afirmación salió sin permiso de mi garganta. Sus ojos se abrieron bien. Sonrió levemente, mientras yo me maldecía.
—Álvaro ya no está en mi lista de salidas —dijo y posó su mirada en la mía —Por ahora estoy bien sola, y con María y Emma.
—María es mi prima, pero aun así no me da confianza. Es demasiado open mind —le dije.
—Si vamos a ser amigos, creo que este tema no tendría que... incomodarnos. Es tu vida, y es mi vida... tú sales, yo salgo... tú vives, yo vivo... Ay Fernández, solo quiero estar bien contigo, pero como amigos, ¿si?
—Está bien, creo que ese ya es un no bastante claro —le dije y la dejé sola.
—Dani —escuché como me llamaba, pero no me giré a verla —Dani, no seas infantil. No todo es blanco y negro… también hay matices.
—Ya, ya tranquila —dije cuando me giré a verla —Ya está todo claro, seamos amigos. Perfecto. Tú ahí y yo aquí. Cuando necesites algo, me llamas.
Volví a donde estaba Gina y le entregué las carpetas. Abril entró unos segundos más tarde que yo. Quiso hablarme, pero le dije que estaba muy ocupado, que luego hablaríamos. Ella se rindió y volvió a donde estaba sentada antes. La miré fijo, mientras escribía, ¡Y maldita sea la hora en que me fije en ella! Se puso de pie y al instante la vi palidecer notoriamente. Se agarró a la mesa para no caerse. Gina se acercó a ella rápidamente. Le dijo algo que no logré escuchar. Abril negó con la cabeza, pero al instante se desplomó en los brazos de su madre.
— ¡ABRIL! —gritó Gina. Dejé lo que estaba haciendo y rápidamente me acerqué a ellas. La alcé en brazos — ¡Apóyala en el suelo!
Con cuidado la apoyé en el suelo. Pensé que mi corazón iba a salir de mi pecho, mientras la veía blanca y con los ojos cerrados. Un hombre alto se acercó a nosotros.
—Déjenme verla —dijo y se agachó.
Abril comenzó a abrir lentamente sus ojos. Arrugó la frente e intentó sentarse, pero volvió a acostarse por un mareo.
—¿Qué es lo que tiene? —preguntó Gina.
—Señora Brooks, su hija está anémica —dijo el hombre —Tiene las defensas muy bajas. Le falta hierro y un poco de calcio…
—¡Maldita sea Abril! ¡Tú y tu estúpida idea de ser vegetariana van a matarme! —la regañó Gina.
—Ya, ya —dijo ella mientras se lograba sentar —No es nada, solo no desayune hoy… nada más.
—Juro que voy a encargarme de que comas, COMIDA NORMAL —le dije. Ella me miró fijo y negó con la cabeza.
—¿Por qué el mundo está contra mí? No lo sé —dijo.
Después de recibir un sermón de casi media hora por parte de Gina, Abril decidió irse a casa antes de que su horario terminara. Me ofrecí a llevarla, primero se negó, pero luego de unas cuantas amenazas por parte de su madre terminó aceptando rendida. Detuve la moto frente a su casa y se bajó con cuidado.
—Ya estás aquí —le dije.
Ella me sonrió levemente, aún estaba algo pálida.
—Gracias por traerme... aunque no debiste, seguro que tenías planes o algo por el estilo. Perdona a mi madre —me dijo.
—No tenía ningún plan, cariño —dije y coloqué mi mano sobre su mejilla — ¿No quieres que vayamos al hospital?
Ella rió por lo bajo, bajando su mirada de la mía.
—No Dani, no creo que sea tanto. Prometo que voy a llamar a mi médico de clínica y que iré a verlo en la semana.
— ¿Estás segura? —pregunté. Ella volvió a reír y se acercó a besar mi mejilla. Sentí una estúpida sensación en medio del pecho.
—Ya puedes irte tranquilo, estoy bien. Y gracias otra vez, amigo —dijo y comenzó a caminar hacia su edificio. Vi como entraba y solté la respiración que tenía contenida.
—Amigo —murmuré —No sé si podré con eso Abril.
Arranqué para salir de allí de una buena vez.
Los días siguieron pasando y yo decidí volver a ser como era antes de que Abril apareciera en mi vida. Ella quería ser amiga de Dani Fernández, entonces iba a ser amiga del verdadero Dani Fernández. Era miércoles y ya aun no había entrado a ninguna de las clases a las que tenía que haber entrado. Es más acababa de llegar a la Universidad. Y ya son las 11 de la mañana. Divisé como Abril se acercaba a mí.
— ¿Qué te sucede? —me preguntó y miró su reloj —¿Acaso no has visto qué hora es?
—No —le dije sin mucho interés. Comencé a caminar y ella caminó a mi lado.
—¡Dani, estas por repetir el semestre!
Una linda chica pasó por nuestro lado. Le sonreí, ya que ella me estaba mirando.
—Adiós preciosa —le dije y le guiñé un ojo.
—Me parece que hoy estás idiota —dijo Abril y comenzó a caminar más rápido para alejarse de mí.
Entonces me apuré y la alcancé. La tomé del brazo haciendo que detuviera su paso. Me miró fijo a los ojos.
—Este soy yo. Seré un idiota, un mujeriego, lo que tú quieras. Pero este soy yo antes de ti ¡Maldita sea Abril! —le dije y la acerqué un poco más a mi – Si no te gusta, y no me quieres hablar más, me parece perfecto. Para estas alturas, me haces más mal que bien…
La solté y comencé a caminar.
— ¡Bien, perfecto! ¡Vete al demonio! —me dijo y sentí como algo caía sobre mi espalda.
Me giré a verla y sonreí abiertamente.
—Estoy alejándome de él —le dije.
—Imbécil —dijo con enojo.
—Adiós cariño, adiós —me despedí sin dejar de sonreírle.
Con un gran alivio salí al jardín principal de la Universidad. Divisé a la chica que había visto en el pasillo y me acerqué a ella. Era hora volver a mis andanzas.
— ¿Qué tal preciosa? —le pregunté.
—Hola Dani —dijo ella con una sonrisa —¿ Cómo estás?
—Muy bien, ¿y tú?
—Muy bien —dijo y me miró de arriba a abajo.
¡Dios, amo cuando me desean de esa forma!
Pero cuando posé mi mirada en ella, toda mi alegría se fue a la basura. Ella sonrió de esa manera que me hacía enloquecer Abril…
— ¿Qué pasa Fernández? ¿No puedes dejarme? —me preguntó y rió divertida. -Estás loco por mí, y no quieres aceptarlo… Te mueres por besarme. Serías capaz de matar por un beso mío. Lo sé.
Sacudí mi cabeza y otra vez la chica normal apareció ante mí. Ya, ya tranquilo. Respira hondo, es solo producto de tu imaginación.
— ¿Qué decías preciosa? —le pregunté.
Ella volvió a hablar y otra vez Abril apareció frente a mí.
—Lastima que no quieres ser mi amigo… yo quería ser tu amiga. Y que juguemos como juegan todos los amigos, ¿ya sabes de que hablo, verdad? —dijo sin dejar de sonreír. Fernández, tienes que ser firme en esta decisión. Es la única decisión en la que necesitas tener un poco más de autocontrol —Vamos Fernández, no vas a dejarme a la intemperie de todos esos hombres malos que quieren hacerme daño ¿o si? Tipos como Hook, como Harry…
La miré fijo, y su cara de perrito mojado me estaba matando.
—¡Por Dios! —grité.
—¿Qué sucede Dani? —me preguntó la chica.
—No pasa nada linda, eres preciosa. El problema soy yo, ando defectuoso últimamente.
—Tú no eres defectuoso Dani—dijo y rápidamente se acercó a mí para besarme. La miré bien, y la que me besaba con tanto ímpetu era Abril. ¿Por qué? ¿Por qué Dios mío? ¿Por qué?
Mis ojos se cerraron y mis brazos la acercaron más a mí. Si por ella voy a ir al infierno, entonces creo que valdrá la pena.
Pero de repente, no sentí más los labios de Abril. Abrí mis ojos para mirar y al frente mío estaba María. La miré extrañado. Mi prima se dio vuelta.
— ¡Vete estúpida! ¡Vete! —le dijo a la chica.
— ¡Dani! ¿Cómo vas a dejar que me hable así? —me preguntó ella.
—Lo siento, dulce. Va ser mejor que te vayas —le dije.
La chica soltó un indignado suspiró y se alejó a paso rápido. Volví mi vista a María. Al instante recibí una bofetada de su parte. La miré y me sobé.
—¿Y eso por qué fue? —– le pregunté.
— ¡Por idiota que eres! ¡Si vas a montar esos espectáculos hazlos en un hotel! —me regañó con tono firme y enojado – Porque no solo te pudimos haber visto Abril y yo…
Levanté la mirada y busqué a Abril. No estaba…
— ¿Abril estaba aquí? —le pregunté.
—Sí —dijo ella asintiendo —Estaba mirando muy atenta. Pero eso no importa, pudo haber sido cualquier otro, como el director por ejemplo.
—Pero NO fue el director y a Abril NO le importa. Ella misma me lo dijo…
— ¡Oh, Dios! Eres más idiota de lo que pensé ¿sabes?
—No María, no soy idiota… Yo le puse las cartas sobre la mesa a Abril, y ella eligió. Yo también estoy eligiendo.
—¿Acaso no conoces a las mujeres? —preguntó —Claro, nunca has salido con una… Cuando una mujer dice NO ME IMPORTA, es porque en realidad LE IMPORTA más de lo que desea.
—Te diré algo sobre los hombres, primita —le dije. Ella me miró fijo —Cuando un hombre hace una pregunta directa, espera una respuesta directa y simple. Somos criaturas sencillas no esperamos tener que decodificar cada palabra que emiten.
—Eso es para los hombres como tú, que no se cansan de las chicas fáciles y huecas. Has encontrado una con la que no puedes, ¿y qué haces? Huyes... hasta tus amigos saben de lo que hablo. Pero ¿sabes qué Dani? Tienes razón, eres una pérdida de tiempo. Abril es una chica inteligente, salió con un idiota, no creo que quiera otro…
Se fue dejándome con la palabra en la boca. ¿Yo una pérdida de tiempo? ¿Acaso estaba hablando enserio? Comencé a caminar, ya quería irme de este maldito lugar.
Pero mis pasos se detuvieron al ver como Gango se acercaba a mí.
—Hola imbécil —me dijo.
— ¿Acaso hoy es el día de insultemos a Fernández? —pregunté. Lo miré —No estoy de humor Gango, métete en tus putos asuntos y a mi déjame en paz.
— ¿Sabes? El otro día me entere de una cosa —dijo sin dejar de caminar a mi alrededor.
— ¿Ah sí? ¿Andas de fisgoncita? —dije burlón.
— ¿Te gusta besar a Abril? —me preguntó. Sonreí por lo bajo. Por ahí venía la mano. Entonces iba a joderlo un poco.
—No solo eso, también me encanta escucharla gemir. Es tan energética —le dije. Vi como su rostro se volvía rojo como un tomate.
— ¿Te gusta tanto como hacer todo lo que tu padre te dice? —dijo
—¿De qué hablas?
—Estuve averiguando unas cosas sobre ti Fernández…
Lo agarré de la camisa y lo acerqué a mí para mirarlo fijo a los ojos. Maldito bastardo, no iba a joder conmigo.
—Tu madre era una ramera Fernández, yo no sé como hizo tu padre para aguantarla. Mujeres así son una peste… hay que eliminarlas. Mira que abandonar a su hijo por ir detrás de un hombre es terrible. —El maldito infeliz cayó pesadamente al pasto, ya que le partí la cara de un solo golpe. ¿De dónde demonios había sacado eso? Con un poco de dificultad el maldito perro logró ponerse de pie —También supe que quería una niña, pero saliste tú. Igual pagó el ballet, ¿no es así Danielito?
—Te mostraré de cerca el puño de un hombre real, Gango—le dije y lo volví a golpear.
Cayó al pasto y comencé a patearlo en el estómago. ¡Infeliz, mal nacido! —Vamos Álvarito, pelea como hombre —lo levanté y lo acerqué a mí para hablarle cerca. Su nariz estaba destrozada y su labio partido. Pero yo quería verlo peor, mucho peor —Tú no sabes nada infeliz, absolutamente nada… Pero ¿sabes qué cosas puedes saber? Lo bien que la paso con tu ex por las noches. Nunca imagine que una criatura tan pequeña podría dar tanto como ella lo hace… Me encanta cuando se ríe de ti y me cuenta lo patético que eres. Y no sabes cómo amo, que me pida más y más… Le gusta mucho contra la pared.
Escuché el sonido de un silbato. Giré mi cabeza y vi como dos policías corrían hacia nosotros. Maldije por lo bajo y solté a Gango. Este cayó al suelo y se retorció allí.
—¡Levanta la manos! —me gritó uno de ellos. Puse mis manos en lo alto, y se acercó a mí.
Comenzó a revisarme, mientras que el otro policía atendía a Gango.
—Casi lo matas —me dijo el otro hombre.
—Él se lo buscó —respondí.
—Tendrás que venir con nosotros, Fernández—dijo el que me estaba revisando.
—No hay problema —dije. Comenzamos a caminar hacia el auto de policía. Me pusieron unas esposas, y me metieron adentro. Vi como una castaña que conocía bien corría hacia el auto.
— ¿A dónde lo llevan? —preguntó nerviosa mi prima.
—El señor acaba de atacar brutalmente al chico que está tirado por allí —le contestó el oficial. María me miró a mí y luego miró hacia donde estaba Gango.
— ¿Qué hiciste Dani? —dijo sin poder creerlo.
—Tranquila María, ve a casa tranquila —le dije y el auto arranco.
Llegamos a la comisaría. El oficial que me llevaba me quitó las esposas, y me acercó hasta donde estaba el sargento. Este levantó la cabeza y me miró fijo.
— Fernández, ¿Qué has hecho esta vez? —me preguntó.
—Lo encontramos golpeando a otro muchacho —le contó el oficial.
—Muchacho, muchacho, muchacho… creo que sabías que estabas condicionado, ¿verdad?
—Si sargento, pero le juro que valió la pena – dije y sonreí.
—Tienes derecho a una llamada. Me alcanzó el teléfono y lo tomé. No me iba a quedar otro remedio que llamarlo a él. A mi padre. Marqué. Sonó una… sonó otra.
—Hola —dijo al atender.
—Greoff —le dije.
— ¿Qué pasó? —me preguntó él, como si ya supiera de ante mano que era algo malo.
—Tuve un pequeño problema. Estoy arrestado —le conté.
—¡Diablos, Dani! —rugió enojado — ¡Estoy cansado de tus problemas! ¡Ya no daré la cara por ti! ¡Fíjate como sales o púdrete ahí si quieres!

—Está bien, gracias —dije y colgué. El sargento me miró, espero a que le dijera algo —Creo que vamos a ser muy buenos amigos sargento —le dije y sonreí.

lunes, 20 de abril de 2015

Adicto a Ti - Capítulo 22


Capítulo 22:




Sentí una pequeña punzada en mi pecho. Un enojo que me estaba carcomiendo las entrañas. Nuestras respiraciones aún eran agitadas.
¿Por qué demonios no cede? ¿Por qué demonios me hace esto? Sus ojos estaban clavados en los míos. Sus ojos eran una extraña mezcla de confusión y algo de miedo.
—Demonios… —dije y me alejé de ella.
Tomé mis llaves, mi teléfono y mi camisa, que estaban encima de la mesa de mármol. Caminé hasta la puerta y salí de allí cerrándola con fuerza.
Tenía que salir de allí, antes de que ella acabara conmigo. Cuando salí afuera miré a mí alrededor. ¿A dónde iba a ir ahora? Tomé mi celular y lo miré. Busqué el número de Blas y marqué.
— ¿Hola? —dijo al atenderme.
—Blas, ¿Puedes atenderme o estas ocupado? —le pregunté.
—No, de hecho estamos con mal de amores y amargados Carlos y yo en mi departamento. Déjate ver por aquí —me dijo.
—Llevaré algo de beber, lo necesitaremos —dije y colgué.
Me subí a Betty y prendí marcha hacia la casa deCantó. Llegué y toqué el timbre y un desanimado Blas me abrió la puerta. Entré y de la misma forma estaba Carlos. ¡Oh, esto es increíble!
— ¿Qué tal? —preguntó el castaño.
— ¿Qué tal tú? —le dije y me senté a su lado.
Blas tomó la botella de cerveza que había traído y fue a abrirla.
— ¿Acaso hace falta que preguntes? —me dijo Carlos—¡Mírame, jamás había estado así! ¡Nunca!
—Aquí, muchachos —dijo Cantó luego de darle un largo trago a la botella.
Yo la tomé e hice lo mismo.
— ¡De tantas mujeres que hay y hay muchas! ¿Por qué nos tenemos que enamorar de las criaturas más perversas, adorables y maquinadoras que hay? —preguntó el morocho nervioso.
—No, no, no. Lo siento chicos, pero lo mío no es amor. Se llama obsesión, una peligrosa obsesión —les aclaré y volví a tomar —Yo obtengo la chica que quiero cuando se me da la gana. Solo que con April me estoy tardando…
—Ajá, sí lo que digas Dani—habló Blas— ¡Yo estoy peor! Me enamoré de la versión femenina de Dani… —dijo nervioso y le dio otro trago a la botella —Solo que muchísimo mejor la versión dama si puedo agregar.
— ¿Y qué hay de mi? —preguntóMarco—Me enamoré de la criatura más linda, dulce y tierna que existe. Pero resulta que esa criatura me aborrece…
Le quitó la botella a Blas y tomó un largo y limpio trago.
—Se te pasó decir cínica y sarcástica —le dije.
Me miró con desenfado y de encogió de hombros.
—Aún así es hermosa —dijo.
—Pues yo estoy peor que ustedes dos juntos —les dije y tomé la botella —Mezclen a Emma y María, ¿Qué obtienen? Exacto a April… Esa chica me está costando dos semanas sin buenas noches.
— ¡¿Qué?! —preguntaron los dos al unísono.
—No, tú estás jugando con nosotros —dijo Blas.
— ¿Ven? Y ahora no filtro lo que digo. Estoy muy mal —dije bajando la cabeza.
— ¿Dónde se está quedando tu prima Dani? —me preguntó Cantó. Lo miré y tomé la botella para darle un trago extra largo.
—Ese es otro problema —dije al hablar —Está en mi departamento, en mi cuarto, en mi cama. Ha tomado mi casa.
— ¿En serio? —preguntó con sonrisa iluminada en los labios. Lo miré asesinamente.
— ¿Por qué la sonrisa? —le dije. La sonrisa se le borró y puso cara de preocupación.
—Oh, disculpa —me dijo —Que pena… ¿Por qué no le dices que venga a vivir aquí? Encantado le doy mi cama.
—Oye, tampoco soy un loco que entrega a su prima como si nada —le aclaré.
— ¿Dónde vivirá mi pequeña lectora de libros académicos? —preguntó concentrado el castaño.
— ¿En la biblioteca? —dijo Blas frunciendo el ceño.
—No lo sé —dije y miré a Carlos —Pero ahora están en mi casa.
— ¿Quiénes? —preguntó él.
—Tu angelito diabólico y el demonio encarnado —les dije apuntándolos.
—Traducción, eso sería Emma y Abril —dijo Blas.
—Si, entendí lo de angelito diabólico, no lo podía explicar más elocuentemente —dijo con su mejor cara de bobo —Pero si ella custodiara el infierno, yo iría feliz…
—No querido amigo, ella no va a custodiar el infierno, ella será tu infierno —le dije, tratando de asustarlo, para que de una buena vez reaccionara.
—Me parece Fernández que tú quieres pasarnos tu propia experiencia en este momento, ¿no es verdad? —me dijo Blas.
—Chicos de verdad yo los aprecio, y no lo repetiré cuando este sobrio pero los considero mis hermanos y de verdad se los digo... aléjense de ellas, ellas son como nuestro karma echo mujer que viene como bola de nieve y de un momento a otro moriremos aplastados como moscas asquerosas y malolientes —dije bastante nervioso.
Un celular comenzó a sonar. Miré a mí alrededor y me di cuenta de que era el mío. Me acerqué a él y el número era el de mi casa.
— ¿Hola? —dije con duda.
— ¿Dónde estás? —me preguntó ella.
— ¿María? —pregunté.
—No, soy la abuela. ¡Claro que soy yo tonto! ¿Dónde demonios estas?
— ¿Pasó algo?
—Solo dime si estás bien, y en dónde estás —sentenció.
—Sí, estoy bien, estoy en casa de Blas —le dije —Pero, ¿Qué pasó?
—No le digas que te dije, porque es capaz de mandar a cazarme. Pero estaba bastante preocupada por ti…
— ¿Quién? —pregunté.
—Abril tonto, estaba dando vueltas en la cama, hasta que le pregunté que le pasaba y me dijo que estaba preocupada por ti… que te habías ido y... nada más ¿Qué pasó? ¿Por qué te fuiste? —me preguntó.
—No nada, estoy bien... y aquí te manda un beso de buenas noches Blas —le dije para cambiar de tema. Escuché como se reía.
—Dile que yo también, en donde más le guste —me dijo ella.
—No voy a decirle eso —sentencié —Mañana te veo, adiós —colgué y me giré a ver a mis amigos — ¿Lo ven? Primero me odia, me golpea y luego se preocupa. Agh, Dios mío ¿Quién las entiende?
— ¿Quién te golpeó? —me preguntó —¿Tu prima?
—No… no importa —le dije y me volví a sentar.
Seguimos hablando un largo rato sobre nuestros problemas hasta que la botella de cerveza quedó completamente vacía. Creo que los tres caímos en un profundo sueño.
A la mañana siguiente me desperté antes que ellos dos y los desperté para ir a desayunar a casa ya que Rose estaría allí.
Ambos aceptaron entusiasmados, ya que seguro que las chicas estaban allí.
Salimos de la casa de Cantó y llegamos más rápido de lo que esperamos a la mía.
Entramos y escuchamos la voz divertida de Rose y María. Nos acercamos a ellas y allí estaban sentadas las tres. Digo tres porque faltaba una, y nada más y nada menos que mi demonio.
—Buenos días —nos saludó mi nana.
—Hola nana —le dije y besé su mejilla, pero sin dejar de buscar a Abril con la mirada. No estaba por ningún lado.
— ¿Qué hicieron? —preguntó María. Blas la miró con cara de tonto enamorado.
—Hablamos de ti —le dijo. María rió divertida al igual que Emma.
—De ambas —aclaró Carlos. Vimos como Emma tomaba un poco de color.
— ¿Dónde está Abril? —pregunté.
Todos se giraron a verme.
—Quise que se quedara a desayunar —dijo Rose con melancolía —Pero no pudo, estaba algo… triste.
—Si, además de que tenía que ir a la oficina de Gina —agregó Emma.
— ¡La oficina de Gina! —dije recordando aquello —Luego desayuno nana, tengo que irme más rápido que rápido —fui a mi cuarto me cambié de ropa y salí de allí.
Todos me miraron extrañados. Los saludé de manera rápida y salí de casa. Casi me olvidó completamente de que hoy tenía que ir a trabajar a mi nuevo empleo, no podía fallar.
Llegué y estacioné a Betty en la cochera del lugar. Tomé el ascensor y marqué el piso 20. Cuando llegué al piso las puertas se abrieron y ya había un gran movimiento de gente. Entré a una de las puertas y Gina se giró a verme. — ¡Dani! —dijo con una sonrisa y se acercó a saludarme.
Le respondí el gesto y entonces divisé a Abril sentada en una mesa escribiendo algo. La miré fijo y ella levantó su mirada para enfrentarme.
Noté que estaba algo pálida y tenía cara de no haber dormido bien. De seguro la conciencia la estaba matando por haberme rechazado anoche.
— ¿Cómo estás Gina? —le dije a mi jefa.
—Bien, yo bien ¿Y tú? —dijo.
—Excelente —dije elevando un poco más mi voz para que Anne escuchara. Pero ella seguía escribiendo algo en una hoja. Ella sacó su mirada de su hija y me miró a mí.
— ¿Pasó algo entre ustedes? —me preguntó ella.
—No Gin, quédate tranquila. Cosas de jóvenes —dije divertido.
— ¿Me estás diciendo vieja? —dijo ella.
—No Gina, ¿Cómo se te ocurre? Solo quise decir que son tonterías —le aclaré.
—Gina, ¿Dónde está el rollo de 40 para la cámara? —le preguntó ella a su madre.
Gina se giró a verla.
—En el depósito Anne —le dijo ella. Abril soltó un suspiro.
—Voy a buscarlo —dijo y se puso de pie. Pasó por mi lado sin decir nada y desapareció del lugar. Me giré a mirar a mi jefa.
— ¿Estás seguro que no pasó nada? —preguntó.
—Muy seguro —dije y bajé un poco más el tono de mi voz — ¿Puedes mandarme a buscar algo al depósito?
—Bueno, ve a traerme unas carpetas de esas transparente para poner unos papeles que tengo.
—De acuerdo.
Salí de allí y caminé un poco más rápido hasta encontrar la enorme puerta del frío depósito. El lugar estaba lleno de fotos, revistas, artículos de indumentaria, ropa, zapatos y todo lo que se puedan imaginar. Divisé la pequeña figura de Abril arrodillada en el suelo buscando el rollo dentro de un cajón. Ella me miró y volvió su vista a lo que estaba buscando. Yo me acerqué a uno de los estantes para buscar las carpetas. Luego de varios minutos ella se puso de pie y caminó hasta la puerta. Decidí hablarle.
—Te preocupaste por mí anoche, cariño —le dije.
Ella detuvo su paso en la puerta y se giró a verme.
—Bueno, no te fuiste en el mejor de los estados de ánimo y eres demasiado impulsivo, no lo creí una buena combinación —me dijo. Sonrió levemente —Pero veo que estás bien, así que ya no me preocupo. Ahora debo volver a trabajar.
Fui más rápido que ella y cerré la puerta antes de que saliera. Con algo de fastidio se giró a verme. Respiró profundamente.
—Tenemos que hablar —sentencié.
— ¿Ah sí? ¿De qué? No creo que haya nada de que debamos hablar Fernández.
—Si, de nosotros.
— ¿Nosotros? ¿Y ese término? ¿Desde cuándo? —dijo algo burlona.
—De ti y de mi Abril, DE ESE NOSOTROS —dije apretando los dientes.
—Aaaah, no sabía que había un ‘NOSOTROS’.
Apreté mis puños y la miré fijo a los ojos. Su mirada enfrentaba a la mía, nunca ninguna mujer me había intimidado como ella lograba hacerlo.
—Solo quiero saber una cosa, una sola cosa y te juro que te dejo en paz y dejamos este jueguito que ya me está cansando —le dije.
—Yo también ya me estoy cansando de esto —me dijo.
—Bueno, entonces pongamos un punto final.
—De acuerdo —dijo ella.
— ¿Vas a responder? —le pregunté.
—Sí —dijo revoleando los ojos — ¿Qué quieres saber?
— ¿Tengo una oportunidad?






































































martes, 24 de febrero de 2015

Adicto a Ti - Capítulo 21


Capítulo 21:

Abril me miraba asesinamente, mientras que yo me la comía con la mirada. Angie estaba concentrada en decirme algo, pero aún no lo hacía.

—Muchachos, muchachos ¿Por qué no nos calmamos un poco? —dijo Emma. Los tres nos giramos a verla. 
Asentí con la cabeza y volví mi mirada a Abril.
—De verdad estoy dolido —le dije y volví a tocar mi pecho —Jamás me lo imaginé de ti, de ti que te veías tan correcta.
—Y ahora la ves incorrectamente deseable, ¿verdad? —dijo María —Hagamos un trato primo, te consigo una noche con ella y me cedes tu cuarto.
—Hecho —le dije sin siquiera vacilar.
—Óyeme, ¿Acaso mi dignidad vale menos que una buena cama? —le preguntó Abril sin poder creerlo.
—Por mi pobre espalda sí —le dijo la castaña.
—Esa no es manera de convencerme María —dijo Abril.
—Y tampoco creo que sea la adecuada —acotó Emma.
— ¿Lo ves? Eso se llama ser amiga —dijo Brooks y se acercó para abrazar la chica de anteojitos.
—Está bien, está bien —dijo mi prima —Mmm, ¿Qué tal un beso?


Abril la miró fijo por unos cuantos segundos. Soltó un leve suspiro y me miró.


—Está bien —le dijo y se puso de pie. Se acercó a mí. Y cuando estuvo lo suficientemente cerca se puso en puntas de pie. Sus labios rozaron los míos — ¿Puedes agacharte un poco? No llego.


Bobamente obedecí a su petitorio. Me incliné y choqué despacio contra sus labios. Y cuando intenté mover mi boca, para obtener un poco más de ello, se alejó —Listo, su cama ya es tuya María.
—Pero, ¿Acaso yo no tengo poder de palabra? —pregunté.
—Ese es el máximo grado de intimidad que lograrás conmigo, Fernández —me dijo Abril.
—Dani, lleva mis maletas al cuarto ¿si? —dijo mi prima.
—Yo creo que es justo —habló Emma.
— ¿Acaso tú solo hablas para hundirme? —le pregunté —¿Por qué me odias? No, no es justo. Ese no fue el trato María. ¿O me das una noche con ella o no hay cama?
—Abril, ¡por Dios! Dale lo que pide —le rogó.
—No, ya te lo dije. Mi dignidad vale más que una puerca cama.
—Por favor, amiga. Por favor —le suplicó poniendo su mejor cara de sufrimiento.


Quizás lo consiga, y al fin obtenga mi noche con Abril. De solo pensarlo ya me emociono más de lo que debería. Todos observamos como Abril miraba fijamente a María, de seguro estaba pensando en cómo decirle que no, que ni loca lo haría. Hasta que se giró a verme.


— ¿Sabes Dani? Pensé que eras un caballero...no sé, creo que fue una mala impresión. Después de todo siempre te has mostrado generoso y respetuoso para con los que quieres, y como María es tu prima...tu única prima por lo que he oído, y por como ella habla bien de ti y lo mucho que te ama, pensé que el sentimiento era mutuo. Pero no...si la amaras y fueras un caballero le cederías tu cama. Creo que me equivoqué contigo —dijo y apoyó su mano sobre su pecho.


Entrecerré mis ojos y la miré fijo por unos cuantos segundos.


— ¿Sabes que ese es un chantaje muy barato, verdad? —le dije. Ella sonrió.
— ¿Funcionó? —me preguntó. Suspiré levemente.
—Si, funcionó —tomé las maletas de mi prima — ¿Estás son todas?
—Si primito lindo. Muchas gracias, te adoro, eres un encanto —me dijo ella. Miré a Abril.
—Me debes una —le dije mientras caminaba.
—Cuando quieras —dijo ella y las tres rieron divertidas.


Yo creo que de verdad está intentando volverme loco. Ella de seguro quiere jugar conmigo. Acabo de conocer a la verdadera Abril Anne Brooks Riccie. Del mismo material que mi prima, fue hecha solo para volverme loco. 

Aunque si debo admitir que Abril tiene algo que María no. 

Sabe cuando decir que no, y dejarlo muy en claro. Sabe como enredarte y hacerte desear. Sabe cómo dar en el blanco y sabe cómo hacerte sentir un imbécil.


Dios mío, creo que me saqué un boleto directo al infierno. Un boleto a la locura y a mi perdición. Pero ella no va a poder conmigo, ella va a terminar rendida a mis pies. Eso se los puedo asegurar.


La semana pasó bastante lenta para mi gusto. Aunque algo divertida debo admitir. Blas intentó seducir a mi prima, y el terminó siendo el seducido. No deja de hablar de ella, ya me tiene loco.


Mientras tanto Carlos está haciendo todo lo posible por averiguar cosas sobre su angelito diabólico. Estos chicos ya cayeron más bajo de lo que yo creía. Ambos parecen unos idiotas detrás de unas faldas complicadas.


El timbre de salida sonó, hoy es viernes. El bendito viernes. Hoy tendría mi conquista de la semana. Y ahora tenía que verme con ella, para arreglar unas cositas. 


— ¿A dónde vas tan apurado? —me pregunto María.
—Tengo que hacer unas cosas —le contesté.
—Oye, ¿no te enojas si hoy vienen a dormir Abril y Emma? —dijo ella.
—No, no hay problema. Hoy saldré —dije. Ella sonrió.
—Perfecto primito, te veo luego —besó mi mejilla y apuró su paso. Salí de salón y divisé a Jenny a unos metros de allí. Con discreción me acerqué a ella y le hice un gesto para que fuéramos al gimnasio.


Cuando estuvimos ahí caminamos hasta detrás de las gradas que estaban allí.


Ella sonrió pícaramente y tomó mi corbata para cercarme a ella y comenzar a besarme. La miré bien, mientras nuestras bocas se unían.


Pero entonces pasó de nuevo. La que estaba frente a mí no era Jennifer, era Abril, otra vez. Sus manos se colocaron alrededor de mi cuello y me acercó más a ella. Instantáneamente mis ojos se cerraron y la apreté más contra mí. Como me gustaba besarla. Como me gusta Abril… La coloque arriba de una grada, bajé una de mis manos hasta el final de su corta falda. La levanté con cuidado. Ella se alejó un poco de mí.


—Espera Dani, estamos en la Universidad —dijo.


Esa no era la voz, ni el olor de Abril. Y al alejarme el espejismo se desvaneció y el encanto se perdió.


Ella me dijo algo, que no logré escuchar. Solo acerté a asentir con la cabeza. Se acomodó la blusa y la falda. Me iba a volver a besar, pero me moví y el beso frío apenas alcanzó la comisura de mis labios.


— ¿Qué sucede? —me preguntó.
—Nada cielo, ve tranquila —le dije y me alejé más de ella. Ella frunció el ceño.
— ¿Sabes? He notado que a todas nos dices cielo, linda o dulce. Pero solo le dices cariño a Abril.
—No, eso no es así —dije.
—Sí, puedo asegurarte que sí.
—Pues entonces… no nada. Ve, ve, creo que va a ser mejor que esto lo dejemos para otro día.
— ¿Qué? —preguntó.
—Si, recordé que hoy tengo… tengo que hacer unas cosas y no podré verte. Lo siento dulce…
—Kate tenía razón —me dijo. La miré bien —Estás muy cambiado…


Se fue de allí dejándome bastante confundido. Salí del gimnasio y ya casi todo el mundo se había ido. 

¿Cambiado? ¿Yo estoy cambiado? Al parecer sí, y esto no puede estar pasando. Fui hasta mi moto y me subí en ella. No quería volver a casa aún. Mejor iré a dar unas vueltas por allí. Cuando la noche llegó al lugar, decidí volver. Entré a mi departamento, y escuché un par de risitas graciosas provenientes de mi habitación. Recordé que María me había dicho que hoy vendrían a dormir Abril y Emma. Mi prima salió del cuarto y me miró bien.
— ¿Qué haces aquí? —me dijo.
—No quiero preguntas, no estoy de humor María —le dije.
—Uuuuh, que carácter —dijo mientras se acercaba a la heladera y buscaba un poco de agua.
— ¿Qué hacen? —le pregunté.
— ¿No era que no querías que te hable? —me dijo.
—Solo quiero saber.
—Estábamos hablando, y estábamos por mirar una película —me contestó.
— ¿Abril está? —dije. Ella arqueó una de sus cejas y me miró fijo.
—Sí, sí esta ¿Acaso viniste a casa porque Abril iba a estar aquí?
—No, claro que no —dije rápidamente —Solo tuve un pequeño problema y… ¿Por qué tengo que estar dándote explicaciones? Está es mi casa y vengo cuando tengo ganas.
—Como sea, malhumorado —me dijo y se fue de nuevo a la habitación.


Dejé mis cosas sobre la mesa y entré al baño para darme una ducha. Cuando salí toque la puerta de mi cuarto y María salió. Me miró.


— ¿Qué quieres? —me preguntó.
— ¿Puedes darme un poco de ropa? —le pregunté, mientras intentaba mirar hacia dentro. Tal vez podría ver un poco de Abril.
—Ahora te la doy —me dijo y entró cerrando la puerta. Volvió a salir y me dio un pantalón de dormir y un calzoncillo.
—Gracias —le dije y volví a la sala.


Me puse mi cómodo pantalón de dormir y me quedé sin camisa. Hacía algo de calor esa noche. Me tiré pesadamente al sillón y prendí la tele. Volví a escuchar risas y la curiosidad comenzó a molestarme. Pero no me moví de mi lugar. Tenía que quedarme en donde estaba. Encontré una interesante película y me quedé allí tranquilo. Un bostezo involuntario salió de mí. Miré la hora y el reloj marcaba las 2 de la mañana. ¡Vaya que el tiempo puede pasar volando cuando uno está muy concentrado! 


Apagué la tele y me acosté bien en el sillón. Coloqué mis dos brazos detrás de mi cabeza y cerré mis ojos. Pero mi cabeza no dejaba de pensar. Escuché unos pequeños pasos, pero aun así no abrí mis ojos. De seguro era María. Escuché como la heladera se abría.


—Maldito Fernández, no tiene nada orgánico —musitó con enojo —Es un carnívoro.


Entonces levanté mi cabeza y divisé su pequeña figura buscando algo dentro del refrigerador. Sin hacer ruido me puse de pie y con sigilo, como un león a punto de cazar, caminé para acercarme más a ella. Sentí que iba a enloquecer al verla en un sexy pequeño short blanco una blusa de dormir.


Uno de mis ojos se entrecerró por la luz que proporcionaba el refrigerador abierto.


—Herbívora, busca bien. En el cajón de abajo hay manzanas —le dije.


Ella ahogó un grito y se giró a verme.


—¡Maldita sea, Dani! ¡Casi me matas del susto! —dijo mientras respiraba algo agitaba ponía una de sus manos sobre su pecho. La escaneé de arriba a abajo. ¡Diablos, se veía condenadamente bien así!
—No fue mi intención, pero que lindo levantarme y tenerte así en la cocina —le dije y la volví a mirara de arriba a abajo. Su cabello caía desordenado y algo despeinado por sus hombros.


Sus piernas doradas y suaves se veían deseosas. Que ganas de… 


—No me mires así —me ordenó con autoridad —Mírame a los ojos.
—Ya sé de memoria tu rostro, y tus bellos ojos —dije y me acerqué un poco más a ella —Trato de memorizar otras partes…


Me acerqué más acorralándola contra la pared. La luz del refrigerador era lo que nos iluminaba.


Ella hizo un escaneo nervioso a mi torso desnudo. Abrió la boca para decir algo, pero las palabras no le salieron.


— ¿Qué? ¿Qué vas a decirme? —le dije y me acerqué más, apretándola contra mí —Estás en mi casa, y todo lo que está aquí es mío. Lo toco y lo miró cuando se me da la gana…
—Resulta que no soy una cosa, y también resulta que no soy tuya —me dijo.
—Mírame fijo a los ojos, y vuélvelo a decir… no puedes, porque una parte de ti, ya es mía.


Ella guardó silencio, mirándome fijo. Posé mi vista en sus labios. Esos labios carnosos y calientes que me hacían perder el control. Como necesitaba besarla…


—Ese ego tuyo, hasta medio dormido es inmenso —me dijo.
— ¿Quieres saber que otra cosa es inmensa? —le pregunté con la voz ronca.
—No puedo creer que hayas dicho eso —me acusó nerviosa y algo agitada.


Sonreí divertido y negué con la cabeza.


—Las ganas que tengo de ti Abril… ¿O que pensaste?
—La inmensa estupidez que puedes llegar a tener —dijo ella rápidamente.
—Hasta media dormida, eres mal pensada —dije divertido.
—Ahora apártate, quiero ir a dormir. 


Entonces aquello fue más fuerte que yo. Rápidamente me acerqué a su boca y la besé intensamente. Abrí más sus labios con mi lengua, y toqué la suya con necesidad. Ella intentó alejarse, pero coloqué una de mis manos en su nuca y la acerqué más a mí. Un leve gemido escapó de su boca, cuando la apoyé más contra la pared, apretándola con mi cuerpo. Sus manos se quedaron quietas sobre mis hombros, mientras nuestras bocas se conocían más y más, era un movimiento violento y casi insano, pero no podía detenerme. Mi necesidad de saborearla era apabullante. Ella soltó otro gemido, cuando mordí sus labios suavemente…


Entonces logró alejarme de ella y sin decir nada, su mano sonó contra mi mejilla. Agitado volví mi vista a su rostro. Pude ver la confusión en sus ojos, mientras que su respiración agitada caía sobre mi boca.






Hola amores!!!

Hasta aquí el capítulo de hoy, espero que os haya gustado el nuevo capítulo, como veis he subido más deprisa que otras veces, espero que esto pueda seguir siendo así. Espero vuestros comentarios con lo que os parece, pero por favor comentar.

Gracias por leer.

Besos, María.