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The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

martes, 24 de febrero de 2015

Adicto a Ti - Capítulo 21


Capítulo 21:

Abril me miraba asesinamente, mientras que yo me la comía con la mirada. Angie estaba concentrada en decirme algo, pero aún no lo hacía.

—Muchachos, muchachos ¿Por qué no nos calmamos un poco? —dijo Emma. Los tres nos giramos a verla. 
Asentí con la cabeza y volví mi mirada a Abril.
—De verdad estoy dolido —le dije y volví a tocar mi pecho —Jamás me lo imaginé de ti, de ti que te veías tan correcta.
—Y ahora la ves incorrectamente deseable, ¿verdad? —dijo María —Hagamos un trato primo, te consigo una noche con ella y me cedes tu cuarto.
—Hecho —le dije sin siquiera vacilar.
—Óyeme, ¿Acaso mi dignidad vale menos que una buena cama? —le preguntó Abril sin poder creerlo.
—Por mi pobre espalda sí —le dijo la castaña.
—Esa no es manera de convencerme María —dijo Abril.
—Y tampoco creo que sea la adecuada —acotó Emma.
— ¿Lo ves? Eso se llama ser amiga —dijo Brooks y se acercó para abrazar la chica de anteojitos.
—Está bien, está bien —dijo mi prima —Mmm, ¿Qué tal un beso?


Abril la miró fijo por unos cuantos segundos. Soltó un leve suspiro y me miró.


—Está bien —le dijo y se puso de pie. Se acercó a mí. Y cuando estuvo lo suficientemente cerca se puso en puntas de pie. Sus labios rozaron los míos — ¿Puedes agacharte un poco? No llego.


Bobamente obedecí a su petitorio. Me incliné y choqué despacio contra sus labios. Y cuando intenté mover mi boca, para obtener un poco más de ello, se alejó —Listo, su cama ya es tuya María.
—Pero, ¿Acaso yo no tengo poder de palabra? —pregunté.
—Ese es el máximo grado de intimidad que lograrás conmigo, Fernández —me dijo Abril.
—Dani, lleva mis maletas al cuarto ¿si? —dijo mi prima.
—Yo creo que es justo —habló Emma.
— ¿Acaso tú solo hablas para hundirme? —le pregunté —¿Por qué me odias? No, no es justo. Ese no fue el trato María. ¿O me das una noche con ella o no hay cama?
—Abril, ¡por Dios! Dale lo que pide —le rogó.
—No, ya te lo dije. Mi dignidad vale más que una puerca cama.
—Por favor, amiga. Por favor —le suplicó poniendo su mejor cara de sufrimiento.


Quizás lo consiga, y al fin obtenga mi noche con Abril. De solo pensarlo ya me emociono más de lo que debería. Todos observamos como Abril miraba fijamente a María, de seguro estaba pensando en cómo decirle que no, que ni loca lo haría. Hasta que se giró a verme.


— ¿Sabes Dani? Pensé que eras un caballero...no sé, creo que fue una mala impresión. Después de todo siempre te has mostrado generoso y respetuoso para con los que quieres, y como María es tu prima...tu única prima por lo que he oído, y por como ella habla bien de ti y lo mucho que te ama, pensé que el sentimiento era mutuo. Pero no...si la amaras y fueras un caballero le cederías tu cama. Creo que me equivoqué contigo —dijo y apoyó su mano sobre su pecho.


Entrecerré mis ojos y la miré fijo por unos cuantos segundos.


— ¿Sabes que ese es un chantaje muy barato, verdad? —le dije. Ella sonrió.
— ¿Funcionó? —me preguntó. Suspiré levemente.
—Si, funcionó —tomé las maletas de mi prima — ¿Estás son todas?
—Si primito lindo. Muchas gracias, te adoro, eres un encanto —me dijo ella. Miré a Abril.
—Me debes una —le dije mientras caminaba.
—Cuando quieras —dijo ella y las tres rieron divertidas.


Yo creo que de verdad está intentando volverme loco. Ella de seguro quiere jugar conmigo. Acabo de conocer a la verdadera Abril Anne Brooks Riccie. Del mismo material que mi prima, fue hecha solo para volverme loco. 

Aunque si debo admitir que Abril tiene algo que María no. 

Sabe cuando decir que no, y dejarlo muy en claro. Sabe como enredarte y hacerte desear. Sabe cómo dar en el blanco y sabe cómo hacerte sentir un imbécil.


Dios mío, creo que me saqué un boleto directo al infierno. Un boleto a la locura y a mi perdición. Pero ella no va a poder conmigo, ella va a terminar rendida a mis pies. Eso se los puedo asegurar.


La semana pasó bastante lenta para mi gusto. Aunque algo divertida debo admitir. Blas intentó seducir a mi prima, y el terminó siendo el seducido. No deja de hablar de ella, ya me tiene loco.


Mientras tanto Carlos está haciendo todo lo posible por averiguar cosas sobre su angelito diabólico. Estos chicos ya cayeron más bajo de lo que yo creía. Ambos parecen unos idiotas detrás de unas faldas complicadas.


El timbre de salida sonó, hoy es viernes. El bendito viernes. Hoy tendría mi conquista de la semana. Y ahora tenía que verme con ella, para arreglar unas cositas. 


— ¿A dónde vas tan apurado? —me pregunto María.
—Tengo que hacer unas cosas —le contesté.
—Oye, ¿no te enojas si hoy vienen a dormir Abril y Emma? —dijo ella.
—No, no hay problema. Hoy saldré —dije. Ella sonrió.
—Perfecto primito, te veo luego —besó mi mejilla y apuró su paso. Salí de salón y divisé a Jenny a unos metros de allí. Con discreción me acerqué a ella y le hice un gesto para que fuéramos al gimnasio.


Cuando estuvimos ahí caminamos hasta detrás de las gradas que estaban allí.


Ella sonrió pícaramente y tomó mi corbata para cercarme a ella y comenzar a besarme. La miré bien, mientras nuestras bocas se unían.


Pero entonces pasó de nuevo. La que estaba frente a mí no era Jennifer, era Abril, otra vez. Sus manos se colocaron alrededor de mi cuello y me acercó más a ella. Instantáneamente mis ojos se cerraron y la apreté más contra mí. Como me gustaba besarla. Como me gusta Abril… La coloque arriba de una grada, bajé una de mis manos hasta el final de su corta falda. La levanté con cuidado. Ella se alejó un poco de mí.


—Espera Dani, estamos en la Universidad —dijo.


Esa no era la voz, ni el olor de Abril. Y al alejarme el espejismo se desvaneció y el encanto se perdió.


Ella me dijo algo, que no logré escuchar. Solo acerté a asentir con la cabeza. Se acomodó la blusa y la falda. Me iba a volver a besar, pero me moví y el beso frío apenas alcanzó la comisura de mis labios.


— ¿Qué sucede? —me preguntó.
—Nada cielo, ve tranquila —le dije y me alejé más de ella. Ella frunció el ceño.
— ¿Sabes? He notado que a todas nos dices cielo, linda o dulce. Pero solo le dices cariño a Abril.
—No, eso no es así —dije.
—Sí, puedo asegurarte que sí.
—Pues entonces… no nada. Ve, ve, creo que va a ser mejor que esto lo dejemos para otro día.
— ¿Qué? —preguntó.
—Si, recordé que hoy tengo… tengo que hacer unas cosas y no podré verte. Lo siento dulce…
—Kate tenía razón —me dijo. La miré bien —Estás muy cambiado…


Se fue de allí dejándome bastante confundido. Salí del gimnasio y ya casi todo el mundo se había ido. 

¿Cambiado? ¿Yo estoy cambiado? Al parecer sí, y esto no puede estar pasando. Fui hasta mi moto y me subí en ella. No quería volver a casa aún. Mejor iré a dar unas vueltas por allí. Cuando la noche llegó al lugar, decidí volver. Entré a mi departamento, y escuché un par de risitas graciosas provenientes de mi habitación. Recordé que María me había dicho que hoy vendrían a dormir Abril y Emma. Mi prima salió del cuarto y me miró bien.
— ¿Qué haces aquí? —me dijo.
—No quiero preguntas, no estoy de humor María —le dije.
—Uuuuh, que carácter —dijo mientras se acercaba a la heladera y buscaba un poco de agua.
— ¿Qué hacen? —le pregunté.
— ¿No era que no querías que te hable? —me dijo.
—Solo quiero saber.
—Estábamos hablando, y estábamos por mirar una película —me contestó.
— ¿Abril está? —dije. Ella arqueó una de sus cejas y me miró fijo.
—Sí, sí esta ¿Acaso viniste a casa porque Abril iba a estar aquí?
—No, claro que no —dije rápidamente —Solo tuve un pequeño problema y… ¿Por qué tengo que estar dándote explicaciones? Está es mi casa y vengo cuando tengo ganas.
—Como sea, malhumorado —me dijo y se fue de nuevo a la habitación.


Dejé mis cosas sobre la mesa y entré al baño para darme una ducha. Cuando salí toque la puerta de mi cuarto y María salió. Me miró.


— ¿Qué quieres? —me preguntó.
— ¿Puedes darme un poco de ropa? —le pregunté, mientras intentaba mirar hacia dentro. Tal vez podría ver un poco de Abril.
—Ahora te la doy —me dijo y entró cerrando la puerta. Volvió a salir y me dio un pantalón de dormir y un calzoncillo.
—Gracias —le dije y volví a la sala.


Me puse mi cómodo pantalón de dormir y me quedé sin camisa. Hacía algo de calor esa noche. Me tiré pesadamente al sillón y prendí la tele. Volví a escuchar risas y la curiosidad comenzó a molestarme. Pero no me moví de mi lugar. Tenía que quedarme en donde estaba. Encontré una interesante película y me quedé allí tranquilo. Un bostezo involuntario salió de mí. Miré la hora y el reloj marcaba las 2 de la mañana. ¡Vaya que el tiempo puede pasar volando cuando uno está muy concentrado! 


Apagué la tele y me acosté bien en el sillón. Coloqué mis dos brazos detrás de mi cabeza y cerré mis ojos. Pero mi cabeza no dejaba de pensar. Escuché unos pequeños pasos, pero aun así no abrí mis ojos. De seguro era María. Escuché como la heladera se abría.


—Maldito Fernández, no tiene nada orgánico —musitó con enojo —Es un carnívoro.


Entonces levanté mi cabeza y divisé su pequeña figura buscando algo dentro del refrigerador. Sin hacer ruido me puse de pie y con sigilo, como un león a punto de cazar, caminé para acercarme más a ella. Sentí que iba a enloquecer al verla en un sexy pequeño short blanco una blusa de dormir.


Uno de mis ojos se entrecerró por la luz que proporcionaba el refrigerador abierto.


—Herbívora, busca bien. En el cajón de abajo hay manzanas —le dije.


Ella ahogó un grito y se giró a verme.


—¡Maldita sea, Dani! ¡Casi me matas del susto! —dijo mientras respiraba algo agitaba ponía una de sus manos sobre su pecho. La escaneé de arriba a abajo. ¡Diablos, se veía condenadamente bien así!
—No fue mi intención, pero que lindo levantarme y tenerte así en la cocina —le dije y la volví a mirara de arriba a abajo. Su cabello caía desordenado y algo despeinado por sus hombros.


Sus piernas doradas y suaves se veían deseosas. Que ganas de… 


—No me mires así —me ordenó con autoridad —Mírame a los ojos.
—Ya sé de memoria tu rostro, y tus bellos ojos —dije y me acerqué un poco más a ella —Trato de memorizar otras partes…


Me acerqué más acorralándola contra la pared. La luz del refrigerador era lo que nos iluminaba.


Ella hizo un escaneo nervioso a mi torso desnudo. Abrió la boca para decir algo, pero las palabras no le salieron.


— ¿Qué? ¿Qué vas a decirme? —le dije y me acerqué más, apretándola contra mí —Estás en mi casa, y todo lo que está aquí es mío. Lo toco y lo miró cuando se me da la gana…
—Resulta que no soy una cosa, y también resulta que no soy tuya —me dijo.
—Mírame fijo a los ojos, y vuélvelo a decir… no puedes, porque una parte de ti, ya es mía.


Ella guardó silencio, mirándome fijo. Posé mi vista en sus labios. Esos labios carnosos y calientes que me hacían perder el control. Como necesitaba besarla…


—Ese ego tuyo, hasta medio dormido es inmenso —me dijo.
— ¿Quieres saber que otra cosa es inmensa? —le pregunté con la voz ronca.
—No puedo creer que hayas dicho eso —me acusó nerviosa y algo agitada.


Sonreí divertido y negué con la cabeza.


—Las ganas que tengo de ti Abril… ¿O que pensaste?
—La inmensa estupidez que puedes llegar a tener —dijo ella rápidamente.
—Hasta media dormida, eres mal pensada —dije divertido.
—Ahora apártate, quiero ir a dormir. 


Entonces aquello fue más fuerte que yo. Rápidamente me acerqué a su boca y la besé intensamente. Abrí más sus labios con mi lengua, y toqué la suya con necesidad. Ella intentó alejarse, pero coloqué una de mis manos en su nuca y la acerqué más a mí. Un leve gemido escapó de su boca, cuando la apoyé más contra la pared, apretándola con mi cuerpo. Sus manos se quedaron quietas sobre mis hombros, mientras nuestras bocas se conocían más y más, era un movimiento violento y casi insano, pero no podía detenerme. Mi necesidad de saborearla era apabullante. Ella soltó otro gemido, cuando mordí sus labios suavemente…


Entonces logró alejarme de ella y sin decir nada, su mano sonó contra mi mejilla. Agitado volví mi vista a su rostro. Pude ver la confusión en sus ojos, mientras que su respiración agitada caía sobre mi boca.






Hola amores!!!

Hasta aquí el capítulo de hoy, espero que os haya gustado el nuevo capítulo, como veis he subido más deprisa que otras veces, espero que esto pueda seguir siendo así. Espero vuestros comentarios con lo que os parece, pero por favor comentar.

Gracias por leer.

Besos, María.

sábado, 21 de febrero de 2015

Adicto a ti - Capítulo 20


Capítulo 20:

Iba silbando la 5ta sinfonía de mi amigo Beethoven por el pasillo, mientras me acercaba a mi casillero para dejar los libros allí antes de ir a la siguiente clase. Hoy debo decir que estoy muy responsable, no he llegado tarde a ninguna clase y he ido a todas. Debo tener algún tipo de problema, o algo en mi cerebro no está haciendo conexión. Vi como mi prima caminaba hacia a mí, pero no me había visto.

—María—la llamé. Ella levantó la vista y me miró.
— ¿Qué haces tontín? —me preguntó.
—Busco unas cosas —le dije y miré a su alrededor para ver si estaba Abril. Desde que se encontraron habían estado hablando y yo no tuve tiempo de agarrar a mi prima y preguntarle de dónde demonios se conocían — ¿Vas a contarme de donde conoces a Abril?
—Aaaaaaaw, juro que aun no puedo creer que ella esté aquí. Y yo que pensé que llegaría aquí para amargarme como la mejor…
—Ajá, sí qué bueno —dije sin mucho interés — ¿Me cuentas?
—Vaya, tu no cambias.
—Vamos María, no tengo toda la vida.
—Te cuento luego, ahora tengo que ir a clases. Te quiero —besó mi mejilla y se fue dejándome con aquella maldita intriga.


Volví mi vista al frente y la que venía ahora hacia mí era Abril. No podía dejar pasar esta oportunidad, tenía que saber. Me puse justo en su camino, ella miraba para atrás sin dejar de caminar, ya que estaba hablando con alguien del cual se estaba alejando.


Volvió su vista al frente y chocó levemente contra mí.


—Auch, me asustaste —me dijo.
—Hola cariño —la saludé.
— ¿Qué quieres? —me preguntó cortante. Aún estaba sentida por lo del beso. Sonreí por lo bajo y la miré a los ojos.
— ¿De dónde conoces a María? —le pregunté.


Su mirada acusadora cambió por una mirada asombrada y algo avergonzada. Apretó sus labios y luego sonrió.


—Pasado tormentoso, Fernánez. No quieres saberlo —dijo y me guiñó un ojo para comenzar a caminar y alejarse de mí.
—Sí, sí que quiero saber —le dije, mientras ella caminaba. Se giró a verme y sonrió.
—No, no quieres saberlo...


Siguió caminando y me dejó con más intriga de la que ya tenía.


¡Mierda, tengo que saber de dónde se conocen! ¿Y qué es eso de pasado tormentoso?


Como dijo Carlos, ¿Qué es lo que esconden ese par de ojos titilantes?


El resto del día se me pasó bastante lento, siempre me pasa eso cuando estoy con algo que me intriga en la cabeza. Carlos y Blas y yo salimos de nuestra última clase y caminamos hasta el estacionamiento para irnos a nuestras respectivas casas. Me prendí un cigarrillo, y comencé a compartirlo con Carlos.


— ¡Qué día! —suspiró el castaño mientras soltaba el humo por la boca.
—Ni lo digas —dijo Blas mientras aspiraba el suyo.


Entonces los tres detuvimos nuestros pasos al verlas caminar sin dejar de hablar y reír. Juro que en un momento la imagen se volvió en cámara lenta y cada movimiento que ellas hacían se veía con más claridad. Fijé mi mirada en Abril, miré el movimiento de sus labios al hablar, la forma en la que se curva su boca al sonreír. Sus largas pestañas, el color de su piel, la suavidad que muestran sus piernas…


¡Diablos! ¡No puede ser que aún no me haya acostado con ella!


—Creo que estamos viendo como empieza la destrucción del mundo —les dije a mis amigos.
—Yo creo que las tres hacen un lindo trío de ángeles —dijo Cantó con tono de bobo.
—Yo creo que mejor nos cuidamos las espaldas —aseguró el castaño.


Las tres se subieron al auto de Abril y prendieron marcha.


Nosotros terminamos nuestros cigarrillos y también prendimos marcha a nuestras casas. Cuando llegué me tiré de cabeza al sillón. Realmente estaba agotado.


Tomé el control remoto y prendí la tele. El timbre mi departamento sonó. Fruncí el ceño, ¿Quién podrá ser? Yo no espero a nadie hoy. Caminé y abrí la puerta.


—Hola primito, gracias por darme asilo en tu hogar —dijo ella con una sonrisa de oreja a oreja.


Entró con unas tres valijas y las soltó en medio del living. La miré sin poder creerlo.


—Pero María…


El timbre volvió a sonar, me acerqué a la puerta y la abrí.


—Hola, Ferrnández, no sabía que estarías aquí —me dijo ella.
—Te recuerdo que esta es mi casa, cariño —le contesté.
—Anne, pasa —le dijo María. Abril sonrió y pasó. Se abrazaron amistosamente y se sentaron en el sillón. 

¿Acaso yo estaba teniendo una pesadilla y en cualquier momento iba a despertar? Ambas me miraron y juro que sentí miedo.
— ¿Qué te pasa? —me preguntó mi prima.
—No, nada —le dije y me acerqué a la mesa de mármol que estaba allí para sentarme y comer un poco de galletas. Ellas hablaban en voz baja y de vez en cuando María me miraba de reojo. ¡Dios mío, esto no podía ser peor! El timbre volvió a sonar. Suspiré frustrado.

—Dani, ¿puedes abrir? Esa debe ser Emma —me dijo mi prima.
— ¿Me ves cara de mayordomo? —le pregunté.
—Anda Fernández, no seas malo —dijo Abril poniendo su mejor cara de niña buena. 


La miré fijo y asentí. Caminé hasta la puerta y la abrí. La pequeña figura de Emma me miró fijo y acomodó sus anteojos.


—Lo siento, creo que me equivoqué —dijo tímida.
—No, no te equivocaste, pasa están adentro —le dije. Ella asintió y entró.


La pequeña Emma se acercó a las otras dos y se abrazaron dulcemente. Se sentaron y comenzaron a hablar en voz baja. Las tres giraron su vista hacia mí.


—Ya puedes irte —dijo María.
— ¿Qué? —le pregunté —No saldré para que ustedes trío de ninfas conspiradoras estén solas en Mí casa. –Dije remarcando la palabra ‘MÍ’.


Abril rió por lo bajo.


— ¿Te sientes intimidado? —le preguntó ella.
—Solo me temo que incendien mi casa. Además que no tengo a donde ir —dijo y puse mi mejor cara de perrito mojado. Abril miró a María y a Emma.
—No podemos dejarlo en la calle, miren su cara de perrito —les dijo.
—No me ayudes Abril —le pedí.
—Okay, parece que estás sensible hoy —me dijo y volvió su vista a las chicas. Sonreí por lo bajo y caminé hasta el pasillo. Tenía que escuchar que hablaban, así que me quedé allí con la oreja bien puesta.
—¿Y, van a contarme de dónde se conocen? —preguntó Emma.
—Creo que fueron las mejores vacaciones de toda mi vida —dijo Abril.
—Sí, nunca las voy a olvidar. Yo estaba en Hawái con mis padres de vacaciones —habló María.
—Yo había viajado con mi padre.
—Recuerdo que ese día me había enojado con mi madre porque quería coquetear con un bailarín de salsa que había en el hotel —dijo mi prima.
—La tía Annie siempre es así —susurré.
—Baje al bar y me encontré con Abril…
—Que también yo estaba enojada con mi padre, por sus estúpidas amenazas —dijo ella.
—Comenzamos a hablar, y nos hicimos amigas. Esa noche arreglamos en salir a bailar.
—Y fuimos. Pero esa noche fue un descontrol...
— ¿Descontrol? —preguntó la chica de anteojos.
—Nos pusimos a tomar un poco, y luego se nos ocurrió hacer una apuesta —contó mi prima.
—Jugamos a quien seducía a más chicos en la noche. —dijo mi Anne.
—Había que incluir el beso, ¿verdad? —dijo María. Abril rió divertida.
—Sí, es verdad.
— ¿Quién ganó? —dijo Emma.
—Pues claro, ¿quién va a ser? María —musité.
—María, me ganó por tres chicos de diferencia —dijo mi castaña prima —Lo que pasa es que yo, me encariñé con uno y me quedé más tiempo del que debía. Si no era obvio que yo ganaba.
—No es cierto, igual iba a ganarte —aseguró Anne.


No puedo creer lo que estoy escuchando. Eso no puede ser cierto. No, no creo que sea cierto. Estoy completamente seguro de que ambas están bromeando.


—Después robamos una tienda —prosiguió María.
—Querrás decir, ‘ROBASTE’ una tienda —aclaró Abril.
—Tú me ayudaste a hacerlo, ya que no querías dejarme comprar ese bikini.
— ¡Tenías uno igual María!
—No es verdad, esa tenía una piedrita de color que la otra no —se quejó ella.
—Luego casi quemamos el hotel —dijo Abril.
—Casi QUEMASTE el hotel —aclaró la castaña.
— ¡No! ¡Eso no es cierto! Tú también lo hiciste.
—Tú sedujiste a ese chico, el pobre tan bobo que quedó, dejó apoyado el cigarrillo cerca de una tela y casi destroza el lugar.
— ¿Hace falta que seas tan detallista?
—Sí, lo hace. Luego nos anotamos en un concurso de playeras mojadas —dijo María. ¿La historia no termina todavía?
—Pero antes de empezar María quiso matar a las demás participantes, porque todas tenían los pechos hechos y el trasero también. Nos echaron.
—Sí, malditas rameras de plástico —dijo mi prima con odio.
—Luego una noche nos hicimos pasar por una pareja de lesbianas para poder entrar a un boliche gay, sino no podíamos pasar. -¿Es qué hay más?
—Tuvimos que besarnos delante del guardia para que nos dejara pasar —acotó la castaña.
—Sí, creo que nunca sentí tanta vergüenza en mi vida —dijo divertida Abril.
—¡Mentira! Si te encantó, hasta casi te haces lesbiana por eso.
—Sabes que a mí me gustan los hombres —aclaró ella. Ufff!
—Si lo sé, te encantan.
—Y bueno, luego hicimos varias cosas —dijo Abril.
—Atropellar a un cartero.
—Le quitamos unos caramelos a un par de niñas.
—Hasta que Abril conoció a Gango—habló con odio María —Y desde ahí, ya no volvió a ser la misma Abril busca problemas de antes.
—No, eso no es así...
—Sí, sí lo es... me cambiaste por un idiota y aún estoy sentida por eso.
—Suena a que deberían tener órdenes de restricción para estar cerca una de la otra —habló Emma. Asentí con la cabeza, sin dejar de escuchar —No deberían estar a menos de 50 metros de cerca.


¡Dios santo, por lo menos Emma es algo sensata!


— ¿Qué Emma? ¿Acaso nunca te has portado mal? —le preguntó Abril.
—Verdaderamente… no—dijo ella.
— ¡Aaaay no, eso no puede ser así! Vamos a salir las tres juntas y volveremos a Emma, una chica rebelde.
—Nooo —grité sin darme cuenta.
—Oye, ¿Qué haces ahí? —me preguntó la chica de anteojitos. Salí de mi escondite. Las miradas venenosas de María y de Abril se posaron en mí.
—¿Estabas escuchando? —preguntó mi prima.
—No, yo no estaba escuchando. ¿Acaso creen que soy una chismosita? —les dije.


Las tres entrecerraron los ojos.


—Obviamente sí —dijo Abril.
—No hagas preguntas, de las cuales no quieres saber la respuesta —me dijo Emma.


La miré bien.


—Con razón pones nervioso a Carlos, tienes cara de buena, pero de seguro eres peor que estas dos —le dije. Miré a mi prima — ¡Y tú María! Los tíos debieron dejarte más tiempo en el internado de monjas —Miré a Abril y negué con la cabeza —Y tu, de ti no me lo esperaba.
— ¿Qué? ¿Qué cosa? —preguntó ella.
—Y yo que te veía como la madre de mis hijos —le dije y apoyé mi mano sobre mi pecho trágicamente.
— ¡Oh Dios! —dijo ella divertida —Tú solo quieres una noche conmigo, y no la obtendrás.
—Los labios que besarían las frentes de mis hijos…tocaron los de María…no sé si podré superarlo-Dije con mi mejor cara de decepción.
—Óyeme —se quejó mi prima —Cosas peores han tocado tus labios…
—Tu prima es más cosa que tocar a esa… teñida y hueca de Mary Bynes. Y quien sabe cuántas huecas más —me acusó Abril.
—No soy una cosa —dijo María entrecerrando los ojos.






Hola amores!!!

Siento haber tardado tanto en subir un nuevo capítulo, lo siento, pero bueno aquí le teneis. Espero que os guste y que me dejeis vuestras opiniones, por favor, las necesito para saber si os gusta o no, y si debería seguir subiendo.

Gracias por leer.

Besos, María.