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The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

martes, 4 de noviembre de 2014

Adicto a Ti - Capítulo 18


Capítulo 18:

Me desperté más temprano de lo que en verdad estoy acostumbrado. Me pegué una refrescante ducha y comí un pan tostado con mantequilla antes de salir de mi departamento, a un agotador lunes en la Universidad.
El domingo se me había pasado rápido hablando con mi nana y recordando cosas de cuando era niño. La hice desistir de la absurda idea de que yo me estaba enamorando de Abril.
Ese concepto no está incluido en el diccionario de mi vida.
—Uno nunca sabe cuando el amor le llega, pequeño —me dijo Rose —Pero de que llega, llega. Sin avisar y sin permiso, y hay veces en las que se va de la misma manera de la que vino…
Sacudí mi cabeza y me subí a mi moto para prender marcha a las tareas del día. Llegué y me encontré con Carlos y Blas
— ¿Qué tal Fernández? —me preguntó Cantó.
—Bien, ¿Tú? —le dije.
—Excelente —contestó. Lo miré atentamente.
— ¿Realizada la hazaña? —dije al ver su rostro de autosuficiencia.
—Realizada —contestó. Chocamos nuestras manos. Blas anotaba otra más a su lista de mujeres. Una lista larga y morbosa. Yo nunca hice una lista, y tampoco pienso hacerla.
—¿Y tú, Carlos? —le hablé a mi otro amigo.
Él estaba serio y parecía molesto. Miré a Blas y me hizo un gesto con los hombros.
—No sé qué le pasa, así está desde que llegué —me informó Cantó.
Ambos nos giramos a verlo.
— ¿Qué pasa hermano? —le pregunté algo preocupado, nunca lo había visto tan serio.
Él terminó de fumar su cigarrillo y lo tiró hacia un costado.
—No pasa nada —contestó secamente. Otra vez con Blas nos miramos extrañados.
Pero mi atención fue llamada por un auto que acaba de entrar al estacionamiento. Era nuevo, pues nunca lo habíamos visto antes.
—Un Audi S4 Cabriolet, ¿de quién es esa belleza? —habló Blas sin dejar de mirar el auto.
Hasta que una pequeña figura se bajó de allí.
—Mi Abril —dije sonriente.
—Mira como se le iluminó la cara —habló Carlos. Me giré a verlo.
— ¿Es que estás vivo? —dije y palmeé su hombro —Pensé que no.
Volví mi vista a Anne. Ella cerró la puerta de su auto y con una sonrisa de oreja a oreja se acercó a nosotros.
—Hola chicos —nos dijo.
—¿Cómo estás Abril? —le preguntó Carlos. Ella lo miró bien.
—Creo que mejor que tú —dijo ella.
—Si, no sabemos qué le pasa — le respondió Cantó.
—No me pasa nada —soltó exasperado — ¿Acaso nunca tuvieron un mal día?
— ¿Estrenando auto? —le pregunté y logré al fin obtener una mirada fija de su parte. Sonrió mostrándome todos sus dientes.
—Ajá —dijo contenta —Al fin me trajeron mi auto. Ya no voy a depender de chóferes celosos y de chóferes aprovechadores…
— ¿Eso último fue una indirecta para mí? —le dije. Blas se rió.
—Más que indirecta, diría directa amigo —me dijo y palmeó mi espalda.
—Exacto —agregó Abril y nos miró consecutivamente a los tres — ¿Han desayunado?
Los tres negamos con la cabeza algo confundidos.
—Comí la mitad de un pan tostado —le dije.
—Yo no tuve tiempo —dijo Carlos.
—Y yo ganas —le dijo Blas.
—Son de terror —se acercó a nosotros y sin decir nada nos quitó el cigarrillo a Blas y a mí, y le quitó a Carlos el que estaba por prender.
— ¿Qué haces? —le preguntó Carlos.
—No pueden fumar sin desayunar —nos dijo y arrojó los cigarrillos a los lejos.
—Ese estaba entero —lloriqueó Marco.
—Lo lamento, pero yo no puedo permitir que consuman sus vidas con estas porquerías —dijo ella algo nerviosa. Blas la miró con ternura.
—Siempre quise tener a alguien que me dijera eso —le dijo y se acercó a abrazarla.
Carlos se unió a su tonto abrazó. Sentí una pequeña punzada en el estómago, y los miré asesinamente.
—Ya, ya, suéltenla —les dije. Ambos se alejaron —No me la atosiguen.
— ¡Já! —dijo ella divertida —Mira quién habla…
—Eso mismo, Dani. Mira quién habla —agregó Blas.
—Bueno, no voy a dejar que vuelvan a fumar sin haber desayunado antes, ¿entendieron? Eso les hace más daño del que ya se hacen al fumar —nos dijo. Los tres asentimos como niños pequeños —Ahora caminen que vamos a llegar tarde. —Agregó
Volvimos a asentir, y comenzamos a caminar. Escuchamos como un montón de libros caían al suelo. Los cuatro nos giramos a ver.
— ¡Demonios! —dijo aquella chica y se agachó a recogerlos. Abril la miró y luego nos miró a nosotros.
— ¿Quién es ella? —preguntó. Blas y yo nos encogimos de hombros.
—Se llama Cassandra Roberts, estudiante de abogacía. Está un año más adelante que nosotros porque es una Einstein en potencia. Una ñoña —dijo Carlos.
Blas lo miró confundido. ¿Cómo sabía esas cosas? Es más, yo jamás la había visto.
—Voy a ayudarla —dijo Abril y se acercó a ella.
La chica castaña de ojos verdes, levantó su mirada, que estaba detrás de unos anteojos, para mirar a Abril. Ella le sonrió y comenzó a juntar los libros mientras le hablaba.
Con los chicos comenzamos a caminar hacia el salón.
— ¿Cómo sabes todo eso de ella? —le pregunté a Carlos.
—Lo sé y punto —dijo él.
Otra vez su cara se había tornado seria. Entramos al salón y aun la profesora de derecho no había llegado.
Abril entró corriendo y se paró en seco al ver que había llegado a tiempo. La miré y le hice un gesto para que se sentara a mi lado. Negó con la cabeza, le hice un gesto de ¿Por qué?
Con el rostro me señaló a Amanda. Giré mi cabeza para mirarla y la rubia me miraba fijo, con los ojos llenos de rabia. Un escalofrió recorrió mi espalda. Eso si que da miedo…
Volví mi mirada a Abril, y ella ya estaba sentada al lado de Blas. Tomé mi celular y comencé a escribir rápidamente. Envié el mensaje, miré hasta que mi amigo tomó su celular. Sentí como alguien se sentaba a mi lado, lo miré y era Carlos.
— ¿Qué sucede? —me preguntó.
—Estoy viendo si Blas, lee el mensaje que le mandé —dije sin dejar de mirar al frente.
Mi celular comenzó a vibrar.
‘Tranquilo Fernández, tengo códigos. Sé que es tuya, además de que se nota que estas loquito por ella…’
Gruñí y volví a escribir.
‘No seas imbécil, y solo no te pases de listo porque ya verás…’
La profesora entró a la clase. Me acomodé mejor en la silla y volví mi vista a Carlos. Él seguía con el semblante serio. Algo le molesta, y mucho.
— ¿Vas a decirme que te pasa? —le dije por lo bajo. Me miró de costado.
—Hay alguien que me perturba —contestó. Fruncí el ceño y lo miré mejor.
— ¿Acaso es la chica de anteojitos? —le pregunté y sin darme cuenta elevé más mi voz de lo que debía. Toda la clase se giró a verme.
— ¿Sucede algo Señor Fernández? —me preguntó la profesora.
—No, nada. Lo siento —me disculpé.
Creo que yo estaba más asombrado que el resto de la clase, al escucharme a mí mismo disculpándome por algo que hice.
— ¿Estás enfermo o qué? —dijo por lo bajo Carlos. Sonreí divertido.
—No me cambies de tema, ¿es la tal Cassandra?
Suspiró levemente y volvió a mirar al frente.
—Sí —dijo sin quitar su vista de la profesora.
—¿Qué pasó con ella?
—Es una…una ñoña —dijo nervioso, pero sin levantar la voz —Y tuvo el descaro de decirme que soy un neandertal con peinado de casco.
Estallé en risas. Otra vez la clase entera se giró a verme, incluso Abril y Blas. La profesora frunció el ceño.
— ¿Se puede saber que es tan gracioso? —me preguntó.
—Lo siento, de verdad que lo siento—dije mientras trataba de calmar mi risa—No volverá a pasar…
La profesora revoleó los ojos y volvió a escribir.
— ¿Y por eso estás así? —le dije mientras restregaba mis ojos a causa de la risa.
—No solo me dijo eso. Sino también que era un pobre idiota que buscaba consuelo en todas las chicas con las que me acostaba, pero que no lograba llenar el vació de mi vida con ninguna de ellas…
—Uuuh, eso dolió, ¿verdad? —pregunté. Él no dijo nada — ¿Pero porque te dijo todo eso?
—Porque intenté seducirla ayer en la tarde en la biblioteca de aquí —me dijo.
— ¿Estuviste aquí ayer? —dije asombrado. Jamás pensé que Carlos podría estar un domingo en la Universidad.
—Necesitaba buscar un libro, y vine, la vi sentada leyendo y me acerqué a ella… Maldita sea la hora en que lo hice.
— ¿Te gusta? —dije al observar su total indignación hacia ella.
Se giró a verme rápidamente.
—Claro que no… Ella no es mi tipo de mujer, además de que no la tocaría ni con un palo. Es la última mujer con la que me metería en mi vida.
—Te gusta —afirmé.
Él no me dijo nada. Sonreí y volví mi vista al frente. El primer caído ante los encantos de una genio. ¿Quién será el segundo? Estoy completamente seguro de que será Blas, y quedaré solo en mi lucha por el machismo…
Fijé mi vista en Abril, con cuidado se giró a verme. Tomé mi celular y escribí debajo de la mesa. Observé como ella buscaba su celular. Lo abrió.
'Me estabas mirando, te caché cariño.'
Vi como ella escribía. Luego de unos segundos mi celular vibró.
'Creo que el que me estaba mirando eras tú, yo solo giré porque me sentía observada'
Le respondí.
'¿Ahora tienes un sexto sentido?'
Me respondió.
'Veo gente muerta…Jajaja, es que no lo sabías?'
Sonreí por lo bajo y guardé mi teléfono ya que la profesora dejó de escribir y nos miró a todos. Comenzó a hablar.
—Bueno alumnos, vamos a hablar sobre el habeas corpus —dijo y caminó un poco moviendo sus manos — ¿Alguien puede decirme algo sobre eso?
—El habeas corpus es una institución jurídica que garantiza la libertad personal del individuo, con el fin de evitar los arrestos y detenciones arbitrarias. Se basa en la obligación de presentar ante el juez, a todo detenido en el plazo de 72 horas, el cual podría ordenar la libertad inmediata del detenido si no encontrara motivo suficiente de arresto —habló con total fluidez Abril.
—Excelente señorita Brooks, se nota que ha estado leyendo —la felicitó la profesora.
—Vaya podría ser tu abogada la próxima vez que te metas en algún problema —aseguró el castaño junto a mi. La clase continuó hasta que el bendito timbre sonó. Me puse de pie, necesitaba salir de allí para fumar un cigarrillo.Abril me había apagado el que me estaba por terminar, y sentí como que un pedazo de mí faltaba.
Salí del salón, con Carlos y Blas detrás de mí. Toqué los bolsillos de mis pantalones, y me olvidé la maldita caja.
— ¡Demonios! —dije deteniendo mi paso.
— ¿Qué sucede? —me preguntó Blas.
—Olvidé los cigarrillos, ya vuelvo —les dije y regresé mis pasos hacia el salón.
Me detuve al escuchar unas voces.
— ¡Eres una cualquiera! —Escuché la chillona voz de Mary —El muerto se asusta del degollado —dijo irónica Abril — ¡Me tienes harta Mary! ¡Ya te dije millones de veces que entre Fernández y yo no hay nada!
— ¡Pues no te creo! —gritó ella.
— ¡Pues ese es tu problema, ahora déjame en paz! —le exigió. Entré al salón haciendo que ambas me miraran. Abril soltó un suspiro —Fernández, ven aquí.
— ¿Yo? —dije haciéndome el tonto.
— ¿Acaso hay otro aquí? —preguntó con sarcasmo. Sonreí y me acerque hasta ellas. Abril miró a Mary —¿Puedes decirle por el amor de Dios que entre nosotros no hay nada?


Hola amores!!!
Espero que os haya gustado y espero vuestros comentarios de lo que os ha parecido !!
Gracias por leer, besos, María

3 comentarios:

  1. Cuando publicas los próximos capítulos

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    Respuestas
    1. Hola cielo!!
      Siento tanto haber tardado tanto en subir pero la UNI y los examenes no me dejan tiempo para subir.
      En cuanto tenga un rato subo lo prometo.
      Besos, María

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