Capítulo 22:
Sentí una
pequeña punzada en mi pecho. Un enojo que me estaba carcomiendo las entrañas.
Nuestras respiraciones aún eran agitadas.
¿Por qué
demonios no cede? ¿Por qué demonios me hace esto? Sus ojos estaban clavados en
los míos. Sus ojos eran una extraña mezcla de confusión y algo de miedo.
—Demonios…
—dije y me alejé de ella.
Tomé mis
llaves, mi teléfono y mi camisa, que estaban encima de la mesa de mármol.
Caminé hasta la puerta y salí de allí cerrándola con fuerza.
Tenía que
salir de allí, antes de que ella acabara conmigo. Cuando salí afuera miré a mí
alrededor. ¿A dónde iba a ir ahora? Tomé mi celular y lo miré. Busqué el número
de Blas y marqué.
— ¿Hola?
—dijo al atenderme.
—Blas,
¿Puedes atenderme o estas ocupado? —le pregunté.
—No, de
hecho estamos con mal de amores y amargados Carlos y yo en mi departamento.
Déjate ver por aquí —me dijo.
—Llevaré
algo de beber, lo necesitaremos —dije y colgué.
Me subí a
Betty y prendí marcha hacia la casa deCantó. Llegué y toqué el timbre y un
desanimado Blas me abrió la puerta. Entré y de la misma forma estaba Carlos.
¡Oh, esto es increíble!
— ¿Qué tal?
—preguntó el castaño.
— ¿Qué tal
tú? —le dije y me senté a su lado.
Blas tomó la
botella de cerveza que había traído y fue a abrirla.
— ¿Acaso
hace falta que preguntes? —me dijo Carlos—¡Mírame, jamás había estado así!
¡Nunca!
—Aquí,
muchachos —dijo Cantó luego de darle un largo trago a la botella.
Yo la tomé e
hice lo mismo.
— ¡De tantas
mujeres que hay y hay muchas! ¿Por qué nos tenemos que enamorar de las
criaturas más perversas, adorables y maquinadoras que hay? —preguntó el morocho
nervioso.
—No, no, no.
Lo siento chicos, pero lo mío no es amor. Se llama obsesión, una peligrosa
obsesión —les aclaré y volví a tomar —Yo obtengo la chica que quiero cuando se
me da la gana. Solo que con April me estoy tardando…
—Ajá, sí lo
que digas Dani—habló Blas— ¡Yo estoy peor! Me enamoré de la versión femenina de
Dani… —dijo nervioso y le dio otro trago a la botella —Solo que muchísimo mejor
la versión dama si puedo agregar.
— ¿Y qué hay
de mi? —preguntóMarco—Me enamoré de la criatura más linda, dulce y tierna que
existe. Pero resulta que esa criatura me aborrece…
Le quitó la
botella a Blas y tomó un largo y limpio trago.
—Se te pasó
decir cínica y sarcástica —le dije.
Me miró con
desenfado y de encogió de hombros.
—Aún así es
hermosa —dijo.
—Pues yo
estoy peor que ustedes dos juntos —les dije y tomé la botella —Mezclen a Emma y
María, ¿Qué obtienen? Exacto a April… Esa chica me está costando dos semanas
sin buenas noches.
— ¡¿Qué?!
—preguntaron los dos al unísono.
—No, tú
estás jugando con nosotros —dijo Blas.
— ¿Ven? Y
ahora no filtro lo que digo. Estoy muy mal —dije bajando la cabeza.
— ¿Dónde se
está quedando tu prima Dani? —me preguntó Cantó. Lo miré y tomé la botella para
darle un trago extra largo.
—Ese es otro
problema —dije al hablar —Está en mi departamento, en mi cuarto, en mi cama. Ha
tomado mi casa.
— ¿En serio?
—preguntó con sonrisa iluminada en los labios. Lo miré asesinamente.
— ¿Por qué
la sonrisa? —le dije. La sonrisa se le borró y puso cara de preocupación.
—Oh,
disculpa —me dijo —Que pena… ¿Por qué no le dices que venga a vivir aquí?
Encantado le doy mi cama.
—Oye,
tampoco soy un loco que entrega a su prima como si nada —le aclaré.
— ¿Dónde
vivirá mi pequeña lectora de libros académicos? —preguntó concentrado el
castaño.
— ¿En la
biblioteca? —dijo Blas frunciendo el ceño.
—No lo sé
—dije y miré a Carlos —Pero ahora están en mi casa.
— ¿Quiénes?
—preguntó él.
—Tu angelito
diabólico y el demonio encarnado —les dije apuntándolos.
—Traducción,
eso sería Emma y Abril —dijo Blas.
—Si, entendí
lo de angelito diabólico, no lo podía explicar más elocuentemente —dijo con su
mejor cara de bobo —Pero si ella custodiara el infierno, yo iría feliz…
—No querido
amigo, ella no va a custodiar el infierno, ella será tu infierno —le dije,
tratando de asustarlo, para que de una buena vez reaccionara.
—Me parece Fernández
que tú quieres pasarnos tu propia experiencia en este momento, ¿no es verdad?
—me dijo Blas.
—Chicos de
verdad yo los aprecio, y no lo repetiré cuando este sobrio pero los considero
mis hermanos y de verdad se los digo... aléjense de ellas, ellas son como
nuestro karma echo mujer que viene como bola de nieve y de un momento a otro
moriremos aplastados como moscas asquerosas y malolientes —dije bastante
nervioso.
Un celular
comenzó a sonar. Miré a mí alrededor y me di cuenta de que era el mío. Me
acerqué a él y el número era el de mi casa.
— ¿Hola?
—dije con duda.
— ¿Dónde
estás? —me preguntó ella.
— ¿María?
—pregunté.
—No, soy la
abuela. ¡Claro que soy yo tonto! ¿Dónde demonios estas?
— ¿Pasó
algo?
—Solo dime
si estás bien, y en dónde estás —sentenció.
—Sí, estoy
bien, estoy en casa de Blas —le dije —Pero, ¿Qué pasó?
—No le digas
que te dije, porque es capaz de mandar a cazarme. Pero estaba bastante
preocupada por ti…
— ¿Quién?
—pregunté.
—Abril tonto,
estaba dando vueltas en la cama, hasta que le pregunté que le pasaba y me dijo
que estaba preocupada por ti… que te habías ido y... nada más ¿Qué pasó? ¿Por
qué te fuiste? —me preguntó.
—No nada,
estoy bien... y aquí te manda un beso de buenas noches Blas —le dije para
cambiar de tema. Escuché como se reía.
—Dile que yo
también, en donde más le guste —me dijo ella.
—No voy a
decirle eso —sentencié —Mañana te veo, adiós —colgué y me giré a ver a mis
amigos — ¿Lo ven? Primero me odia, me golpea y luego se preocupa. Agh, Dios mío
¿Quién las entiende?
— ¿Quién te
golpeó? —me preguntó —¿Tu prima?
—No… no
importa —le dije y me volví a sentar.
Seguimos
hablando un largo rato sobre nuestros problemas hasta que la botella de cerveza
quedó completamente vacía. Creo que los tres caímos en un profundo sueño.
A la mañana
siguiente me desperté antes que ellos dos y los desperté para ir a desayunar a
casa ya que Rose estaría allí.
Ambos
aceptaron entusiasmados, ya que seguro que las chicas estaban allí.
Salimos de
la casa de Cantó y llegamos más rápido de lo que esperamos a la mía.
Entramos y
escuchamos la voz divertida de Rose y María. Nos acercamos a ellas y allí
estaban sentadas las tres. Digo tres porque faltaba una, y nada más y nada
menos que mi demonio.
—Buenos días
—nos saludó mi nana.
—Hola nana
—le dije y besé su mejilla, pero sin dejar de buscar a Abril con la mirada. No
estaba por ningún lado.
— ¿Qué
hicieron? —preguntó María. Blas la miró con cara de tonto enamorado.
—Hablamos de
ti —le dijo. María rió divertida al igual que Emma.
—De ambas
—aclaró Carlos. Vimos como Emma tomaba un poco de color.
— ¿Dónde
está Abril? —pregunté.
Todos se
giraron a verme.
—Quise que
se quedara a desayunar —dijo Rose con melancolía —Pero no pudo, estaba algo… triste.
—Si, además
de que tenía que ir a la oficina de Gina —agregó Emma.
— ¡La
oficina de Gina! —dije recordando aquello —Luego desayuno nana, tengo que irme
más rápido que rápido —fui a mi cuarto me cambié de ropa y salí de allí.
Todos me
miraron extrañados. Los saludé de manera rápida y salí de casa. Casi me olvidó
completamente de que hoy tenía que ir a trabajar a mi nuevo empleo, no podía
fallar.
Llegué y
estacioné a Betty en la cochera del lugar. Tomé el ascensor y marqué el piso
20. Cuando llegué al piso las puertas se abrieron y ya había un gran movimiento
de gente. Entré a una de las puertas y Gina se giró a verme. — ¡Dani! —dijo con
una sonrisa y se acercó a saludarme.
Le respondí
el gesto y entonces divisé a Abril sentada en una mesa escribiendo algo. La
miré fijo y ella levantó su mirada para enfrentarme.
Noté que
estaba algo pálida y tenía cara de no haber dormido bien. De seguro la
conciencia la estaba matando por haberme rechazado anoche.
— ¿Cómo
estás Gina? —le dije a mi jefa.
—Bien, yo
bien ¿Y tú? —dijo.
—Excelente
—dije elevando un poco más mi voz para que Anne escuchara. Pero ella seguía
escribiendo algo en una hoja. Ella sacó su mirada de su hija y me miró a mí.
— ¿Pasó algo
entre ustedes? —me preguntó ella.
—No Gin,
quédate tranquila. Cosas de jóvenes —dije divertido.
— ¿Me estás
diciendo vieja? —dijo ella.
—No Gina,
¿Cómo se te ocurre? Solo quise decir que son tonterías —le aclaré.
—Gina,
¿Dónde está el rollo de 40 para la cámara? —le preguntó ella a su madre.
Gina se giró
a verla.
—En el
depósito Anne —le dijo ella. Abril soltó un suspiro.
—Voy a
buscarlo —dijo y se puso de pie. Pasó por mi lado sin decir nada y desapareció
del lugar. Me giré a mirar a mi jefa.
— ¿Estás
seguro que no pasó nada? —preguntó.
—Muy seguro
—dije y bajé un poco más el tono de mi voz — ¿Puedes mandarme a buscar algo al
depósito?
—Bueno, ve a
traerme unas carpetas de esas transparente para poner unos papeles que tengo.
—De acuerdo.
Salí de allí
y caminé un poco más rápido hasta encontrar la enorme puerta del frío depósito.
El lugar estaba lleno de fotos, revistas, artículos de indumentaria, ropa,
zapatos y todo lo que se puedan imaginar. Divisé la pequeña figura de Abril
arrodillada en el suelo buscando el rollo dentro de un cajón. Ella me miró y
volvió su vista a lo que estaba buscando. Yo me acerqué a uno de los estantes
para buscar las carpetas. Luego de varios minutos ella se puso de pie y caminó
hasta la puerta. Decidí hablarle.
—Te
preocupaste por mí anoche, cariño —le dije.
Ella detuvo
su paso en la puerta y se giró a verme.
—Bueno, no
te fuiste en el mejor de los estados de ánimo y eres demasiado impulsivo, no lo
creí una buena combinación —me dijo. Sonrió levemente —Pero veo que estás bien,
así que ya no me preocupo. Ahora debo volver a trabajar.
Fui más
rápido que ella y cerré la puerta antes de que saliera. Con algo de fastidio se
giró a verme. Respiró profundamente.
—Tenemos que
hablar —sentencié.
— ¿Ah sí?
¿De qué? No creo que haya nada de que debamos hablar Fernández.
—Si, de
nosotros.
— ¿Nosotros?
¿Y ese término? ¿Desde cuándo? —dijo algo burlona.
—De ti y de
mi Abril, DE ESE NOSOTROS —dije apretando los dientes.
—Aaaah, no
sabía que había un ‘NOSOTROS’.
Apreté mis
puños y la miré fijo a los ojos. Su mirada enfrentaba a la mía, nunca ninguna
mujer me había intimidado como ella lograba hacerlo.
—Solo quiero
saber una cosa, una sola cosa y te juro que te dejo en paz y dejamos este
jueguito que ya me está cansando —le dije.
—Yo también
ya me estoy cansando de esto —me dijo.
—Bueno,
entonces pongamos un punto final.
—De acuerdo
—dijo ella.
— ¿Vas a
responder? —le pregunté.
—Sí —dijo
revoleando los ojos — ¿Qué quieres saber?
— ¿Tengo una
oportunidad?
Hola amores!!!
ResponderEliminarOs escribo por aqui porque no me va muy bien blogger, se me desordenan las palabras y se ha vuelto loco, como podreis ver se ha quedado mucho espacio en blanco.
Espero que podais perdonarme por la tardanza pero es que la UNI no me deja tiempo para nada, aunque yo por mi subiría todos los días, pero me es imposible.
Espero vuestros comentarios de lo que os ha parecido, pero por favor comentar, se puede hacer sin necesidad de cuenta.
Gracias por la paciencia y por leer.
Besos, María.
Hola cielo!!!
ResponderEliminarLo primero muchas gracias por comentar, te lo digo de corazón.
Jajaja ¿me crees capaz de dejar la novela sin decir nada ni terminarla? No seria capaz, además sabiendo que alguien la lee no lo dejaria a medias.
Muchas gracias por comprender mi situación.
Todo se vera en el proximo capítulo, espero poder subir pronto.
Muchas gracias cielo!!!!
Besos, María.
PD: no no vienen por Santander aunque voy al concierto ;)