Páginas

The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

sábado, 21 de febrero de 2015

Adicto a ti - Capítulo 20


Capítulo 20:

Iba silbando la 5ta sinfonía de mi amigo Beethoven por el pasillo, mientras me acercaba a mi casillero para dejar los libros allí antes de ir a la siguiente clase. Hoy debo decir que estoy muy responsable, no he llegado tarde a ninguna clase y he ido a todas. Debo tener algún tipo de problema, o algo en mi cerebro no está haciendo conexión. Vi como mi prima caminaba hacia a mí, pero no me había visto.

—María—la llamé. Ella levantó la vista y me miró.
— ¿Qué haces tontín? —me preguntó.
—Busco unas cosas —le dije y miré a su alrededor para ver si estaba Abril. Desde que se encontraron habían estado hablando y yo no tuve tiempo de agarrar a mi prima y preguntarle de dónde demonios se conocían — ¿Vas a contarme de donde conoces a Abril?
—Aaaaaaaw, juro que aun no puedo creer que ella esté aquí. Y yo que pensé que llegaría aquí para amargarme como la mejor…
—Ajá, sí qué bueno —dije sin mucho interés — ¿Me cuentas?
—Vaya, tu no cambias.
—Vamos María, no tengo toda la vida.
—Te cuento luego, ahora tengo que ir a clases. Te quiero —besó mi mejilla y se fue dejándome con aquella maldita intriga.


Volví mi vista al frente y la que venía ahora hacia mí era Abril. No podía dejar pasar esta oportunidad, tenía que saber. Me puse justo en su camino, ella miraba para atrás sin dejar de caminar, ya que estaba hablando con alguien del cual se estaba alejando.


Volvió su vista al frente y chocó levemente contra mí.


—Auch, me asustaste —me dijo.
—Hola cariño —la saludé.
— ¿Qué quieres? —me preguntó cortante. Aún estaba sentida por lo del beso. Sonreí por lo bajo y la miré a los ojos.
— ¿De dónde conoces a María? —le pregunté.


Su mirada acusadora cambió por una mirada asombrada y algo avergonzada. Apretó sus labios y luego sonrió.


—Pasado tormentoso, Fernánez. No quieres saberlo —dijo y me guiñó un ojo para comenzar a caminar y alejarse de mí.
—Sí, sí que quiero saber —le dije, mientras ella caminaba. Se giró a verme y sonrió.
—No, no quieres saberlo...


Siguió caminando y me dejó con más intriga de la que ya tenía.


¡Mierda, tengo que saber de dónde se conocen! ¿Y qué es eso de pasado tormentoso?


Como dijo Carlos, ¿Qué es lo que esconden ese par de ojos titilantes?


El resto del día se me pasó bastante lento, siempre me pasa eso cuando estoy con algo que me intriga en la cabeza. Carlos y Blas y yo salimos de nuestra última clase y caminamos hasta el estacionamiento para irnos a nuestras respectivas casas. Me prendí un cigarrillo, y comencé a compartirlo con Carlos.


— ¡Qué día! —suspiró el castaño mientras soltaba el humo por la boca.
—Ni lo digas —dijo Blas mientras aspiraba el suyo.


Entonces los tres detuvimos nuestros pasos al verlas caminar sin dejar de hablar y reír. Juro que en un momento la imagen se volvió en cámara lenta y cada movimiento que ellas hacían se veía con más claridad. Fijé mi mirada en Abril, miré el movimiento de sus labios al hablar, la forma en la que se curva su boca al sonreír. Sus largas pestañas, el color de su piel, la suavidad que muestran sus piernas…


¡Diablos! ¡No puede ser que aún no me haya acostado con ella!


—Creo que estamos viendo como empieza la destrucción del mundo —les dije a mis amigos.
—Yo creo que las tres hacen un lindo trío de ángeles —dijo Cantó con tono de bobo.
—Yo creo que mejor nos cuidamos las espaldas —aseguró el castaño.


Las tres se subieron al auto de Abril y prendieron marcha.


Nosotros terminamos nuestros cigarrillos y también prendimos marcha a nuestras casas. Cuando llegué me tiré de cabeza al sillón. Realmente estaba agotado.


Tomé el control remoto y prendí la tele. El timbre mi departamento sonó. Fruncí el ceño, ¿Quién podrá ser? Yo no espero a nadie hoy. Caminé y abrí la puerta.


—Hola primito, gracias por darme asilo en tu hogar —dijo ella con una sonrisa de oreja a oreja.


Entró con unas tres valijas y las soltó en medio del living. La miré sin poder creerlo.


—Pero María…


El timbre volvió a sonar, me acerqué a la puerta y la abrí.


—Hola, Ferrnández, no sabía que estarías aquí —me dijo ella.
—Te recuerdo que esta es mi casa, cariño —le contesté.
—Anne, pasa —le dijo María. Abril sonrió y pasó. Se abrazaron amistosamente y se sentaron en el sillón. 

¿Acaso yo estaba teniendo una pesadilla y en cualquier momento iba a despertar? Ambas me miraron y juro que sentí miedo.
— ¿Qué te pasa? —me preguntó mi prima.
—No, nada —le dije y me acerqué a la mesa de mármol que estaba allí para sentarme y comer un poco de galletas. Ellas hablaban en voz baja y de vez en cuando María me miraba de reojo. ¡Dios mío, esto no podía ser peor! El timbre volvió a sonar. Suspiré frustrado.

—Dani, ¿puedes abrir? Esa debe ser Emma —me dijo mi prima.
— ¿Me ves cara de mayordomo? —le pregunté.
—Anda Fernández, no seas malo —dijo Abril poniendo su mejor cara de niña buena. 


La miré fijo y asentí. Caminé hasta la puerta y la abrí. La pequeña figura de Emma me miró fijo y acomodó sus anteojos.


—Lo siento, creo que me equivoqué —dijo tímida.
—No, no te equivocaste, pasa están adentro —le dije. Ella asintió y entró.


La pequeña Emma se acercó a las otras dos y se abrazaron dulcemente. Se sentaron y comenzaron a hablar en voz baja. Las tres giraron su vista hacia mí.


—Ya puedes irte —dijo María.
— ¿Qué? —le pregunté —No saldré para que ustedes trío de ninfas conspiradoras estén solas en Mí casa. –Dije remarcando la palabra ‘MÍ’.


Abril rió por lo bajo.


— ¿Te sientes intimidado? —le preguntó ella.
—Solo me temo que incendien mi casa. Además que no tengo a donde ir —dijo y puse mi mejor cara de perrito mojado. Abril miró a María y a Emma.
—No podemos dejarlo en la calle, miren su cara de perrito —les dijo.
—No me ayudes Abril —le pedí.
—Okay, parece que estás sensible hoy —me dijo y volvió su vista a las chicas. Sonreí por lo bajo y caminé hasta el pasillo. Tenía que escuchar que hablaban, así que me quedé allí con la oreja bien puesta.
—¿Y, van a contarme de dónde se conocen? —preguntó Emma.
—Creo que fueron las mejores vacaciones de toda mi vida —dijo Abril.
—Sí, nunca las voy a olvidar. Yo estaba en Hawái con mis padres de vacaciones —habló María.
—Yo había viajado con mi padre.
—Recuerdo que ese día me había enojado con mi madre porque quería coquetear con un bailarín de salsa que había en el hotel —dijo mi prima.
—La tía Annie siempre es así —susurré.
—Baje al bar y me encontré con Abril…
—Que también yo estaba enojada con mi padre, por sus estúpidas amenazas —dijo ella.
—Comenzamos a hablar, y nos hicimos amigas. Esa noche arreglamos en salir a bailar.
—Y fuimos. Pero esa noche fue un descontrol...
— ¿Descontrol? —preguntó la chica de anteojos.
—Nos pusimos a tomar un poco, y luego se nos ocurrió hacer una apuesta —contó mi prima.
—Jugamos a quien seducía a más chicos en la noche. —dijo mi Anne.
—Había que incluir el beso, ¿verdad? —dijo María. Abril rió divertida.
—Sí, es verdad.
— ¿Quién ganó? —dijo Emma.
—Pues claro, ¿quién va a ser? María —musité.
—María, me ganó por tres chicos de diferencia —dijo mi castaña prima —Lo que pasa es que yo, me encariñé con uno y me quedé más tiempo del que debía. Si no era obvio que yo ganaba.
—No es cierto, igual iba a ganarte —aseguró Anne.


No puedo creer lo que estoy escuchando. Eso no puede ser cierto. No, no creo que sea cierto. Estoy completamente seguro de que ambas están bromeando.


—Después robamos una tienda —prosiguió María.
—Querrás decir, ‘ROBASTE’ una tienda —aclaró Abril.
—Tú me ayudaste a hacerlo, ya que no querías dejarme comprar ese bikini.
— ¡Tenías uno igual María!
—No es verdad, esa tenía una piedrita de color que la otra no —se quejó ella.
—Luego casi quemamos el hotel —dijo Abril.
—Casi QUEMASTE el hotel —aclaró la castaña.
— ¡No! ¡Eso no es cierto! Tú también lo hiciste.
—Tú sedujiste a ese chico, el pobre tan bobo que quedó, dejó apoyado el cigarrillo cerca de una tela y casi destroza el lugar.
— ¿Hace falta que seas tan detallista?
—Sí, lo hace. Luego nos anotamos en un concurso de playeras mojadas —dijo María. ¿La historia no termina todavía?
—Pero antes de empezar María quiso matar a las demás participantes, porque todas tenían los pechos hechos y el trasero también. Nos echaron.
—Sí, malditas rameras de plástico —dijo mi prima con odio.
—Luego una noche nos hicimos pasar por una pareja de lesbianas para poder entrar a un boliche gay, sino no podíamos pasar. -¿Es qué hay más?
—Tuvimos que besarnos delante del guardia para que nos dejara pasar —acotó la castaña.
—Sí, creo que nunca sentí tanta vergüenza en mi vida —dijo divertida Abril.
—¡Mentira! Si te encantó, hasta casi te haces lesbiana por eso.
—Sabes que a mí me gustan los hombres —aclaró ella. Ufff!
—Si lo sé, te encantan.
—Y bueno, luego hicimos varias cosas —dijo Abril.
—Atropellar a un cartero.
—Le quitamos unos caramelos a un par de niñas.
—Hasta que Abril conoció a Gango—habló con odio María —Y desde ahí, ya no volvió a ser la misma Abril busca problemas de antes.
—No, eso no es así...
—Sí, sí lo es... me cambiaste por un idiota y aún estoy sentida por eso.
—Suena a que deberían tener órdenes de restricción para estar cerca una de la otra —habló Emma. Asentí con la cabeza, sin dejar de escuchar —No deberían estar a menos de 50 metros de cerca.


¡Dios santo, por lo menos Emma es algo sensata!


— ¿Qué Emma? ¿Acaso nunca te has portado mal? —le preguntó Abril.
—Verdaderamente… no—dijo ella.
— ¡Aaaay no, eso no puede ser así! Vamos a salir las tres juntas y volveremos a Emma, una chica rebelde.
—Nooo —grité sin darme cuenta.
—Oye, ¿Qué haces ahí? —me preguntó la chica de anteojitos. Salí de mi escondite. Las miradas venenosas de María y de Abril se posaron en mí.
—¿Estabas escuchando? —preguntó mi prima.
—No, yo no estaba escuchando. ¿Acaso creen que soy una chismosita? —les dije.


Las tres entrecerraron los ojos.


—Obviamente sí —dijo Abril.
—No hagas preguntas, de las cuales no quieres saber la respuesta —me dijo Emma.


La miré bien.


—Con razón pones nervioso a Carlos, tienes cara de buena, pero de seguro eres peor que estas dos —le dije. Miré a mi prima — ¡Y tú María! Los tíos debieron dejarte más tiempo en el internado de monjas —Miré a Abril y negué con la cabeza —Y tu, de ti no me lo esperaba.
— ¿Qué? ¿Qué cosa? —preguntó ella.
—Y yo que te veía como la madre de mis hijos —le dije y apoyé mi mano sobre mi pecho trágicamente.
— ¡Oh Dios! —dijo ella divertida —Tú solo quieres una noche conmigo, y no la obtendrás.
—Los labios que besarían las frentes de mis hijos…tocaron los de María…no sé si podré superarlo-Dije con mi mejor cara de decepción.
—Óyeme —se quejó mi prima —Cosas peores han tocado tus labios…
—Tu prima es más cosa que tocar a esa… teñida y hueca de Mary Bynes. Y quien sabe cuántas huecas más —me acusó Abril.
—No soy una cosa —dijo María entrecerrando los ojos.






Hola amores!!!

Siento haber tardado tanto en subir un nuevo capítulo, lo siento, pero bueno aquí le teneis. Espero que os guste y que me dejeis vuestras opiniones, por favor, las necesito para saber si os gusta o no, y si debería seguir subiendo.

Gracias por leer.

Besos, María.

1 comentario:

  1. Muchas gracias amor!!! espero poder subir pronto y muchas gracias por comentar, me alegro que por lo menos a alguien le guste. Besos

    ResponderEliminar