Páginas

The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Story of my life - Capítulo 3


Capítulo 3:



Álvaro detuvo a Helios y a White mientras veía a todos los trabajadores algo alborotados. Le había costado un poco volver ya que White se había puesto algo rebelde. Pero al final lo había conseguido. Pero sobre todo había tardado por quedarse sentado leyendo una y otra vez aquella nota. Él no había vuelto a ese lugar luego de que ella se marchó… y así fue que se olvidó completamente de aquel último día que habían pasado juntos. Se le llenó el corazón de una extraña amargura… era raro. Haber leído eso 10 años después, era muy raro. Soltó un suspiro, no comprendía por qué le dolía. Antes era solo un niño.

Uno de ellos lo vio y le avisó a Alex. Al instante el chico de ondulaciones color avellana corrió hacia él. Extrañado, Álvaro, se bajó del caballo.

—¿Qué pasó? —le preguntó a su primo cuando este llegó a su lado.
—Llegó el jefe —dijo algo agitado.

Álvaro alzó amabas cejas. No esperaba que Sam llegara tan temprano. Casi siempre lo hacía por la noche. Llamó a uno de sus compañeros y le pidió que guardara a los caballos. Se acercó a White antes de que se alejara.

—No más líos por hoy, ¿entendido? —le dijo. El caballo meneó la cabeza. Álvaro sonrió y palmeó su lomo antes de que se lo llevaran.

Comenzó a caminar hacia la casa. Alex se apresuró a seguirlo.

—Espera —le dijo. Alex siguió caminando.
—¿Por qué están tan alterados todos? —preguntó Álvaro Gango y lo miró de costado —Es solo el jefe. No es la primera vez que viene…
—No es por eso —consiguió decir Gango mientras intentaba ir a la misma velocidad que su primo —No llegó solo…

Está vez Álvaro se detuvo y lo miró con el ceño fruncido.

—¿No llegó solo? —inquirió.
—No,… llegó con una chica y un chico. Parecían una pareja o algo así. Entraron con él a la casa grande. Algunos de los muchachos dicen que… que deben ser compradores.

El corazón de Álvaro se detuvo. Eso no podía ser cierto. Seguro que no lo era. Si se había rumoreado que Sam López tenía ganas de vender el campo. Pero hasta el momento Álvaro no lo había creído porque simplemente su jefe jamás le había mencionado nada. Pero de repente se sintió intranquilo. Aquel campo lo era todo para Álvaro y no se veía en otro lugar que no fuera ese.

—Voy a ir a hablar con él —le dijo y comenzó a correr hacia la casa.

Si Sam tenía pensado vender el campo, Álvaro haría lo imposible para evitarlo. Incluso sería capaz de comprárselo él mismo. No por nada había ahorrado casi toda su vida. Se veía capaz de comprar aquellas tierras. O por lo menos una porción.
Entró a la casa por el lado de atrás, como siempre. Al primer lugar al que entraba era a la cocina. Su madre se sobresaltó un poco y giró para mirarlo.

—¿Qué te pasó? —le preguntó preocupada.
—¿Dónde está el señor López? —dijo al instante.
—En su despacho —respondió ella extrañada.
—Bien —musitó Álvaro y comenzó a caminar para salir de allí.
—Álvaro, hijo… espera —ella lo siguió pero al parecer Álvaro no la escuchaba —¡El señor no vino solo!

Se quedó quieta en su lugar ya que al parecer él no la había escuchado. Soltando un suspiro volvió a la cocina. Aun no podía creer que ella estuviese allí de nuevo. Casi sonrió. Álvaro tampoco iba a creerlo cuando se enterara. Ella había sido tan importante para él cuando era un niño. ¿La recordaría? Estaba segura de que si. Volvió a concentrarse en la comida. Más tarde iba a ver la reacción de Álvaro hacia la llegada de María.

Álvaro se detuvo frente a la puerta del despacho de su jefe. Tomó una gran cantidad de aire y luego golpeó.

—¡Adelante! —dijo él. El castaño abrió y se asomó —¡Álvaro! —exclamó contento y se puso de pie para acercarse. Él entró del todo. Sam lo abrazó paternalmente y Gango le devolvió el gesto —¿Cómo ha estado mi mejor muchacho?

Esbozó una pequeña sonrisa.

—Bien, señor ¿Usted? —le preguntó.
—Yo estoy muy bien —aseguró y volvió a sentarse detrás de su escritorio. Le hizo una seña a Álvaro para que se sentara también —¿Cómo ha estado todo por aquí?

Álvaro se sentó algo inseguro. Había esperado llegar y encontrar a aquellas dos personas hablando con Sam, pero estaba solo. Quizás no había nada de que preocuparse.

—Todo ha estado muy bien. Los muchachos y yo hemos estado trabajando muy duro con el tema de la marca de ganado… ya sabe, hay varios problemas con los ladrones por aquí. Y… hemos terminado de levantar la valla entre las propiedades de los Montoya y aquí.
—Si, he hablado con Marco y dijo que estaba muy contento con el trabajo. Creo que sobre todo porque ahora podrá tener más controlada a Sara.

Álvaro sonrió y asintió. Si había algo que Marco Montoya odiaba era que su hija menor saliera huyendo de casa solo para acercarse a ver a Alex. Por eso mismo fue que se había puesto en contacto con Sam y habían hecho el acuerdo de levantar la valla. Pero lo que el señor Montoya no sabía era que Sara se iba a escapar igual.

—Espero que ahora se quede más tranquilo —dijo Álvaro.
—Lo dudo mucho —rió Sam.

Al parecer todo estaba tranquilo. Álvaro no notaba nerviosismo, ni nada por el estilo en su jefe. Así que estaba descartando completamente el tema de que López quería vender aquel campo. Quizás era una buena idea que se lo preguntara.

—Señor…
—¿Si, hijo? —preguntó mientras lo miraba con ambas cejas levantadas.
—Usted… ¿va a vender el campo?

Sam frunció el ceño y luego lo miró fijo por unos cuantos segundos.

—No —dijo al fin. Álvaro sintió un gran alivio —¿De dónde sacaste eso?
—En realidad es un rumor —le contó —Se ha estado diciendo que usted quiere vender el campo para irse definitivamente a la cuidad.
—Eso es una locura —aseguró a Álvaro —Jamás vendería este lugar. Es más… tengo pensando quedarme a vivir aquí.

Los ojos de Álvaro se abrieron sin poder creerlo, y luego una tonta sonrisa se dibujó en su rostro.

—¿En serio? —inquirió sorprendido.
—Jamás bromeo con esas cosas, Álvaro.
—Lo sé, lo sé…
—Lo que me extraña es que hayas siquiera pensado que yo podía vender este lugar. ¿Por qué?
—Es que me dejé llevar —le quitó importancia —Además de que los muchachos lo vieron llegar con una… pareja o algo así. Pensaron que eran compradores.
—Ooooh, no, no, no. No son compradores —dijo divertido —Son solo Matt y mi…

La puerta del despacho se abrió y una agitada Marta entró rápidamente. Ambos hombre se levantaron exaltados.

—¿Qué pasó, mamá? —le preguntó Álvaaro.
—Hirieron… hirieron a tu primo —dijo agitada.
—Maldita sea —murmuró Álvaro y salió rápidamente de allí.

Era increíble ver como en el campo todo se iba al carajo en menos de dos segundos. En un momento estaba todo tranquilo, pero al darte la vuelta y volver a mirar, todo era un desastre. Y que en ese momento el involucrado en los pleitos haya sido Alex lo ponía realmente de mal humor. A veces su primo no sabía mantenerse al margen. Le gustaban los problemas.

Salió de la casa con los pasos de Marta y Sam detrás. Su madre hablaba efusivamente, mientras era contenida por el señor López. Llegaron a las caballerizas. Todos los trabajadores se giraron a verlo cuando entró. Divisó sentado sobre un barril a Alex con una venda rodeándole el brazo.

El pelinegro miró con un poco de temor a su primo.

—Te juro que no quise que esto pasara —le dijo antes de que Álvaro pudiera hablar.
—¿Qué pasó? —preguntó y se acercó más a él para revisarle la herida. Le quitó la venda y revisó los daños.
—Al parecer la bala solo lo rozó —dijo Peter —Pero estuvo cerca… muy cerca.
—Quiero saber que demonios pasó —gruñó Álvaro. Todos se quedaron callados —¡Es que nadie va a decirme nada!
—Fueron los Montoya —habló uno de ellos al fin. Alex lo miró asesinamente —Frederick y Alejandro fueron los que le dispararon a Alex…

Álvaro se masajeó las sienes.

Ya estaba realmente harto de que los hermanos de Sara intentaran asesinar a su primo. Estaba jodidamente cansado.

—Ya me tienen harto —dijo Álvaro luego de unos segundos. Miró a Alex —No vas a acercarte más a sus propiedades ¿entendiste?
—Pero… pero, pero, pero…
—Pero nada, Alex. No te quiero ni a dos metros de sus tierras. No hasta que arregle cuentas con ese par de…
—Tranquilo, hijo —habló Sam mientras ingresaba con Marta. La mujer sofocó un sollozo y se acercó rápidamente a su sobrino. Le besó la frente, le acarició el rostro.
—Ya, tía —dijo Alex algo avergonzado. Álvaro miró fijo a su jefe.
—Yo mismo voy a encargarme de hablar con ellos. Montoya me debe varias cosas —aseguró Sam.






Autora:

Espero que os haya gustado este tercer capítulo y como siempre os digo espero vuestros comentarios abajo diciendome que os ha parecido.

Gracias una vez más por leer.

Besos, María.

6 comentarios:

  1. Me ha encantado, el siguiente rápido!!

    ResponderEliminar
  2. Esos Montoya... me los cargo, son unos gilipollas ¿cómo son capaces de disparar a una persona? ¡No!
    Quiero saber ya de ya que cara se le queda Álvaro cuando vea a María.
    Creía que la que iba ha entrar en el despacho era María en vez de Marta jajaja.
    SIGUIENTE :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajjajaa si son unos...
      Me alegro de que te haya gustado!!!
      Jajaja habra que esperar para ver como se reencuentran jaa
      Besos

      Eliminar