Páginas

The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

martes, 31 de enero de 2017

Adicto a Ti - Capítulo 51


Capítulo 51



Sus ojos volvieron a adquirir ese brillo de hace unos instantes, sus mejillas se enrojecieron levemente y eso terminó con lo que quedaba de mí.
— ¿Usas ese calificativo con otras… personas? — me preguntó con recelo. Sonreí.
— ¿Celosa? – le pregunté arqueando una ceja.
— Estás matando el momento, Dani — dijo frunciendo levemente el ceño. Reí por lo bajo.
— Y tú solo me estás tentando cada vez más — dije divertido.
— Solo quiero saber si alguien más fue llamada así…
— No — le dije mirándola fijamente — Nadie más, amor.
Ella levantó su mano y acarició mi mejilla, para luego subir hasta mi cabello y acomodarlo levemente hacia atrás. Me incliné hacia ella y la besé dulcemente acariciando sus labios con cuidado. Gimió levemente, mandando a través de mí una oleada de placer. El beso dulce y tierno se volvió apasionado e intranquilo. Necesitaba sentirla, desesperadamente. Bajé mis manos al borde de su blusa.
— No, no y no, Dani —dije agitada soltando mis labios— Dije que no…
— Maldita, eso eres una pequeña y peligrosa ninfa que ha venido hasta mi habitación y me ha despertado y me ha seducido y ahora no quiere dejarme cobrar lo que debo.
— Por Dios, Harry, no han pasado si quiera 24 horas desde la última vez que lo hicimos… no puedes estar desesperado. Definitivamente eres un ninfómano.
— Y tú te comportas como una monja — la besé cortamente.
— Pero te encanta esta monja – dijo coqueta.
— Está bien, tú ganas. Solo porque no tengo como contradecir aquello, es absolutamente cierto.
Me miró de manera tierna y acarició de nuevo mi mejilla.
— Ahora, ¿me puedes dejar salir? Quiero comer algo — me dijo.
— Delante de ti ya tienes algo para comer, ¿para qué quieres otra cosa? — le pregunté.
Ella rió por lo bajo.
— No se puede vivir de hacer el amor, Dani — dijo mientras sin intención alguna clavaba su mirada en mi boca.
— Mmmm, esa mirada… quieres besarme ¿cierto? – le dije y me agaché para morder sus labios.
— Tienes razón… ganas en todo. Sí quiero besarte, y todo lo que se te pueda pasar por la mente. Pero ahora tengo hambre… de comida.
— Bueno, vamos a comer — dije rendido mientras me alejaba de ella y me ponía de pie. Tomé su mano y la levanté de la cama — Pero luego quiero el postre.
Le gruñí y la tomé de la cintura para un arrebato beso y luego la solté. Ella rió divertida.
— Traje helado — dijo con una inocente sonrisa.
— Y te atreves a decir que soy yo quien mata los momentos. No tienes vergüenza, amor.
— Decidí ignorar tu doble sentido — me aclaró.
— Pero si lo divertido de eso es que te escandalices — dije mientras ambos salíamos de la habitación.
— Oh, bebé, ya no me escandalizan tus dobles sentidos — me dijo divertida.
Arqueé una ceja y antes de que se alejara demasiado, la detuve y la acerqué a mí. Su espalda chocó levemente contra mi pecho y el aroma de su cuerpo, me excitó un poco más de lo que ya estaba. Sentí como su respiración se volvía un poco más densa.
— ¿Por qué estas tan distante? — le pregunté al oído.
— Yo no estoy distante — aseguró.
— Sí, sí lo estás – susurré y bajé mis manos a su vientre, abrazándola un poco más.
— Dani… - murmuró.
— ¿A qué le temes, Abril? – le pregunté y la giré para que me hiciera frente.
Me miró fijo a los ojos y vi la inseguridad en ellos. Aquellos ojos cautivantes estaban llenos de inseguridad.
— No quiero que… que te canses de mí.
— ¿Cansarme? – pregunté confundido.
— Tal vez… si me hago la difícil, pueda que no me dejes tan pronto.
Eso es lo que pasa… Abril aún no entiende lo que ella significa para mí. Tomé su rostro con mis manos y la acerqué a mis labios.
— Estoy perdida y completamente enamorado de ti… te necesito, te quiero. Y no creo que pueda cansarme de algo que hace latir tan fuerte mi corazón — besé sus labios apenas — Eres la dueña de mi corazón… puedes hacer lo que se te cante con él. Soy tuyo, maldita sea.
— Yo también soy tuya, Dani, completamente tuya — susurró agitada y se acercó completamente a mi boca. Gruñí ante el desenfreno de su pasión.
Sus labios abrasaron los míos y su lengua me cautivó. Sus pequeños brazos rodearon mi cuello y entonces la alcé del suelo. Ella sonrió levemente.
Sus piernas rodearon mis caderas y entonces volví a besar su boca.
— Claro que no, Blas — dijo divertida.
Entonces dejamos de mover nuestras bocas para lentamente girar a verla.
Ellos tenían los ojos bien abiertos y estaban ahí parados como estatuas en la puerta, nos miraban fijo. Abril seguía sobre mí.
— Creo que no hemos llegado en un momento muy apropiado — dijo mi buen amigo Blas.
Lentamente, Anne se fue bajando de mí, para acomodarse un poco el pelo y la ropa.
— Diablos, María… ¿acaso no me dijiste que no vendrías hoy? — le pregunté.
— Lo siento, primito, no pensé que estarían haciendo tal muestra de amor en medio del pasillo — dijo ella con una leve sonrisa.
— Son unos aguafiestas — dije fastidiado y miré a Blas — Y tú, ¿Acaso no podías llevarla a algún lado para distraerla o algo así? Es la segunda vez que interrumpe algo interesante…
— Ya, ya — dijo Abril apoyando una de sus manos sobre mi pecho — Vamos a ser unos buenos anfitriones y los vamos a hacer pasar y vamos a cenar todos juntos.
María sonrió emocionada y se acercó a Anne para tomarla de la mano.
— ¿A dónde piensas llevarte a mi Annie? — le pregunté, tomando la otra mano de Abril.
— Necesito hablar en privado con mi mejor amiga, pesado — me dijo la castaña.
— Jamás voy a perdonarte que hayas arruinado nuestro momento — le aseguré.
— Sí vas a perdonarme, primito lindo — apretó mi mejilla.
— Ya, bebé — me dijo Abril y besó levemente mis labios — Yo también quiero hablar con tu prima… — se acercó a mi oído — Te prometo que luego la recompensa será mejor de lo que esperas.
— Ya, Abril, deja de excitarlo —la regañó María y tiró de ella para desparecer por el pasillo.
Me giré a ver a Blas y éste soltó un leve suspiro.
— Lo siento, hermano… juro que no tenía idea que estabas con Abril. María me contó que ayer estuvieron juntos y que al parecer al fin aceptaste que estás enamorado — me dijo.
Solté un suspiró y apoyé mi mano en su hombro para hacerlo caminar hacia la mesa de mármol y sentarnos allí.
— Yo no sé cómo pasó… pero me tiene loco — le conté. Él sonrió divertido.
— Así son ellas cuando logran meterse en tu corazón. Te sientes como un títere que depende de los hilos para moverse… te aseguro que en verdad van a enredarnos.
— Pues estoy dispuesto a enredarme por ella — dije divertido.
Ambos escuchamos las chistosas risas de Abril y María, Blas me miró divertido.
— Son terribles — aseguró.
— Nuestra perdición, hermano — dije y palmeé su hombro – Pero, espera un segundo, yo me perdí de algo ¿Qué pasó entre tú y mi prima?
— Bueno… nosotros estamos saliendo — me contó. Puse mi mejor cara de enternecido.
— ¿Te das cuenta de que tú, Carlos y yo hemos caído en los brazos de tres ninfas asesinas?
— ¿Por qué asesinas? — dijo confundido.
— ¿Aún tienes el valor de preguntarlo? — dije mientras veía como Abril y María caminaban hacia nosotros.
— ¿Qué hacen? — preguntó mi curiosa prima.
— Hablábamos — le dije y miré a mi Anne que se acercó lentamente a mí hasta estar a mi lado.
La tomé de la cintura y la guié para que se sentara sobre mi regazo.
— Blas, ¿me acompañas a comprar unas cosas para la cena? — le preguntó María.
— Claro que sí, preciosa — dijo él y ambos salieron del departamento tomados de las manos.
En ese instante, Abril apoyó su cabeza contra mi hombro y con su mano derecha comenzó a acariciar mi pecho. Bajé la mirada para mirarla y estaba demasiado callada para mi gusto.
— ¿Pasó algo? — le pregunté.
Ella levantó su rostro, pero sin alejarse de mi hombro, su boca quedó cerca de la mía. Su mano hacía pequeños círculos sobre mis pectorales.
— Te quiero — susurró. Mi cara se tornó boba y una media sonrisa curvó mis labios.
— ¿Cómo? — le pregunté. Ella sonrió.
— Que te quiero, Dani… no te das una idea de cuánto — dijo en tono suave — Bésame como hoy en la mañana…
Me acerqué más a ella, y la besé como me pidió. Mis labios rozaron suaves los suyos. Me invadió su dulce aroma. Me invadió ella… su amor y pasión.
— ¿Por qué no les pedimos que se vayan? — pregunté sobre su boca. Ella sonrió.
— Lo lamento, bebé… pero en este momento Carlos y Emma también están viniendo hacia aquí.
— ¡Demonios! No se van a ir nunca más — me quejé.
Me besó cortamente y se puso de pie.
— No te pongas quisquilloso, son tus amigos y mis amigas… está bien que estemos con ellos.
— Yo no quiero estar con ellos — aseguré.
— Eres un mal amigo — me dijo.
— Pero, mi amor… yo estoy todo el tiempo con esos dos — seguí quejándome como un pequeño niño — Yo solo quiero estar contigo ahora.
Sonrió y clavó su mirada en la mía. Se volvió a acercar a mí y rodeó mi cuello con sus brazos.
— Ahora soy ‘mi amor’, cada vez le vas agregando algo más, bebé — dijo risueña.
— Tú me provocas esa clase de cursilerías, solo tú — le dije y me acerqué de nuevo a ella para besarla. Rió sobre mis labios y aquella fue una hermosa sensación, que también me hizo sonreír. La puerta del departamento se volvió a abrir.
— Oh, vamos ¿Acaso no van a dejar de estar como chicles ni por un segundo? — nos dijo María entrando con Blas, Carlos y Emma detrás.
— Si no fuera por ti, y por tu inoportuna llegada a esta casa, estaríamos más pegados que dos chicles — le dije. Abril golpeó levemente mi brazo y se alejó de mí, para saludar a su querida amiga Emma.
La pequeña diabólica se acercó a mí con duda y resentimiento y cuando la tuve en frente estiré mi mano hacia ella.
— ¿Tregua? — le dije. Ella analizó mi mano.
— Llegas hacer sufrir a mi amiga, y serás hombre muerto — me aseguró.
Reí y ella también lo hizo para luego tomar mi mano.
Las chicas se quedaron en la cocina ‘haciendo la cena’ mientras que los chicos y yo nos sentamos frente al televisor con una lata de cerveza cada uno.
— Esto sí que es vida… la vida de enamorado no es tan mala como nosotros habíamos pensado, muchachos — dijo Carlos.
— El único que está en enamorado aquí eres tú, nosotros apenas estamos empezando, ¿o no, Dani? — me dijo Blas.
Mi mirada estaba clavada en Abril. En su sonrisa, en la forma en que su boca se mueve al hablar, en sus gestos, en sus ojos, sus pestañas, sus mejillas, su nariz…
— ¡Dani! — me llamó Carlos, sacándome de mi sueño.
— ¿Eh? — dije confundido y lo miré.
El sonrió divertido y miró en la dirección en la que yo estaba mirando.
— Por Dios, Blas, este puede estar empezando recién, pero está más metido que nosotros dos juntos — le dijo divertido.
— Si supieras como los encontramos María y yo cuando entramos, por Dios no pueden dejar de tocarse ni un segundo —exclamó Blas. Al fin pude concentrarme bien en ellos.
— Oigan, déjenme en paz, soy feliz ahora. Tengo a la chica más hermosa del mundo, la más dulce e inteligente, la más sexy y provocadora, la más tierna y cariñosa…
— Y luego yo era el cursi, ¿cierto?
— Mueres de envidia, Blas, es eso — le aseguré.
— Yo creo que debemos brindar — dijo Carlos.
— Claro — dije y tomé mi lata para levantarla hasta la altura de nuestros ojos.
— ¿Y por qué vamos a brindar? — preguntó Carlos.
— Por… otro año más juntos — dijo Blas.
Sonreímos y brindamos. Mi mirada volvió a fijarse en Abril. Otra vez mi cara de tornó boba y una estúpida sonrisa atravesó mi rostro.
— Y por ellas — dije sin dejar de mirarla.


Hola!!!

Siento mucho la tardanza, pero aquí tenéis un nuevo capítulo!!!

Espero que os haya gustado y que comentéis.

Gracias por leer.

Besos, María.

No hay comentarios:

Publicar un comentario