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The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

viernes, 31 de enero de 2014

Story of my life - Capítulo 17


Capítulo 17:



Volvieron hablando animadamente. Por alguna extraña razón preferían hablar hasta del color de un sapo antes que quedarse callados. Se detuvieron frente a la casa. Álvaro la bajó con cuidado y luego se bajó él. María se giró a verlo.

—Muchas gracias por el paseo —le sonrió.
—No es nada. 


Ella se acercó a la puerta para ingresar a la casa, y se detuvo al ver que Álvaro no la seguía para entrar.


—¿Qué pasa? —le preguntó.
—Los peones no entramos por la puerta principal —dijo él. Ella lo miró bien.
—¿Por qué? —quiso saber.
—Porque somos empleados y entramos por la cocina.


Ella lo miró espantada. Eso era horrible.


—No quiero que vuelvas a decir eso —le dijo —Ustedes no son ladrones para entrar por atrás.
—Pero…
—Pero nada, Álvaro. Es una orden.


Él sonrió por lo bajo. Ella siempre había sido así de justa. Para ella todos eran iguales y nadie era mejor que nadie. Soltó un suspiro.


—Está bien, entremos.


Ingresaron y casi toda la casa estaba en un completo silencio.


—¿Dónde estarán todos? —preguntó la morena.
—¿Durmiendo? —inquirió Álvaro. Ella sonrió.
—Debe ser eso —asintió —¿Vamos a tomar un té?
—Mmm, no lo sé…
—Vamos, Salvaje, solo un té. Por los viejos tiempos.


Ella le había puesto su mejor cara de perrito mojado, y eso lo estaba matando lentamente. Trato de calmar a su acelerado corazón.


—Bueno, vamos.


María dio un par de saltitos contenta y en un impulso se acercó a él para abrazarlo. Álvaro, algo asombrado, la envolvió. Y se quedaron así, abrazados y sintiéndose muy tontos. Luego de unos cuantos segundos ella se alejó algo avergonzada.


—Lo siento —se disculpó.
—No tienes por qué —aseguró Álvaro.


Entraron a la cocina y María se dirigió a las hornallas, mientras que Álvaro tomaba asiento cerca de la mesada. Se quedó observándola. ¿Podía ser más hermosa? Seguramente si. Entonces a su mente vino la charla que ella había tenido en la tarde con ese tal… Ashton. ¿Debería preguntarle? Un nudo se le formó en medio del estomago. No podía tolerar la idea de María con otro hombre. Le daba rabia la idea.


—Oye, te gané una carrera, y el lavado de los caballos —comentó ella mientras buscaba té en una de las cajoneras de la cocina —¿No crees que me debes algo por eso? —indagó y lo miró sobre su hombro con una sonrisita de autosuficiencia.


Álvaro sonrió divertido y luego alzó una de sus espesas cejas. Ella se ruborizó y volteó, para seguir buscando el té.


—Y ¿se puede saber que es lo que te debo? —inquirió.


Saltó de la mesada sigilosamente y se posicionó detrás de ella. Cuando María al fin dio con el té, volteó y se sobresaltó al encontrar el gran cuerpo de Álvaro frente a ella. Abrió la boca, aunque incapaz de emitir palabra. Él se acercó un poco más.


Por dios, ¡¿qué había entendido?! O, ¿¡qué había insinuado ella!? Se ruborizó de sobremanera, y la respiración se le agitó al sentir como Álvaro se acercaba lentamente a ella.


Él no podía dejar de mirarla a lo ojos, esos ojos profundos de color chocolate que siempre lo habían cautivado. Pero, inevitablemente, su mirada miel bajó hasta los labios de la morena. Esos carnosos labios que había probado por primera vez cuando tenía 13 años. Y que quería volver a probarlos, justo ahora.


Ella no pudo moverse de su lugar, simplemente parecía que sus pies estaban pegados al suelo. Su respiración era algo irregular, y sentía como su corazón latía fuerte. Tenerlo así de cerca era de unas las cosas más… maravillosas que le habían pasado en los últimos tiempos.


Álvaro no podía detener la leve inclinación que estaba haciendo su rostro hacia el de ella, simplemente no podía. Él tenía que besarla, sacarse la duda, volver a sentirla.


Y justo, justo cuando estaba a muy pocos segundos de volver a hacerlo el agua comenzó a silbar y el vapor comenzó a salir, avisando que ya había hervido.


María volteó con rapidez, rompiendo el encanto, y él se quedó allí, quieto, con ganas de besarla. Se alejó, algo incómodo, y volvió a sentarse.


Ella vertió el agua en la taza azul, y ese fue el único sonido que llenó la habitación. ¿Cómo se suponía que iría a mirarlo ahora? Aquello había sido más que extraño.


Álvaro se rascó la nuca, nervioso. Se maldijo unas tres mil veces mentalmente. Él no debió acercarse así a ella, no. Pero el sentimiento era más fuerte que él.


Iba a decirle algo pero la puerta trasera se abrió de golpe, dejándole el paso a una mujer de pelo color castaño oscuro y tez clara. Sus ojos negros decían casi todo de ella: soberbia.


Casi corrió hasta Álvaro, quién apenas se había dado cuenta de que ya había ingresado, y le echó los brazos al cuello, para luego besarlo en la boca, demasiado acelerada.


Los ojos de María se abrieron como platos y su mandíbula tocó el suelo. Una repentina furia comenzó a crecer dentro de ella. Apartó la vista, repentinamente asaltada por una ola de furiosos celos.


Las ganas que tenía de arrojarle la taza con agua hirviendo encima eran enormes. Apretó el mango de la taza con más fuerza de la habitual, y justo cuando volteó, Álvaro intentaba apartarse a la chica de encima. Casi sonrió, pero se mordió los labios.


Al parecer la mujercita no tenía muchas intenciones de dejarlo en paz y María se sentía demasiado molesta como pensar con claridad y decirle algo.


—Evie, Evangelina… ¿Qué haces? —murmuró él entre dientes.
—Estoy totalmente indignada contigo, Álvaro ¿Por qué no me devuelves las llamadas que te hago? —le preguntó ella, ignorándolo. María puso los ojos en blanco.


Álvaro suspiró, parecía un poco harto.


—¿Cuántas veces te dije que no puedes entrar aquí de esa manera, Evangelina?


Ella se encogió de hombros.


—No lo sé —contestó y se acercó para besarlo, pero Álvaro corrió la cara. Se percató de que María seguía allí. Apartó a Evangelina, y la miró severamente.


—No estamos solos —le susurró, y entonces ella miró a la morena.


Alzó ambas cejas para mirarla de arriba a bajo. María sintió como su mandíbula se tensaba y otra vez su mano apretaba con un poco de fuerza la taza.


—Señorita, ella es Evangelina —la presentó Álvaro.
—La novia —puntualizó ella. María asintió y fingió una sonrisa.
—Ella es la señorita María, Evie, la hija del señor Sam —le contó.
—Oh, ¿enserio? —dijo algo asombrada —No sabía que él señor López tenía una hija. Nunca me la mencionaste, mi amor —le habló a él.


María miró fijo a Álvaro. Él le devolvió la mirada. Ella apretó los labios y asintió con la cabeza. Así que nunca se la había mencionado.


Matt entró de repente a la cocina, salvándola. Miró a cada uno alternadamente, reparando en la presencia de Evangelina. Pudo percibir la tensión del ambiente.


—¿Sucede algo? —habló él. María lo miró y sonrió con ironía.
—No —musitó la morena.
—Matt, ella es Evangelina—le dijo Álvaro.
—La novia —aclaró María con tono sarcástico. Matt le sonrió a la chica, pero su mirada pronto volvió a su morena amiga.


María miró una vez más a Álvaro y negó levemente con la cabeza para luego tomar su taza con firmeza, y sin decir nada abandonar la cocina. Álvaro la siguió con la mirada.


—Un placer conocerte Evangelina, lindo color de pelo —le dijo Matt y volvió a desaparecer por la puerta.


Álvaro se volvió hacia Evie y la miró enojado.

—Que rara la hija del señor López —dijo ella no percatándose del enojo de su novio.
—Evangelina, te lo he dicho miles de veces, por favor. No lo hagas más, ¿entendiste? —dijo enojado.
—Si, mi amor pero… no me llamas y te extraño —dijo ella haciendo un leve puchero.
—Creo que sabes que trabajo todo el día y si no te llamo es porque no tengo tiempo —dijo con tono molesto aun. Se sentía ridículamente extraño. María se había ido de una manera un poco rara, parecía enojada.
—Si, pero… pero…
—Pero nada Evie, ahora la casa no esta sola. Los patrones están aquí y tienen invitados… Así que de verdad voy a pedirte que vayas a tu casa. Te llevo si quieres… pero es tarde, así que vamos —le dijo.


Ella asintió y Álvaro se bajó de la mesada, alejándose. Salió de la cocina y Evie se quedó allí, enojada. Dio una patada al suelo, enfurecida, y gruñó. Odiaba no encontrarlo de buen humor. Miró una vez más la puerta por la que se había ido la tal María, y entrecerró los ojos. Algo le decía que esa ‘estiradita’ le traería varios problemas. Salió de allí, yendo detrás de Álvaro. Por lo menos pasaría unos cuantos minutos con él, hasta que llegaran a su casa…


Álvaro entró a su habitación y se tiró pesadamente en su cama, colocando sus brazos detrás de su cabeza. 
Su mente no dejaba de pensar ni un solo segundo. Acababa de llegar de la casa de Evie, la había dejado en la puerta… y había tardado un poco más de lo previsto ya que ella intentaba convencerlo para que se quedara.

Maldita sea, él era un mal novio...

Se había olvidado por completo de la existencia de Evie desde que María había llegado a la estancia. Y se sentía mal por ello, Evangelina era su novia, su compañera. Desde los 19 años estaban juntos, y nunca, nunca le había pasado algo como eso.


Y por otro lado estaba ella, María… la niña de la que él había estado completa y perdidamente enamorado cuando apenas era un pre adolescente.


La chica que pensó que jamás volvería a ver en su vida… había vuelto y había traído con ella una caja de recuerdos que lo estaban torturando.


Lo que estuvo a punto de hacer en la cocina, lo desconcertó. Él iba a besarla, si el agua no hubiese silbado el la habría besado. Eso era una locura, una total y completa locura. María era la hija del jefe, de su jefe. Y por ende él tenía que respetarla y mantener sus sentimientos lo más controlados posible. Pero el impulso que lo recorrió había sido mayor que cualquier autocontrol en el mundo entero. Se sintió preso de un sentimiento que nunca había sentido. Tuvo la sensación de que un caballo salvaje galopaba en su pecho, en vez de su corazón.


Y al verla de cerca, sentirla así de cerca, el calor de su aliento había rozado sutilmente su mentón. Eso había sido suficiente para enloquecerlo.


Escuchó que la puerta de su cuarto se abría y su madre entraba por ella. Marta lo miró y con cuidado se acercó a él, para recostarse a su lado como lo hacía siempre, cuando veía que a su hijo algo lo perturbaba.


—¿Quieres contarme? —le preguntó ella.


Él la miró de costado y luego soltó un largo suspiro.


—¿Puedes dejar de amar a alguien de repente? —le preguntó.
—Quizás sea porque nunca la amaste de verdad —le respondió su madre —¿Ya no amas a Evangelina?
—No… no lo sé, mamá.
—¿Es por la niña María? —inquirió. Él volvió a mirarla.
—¿Qué? —aquello lo tomó por sorpresa —Pff, ¿Qué cosas dices, Marta? Claro que no.
—Siempre lo supe —dijo su madre con una leve sonrisa.
—¿Qué cosa? —preguntó confundido.
—Siempre supe que estabas enamorado de ella cuando eras un niño. No hacías otra cosa que hablar de ella. Estabas pendiente de todo lo que hacía, de lo que le dolía, lo que la hacía feliz. Cuando ella se enfermaba dormías parado en la puerta de su habitación por si ella necesitaba algo… Aaay, Álvaro —suspiró —Y ahora que volvió, volvió a traerte aquel sentimiento que perdiste el día en que se fue.
—Pero era un niño mamá…
—¿Y ahora lo eres? —dijo ella mirándolo. Álvaro no dijo nada —Ya no eres un niño, ahora eres un hombre. Y ese sentimiento puro y hermoso que sentías por ella aun esta… pero tal vez ahora que eres un hombre ya no solo este el sentimiento puro…
—Mamá —dijo reprimiendo un sonrisa —No creo que sea correcto que sigamos hablando de este asunto.


Marta rió por lo bajo y se puso de pie, para luego inclinarse y besar la frente de su hijo. Le acarició el rostro, y lo miró de manera tierna.


—No seas tonto, no cometas el mismo error que yo —le aconsejó.


Él frunció el ceño y la miró bien.


—¿De que error hablas? —le preguntó.
—No importa eso ya —le dijo dulce —Solo voy a decirte que sigas a tu corazón. Quizás cuando te des cuenta sea demasiado tarde… —comenzó a caminar hacia la puerta y se giró a verlo —Mamá sabe lo que dice.







Hola amores!!!

Espero que os haya gustado el nuevo capítulo y espero vuestros comentarios como siempre.

Gracias por leer.

Besos, María.

2 comentarios:

  1. Algunas faltas pero muy pocas. Y me ha parecido muy largo y pesado, no sé por qué, pero por lo demás está bien, y el contenido como siempre hermoso.
    SIGUIENTE :)

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    1. Pues ya lo siento cielo!! Me alegro de que te haya gustado!! Besos

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