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The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

viernes, 1 de julio de 2016

Adicto a Ti - Capítulo 31


Capítulo 31

ADVERTENCIA: este capítulo contiene escenas subidas de tono, si lo lee está bajo su responsabilidad, no me responsabilizo.


Ella comenzó a reír y yo también me uní a su risa.

—¿Me estás hablando enserio? —le pregunté.
—Muy enserio —dijo divertida —Yo tenía que fingir.
— ¿Le fingías?
—Sí —dijo y tomó un poco más de vodka para volver a hablar —Sino el pobre iba a sentirse muy mal.
—Ni para darle placer a una mujer es bueno el infeliz —hablé entre risas.


Ella dejó de reír y me miró fijo. Volvió a tomar de la botella, y luego miró la hora en un reloj.


—Son las 3 de la mañana Fernández, creo que es hora de que te vayas —se puso de pie, pero al instante se tambaleó y cayó sobre mí. Comenzó a reír divertida.
—Creo que no puedes pararte —le dije divertido.


Se incorporó y se sentó derecha sobre mi regazo.


— ¿Estas insinuando que estoy ebria? —me preguntó.
—No lo sé, tú dime.
—Lo que yo te digo es que…


No pude aguantarme más y me levanté la cabeza para tomar sus labios. Su inmediata respuesta me confundió.


Se acercó más a mí, cuando coloqué una de mis manos alrededor de su cintura. Su lengua se mezclo con la mía y el sabor de su boca era una mezcla paradisíaca de alcohol y su propio sabor. Era dulce, y adictivo. Llevó sus manos a mi nuca y el beso se volvió más profundo. Como cada vez que la besaba, mis ojos estaban totalmente cerrados y disfrutando de ello como el resto de mí.


Resbalé mis labios por su mentón y bajé a su cuello.


Me sorprendió que ella no se alejara o dijera algo para alejarse. De seguro era el alcohol, el bendito alcohol…


Gimió levemente y eso fue como apretar el acelerador en mí y no sacar el pie de allí.


Desesperado volví a su boca. Mordió suavemente mi labio superior y luego se alejó para mordisquear mi mandíbula, hasta mi oreja.


—Diablos… —musité apenas audible. Ella iba a volverme loco, completamente loco. La alejé de mí y me puse de pie. Ella me miró sorprendida —Estas ebria Abril, mejor te llevo a dormir.


Ella se puso de pie y tambaleándose se acercó hasta mí.


—No estoy tan ebria, como para no recordarlo mañana. Pero ni tan sobria, como para dejar que mi orgullo detenga mis actos —dijo algo agitada. Su mirada estaba llena de deseo.
—Estoy tan ebrio como para pasar por alto el que mañana estarás arrepentida, pero tan sobrio y consiente como para hacer que no lo olvides nunca.
—Entonces, hagámoslo cariño —me dijo levantando sus brazos al tiempo que yo me acercaba a ella y la tomaba de la cintura para acercarla de nuevo a mí.


Sus brazos cayeron pesados sobre mis hombros, y se colgó de mí mientras nuestras bocas se fundían en un caliente beso.


Sin dejar de besarnos comencé a caminar a ciegas.


Algunos tropezones, unas risitas de su parte, hasta que chocamos contra una fría mesa de mármol.
Abril soltó agitada mis labios, mientras que yo la subía a la mesa justo frente a mí. Abrí sus piernas y me paré en medio de ellas. Volví a tomar sus labios, mientras mis manos acarician su cuerpo sobre el fino camisón.


—No sabes, no tienes ni la menor idea de cuánto te deseo —le susurré al oído mientras comenzaba a besar su cuello otra vez —Siempre he sido un firme creyente de vivir el momento. En tomar lo que quiero cuando lo deseo. Y ahora mismo, Abril, yo te deseo. Quiero saborear cada centímetro de tu cuerpo. Sentir tu respiración sobre mi cuello mientras te hago mía. Explorar con mi lengua cada parte de ti hasta que me ruegues que me detenga.
—No voy a rogarte que te detengas —dijo agitada y divertida —Esta noche, has conmigo lo que quieras. Al diablo con el moralismo…
—Amén —dije y volví a sus labios.
—Amén, amén —musitó rápidamente y apenas audible.


Bajé mis manos hasta el borde de su camisón. Con cuidado acaricie sus muslos y su piel estaba tan caliente como yo este momento por ella.


Sus manos estaban en mi nuca y acariciaban mis cabellos en forma de provocación. Sentí como sus manos resbalaban hacia delante y comenzaban a bajar por mi pecho, mientras nuestras bocas no cesaban. Alejándome apenas para respirar, la acerqué más a mí, logrando más espacio entres sus piernas. Sin ningún problema la tomé en brazos y la subí sobre abdomen. Sentí como sus piernas se cerraban a mí alrededor. Gruñí levemente al sentir, como desesperada intentaba quitarme la camisa de encima. 


—Apártate un poco. Así puedo… quitarte esto —habló entre dientes trabajosamente.


Me reí ante su apabullante suplica.


— ¿Estas caliente, cariño? —pregunté agitado, mientras caminaba con ella encima hasta una de las paredes que estaba casi vacía.
— ¿Tú qué crees? —susurró y clavó sus ojos en los míos —Yo también puedo ser una sexo-dependiente como tú, y más si hace tiempo que no lo tengo…
—Juro que voy a encargarme de que lo disfrutes, lo juro…


Gimió cuando la apoyé contra la pared y hundí mis labios en su garganta. Mordisqueé la delicada piel de su cuello, hasta llegar a su oreja.


Su respiración caliente caía sobre mi oreja y nuca. Como había deseado esto, por dios. Yo ya no podía esperar para subir a aquella cama y hacerla mía, como tantas veces quise.


Me moví levemente contra ella, haciendo que se sobresaltara y me apretara con fuerza. Recargando su peso contra la pared, me alejó un poco de ella y con una profunda mirada, se deshizo sin ningún problema de mi camisa. Volvió a acercarse para tomar mi boca. Volví a caminar a ciegas, pero por un mal movimiento, y estar tan inmerso en aquello caímos sobre una mullida alfombra.


Ella quedó sobre mí, pero aun así nuestras bocas no se alejaron ni lo más mínimo. Se alejó de mis labios y comenzó a bajar su boca y lengua por mi cuello, y siguió bajando hasta mi pecho.


—Demonios… —escuché su ahogada voz sobre los músculos de mi abdomen —Estas más bueno que comer un cono de chocolate derretido con el dedo…


Reí entré dientes y me senté para sentarla sobre mí y besar su boca. La tomé de la nuca y la acerqué más a mí, como si eso de verdad fuera posible. Sus firmes pechos estaban apretados contra mi pecho, debajo de ese lindo camisón y cubiertos por un sostén.


Ella tenía una forma tan especial de besar, una forma única y extremadamente caliente. Se alejó apenas de mis labios y abrí mis ojos para mirarla. Ella me miraba fijo…


—No vas a detenerme, ¿verdad? Estoy desesperado, Abril. Hace semanas que no lo hago y estoy por volverme loco… loco —le expliqué agitado mientras veía su forma de mirarme.


Sus labios se curvaron levemente, para formar una misteriosa sonrisa.


Tomó una de mis manos y la dirigió a uno de sus pechos. Me hizo recorrer su cuerpo desde allí, hasta la curva de su trasero.


— ¿Desesperado? —preguntó. Tragué sonoramente.
—Muy desesperado —le aseguré.
—¿Y qué pasó con tus conquistas?


No podía decirle que no había podido acostarme con ninguna de ellas porque siempre que lo estaba por hacer, su rostro me aparecía para atormentarme y alejarme de cada una de ellas.


—Ellas no me excitan —dije.


Su suave mano acarició mi pecho y subió hasta mi hombro. Se acercó un poco más a mí y comenzó a pasar su lengua por el costado de mi mandíbula. Gruñí al sentir el calor de sus piernas alrededor mío.


— ¿Yo te excito? —preguntó alejándose un poco.


Ella quería saber aquello, ella necesitaba saberlo.


—No te das una idea de cuánto.
— ¿Entonces, qué estas esperando para subir las escaleras y terminar en aquella cama?
—Estaba esperando a que me dieras el permiso cariño —dije con una pequeña sonrisa.


Sin ningún problema me puse de pie con ella encima. Mi cabeza dio vueltas al sentir como se envolvía alrededor mío otra vez. El calor de sus muslos internos, quemaron mi cintura en tanto sentía su humedad contra mi estómago.


Comencé a subir las pequeñas escaleras que daban a aquel cuarto, que contenía una gran cama, un enorme televisor en la pared. Esa era su habitación, y podías obtener vista de ella desde la sala.


Regresando a su boca, mezclé mi lengua con la suya y mordí con cuidado su labio. Susurró algo que no logré entender, pero me dio tanto placer.


Al fin llegamos allí arriba. Mis manos sostenían con firmeza su trasero, para que pudiera mantenerse sobre mí.


—Voy a devorarte, Abril —le dije con voz ronca.
—Esa idea me tiene loca…
—No más que a mí…


Caminé un poco más hasta que mis pasos se vieron interrumpidos por una pared. Ella gimió, cuando por causa de la pared, posé mi hinchada erección contra la parte de ella en la que ya no podía esperar para enterrarme.


—Oh, Dios —dijo en un leve gemido. Probé la calidez de su boca y escuché sus susurros de placer. 
Movió sus manos desde mi nuca, a través de mi espalda, hasta encontrar la bragueta de mi pantalón. Echándome hacia atrás ligeramente, observé su cara. 
—Ya no puedo esperar a que lo hagas… Hazlo porque voy a volverme loca —me dijo agitada. Entonces la bestia que estaba dentro de mí, pareció salir descontrolada. La apreté más contra la pared y la besé profundamente. Casi salvajemente le arranqué su ropa interior que tenía debajo de ese camisón.

Ese camisón que aun cubría su cuerpo. Pero no quería sacárselo todavía, me gustaba verla con eso puesto. 

Metí mis manos entre nosotros y terminé de desabrochar los botones que ella ya había empezado…


—Espera, espera —me dijo. La miré fijo —Póntelo primero...sabes de lo que te estoy hablando…
—No sé donde está —dije totalmente desesperado.
—No voy a hacerlo, hasta que lo tengas —susurró.


Toqué los bolsillos traseros de mi pantalón y agradecí a Dios encontrarlo allí. Ella se rió entre dientes. Se bajó de mí, para que yo pudiera ponérmelo, y mientras yo lo hacia ella acariciaba mis rulos.


—Tú eres un tramposo y manipulador… Sabías que iba a pasar esto, lo sabías y viniste a… a enloquecerme…
—Shhhhh... —le dije y la volví a alzar.
—Pero…


Y cuando sus piernas se abrieron a mí alrededor, me hundí el ella. Gimió exaltada y se aferro con fuerza a mi espalda.


Me quedé quieto, sintiendo como sus muslos internos me rodeaban más y más. Mi cabeza comenzó a dar vueltas, y vueltas. Mi rostro estaba escondido en su cuello. Subí mis manos por el costado de sus piernas, alzando un poco más su camisón. Comencé a moverme despacio. Ella boqueó y se arqueó hacia mí.


—Oh, Abril… —su nombre salió ronco de mi garganta al sentir el placer de estar dentro de ella. Mis ojos se cerraron y gruñí profundamente. Comencé a moverme un poco más, quería sentirla, necesitaba sentirla.
—Dani… —mi nombre salió agitado de sus labios.


Entonces me alejé de su cuello y tomé su boca. Gimió un poco más fuerte que antes y sus manos apretaron mis hombros. Era tan erótico sentirla de esa forma. . Ella estaba completamente vestida, y yo solo tenía puestos mis pantalones. Me alejé apenas de su boca para poder respirar.


—Di que deseabas esto tanto como yo —le dije sin dejar de moverme dentro de ella. Alcé una de mis manos y tomé uno de sus pechos, para acariciarlo sobre la ropa.
—Yo… yo lo deseaba tanto —dijo entre dientes.


Sonreí agitado y capturé sus labios de nuevo. De una manera inexplicable me deshice de su camisón, y al instante de su sostén. Ahora estaba al descubierto para mí. Sus manos se movían suaves por mi espalda, y su respiración caliente caía sobre mi boca. La apreté más contra la pared, haciendo que sus piernas se abrieran un poco más a mí.


Mordió sus labios y cerró sus ojos. Mis caderas no dejaban de empujar en su interior, y no iban a dejar de hacerlo hasta obtener lo que quería de ella. Su boca busco la mía y sus labios tomaron despacio los míos. Me estremecí dentro de ella. Sus manos subieron por mi espalda hasta mi rostro. Acaricio mis mejillas, y secó el sudor de mi frente. Sus gestos me confundieron, y su forma de tocarme más aun. Se alejó de mis labios y levantó un poco su rostro para besar mi nariz. Mis labios quedaron quietos sobre su mentón.


— ¿Tú solo viniste por placer aquí? —me preguntó agitada.




Hola!!!!

Un nuevo capítulo un poco diferente jaja espero que os haya gustado.

Gracias por leer y comentar.

Besos, María.

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