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The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

domingo, 24 de julio de 2016

Adicto a Ti - Capítulo 42


Capítulo 42

Todo el enojo que se había acumulado en mí, se había evaporado como por arte de magia al escuchar sus palabras. 

— ¿Escuchaste verdad? —le pregunté. Ella apretó sus labios.
—Perdón… perdón yo no quería escuchar. Lo único que quería era escucharte tocar —se disculpó. 
Sonreí y acomodé un mechón de su cabello. 
—Prometo que voy a hacer un concierto para ti sola —dije. 


Entonces se acercó a mí y me abrazó. Aquel extraño gesto mandó un escalofrío por todo mi cuerpo. Me quedé inmóvil, pensando en que hacer. Reaccionando, mis brazos se levantaron y la envolvieron. Atiné a esconder mi rostro en su cuello y acercarla más a mí. Era tan extraña la sensación volátil y tonta que me invadía. Su perfume era tan delicioso y adictivo. Con sutileza froté mis labios contra su piel.


—Suéltame Abril, sino no podré dejarte ir —le susurré.
—No me dejes, llévame contigo —me dijo. La acerqué más a mí.
—No puedo cariño, voy a la oficina de mi padre —le dije. Ella se alejó despacio.
—Te acompaño… luego podemos ir a tomar un helado.


La miré bien y sonreí. 


— ¿Es una cita? —pregunté.
— ¿Por qué no? —dijo.
— ¿Estás aceptando a salir conmigo? —dije sin poder creerlo —Pellízcame. 


Rió por lo bajo. 


—Pero si no quieres… me voy a casa.
—No, claro que no. Ahora no me vengas con excusas.
—Entonces, vamos —dijo y comenzó a caminar. No pude moverme, me quedé quieto mirándola. Se detuvo y se giró a verme.
— ¿Qué sucede? —me preguntó.
—Que realmente eres hermosa —le dije bobamente. Sus mejillas tomaron un poco de color.
—Vamos marilyn mansero, se hace tarde —dijo.


Caminé hasta ella y la miré fijo a los ojos.


—Tienes algo en los labios —dije. Frunció el ceño y llevó las manos a su boca.
— ¿Dónde? —preguntó y bajó la mirada intentando verse a sí misma. Sonreí. 


Con su mirada distraída me acerqué más a ella y quité su mano de mi camino para rozar sus labios. Su boca soltó un leve suspiro. Besándola suavemente di un paso hacia ella, haciendo que nuestros cuerpos quedaran más cerca. Con cuidado mordí su labio inferior, para luego alejarme despacio. 


—Como me gusta besarte, Abril —le confesé aún cerca. 


Ella se alejó un poco más y me miró a los ojos. Mordió sus labios y se volvió a sonrojar. 


—Vamos, ¿quieres? —me dijo. 


Salimos de allí y caminamos hasta el estacionamiento. Miré a mí alrededor buscando su auto, pero no estaba.


—¿En qué viniste? —le pregunté.
—Caminando —dijo simplemente.
—Perfecto —aseguré —Así podré llevarte conmigo… bien cerca.
—Eres un aprovechador —me acusó. Sonreí y me subí a Betty
—Sube aquí —le hice el gesto para que se sentara justo frente a mí.
— ¿Y si mejor voy atrás? —preguntó.
—No seas vueltera, y ven aquí —dije y la tomé de la mano para jalarla hacia la moto.


Se subió y se acomodó bien. Recogió su cabello y me dejó la linda vista de su nuca. No pude contenerme y me acerqué a besar su cuello. Ella dio un pequeño salto.


—Dani—se quejó.
—Lo siento, lo siento. Eres demasiado irresistible…
— ¿Puedes dejar de jugar y vamos? —me pidió. 


Con una pequeña sonrisa arranqué y prendimos marcha hacia la oficina de mi padre. En el camino mi cabeza no dejaba de pensar en la carta de mi madre. No dejaba de pensar en Hope. 


¿Pueden creerlo? 


Tengo una hermana. Toda mi vida quise tener hermanos, y ahora sé que tengo una. Es increíble. 


— ¿Estás bien? —su voz llegó medio lejana a mi cabeza. La miré a los ojos.
— ¿Qué? —pregunté.
— ¿Qué si estás bien, Dani? —repitió algo preocupada.
—Sí cariño, ¿Por qué lo dices? —le dije.
—Porque tienes cara de enojado. 


Le sonreí levemente y besé su mejilla. 


—No estoy enojado, solo estaba pensando. 


Me detuve justo frente a las oficinas de mi padre. Me bajé primero y ayudé a Abril a bajar. 


Comenzamos a caminar hacia adentro. 

Sin saludar a nadie de la entrada, me dirigí directamente al ascensor. Nos subimos y marqué el piso de mi padre. 


Estaba ansioso por llegar. Necesitaba saber en donde estaban todas esas cartas. Y esta vez Greoff no se iba a salir con la suya. 


Llegamos al piso y nos bajamos. La secretaria de mi padre me miró sorprendida y estaba por agarrar el teléfono.


—Deja ese teléfono allí, Aly —le dije. Ella colgó el tubo. Miré a Abril —Espérame aquí cariño, ¿Si?
Le sonreí apenas y caminé rápidamente hasta la puerta de mi padre. Sin tocar la abrí y entré. Él me miró fijo cuando lo hice. Cerré la puerta con algo de fuerza y lo miré fijo a los ojos.
— ¿Dónde están las cartas? —le dije lo más calmado que pude.
—Hola ¿no? Hace mucho que no te veo —me dijo el muy cínico.
— ¡Contéstame! —le exigí. Él no dijo nada. Entonces tomé la carta que había guardado y se la mostré — ¿Sabes lo que es esto? —pregunté y sonreí irónicamente —Es una carta de mamá.
— ¿De dónde sacaste eso? —me preguntó poniéndose de pie.
—Quiero todas las cartas que ella me mandó. ¡Son mías y nada tienen que ver contigo!
—¿Por qué sigues insistiendo con ella? ¿Acaso no ves que nunca le importaste? ¡Si le hubieses importado no se hubiese ido con aquel infeliz!
— ¡Ella se fue por tu culpa! —le grité.
—Solo voy a decirte una cosa Dani… no me busques —me dijo hablando en voz baja.
—Por lo menos dame un teléfono en donde llamarla. Mañana es su cumpleaños… quiero hablar con ella —le dije reteniendo todo mi enojo.
—No —sentenció.
— ¡Maldita sea! —le rugí y tiré todas las cosas que estaban sobre el escritorio. Abrí la puerta y salí de allí. Sin prestar atención a que Abril estaba allí me acerqué a Aly
— ¡¿Dónde está el número de ella Aly?! —le pregunté bastante alterado.
—Yo… yo no lo sé —me contestó nerviosa.
— ¡Sí que lo sabes! —le grité. 


Sentí unas pequeñas manos tomarme del brazo y jalarme hacia ella. Cerré los ojos y dejé que ella me calmara con sus brazos. 


—Tranquilo —me susurró mientras me abrazaba más. 


Otra vez todo eso enojo que tenía se evaporó. Me quedé quieto cerca de ella, sus manos subían y bajaban por mi espalda, calmándome. Luego de unos segundos me alejé con cuidado. 


—Lo lamento —le dije mirándola a los ojos.
—Oye, tranquilo —me dijo y acarició mi mejilla. Me giré a mirar a Aly.
—Lo siento Aly, sé que no tienes nada que ver —me disculpé.
—Todo está bien, Dani —me dijo ella. Greoff salió de la oficina y se quedó quieto al ver a Abril allí. La miró extrañado por unos cuantos segundos.
—No sabía que estabas acompañado —me dijo sin dejar de mirarla.
—Sí, pero ya nos vamos —le dije apretando los dientes.
—No espera —dijo él y lo miré —Necesito que hagas una cosa, y te voy a dar el número que quieres…
— ¿Qué cosa? —pregunté al instante.
—Necesito que le lleves esto a Donald que está abajo esperando, y que firmes por mí el papel que él tiene —me indicó.
—Para eso tienes empleados —le recordé.
— ¿Quieres el número? Entonces haz lo que te digo —me dijo. Solté un suspiró cansado. Me acerqué a él y tomé el papel. Miré a Abril.
—Espérame aquí por favor —le pedí. Ella asintió y salí de allí.


Bajé rápidamente por las escaleras para no perder mi tiempo, necesitaba ese número para poder hablar con mi madre. 


Me encontré con Donald, le di el papel y firmé otro. Volví a subir, estaba por entrar a la sala, pero me quedé detrás de la puerta al escuchar a mi padre hablar. 


—Pensé que eres una chica inteligente, Abril —le dijo.
—Y yo pensé que usted era un hombre honesto y trabajador señor Fernández, pero veo que las apariencias engañan —le dijo ella.
—Te conviene tenerme como amigo pequeña, ya que si pretendes estar con mi hijo y casarte con él tienes que tener mi agrado…


Abril empezó a reír y no pude evitar sonreír por ello.


—No puedo creer que haya dicho eso… ¿Usted se da cuenta de lo que acaba de decir? Señor Fernández tengo 18 años y no tengo intenciones de casarme aún… además de que no creo que su hijo quiera eso —le dijo divertida.
—No seas insolente —le advirtió.
—Y usted no sea ridículo. Olvídese de que voy a hacer algo de lo que me acaba de pedir, está muy equivocado si piensa que voy a decirle algo malo con respecto a…


Entré y ambos me miraron. Miré fijo a mi padre. Estaba algo rojo y se notaba que estaba molesto.
En cambio Abril tenía esa cara de calma y armonía que siempre lograba hacerme sentir mejor. 


— ¿Pasó algo? —le pregunté.
—No nada, solo que tu padre se sabe unos chistes muy graciosos —me dijo ella sin dejar de mirarlo.
—Espero que te hayan tratado bien —dije mirando a mi padre.
—No tengo nada para decir —me dijo ella.


Greoff se acercó a la mesa de la secretaría y tomó un papel, anotó algo y me lo dio. Lo miré y era un número de teléfono. 


— ¿Vamos Abril? —le pregunté. Ella me miró y sonrió.
—Vamos —dijo asintiendo —Adiós señor Fernández… fue un placer hablar con usted.
—Adiós señorita Brooks —le dijo él. 


Salimos de allí y noté que la cara de calma y armonía de Abril había cambiado por una cara de molestia. 


—¿Qué sucede? —le pregunté. Me miró y sonrió levemente.
—No, nada. Solo estaba pensando —me dijo.
—Cariño, yo sé que dijimos de ir a tomar un helado… pero ¿podríamos dejarlo para otro día?
—Claro que sí —dijo y me miró a los ojos —Debo ir a hacer unas cosas, ¿necesitas algo de mí?
‘Varias cosas me gustarían de ti’
—No cariño, nada —le dije antes de decirle semejante barbaridad.
— ¿Seguro? ¿No quieres que me quede contigo? —preguntó.
— ¿Vas a admitir que estas preocupada por mí? —le dije. Ella sonrió y luego bajó la mirada.
—Claro que estoy preocupada por ti…
— ¿Cuánto?
—Bastante —dijo mientras miraba para otro lado.
— ¿Y por qué será eso?
—Porque, eh… debo irme —dijo y comenzó a caminar.
—Abril —la llamé. Se giró a verme —Porque te mueres por mí, ¿verdad?


Revoleó los ojos y negó con la cabeza.


—Luego te llamo… ¿estás seguro que estarás bien?
—Sí, voy a estar bien —le dije divertido.
— ¿No vas a hacer ninguna tontería, cierto?
—No voy a hacer ninguna tontería.
— ¿Me lo prometes?
—Si no te vas voy a besarte —le dije.


Sus ojos se abrieron bien y pestañeó varias veces.


—Ya me voy —dijo algo nerviosa y comenzó a caminar.


Sonreí al ver su paso apresurado al caminar, entonces corrí hasta ella y la tomé del brazo para
jalarla hacia mí y besarla dulcemente en los labios.


—De todas maneras iba a hacerlo —le dije cuando me alejé apenas un milímetro de ella.



Hola!!!

Aquí estoy con un nuevo capítulo que espero que os haya gustado.

Gracias por esperar y por leer. Espero vuestros comentarios.

Besos, María.


1 comentario:

  1. Si jajaja y yo a ti!!! Me alegro de que te guste!!
    Proximamente lo sabras, todo a su debido tiempo.
    La verdad es que genial, echando de menos a los niños y a los monitores
    Gracias por leer.
    Besos

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