Páginas

The story

Estas dos historias no son mías, las encontré por casualidad por facebook y me han encantado. Así que he decidido publicarlas para que todas podáis disfrutar de estas fantásticas novelas tanto como yo. No se quien las ha escrito pero son maravillosa. Espero que os gusten.


Gracias por leer.

viernes, 8 de julio de 2016

Adicto a Ti - Capítulo 38


Capítulo 38



Sonrió levemente y se sentó bien en el asiento.

—Josh —dijo divertida —Sí, ya llegué a casa… estoy por entrar.

Me miró y abrió la puerta del auto, se bajó y la cerró. Sin dejar de hablar y de sonreír me saludó con la mano, en una forma, debo decir, burlona.

Vi como se alejaba caminando hacia el edificio. Y ahora sí, Devine no tendrá mi voto el año que viene. Si ese maldito celular no hubiese sonado, en este momento estaría saboreando de sus labios. Pero yo no soy así, yo no me voy a quedar con las ganas de besarla. 


Rápidamente me bajé del auto y de la misma manera comencé a acercarme a ella. 


—Está bien, adiós —escuché que decía y colgaba. 


Entonces la tomé del brazo y la giré hacia mí.


—Dani, ¿Qué haces? 


Al instante tomé su boca con la mía, colocando mi mano en su nuca, para impedirle escapar. Moví mis labios sobre los suyos, de manera exigente, de manera dominante y posesiva. Ella lograba que me sintiera desesperado por besarla. Logró despegarse apenas de mí. 


—No Dani, basta —dijo agitada. La callé besándola de nuevo. A paso ciego comencé a caminar, haciendo que ella caminara hacia atrás. Se volvió a alejar —No, no vas a subir conmigo.
— ¿Por qué no? —le pregunté con la voz algo ronca.
—Porque… porque está tu prima arriba y no quiero que subas.
—Entonces vamos a casa —dije y besé su boca cortamente.
—No tampoco… vete —me dijo. 


La solté por un segundo y tomé mi celular. Marqué el número de mi prima y esperé a que me contestara.


— ¡Contigo quería hablar! ¿Se puede saber que estás haciendo en la cita de Abril? ¿Cuál es tu problema Dani? —me preguntó.
— ¿Dónde estás 
María? —le pregunté. 

Los ojos de Abril se abrieron bien y quiso hablar, pero coloque uno de mis dedos sobre sus labios. 

—En casa tonto, ¿Dónde más voy a estar? —me contestó. Sonreí levemente.
—Eso es todo lo que quería saber primita, muchas gracias.
—Pero…


Corté antes de que siguiera diciéndome cosas. Miré intensamente a Abril. Ella era una pequeña mentirosa, pero no iba a salirse con la suya. 


—María no está aquí —le dije. 


Volví a capturar su boca en un caliente beso. Ella no pudo reprimir un leve gemido que escapó de sus labios. 


Entonces comencé a caminar de nuevo. De una u otra forma entramos al edificio. De una u otra forma logramos subir al ascensor, todo esto sin dejar de besarnos. La apoyé levemente contra la pared del ascensor y me alejé de sus labios para besar su mentón, y su cuello. 


La caja de metal se detuvo en el piso 6. Casi desesperado logré abrir la puerta. Salimos y la tomé de la cintura apegándola a mí otra vez.


A ciegas volvimos a caminar hasta chocar contra la puerta del departamento. Busqué las llaves dentro del bolsillo de su abrigo y logré abrir…


Cerré la puerta detrás de nosotros, y alejándome apenas de sus labios para poder respirar me quité la chaqueta. Ella se quitó el abrigo. Caminamos un poco más cuando nuestros labios volvieron a juntarse, y caímos pesadamente sobre el sillón.


Caí sobre ella, ganándome un nuevo gemido. La besé más profundamente que antes, haciendo que el aire realmente nos faltara. Bajé mi mano por el contorno definido de su cuerpo, acariciándola sobre la suave tela de su ropa.


—No, no… por favor Dani. Déjame —me pidió cuando solté sus labios y bajé a su cuello.


No, ella no podía pedirme eso. Simplemente no podía…


— ¿De verdad quieres que te deje? —le pregunté en un susurró cerca de su oído.
—Sí, sí… vete. Ya no más Dani, ya no quiero más esto ¿no lo entiendes? No quiero ser un juguete con el que te diviertes un rato, no quiero serlo. 


Entonces me alejé de ella para mirarla a los ojos. Sus ojos estaban vidriosos y me maldije a mi mismo por ello. Me alejé completamente de ella y me puse de pie.


Caminé hasta la puerta y tomé mi chaqueta que estaba en el suelo. Me giré a verla. Su mirada vidriosa, sus labios rojos, me hicieron darme cuenta de lo insensible que puedo llegar a ser.


—Tú no eres un juguete para mí —le dije y salí de allí antes de causarle más daño.


Llegué a mi casa y gracias a Dios 
María no estaba levantada, no quería escuchar reclamos e insultos en este momento. Me cambié y me tiré en el sillón. Me acosté boca a abajo y cerré mis ojos para intentar dormir… 

Abrí un ojo por el sonido que acababa de provocar el microondas. Levanté un poco mi cabeza y miré a prima en la cocina.

—María —dije con la voz dormida — ¿Por qué no dejas de hacer ese ruido?
—No hablo con arruinadores de citas —me dijo y siguió haciendo aquel molesto sonido.


Me senté en el sillón y un maldito dolor se apoderó de todo mi cuerpo. 


Creo que tendré que comprar somníferos si Abril va a tener este efecto en mí cada vez que pase algo entre nosotros. ¿Cuándo he dormido? ¿Tres horas?


Esto es terrible, encima me duele todo, como si hubiera dormido sobre una piedra. Aunque no estoy tan alejado de aquello. 


Este maldito sillón terminara por dejarme paralítico en una silla de ruedas. Estirando mi cuerpo me puse de pie y caminé hasta el baño. Me duché y salí para cambiarme y sentarme a la mesa en donde María había preparado todo el desayuno.


— ¿Y mi nana? —le pregunté.
—Rose llamó hoy por la mañana diciendo que no podía venir porque Brutus tuvo que ser llevado al veterinario de urgencia porque se comió una moneda —me dijo ella sin mirarme.
—Pobre perrito, tan tonto —musité y pinché un pedazo de fruta para comer.
—No es el único —dijo y clavó su verde mirada en mí. Y aquí vamos con los sermones de María —Yo te juro que no te entiendo. No sé, si es porque realmente eres idiota o porque te gusta molestar a las personas.
— ¿Terminaste primita? —le pregunté.
— ¡No! —me gritó ofendida.


Me acerqué a ella y besé su mejilla ruidosamente, mientras ella intentaba alejarse. 


Le revolví el cabello y le apreté las mejillas.


—Deja el sermón para después, por favor. Respeta mis sacrosantos alimentos —le pedí.
—Juro que eres tan complicado a veces y otras tan predecible y sencillo...
—Soy hombre primita es solo eso, no soy tan evolucionado como ustedes las mujeres. Soy básico y primitivo, por eso no me puedes entender a veces.
—Lo que no entiendo es lo que te pasa con Abril —me dijo. 


La miré y bajé la mirada a mi comida.


—Ni yo mismo lo entiendo —susurré. Al parecer ella no me escuchó.
—Primero dices que quieres una noche con ella, bueno... obtuviste la noche que querías. Y ahora no puedes tolerar la idea de que salga con otro, y no quieres admitir que son celos. Pero estoy segura de que a ti no te va molestar salir con alguna tonta...
—Te dolerá la cabeza si sigues tratando de racionalizarlo, créeme hablo por experiencia propia.
— ¿La amas? —me preguntó. Comencé a toser, ya que me atragante con el jugo que estaba tomando.


Cuando logré estabilizarme un poco la miré.


—Define amar —le dije tosiendo un poco todavía.
—Simplemente amar Dani… no lo sé... no tiene una definición concreta. Es algo... un poco ilógico de donde lo mires. Es cuando te late rápido el corazón y no dejas de pensar en esa persona, estas así como idiotizado por ella y la ves en todos lados, por todas partes...


Me sentí bastante identificado, pero… no, eso no es así. Tenía que cambiar de tema.


— ¿Tú sientes eso por Blas? —le pregunté divertido.


Sus ojos verdes se abrieron bien y sus mejillas tomaron un poco de color.


—No, no ¿Por qué lo dices? —preguntó nerviosa.
—Porque sé que no le eres indiferente a Blas – dije pícaro. 


Si en algo soy muy bueno, es en sacarle la vuelta a los temas que no me gustan. Terminamos de desayunar y limpiamos todo. Ya eran cerca de las 4 de la tarde. Se pasa rapidísimo la hora cuando hablas con tu prima, y en especial una prima como María. Me tiré en el sillón a ver la tele. Pero miré el teléfono, necesito hablar con ellos. 


Marqué el número de Carlos. Sonó una, sonó otra…


— ¿Hola? —me dijo.
—Carlos —le dije.
—Dani, hermano ¿Cómo estás? —preguntó.
—Aguarda un segundo en línea y no cortes —dije y apreté un botón de espera y marqué el número de Blas.
— ¿Diga? —dijo al atender.
—Blas —hablé.
—Dani, amigo que sorpresa ¿Dónde estás? —dijo.
—Espera un segundo —le dije y apreté el botón que había apretado antes —¿Me escuchan los dos?
— ¿Qué sucede? —preguntó Blas.
— ¿Blas? —preguntó Carlos.
— ¿Carlos? —respondió Blas.
—Bueno, escúchenme —les dije mirando fijamente al teléfono.
— ¿Qué paso ahora pequeño saltamontes? —me preguntó Carlos.
—Necesito contarles mis problemas —sentencié.
—¿Vas a usarnos de psicólogos? ¿Acaso no puedes contactar a uno de verdad? —dijo Blas.
—Ustedes me salen gratis —dije sonriente.
—Estas hecho en dinero, busca un profesional, estaba a punto de llamar a Emma —se quejó Carlos.


Entrecerré los ojos y miré mal el teléfono, como si él pudiera verme.


—La dominante de tu novia puede esperar, tengo problemas —le dije.
—Bueno ya, ya... él tiene razón Carlos, luego nos quejamos cuando no sabemos qué le pasa —me defendió mi buen amigo Blas.
—Está bien, que comience la sesión. ¿Estás sentado y cómodo? Relájate y suelta la lengua de una vez —dijo Carlos.
—En este último tiempo me he estado mirando al espejo... y no me reconozco. No sé quién es el que se está mirando —comencé a hablar.
—Pero si no estás gordo. Es más estas como más trabajado que nunca —me dijo Blas.
—No puedo creer que hayas dicho eso... ¿Acaso no te das cuenta que está hablando de su forma de ser, no de su estado físico? —lo regañó Carlos —Continua Dani…
—Me siento... me siento como cuando tenía 7 años y no sabía que sabor de helado comprar —continué.
—Estás confundido entonces —dijo Blas.
—No, no es solo eso. Me siento un inepto para tomar decisiones, un manipulador egoísta a la hora de pensar en alguien más —conté.
—Pero es que eres un inepto para tomar decisiones —dijo Carlos — ¿Piénsalo que decisión importante has tomado en los últimos años?
—Y si eres un manipulador egoísta. María me habló anoche para decirme que te sacara de la cita de Abril — me dijo Blas.
—¿Te metiste en la cita de Abril? —preguntó Carlos sin poder creerlo.
—Tal vez, bueno sí, sí me metí. Y si soy un manipulador egoísta pero antes no me hubiera importado, hasta lo hubiera tomado como halago ¿Por qué ahora sí me importa? Y lo de las decisiones, tome una sola a los 9 años y no me arrepiento de haberla tomado así me este llevando el diablo por haberlo hecho —dije muy seguro de aquello.
—Y ahora te puede importar por una sola cosa —habló Blas.
—Estás enamorado —sentenció Carlos.
—Y me podrían explicar ¿Qué es eso? Porque no entiendo el concepto. No está en mi, irremediablemente terminaré arruinándolo, lo sé. De hecho creo que todo el mundo lo sabe —dije algo nervioso.
—Pero primero lo primero amigo —dijo Carlos.
— ¿Estas enamorado de Abril? —preguntó Blas.
—Es que eso no tiene sentido. No puedo estar enamorado de ella, porque simplemente es algo que no quiero sentir y que... no conozco y que...
—Ya deja de querer ponerle enredos y cosas... estás enamorado y punto —me interrumpió Carlo.
—Ajá, sino no harías todas las cosas que haces —Agregó Blas.
—¿Qué hiciste ayer en su cita? —preguntó Carlos.
—Bueno yo... llegué y me senté con ellos a cenar. Toque a Abril por debajo de la mesa... aunque vale decir que ella comenzó —me defendí.
— ¿La tocaste? Eres un cerdo —me acusó Blas.
—Ella comenzó —me quejé.





Hola!!!

Aquí tenéis un nuevo capítulo que espero que os haya gustado.

Gracias por leer y comentar.

Besos, María.


1 comentario:

  1. Hola cielo!! Me alegro de que te haya gustado.

    Las historias nunca siguen lo que nosotras queremos, solo queda esperar, ser paciente y ver que pasara en los próximos capítulos. Tienes toda la razón Dani no se da cuenta o más bien no quiere admitir que esta loco por Abril y viceversa.

    Nos vemos en el próximo!!

    Gracias por leer, besos.

    ResponderEliminar